Il dottorino

Julio Sánchez Mingo

                     Cráter del Vesubio. Agosto de 1967.

Lo conozco desde nuestros cuatro años. Hoy, viernes 10 de mayo, es su cumpleaños.

Es muy simpático y zalamero y bastante seductor. Me llama fratellone. 

Comprometido política y socialmente desde la juventud.

Adora su trabajo de médico anestesiólogo, que antepone a casi todo. A pesar de su edad, sigue en el quirófano.

Es muy generoso y va repartiendo lo que tiene. De sencillez y austeridad extremas, vive de alquiler y tiene más que dotada a toda su familia. Eso sí, le gusta disfrutar de la vida y la buena mesa. En los restaurantes, sus propinas son de escándalo. Hasta que se la robaron, iba a trabajar en bicicleta. Ahora se mueve con una manejable y divertida 500.

Es culto. Me apabulla con sus citas latinas. A sus años le gusta seguir aprendiendo. Lector empedernido, alimento sus inquietudes mandándole libros en español.

Es positivo. Mitifica a personas, ambientes y lugares. No habla mal de nadie. Hasta se lleva bien con su ex, madre de sus hijos y abuela de su nietos. Es entrañable y se hace querer.

Por la calle todo el mundo lo saluda, hasta sus rivales políticos.

Magnífico cicerone, es el anfitrión perfecto. Te pasea, pero dejándote respirar.

Me apuntan que es muy amigo de sus amigos, que transmite alegría, que carece de prejuicios y está siempre dispuesto a ayudar a quien sea.

Tiene sus rarezas, como todo el mundo. Ofrece su casa, quiere que le visiten en Gaeta y, sin embargo, no viene a su adorada España y se va en agosto a Sicilia o Cerdeña, a pasar frío.

Nunca jugó al fútbol con nosotros, era muy malo. Le gusta muchísimo nadar. Aprendió de niño en Madrid, en la piscina del estadio Santiago Bernabéu.

Es Ughino, amigo del alma.