29 marzo 2019

La botellita

Julio Sánchez Mingo


A Gonzalito, nacido el pasado sábado, en la esperanza de que goce de un planeta verde

No hay gesto más ecológico que abrir el grifo del agua fría y llenar un vaso para beber, prescindiendo de la consabida botellita de plástico de agua envasada. Un lujo que, afortunadamente, en Madrid nos podemos permitir. Así evitamos un mayor consumo de PET (Polietileno tereftalato) y la engorrosa, difícil y cara tarea de su recogida y reciclado. Lamentablemente, casi siempre, esa diabólica botellita termina diseminada por todas partes, en tierra y mar, como nos muestran todos los días los medios de comunicación.
Y no solo es eso. Transportar toneladas de agua embotellada —más los cascos retornables de la consumida en hostelería— implica la emisión a la atmósfera de volúmenes ingentes de gases nocivos, un castigo excesivo que no deberíamos imponerle a nuestro planeta y que las generaciones sucesivas, con Greta Thunberg ―la jovencita sueca del chubasquero amarillo― a la cabeza, ya nos están afeando. Aunque les falte coherencia, como a su hermana Beata, que camina a su lado, en una manifestación, con una botella de plástico en la mano.

Henrik Montgomery. EFE
Madrid dispone de unas magnificas redes de abastecimiento de agua y saneamiento. Su construcción infligió grandes heridas a la madre tierra ―no hay nada gratuito―, en forma de obra pública. ¡Cómo para no aprovecharlas al máximo! Afortunadamente, en casa, casi todos bebemos agua del grifo.

Quien no se aplica el cuento es Pablo Casado, que no utiliza jarras de agua en sus intervenciones, algo que sí hacen presidencia del Gobierno en Moncloa y la sala del Supremo que juzga a los golpistas catalanes.

larazon.es

Fernando Calvo

EFE / ATLAS
Tampoco predica con el ejemplo el ciudadano presidente Macrón, que, en sus reuniones de gabinete, ofrece a sus colaboradores botellitas de plástico de agua embotellada en lugar de maravillosas carafes d’eau de Baccarat de la cristalería del Elíseo. Su comportamiento es bastante chocante cuando, en cualquier restaurante de París, con el servicio de mesa, ponen una jarra de Chateau La Pompe (1) y un cestillo de pan que, por el momento, no están repercutiendo explícitamente a los clientes en las correspondientes cuentas.

Ludovic Marin. EFE
En Madrid, es un batallar constante pedir una jarra de agua en un restaurante. Muchas veces, con el mayor de los descaros, sirven directamente una botella de agua envasada, cuando no dicen que no tienen jarras y te ofrecen un triste vaso.
Era frecuente la imagen que ofrecíamos los niños ―sofocados y sedientos por nuestros juegos callejeros― de entrar en un bar y pedir, por favor, un vaso de agua que, graciosamente, nos ponían. Es cierto que, cuando asomaba el vigésimo mozalbete, el tabernero, harto, decía: ―No hay más agua.
Fuentes públicas siempre hubo pocas y, la mayoría de ellas, están desaparecidas o cegadas.
Por cierto, en esta ciudad casi ningún camarero, suelen ser de fuera, sabe lo que es una jarra de Fino Canalillo (1). El Canalillo es como dicen los castizos al Canal de Isabel II, CYII, la compañía pública abastecedora de agua potable.

Los suizos, riquísimos negociantes, en la sostenible Zermatt —donde prohibieron los vehículos de motor de explosión en ¡1966! y, desde entonces, solo pudieron circular coches de caballos, posteriormente sustituidos en 1978 por automóviles eléctricos, siempre de servicio, nunca particulares—, cobran por una botella de agua del Matter (1) —su río, alimentado por las nieves y los glaciares del Matterhorn (Cervino en italiano y español)—. Por el agua mineral cargan un buen pellizco, un importe más que disuasorio.



En Viena se consume agua del grifo en todas partes, pero en los restaurantes llegan a pedir hasta 9 euros por una botella de agua embotellada, siendo como es una ciudad barata, mucho más que Madrid.
¿Por qué la hostelería madrileña no aprende la lección de helvéticos y austriacos y suprime el agua envasada?
Hay una taberna en Madrid que cobra por una jarra o un vaso de agua una cantidad irrisoria pero, lamentablemente, su precio de la embotellada es también ridículo.


J. S. M.

También en Suiza, la entidad Promoción de Salud Suiza, en 
colaboración con las compañías de suministro de gas y agua potable, ha creado una página web, chateaulapompe.ch, para la promoción del consumo de agua del grifo.
Para hacerse una idea de cómo las gastan los suizos, basta decir que, desde 1994, los camiones en tránsito por su territorio son transportados por ferrocarril, cargados a bordo de vagones plataforma.
Toda su red ferroviaria está electrificada, nada de tracción Diesel.



A los madrileños que van a todas partes con su contaminadora botellita en el bolso o la mochila, yo les pediría que se compren una pequeña cantimplora y la rellenen, en casa o en el lugar de trabajo, con agua del CYII.

Luchar contra la contaminación, contra la generación de residuos, evitar el cambio climático, son tareas muy caras, que siempre perjudican económicamente a alguien. Hemos cerrado las minas de carbón, mandando al desempleo a miles de esforzados mineros, igual que cerramos cientos de librerías por el auge de nuevos modelos de negocio de venta de libros como Amazon. Siempre hay afectados pero, si no paramos la deriva suicida del medio ambiente, no habrá dinero suficiente que nos salve a todos. Igual se debe hacer, aunque no nos guste, con la fabricación de plásticos o el embotellado de agua y su distribución.
Es tarea de los responsables gubernamentales reducir al máximo todas estas disfunciones y organizar y asignar recursos para que haya trabajo para todos. Realmente es para lo que los queremos y los necesitamos.

(1) Agua del grifo, en román paladino.

PD. Afortunadamente, el Parlamento Europeo empieza a moverse en la misma dirección que se propugna en este artículo, según informan Álvaro Sánchez y Laura Delle Femmine en su crónica La UE quiere que bebas agua del grifo, publicada ayer en El País.

PD. 03-04-2019. El Gabinete Técnico de la Alcaldía de Madrid Informa:
Desde enero de 2017 la alcaldesa y los concejales del Ayuntamiento de Madrid han sustituido, en el pleno en Cibeles, las botellas de plástico por jarras de agua como gesto ejemplarizante, según el nuevo modelo de gestión de residuos que el área de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento está desarrollando en la actualidad, con un objetivo en el año 2020, fijado desde Europa, de reducción de residuos en un 20 por ciento y de aumento de hasta un 50 por ciento de materiales reciclados. Es un compromiso municipal adquirido en la Cumbre COP 21 celebrada en París, en diciembre de 2015.
El Ayuntamiento de Madrid está comprometido con el derecho fundamental de acceso al agua y con la calidad de la misma, por lo que se ha adherido a las iniciativas Progrifo y Blue Community. Para ello se ha aprobado, en el pleno celebrado el 24 de julio de 2018, con el voto favorable de Ahora Madrid, PSOE y Ciudadanos, la proposición presentada por el Grupo Municipal Socialista, para asumir, con carácter permanente, una serie de principios que reconocen el agua como un derecho humano y que promueven el consumo del agua del grifo.  

22 marzo 2019



Se levantó temprano... para matar a un hombre

María Yáñez

María Yañez



Un día de febrero muy temprano, digamos que las 6 de la mañana, poco común en su caso. Estaba presta, con la energía lista para quemar, con las botas bien puestas y un gesto implacable. Más que nunca en sus zapatos.


Con una misión tan clara como la luz de las luciérnagas: matar a un hombre. A ese que se decía libre y salvaje, así se presentó cuando se conocieron dos años atrás. Así la conquistó, así la sedujo, así la embruteció.

Ella se enamoró estúpidamente como se enamoran todas las mujeres inteligentes e intensas, como diría la escritora mexicana Angeles Mastretta. Ese amor casi de culto le quedaba cómodo al español. Una mexicana se antojaba presa fácil, parecía deslumbrada, dócil y fascinada por su personalidad y por la historia que llevaba a cuestas: recorrer el mundo a pie. 

Se conocieron a su paso por México y decidió hacer una pausa.

Vivieron un amor digno de novela, un idilio como pocos.


Sospechaba que ella también era libre y salvaje, pero estaba ensimismado y el amor que ella le profesaba lo hacía sentir seguro y confiado. La creía incondicional. No había preocupaciones, su trabajo era brillar y lo hacía muy bien.

Su corazón no mentía. Lo amaba como nunca había amado en su vida, un amor que si tuviera color sería rojo sangre, rojo pasión. Lo vivió así de intenso, pese a la ausencia de certezas, salvo el fuego que despertaba en ella.

Era uno de esos amores que alumbran al mundo que los rodea, tan solo con existir. Con todo, ella tenía amor propio, tenía un camino antes de conocerlo, un sueño con él y una vida sin él. 


Él no lo concibe, como suele pasar con esos hombres que destilan libertad, que la quieren patentar, que les encanta protagonizar.. No soporta el horizonte de ella a su lado y tampoco su andar seguro, desprendido, fluido y orgulloso.

Al descubrir la traición, ella lo cuestiona. Él lo niega, lo minimiza y hasta se ofende. La evidencia no la deja ceder. Lo pone contra las cuerdas, a ese hombre que se jactaba dando conferencias por el mundo sobre el amor, la paz y, especialmente, la libertad.

A él no le queda más que admitir su infidelidad y mentiras, no sin dar las últimas patadas en su defensa con una acusación: 


Es que tú eres demasiado libre.

Eso no me hizo serte infiel responde ella.

Él insiste en su defensa llamándola injusta, pues recorrer el mundo también implica soledad y necesidades.


A ella el dolor la hizo fuerte para no conceder segundas oportunidades. Está convencida que esas llegan casi siempre a un triste final.

En acción y en intención cierra la historia, pero sanar su corazón sigue pendiente. Sabe que la única salida es matar a ese hombre, ir a la tierra que lo vio nacer para que lo vea morir. Y para eso se levanta tan temprano de la cama. Se pone sus mejores botas, unas todo terreno, con la determinación de habitar sus propios pasos.

Con la mirada fija en su camino, comienza la misión.


15 marzo 2019


Libro de estilo del Atlas Nacional de España




El Instituto Geográfico Nacional de España, IGN, ha publicado el Libro de estilo del Atlas Nacional de España, trabajo imprescindible para todo aquél que se dedica a escribir, a redactar, en español, ya sea por motivos profesionales o, simplemente, por afición. Incluye un apartado, único en este género de literatura, dedicado a toponimia, de gran interés para la preparación de publicaciones cartográficas y libros de viajes.
Es obra de la geógrafa Teresa Albert Fernández, del IGN, que también ha dedicado muchas horas a la redacción del referido Atlas Nacional.
Son 180 páginas que no defraudarán y que es posible descargarse gratuitamente del portal del IGN, en la dirección:



App IGN Mapas de España, imprescindible para tu seguridad


A todos los aficionados a la Naturaleza, al campo o la montaña, se les ruega encarecidamente velar por su seguridad y no extraviarse en entornos desconocidos o en aquellos en los cuales, por culpa de una meteorología adversa, la visibilidad se reduce a unos pocos metros.
Para ello existe una app gratuita del IGN, llamada Mapas de España, basada en OruxMaps, que permite visualizar en línea, o descargar para su uso sin cobertura, fuera de línea, los mapas topográficos de España, hasta la escala 1:25.000. Mediante la activación del GPS del teléfono móvil, en todo momento, una flecha roja indica en la pantalla, sobre el correspondiente mapa, dónde se está.

Hace ahora poco más de cinco años, febrero de 2014, en Dos Hermanas, en el macizo de Peñalara, dos jóvenes excursionistas se perdieron en mitad de una borrasca invernal, sin visibilidad alguna, envueltos por la niebla y la ventisca. Uno de ellos falleció por hipotermia. Tenía 25 años.
Con este recurso, hoy al alcance de todos, esa tragedia no se hubiera consumado. Sólo es necesario que nuestro celular tenga batería.


J. S. M.

01 marzo 2019

El enemigo público número uno

Julio Sánchez Mingo

Boina de contaminación sobre una ciudad. www.publico.es.


A mi amigo Jesús, que nos llevaba tanto a un concierto de Raimon como a correr delante de los grises en su pelotilla de motor de explosión



Hace ya bastantes años, el domingo 25 de octubre de 1992, el diario El País publicó una carta al director de Francisco Alvarado Lozano, de Madrid.
Decía así:

El enemigo público número uno
Es enorme. Abulta lo que 12 personas normales. Es agresivo y peligroso. Es el más grande asesino. Más de 7.000víctimas al año. Más que las drogas, el terrorismo y la delincuencia común juntos. Es el amo de la calle. Es chulo, vociferante y extremadamente ruidoso. Es el gran secuestrador. Él nos obliga a permanecer inmóviles varias horas al día y es el auténtico culpable de que los niños y los ancianos no puedan salir a la calle.
Es el máximo contaminador. Ha hecho inhabitables las ciudades y ha roto el paisaje que nos acompañaba desde hace miles de años. Es uno de los grandes responsables del efecto invernadero, del cambio de clima y de tantas otras desgracias que afectan al medio ambiente. Es insolidario y egoísta. Es el escaparate de la vanidad, el despilfarro y de otros muchos pecados de la sociedad contemporánea. Es el gran generador de estrés y es, para colmo, el mayor culpable del déficit exterior en nuestra balanza de pagos.
A pesar de esto, no sólo no es perseguido y acorralado, sino que es el gran protegido de autoridades y gobernantes. Tanto la Administración central como las autonómicas o locales invierten gran parte de nuestro escaso presupuesto en hacerle la vida más cómoda, otorgándole más espacio y capacidad de destrucción. Es el enemigo público número uno. El coche. ¿Hasta cuándo lo vamos a permitir?
Francisco Alvarado Lozano. Madrid

Ha pasado más de un cuarto de siglo y la circulación de vehículos privados en Madrid no solo ha disminuido sino que ha aumentado, con lo que todos los males atribuidos por Francisco Alvarado Lozano al coche se han disparado.

Con la irrupción de grandes berlinas, monovolúmenes, pijoterrenos2 y SUVs, ha crecido el tamaño medio de cada unidad y, por tanto, su capacidad de contaminar el aire que respiramos, atronar el entorno que ocupamos y requerir mayor espacio en la vía pública. Todo un monumento a la comodidad del usuario privado, la insolidaridad y la presunción humana, cuando pequeños utilitarios serían más que suficientes para la gran mayoría de las personas que no tienen otra opción razonable para trasladarse. En esta ciudad, la oferta de transporte público, colectivo como metro, tren y autobuses o individual tal que taxi, VTCs, y medios de alquiler como pelotillas eléctricos, bicicletas y, ahora, de nuevo, patinetes, es más que suficiente para cubrir la movilidad de los ciudadanos. Solo en contadas ocasiones es necesario el automóvil privado. Tengamos presente que el trazado urbano del centro de Madrid, la llamada almendra central en el interior de la M-30, es anterior al siglo XX y que algunos barrios de Madrid Central3 son del XVII.
Otra cuestión es desplazarse desde y hasta la periferia y el acceso a los polígonos de oficinas e industriales que rodean la ciudad, algo muy mal resuelto por la falta de inversiones públicas y privadas, una mala planificación del territorio y una perversa especulación inmobiliaria que las Administraciones han favorecido. Un ejemplo paradigmático es el PAU de Las Tablas, que alberga la sede central de BBVA, el Distrito Telefónica e infinidad de voluminosos edificios de oficinas, lo que mantiene permanentemente bloqueada la carretera de Burgos.

Por culpa del automóvil, Madrid se afeó y vulgarizó notablemente a partir de los años 60 y se convirtió en una ciudad ruidosa, contaminada, agresiva y antipática. En lugar de regular y limitar su uso en la ciudad se le empezó a adorar como a un nuevo becerro de oro, al que se ofrendó en sacrificio la ciudad, al peatón y la salud de sus habitantes. Se asolaron calles y plazas para construir aparcamientos, se arrasaron las Rondas y los Bulevares y los arbolados andenes centrales de calles como Príncipe de Vergara, entonces General Mola, y Velázquez, se estrecharon aceras, se construyeron horripilantes pasos elevados y subterráneos que al poco no sirvieron para nada, para terminar todo el día atascados. Una antigua compañera de trabajo me recordaba cómo lloraba, siendo jovencita, cuando talaron los árboles del bulevar de Doctor Esquerdo, frente a su casa, que habían cobijado sus juegos infantiles. Un compañero del colegio que vive en Francisco Silvela, en la casa que fue de su familia, una gente muy querida por mí, me decía hace unos días que votaría para alcalde a cualquiera que propusiera restaurar los bulevares de las Rondas.
Hay multitud de calles donde es imposible abrir las ventanas de la viviendas debido al ruido ensordecedor del tráfico y a los humos asfixiantes que genera, condenando a sus moradores a depender del, muchas veces dañino, aire acondicionado. En la Cuesta de San Vicente, con maravillosas vistas al Campo del Moro y al Palacio Real, la vida es insufrible por las contaminaciones acústica y del aire y, de propina, por la existencia de un carrilbus que impide detenerse a un taxi y descargar las maletas cuando se vuelve de viaje.

¿Es posible revertir esta situación? Hace falta mucho dinero y, sobre todo, una gran voluntad social y política para ello. De vez en cuando algún brindis al sol pone coto a los excesos, como cuando se prohibió la circulación para atravesar El Retiro y, posteriormente, el estacionamiento en su paseo de Coches, medidas que fueron muy fáciles y baratas de implementar.
La capital es un inmenso garaje al aire libre, repleto de coches aparcados, que muchas veces impiden que una silla de ruedas o un carrito de bebé puedan cruzar la calle para pasar a otra manzana. ¡Sutil agresividad!

El Ayuntamiento, siempre ávido de dinero fácil, no cierra, al caducar su concesión, los aparcamientos de rotación del centro, lo que disminuiría el tráfico rodado notablemente. Es más, permite y favorece su construcción. Ahora mismo el tramo más estratégico de la línea 2 del Metro esta sin servicio por los daños producidos en el túnel por la construcción de un estacionamiento de la especulativa, vergonzosa y dañina remodelación del entorno de Canalejas, cuya primera víctima ha sido la Academia de Bellas Artes y sus obras maestras.

Poco hay que añadir de la faceta asesina del coche. Las muertes, heridos, y enfermedades cardiorrespiratorias que produce suponen un altísimo coste económico, social y humano. ¡Cuántas familias destrozadas!
Si los ascensores produjeran tantas muertes como los coches, posiblemente estarían prohibidos.
Gran parte de la población de Ciudad de Guatemala está enferma4 a causa de la polución atmosférica producida por su antiquísimo parque automovilístico, compuesto basicamente de vehículos de enésima mano procedentes de México y USA, que en estos países no superan las correspondiente inspecciones técnicas. ¡Los pobres siempre se llevan la peor parte!
Para más inri, muchos de los componentes de un automóvil son dificilísimos y costosísimos de reciclar.

El sector del automóvil es un gran negocio. Al parecer encabeza, con el turismo, la aportación al PIB y al empleo. Pero, como bien dice David Pilling5, es erróneo medir la riqueza y el bienestar de una sociedad por su PIB. Fabricantes, industria auxiliar, talleres, desguaces y reciclaje, venta de repuestos, construcción, explotación y mantenimiento de carreteras, vías urbanas y aparcamientos, seguros, producción y distribución de combustible generan beneficios económicos, empleo e impuestos. Se ha creado una bola de nieve alrededor del coche muy difícil de parar.
Pero, ¿cuánto nos aporta este sector realmente si consideramos todos los daños y servidumbres más arriba enunciados?
La sociedad debe afrontar el reto que supone alcanzar un punto de equilibrio racional y sostenible que satisfaga las necesidades de la movilidad humana y del transporte de mercancías.

Un aspecto muy importante a tener en cuenta es quién paga el desembolso que realizan las administraciones públicas correspondiente a inversiones, mantenimientos y ayudas para que el neumático siga rodando. Debería sufragarlo, básicamente, el beneficiario directo, mediante un aumento del impuesto sobre los hidrocarburos. Ahora todos los contribuyentes cubren una parte de ese dinero. Si se construye una carretera debe financiarla el que circula por ella, ya sea el usuario privado, el autobús de línea, el taxi o el camión. Estos tres últimos ya se ocuparán de repercutir el coste a sus clientes. Con el modelo actual llevamos cien años induciendo desigualdad. Hasta el inmigrante irregular, con el IVA satisfecho en la compra de una naranja, financia la autovía por la que circula el pijoterreno contaminante que va superando todos los límites de velocidad. Una de las mayores incoherencias de nuestro sistema de tráfico vial es que se homologan vehículos que superan ampliamente dichas restricciones. ¡Hipocresía política y social!

Pero la gallina de los huevos de oro puede enfermar.
En Alemania están muy preocupados con la competencia que los países emergentes suponen para Europa en lo relativo a la fabricación del automóvil y su industria auxiliar. En Norteamérica los coches se fabrican en México. Y Detroit, la antigua meca del sector, es una ciudad fantasma. Los que fueron ricos obreros blancos, que votaban demócrata y ahora están desempleados, apoyan a Trump, como si éste fuera capaz de detener el fenómeno imparable de la globalización.
¡Reconversión a la vista, aviso a navegantes!

Los fabricantes europeos del automóvil ponen el grito en el cielo por la medida de muchos gobiernos de poner fin a medio plazo al motor diésel, cuando lo que deberían hacer es ponerse manos a la obra, sin dilación, en el desarrollo de opciones más sostenibles de motorización. Y deberían tener muy presente que las librerías cierran ante el auge de Amazon, se abandonan las minas de carbón, el pequeño comercio desaparece por culpa de cadenas de supermercados e hipermercados, que también empiezan a sufrir ante la venta online y que hemos sufrido las reconversiones de las industrias naval y siderúrgica, que la producción agraria ha perdido gran parte de su mano de obra y que el campo se ha despoblado. Y así hasta el infinito. Un cúmulo de tragedias personales que produce la evolución natural de la sociedad, la tecnología y la economía.

El vehículo privado es necesario pero debe hacerse de él un uso comedido y razonable. De lo contrario, es un lujo que la sociedad no puede permitirse por tantas de las razones expuestas. La movilidad personal, a lo que ha contribuido el automóvil positivamente, no es un derecho individual que deba primar por encima de la salud de todos y del destino del planeta, no debe implicar un suicidio colectivo.
Y no olvidemos nunca al doctor Stockmann de Un enemigo del pueblo de Ibsen.

1 Gracias a las políticas de seguridad vial implantadas por Pere Navarro, con la aquiescencia y apoyo de sus jefes, Rubalcaba y Zapatero, los muertos por accidente de tráfico se redujeron en España de 4.000 a 1.000 anuales durante el período de su gestión, 2004-2011. Nadie les ha reconocido ni agradecido su labor por este hecho.

2 Dícese de los vehículos todoterreno que siempre circulan por asfalto y nunca por el campo. 

3 Área del centro urbano de Madrid sometida a restricciones de uso del vehículo privado.

4 Así se alarga la vida de los coches mientras se acorta la de los humanos. Martha Pskowski.
El País. 19 de enero de 2019.

5 El PIB y su grave error de cálculo. David Pilling.
El País. 3 de febrero de 2019.