29 septiembre 2023

Gramsci y el dinero

Julio Sánchez Mingo

 

Antonio Gramsci. 1922.


Antonio Gramsci (1891-1937) fue un pensador, escritor y periodista y político italiano, uno de los intelectuales europeos más destacado del siglo XX. Escribió sobre teoría política, sociología, antropología y lingüística. Fundador del Partido Comunista de Italia junto con Amadeo Bordiga, fue elegido diputado en 1924. Represaliado por el régimen fascista de Benito Mussolini —que había militado en el Partido Socialista al igual que él— fue confinado y encarcelado en 1926 y condenado en 1928 a 20 años de prisión. Por razones de salud, a partir de 1933 fue recluido sucesivamente en distintas clínicas. Primero bajo severo aislamiento y, desde octubre de 1934, en libertad condicional. En abril de 1937 es perdonado pero fallece pocos días después en la clínica Quisisana de Roma, sin haber llegado a disfrutar de la libertad plena.

Las cartas remitidas por Gramsci a su familia y a algunos amigos entre 1926 y 1937 desde los lugares de confinamiento y posterior encarcelamiento han sido objeto, desde 1947, de diferentes recopilaciones y publicaciones con el título genérico de Lettere dal carcere (Cartas desde la cárcel). Considerada en su conjunto, esta obra epistolar sobresale por sus valores intelectual, literario, costumbrista y testimonial.

En la misiva remitida a su madre el 27 de junio de 1927, escribe entre otras cosas: “… ¿Sabes qué estoy pensando? Que el escudo de plata que había mandado para que se le hiciera a Mea —su sobrina Edmea, nacida en 1920— una cucharilla, te lo has quedado para metérselo en la hucha o ingresarlo en correos. Me parece adivinar en los rasgos de la cara de esta niña las futuras facciones de una beguina que presta el dinero al 40 por ciento de interés. Sospecho que entre todos, Grazietta, Teresina y tú, habéis estropeado a Edmea. Nunca olvidaré que la primera vez que Mea salió a dar una vuelta conmigo le pregunté si quería unas chocolatinas, a lo que me respondió que prefería el dinero para ingresarlo en correos. ¿Te parece una bonita manera de educar a un niño? Me imagino que una chica educada así no tendrá reparos en prostituirse. Le habéis enseñado que el dinero tiene valor por sí mismo y no por lo que con él podemos conseguir. Yo quiero que Mea tenga su cucharilla y no un escudo. Escríbeme para asegurarme que habéis procedido según mis deseos… “.

El dinero tiene que ser útil para las personas, para que sean felices y no sufran calamidades por su falta, no un objetivo en sí mismo, para alcanzar mayor poder y, a la larga, ser los más ricos del cementerio. Hay que compartirlo, que repercuta positivamente en la sociedad. Sin los demás nadie se hace multimillonario, necesita de su colaboración. Además, como se dice, es de bien nacidos ser agradecidos. No seamos egoístas y no nos dejemos arrastrar por este rampante capitalismo salvaje y especulativo que, hoy en día, parece que todo lo puede.


 Y una viñeta que viene de América:

 


 

 

 

17 septiembre 2023

Don Valente voló

Julio Sánchez Mingo

A María con gran pesar y mucho cariño

 


 

Don Valente era su compañero, su apoyo y ya no está. Ella lo admiraba y quería con veneración. Era fundamental en su vida. Se compenetraban y entendían perfectamente. Yo, que ya lo conocí siendo él mayor, siempre que los veía juntos, o a él en foto o vídeo, pensaba lo que sufriría María cuando su amigo del alma desapareciera. Si yo pudiera escribir un tomo de anécdotas relativas a él o a la relación de ambos, porque supiera de ellas, lo titularía “María y don Valente, inseparables para la eternidad”.

Parecido a un lhasa apso o a un maltés, era blanco y chaparrete. Transmitía una gran personalidad. Era muy independiente. Conmigo siempre fue huraño a pesar de que casi todos los perros me adoran. Cierto es que siempre coincidí con don Valente estando ella presente y él iba permanentemente a lo suyo. Eso sí, mirando por el rabillo del ojo a su ama. Ahora que lo pienso, no sé si el tratamiento de don venía de antes o se lo puse yo, algo a lo que soy muy aficionado.

Otoño de 2018. Yo había quedado con Rizito en volver a vernos en el parque México de la ciudad que ordenara levantar Huitzilopochtli. Ella acudiría acompañada por María y don Valente y yo por Lola, la chuchita chilanga de mi sobrino, que mis queridos lectores conocen por mi artículo Máquinas de amor. Allí nos conocimos. ¡Las carreras que se dieron los dos animales! Coincidimos otras veces. Recuerdo en particular una en la que estuvimos sentados en una terraza de la plaza de la Villa de Madrid, frente a la fuente de la Cibeles.

Tengo billetes para volver en octubre. Espero un apoteósico recibimiento de Lola y darme largos paseos con ella. Y miraremos hacia arriba y allí, camuflado entre las nubes de algodón, don Valente sonreirá circunspecto. Mientras, a María y a mí se nos escapará alguna lagrimita.

Ciudad de México, 29 de octubre de 2018.

PD. En abril de 2020, durante el confinamiento por la pandemia del coronavirus, María escribió una pieza espléndida, Todos los días al atardecer. El protagonista, Don Valente, nos transmite la situación que se vivía aquellos días. Se plasma también la relación entre ambos, el perro y su ama. Una delicia de texto, llena de delicadeza, que no defrauda al lector.

 


16 septiembre 2023

“¡… a cobrar las putas pensiones… !“

Julio Sánchez Mingo


La desigualdad entre personas crece sin freno. Este fenómeno es una lacra que corroe los cimientos de prácticamente todas las sociedades. Por no hablar de la desigualdad entre países y hasta regiones.

El PIB de nuestros vecinos marroquíes aumenta sin cesar, pero los habitantes de las aldeas del Atlas llevan una existencia miserable, cada día peor, como han puesto en evidencia los efectos devastadores de los últimos temblores de tierra.

Tantos dispositivos que usamos a diario requieren, para su fabricación, minerales y materiales que sólo se encuentran en ciertos países de África. La mayoría de su población, pobre de solemnidad, no obtiene beneficio alguno de esa riqueza casi infinita que engorda a unos pocos, los políticos y las élites locales, corrompidos por multinacionales extractoras, que son máquinas de hacer dinero, propiedad de fondos de inversión —que se alimentan de los ahorros de los ciudadanos de los paises occidentales— o compañías estatales de China, la meca del ¿comunismo? capitalista y consumista.

Según publica el diario El País, haciéndose eco de un informe del Centro de Políticas Económicas de Esade (EsadeEcPol), España tiene 450.000 niños y adolescentes menos en edad escolar, de cero a 15 años, que hace un decenio.

La otra noche estuve cenando con unas compañeras del colegio. El local estaba a rebosar, era jueves, como tantos otros de esta ciudad, como comprobé a mi regreso a casa, que hice caminando, para lo que atravesé el barrio de Salamanca. Pero también me topé con la otra cara de la moneda. En casi todas las manzanas había gente durmiendo, tendida en la acera o guareciéndose en los soportales de los comercios, ya cerrados a esas horas. Un apunte de algo que me llamó la atención. Todos los empleados del cantón de limpiezas de la calle Edison, que se aprestaban a salir con sus máquinas a trabajar, a retirar la inmundicia con la que los madrileños colmamos cada día la vía pública, eran negros, prestos a realizar unas tareas que los españoles despreciamos y rechazamos. Posiblemente, más de uno de ellos habría cruzado el Estrecho en patera y ahora, ya legalizado, está empleado en una contrata del ayuntamiento. En algunos de los ajardinamientos que bordean la M-30, la aberrante autopista urbana que divide Madrid y separa sus barrios, pasan la noche al raso familias enteras.

La desigualdad, la falta de oportunidades, cuando no la guerra, fuerzan a personas jóvenes y válidas a emigrar de sus lugares de origen a la búsqueda de un porvenir más halagüeño. Las mafias traficantes de humanos los explotan, muchos mueren en el intento y demasiados ciudadanos de los países de acogida no los quieren ni ver.

Ante este estado de cosas, ¿cómo reaccionamos? ¿Con generosidad y solidaridad? ¿Con egoísmo? ¿Con racismo y xenofobia? ¿Con caridad, solidaridad y ánimo de cooperar?

El último sábado del pasado agosto, unos chavales disfrutaban del mar en la ensenada de la Mina, a los pies de Sierra Helada, en la bahía de Altea, a bordo de una motora, puesta a su disposición por sus padres, los mismos que les regalan teléfonos de mil euros. El baño en ese lugar lo tienen vedado las medusas con su excesiva proliferación a causa del desorbitado calentamiento del agua marina. ¡Cómo para negar el cambio climático!Apareció una patera y de ella empezaron a desembarcar un grupo de personas de raza negra, de aquellas a las que ahora los medios de comunicación llaman subsaharianos. Alguno de los jóvenes e indolentes veraneantes grabó la escena, recogiendo también los comentarios de varios de ellos. No tienen desperdicio y son un fiel reflejo del sentir de mucha gente de este país.


 PD. No me olvido del apocalipsis de Derna, en Libia. Lo tengo muy presente.