¿Pedir perdón por la Conquista?
Clementina Cruz
Detalle del Lienzo de Tlaxcala. Siglo XVI: Malinalli traduciendo a los mexicas para Cortés. |
Antes de entrar en materia y valorar si el jefe del Estado o del Gobierno español y el papa de Roma deben pedir disculpas al pueblo mexicano por los excesos cometidos durante la conquista, evangelización y colonización de los imperios que ocupaban en 1519 la futura Nueva España, quisiera hacer un breve comentario sobre una persona que para mí es de capital importancia. Por machismo o discriminación sexista, hasta la fecha ha sido tachada de traidora a su pueblo. En mi humilde opinión, fue una mujer muy inteligente y muy culta para su época. Me refiero a Malinalli, o doña Marina, como fue bautizada por los españoles, o La Malinche, como posteriormente los mexicanos terminaron llamándole. Ella fue pieza fundamental en el proceso inicial de la conquista. Aunque manipulada por Hernán Cortés para alcanzar sus fines, su actuación permitió que se estableciera la necesaria comunicación entre los españoles y los pueblos americanos aborígenes, todos ellos de raza, cultura y lengua muy diferentes. Lamentablemente, su condición femenina ha impedido que se haya reconocido su gran valía y aportación al nacimiento de lo que es ahora el pueblo mexicano.
Volviendo al tema principal que nos ocupa, creo que a estas alturas no tiene sentido la presentación de las excusas demandadas. ¿De que servirían unas palabras pronunciadas solamente por compromiso o por razones políticas? No se remediaría nada. Tampoco nuestros antepasados tuvieron respeto por su propio pueblo, también cometieron atrocidades. No lo digo yo, lo reconoce la Historia. Hay un refrán muy popular entre los mexicanos: el qué es buen juez, por su casa empieza. Por ello mencioné a Malinalli. De ser de noble cuna, pasó a ser esclava, para después ser entregada a Cortés. ¿Dónde está la coherencia en este asunto de las disculpas solicitadas? Esta controversia se dilatará y, mientras haya gente con ideas peregrinas, se seguirán cometiendo locuras y atrocidades. Más vale que los responsables políticos se preocupen por lo que sucede en nuestro país y trabajen para solucionar los problemas que nos martirizan, que no son pocos.
Clementina Cruz es de Oaxaca. Reside en Chalco, en el Valle de México, la aglomeración urbana más poblada de América, que también comprende la Ciudad de México.