El
enemigo público número uno
Julio
Sánchez Mingo
Boina de contaminación sobre una ciudad. www.publico.es. |
A
mi amigo Jesús, que nos llevaba tanto a un concierto de Raimon como
a correr delante de los grises
en su pelotilla
de motor de explosión
Hace ya bastantes años, el domingo
25 de octubre de 1992, el diario El País publicó una carta al
director de Francisco Alvarado Lozano, de Madrid.
Decía así:
El enemigo público número uno
Es enorme. Abulta lo que 12 personas
normales. Es agresivo y peligroso. Es el más grande asesino. Más de
7.0001 víctimas
al año. Más que las drogas, el terrorismo y la delincuencia común
juntos. Es el amo de la calle. Es chulo, vociferante y extremadamente
ruidoso. Es el gran secuestrador. Él nos obliga a permanecer
inmóviles varias horas al día y es el auténtico culpable de que
los niños y los ancianos no puedan salir a la calle.
Es el máximo contaminador. Ha hecho
inhabitables las ciudades y ha roto el paisaje que nos acompañaba
desde hace miles de años. Es uno de los grandes responsables del
efecto invernadero, del cambio de clima y de tantas otras desgracias
que afectan al medio ambiente. Es insolidario y egoísta. Es el
escaparate de la vanidad, el despilfarro y de otros muchos pecados de
la sociedad contemporánea. Es el gran generador de estrés y es,
para colmo, el mayor culpable del déficit exterior en nuestra
balanza de pagos.
A pesar de esto, no sólo no es
perseguido y acorralado, sino que es el gran protegido de autoridades
y gobernantes. Tanto la Administración central como las autonómicas
o locales invierten gran parte de nuestro escaso presupuesto en
hacerle la vida más cómoda, otorgándole más espacio y capacidad
de destrucción. Es el enemigo público número uno. El coche. ¿Hasta
cuándo lo vamos a permitir?
Francisco
Alvarado Lozano. Madrid
Ha pasado más de un cuarto de siglo
y la circulación de vehículos privados en Madrid no solo ha
disminuido sino que ha aumentado, con lo que todos los males
atribuidos por Francisco Alvarado Lozano al coche se han disparado.
Con la irrupción de grandes
berlinas, monovolúmenes, pijoterrenos2
y SUVs, ha crecido el tamaño medio de cada unidad y, por tanto, su
capacidad de contaminar el aire que respiramos, atronar el entorno
que ocupamos y requerir mayor espacio en la vía pública. Todo un
monumento a la comodidad del usuario privado, la insolidaridad y la
presunción humana, cuando pequeños utilitarios serían más que
suficientes para la gran mayoría de las personas que no tienen otra
opción razonable para trasladarse. En esta ciudad, la oferta de
transporte público, colectivo como metro, tren y autobuses o
individual tal que taxi, VTCs, y medios de alquiler como pelotillas
eléctricos, bicicletas y, ahora, de nuevo, patinetes, es más que
suficiente para cubrir la movilidad de los ciudadanos. Solo en
contadas
ocasiones
es necesario el automóvil privado. Tengamos presente que el trazado
urbano del centro de Madrid, la llamada almendra
central en el interior de
la M-30, es anterior al siglo XX y que algunos barrios de Madrid
Central3
son del XVII.
Otra cuestión es desplazarse desde
y hasta la periferia y el acceso a los polígonos de oficinas e
industriales que rodean la ciudad, algo muy mal resuelto por la falta
de inversiones públicas y privadas, una mala planificación del
territorio y una perversa especulación inmobiliaria que las
Administraciones han favorecido. Un ejemplo paradigmático es el PAU
de Las Tablas, que alberga la sede central de BBVA, el Distrito
Telefónica e infinidad de voluminosos edificios de oficinas, lo que
mantiene permanentemente bloqueada la carretera de Burgos.
Por culpa del automóvil, Madrid se
afeó y vulgarizó notablemente a partir de los años 60 y se
convirtió en una ciudad ruidosa, contaminada, agresiva y antipática.
En lugar de regular y limitar su uso en la ciudad se le empezó a
adorar como a un nuevo becerro de oro, al que se ofrendó en
sacrificio la ciudad, al peatón y la salud de sus habitantes. Se
asolaron calles y plazas para construir aparcamientos, se arrasaron
las Rondas y los Bulevares y los arbolados andenes centrales de
calles como Príncipe de Vergara, entonces General Mola, y Velázquez,
se estrecharon aceras, se construyeron horripilantes pasos elevados y
subterráneos que al poco no sirvieron para nada, para terminar todo
el día atascados. Una antigua compañera de trabajo me recordaba
cómo lloraba, siendo jovencita, cuando talaron los árboles del
bulevar de Doctor Esquerdo, frente a su casa, que habían cobijado
sus juegos infantiles. Un compañero del colegio que vive en
Francisco Silvela, en la casa que fue de su familia, una gente muy
querida por mí, me decía hace unos días que votaría para alcalde
a cualquiera que propusiera restaurar los bulevares de las Rondas.
Hay multitud de calles donde es
imposible abrir las ventanas de la viviendas debido al ruido
ensordecedor del tráfico y a los humos asfixiantes que genera,
condenando a sus moradores a depender del, muchas veces dañino, aire
acondicionado. En la Cuesta de San Vicente, con maravillosas vistas
al Campo del Moro y al Palacio Real, la vida es insufrible por las
contaminaciones acústica y del aire y, de propina, por la existencia
de un carrilbus que impide detenerse a un taxi y descargar las
maletas cuando se vuelve de viaje.
¿Es posible revertir esta
situación? Hace falta mucho dinero y, sobre todo, una gran voluntad
social y política para ello. De vez en cuando algún brindis al sol
pone coto a los excesos, como cuando se prohibió la circulación
para atravesar El Retiro y, posteriormente, el estacionamiento en su
paseo de Coches, medidas que fueron muy fáciles y baratas de
implementar.
La capital es un inmenso garaje al
aire libre, repleto de coches aparcados, que muchas veces impiden que
una silla de ruedas o un carrito de bebé puedan cruzar la calle para
pasar a otra manzana. ¡Sutil agresividad!
El Ayuntamiento, siempre ávido de
dinero fácil, no cierra, al caducar su concesión, los aparcamientos
de rotación del centro, lo que disminuiría el tráfico rodado
notablemente. Es más, permite y favorece su construcción. Ahora
mismo el tramo más estratégico de la línea 2 del Metro esta sin
servicio por los daños producidos en el túnel por la construcción
de un estacionamiento de la especulativa, vergonzosa y dañina
remodelación del entorno de Canalejas, cuya primera víctima ha sido
la Academia de Bellas Artes y sus obras maestras.
Poco hay que añadir de la faceta
asesina del coche. Las muertes, heridos, y enfermedades
cardiorrespiratorias que produce suponen un altísimo coste
económico, social y humano. ¡Cuántas familias destrozadas!
Si los ascensores produjeran tantas
muertes como los coches, posiblemente estarían prohibidos.
Gran parte de la población de
Ciudad de Guatemala está enferma4
a causa de la polución atmosférica producida por su antiquísimo
parque automovilístico, compuesto basicamente de vehículos de
enésima mano procedentes de México y USA, que en estos países no
superan las correspondiente inspecciones técnicas. ¡Los pobres
siempre se llevan la peor parte!
Para
más inri, muchos de los componentes de un automóvil son
dificilísimos y costosísimos de reciclar.
El sector del automóvil es un gran negocio. Al parecer encabeza, con el turismo, la aportación al PIB y al empleo. Pero, como bien dice David Pilling5, es erróneo medir la riqueza y el bienestar de una sociedad por su PIB. Fabricantes, industria auxiliar, talleres, desguaces y reciclaje, venta de repuestos, construcción, explotación y mantenimiento de carreteras, vías urbanas y aparcamientos, seguros, producción y distribución de combustible generan beneficios económicos, empleo e impuestos. Se ha creado una bola de nieve alrededor del coche muy difícil de parar.
Un aspecto muy importante a tener en cuenta es quién paga el desembolso que realizan las administraciones públicas correspondiente a inversiones, mantenimientos y ayudas para que el neumático siga rodando. Debería sufragarlo, básicamente, el beneficiario directo, mediante un aumento del impuesto sobre los hidrocarburos. Ahora todos los contribuyentes cubren una parte de ese dinero. Si se construye una carretera debe financiarla el que circula por ella, ya sea el usuario privado, el autobús de línea, el taxi o el camión. Estos tres últimos ya se ocuparán de repercutir el coste a sus clientes. Con el modelo actual llevamos cien años induciendo desigualdad. Hasta el inmigrante irregular, con el IVA satisfecho en la compra de una naranja, financia la autovía por la que circula el pijoterreno contaminante que va superando todos los límites de velocidad. Una de las mayores incoherencias de nuestro sistema de tráfico vial es que se homologan vehículos que superan ampliamente dichas restricciones. ¡Hipocresía política y social!
El sector del automóvil es un gran negocio. Al parecer encabeza, con el turismo, la aportación al PIB y al empleo. Pero, como bien dice David Pilling5, es erróneo medir la riqueza y el bienestar de una sociedad por su PIB. Fabricantes, industria auxiliar, talleres, desguaces y reciclaje, venta de repuestos, construcción, explotación y mantenimiento de carreteras, vías urbanas y aparcamientos, seguros, producción y distribución de combustible generan beneficios económicos, empleo e impuestos. Se ha creado una bola de nieve alrededor del coche muy difícil de parar.
Pero,
¿cuánto nos aporta este sector realmente si consideramos todos los
daños y servidumbres más arriba enunciados?
La
sociedad debe afrontar el reto que supone alcanzar un punto de
equilibrio racional y sostenible que satisfaga las necesidades de la
movilidad humana y del transporte de mercancías.Un aspecto muy importante a tener en cuenta es quién paga el desembolso que realizan las administraciones públicas correspondiente a inversiones, mantenimientos y ayudas para que el neumático siga rodando. Debería sufragarlo, básicamente, el beneficiario directo, mediante un aumento del impuesto sobre los hidrocarburos. Ahora todos los contribuyentes cubren una parte de ese dinero. Si se construye una carretera debe financiarla el que circula por ella, ya sea el usuario privado, el autobús de línea, el taxi o el camión. Estos tres últimos ya se ocuparán de repercutir el coste a sus clientes. Con el modelo actual llevamos cien años induciendo desigualdad. Hasta el inmigrante irregular, con el IVA satisfecho en la compra de una naranja, financia la autovía por la que circula el pijoterreno contaminante que va superando todos los límites de velocidad. Una de las mayores incoherencias de nuestro sistema de tráfico vial es que se homologan vehículos que superan ampliamente dichas restricciones. ¡Hipocresía política y social!
Pero la gallina de los huevos de oro puede enfermar.
En
Alemania están muy preocupados con la competencia que los países
emergentes suponen para Europa en lo relativo a la fabricación del
automóvil y su industria auxiliar. En Norteamérica los coches se
fabrican en México. Y Detroit, la antigua meca del sector, es una
ciudad fantasma. Los que fueron ricos obreros blancos, que votaban
demócrata y ahora están desempleados, apoyan a Trump, como si éste
fuera capaz de detener el fenómeno imparable de la globalización.
¡Reconversión
a la vista, aviso a navegantes!
Los
fabricantes europeos del automóvil ponen el grito en el cielo por la
medida de muchos gobiernos de poner fin a medio plazo al motor
diésel, cuando lo que deberían hacer es ponerse manos a la obra,
sin dilación, en el desarrollo de opciones más sostenibles de
motorización. Y deberían tener muy presente que las librerías
cierran ante el auge de Amazon, se abandonan las minas de carbón, el
pequeño comercio desaparece por culpa de cadenas de supermercados e
hipermercados, que también empiezan a sufrir ante la venta online y
que hemos sufrido las reconversiones de las industrias naval y
siderúrgica, que la producción agraria ha perdido gran parte de su
mano de obra y que el campo se ha despoblado. Y así hasta el
infinito. Un cúmulo de tragedias personales que produce la evolución
natural de la sociedad, la tecnología y la economía.
El vehículo privado es necesario
pero debe hacerse de él un uso comedido y razonable. De lo
contrario, es un lujo que la sociedad no puede permitirse por tantas
de las razones expuestas. La movilidad personal, a lo que ha
contribuido el automóvil positivamente, no es un derecho individual
que deba primar por encima de la salud de todos y del destino del
planeta, no debe implicar un suicidio colectivo.
Y no olvidemos nunca al doctor
Stockmann de Un enemigo
del pueblo de Ibsen.
1
Gracias a las políticas de seguridad vial implantadas por Pere
Navarro, con la aquiescencia y apoyo de sus jefes, Rubalcaba y
Zapatero, los muertos por accidente de tráfico se redujeron en
España de 4.000 a 1.000 anuales durante el período de su gestión,
2004-2011. Nadie les ha reconocido ni agradecido su labor por este
hecho.
2 Dícese de los vehículos todoterreno que siempre circulan por asfalto y nunca por el campo.
2 Dícese de los vehículos todoterreno que siempre circulan por asfalto y nunca por el campo.
3
Área del centro urbano de Madrid sometida a restricciones de uso del
vehículo privado.
El
País. 19 de enero de 2019.
5
El
PIB y su grave error de cálculo. David Pilling.
El
País. 3 de febrero de 2019.
Suscribo el diagnóstico de Julio. Me sugiere dos reflexiones. La primera, negativa, el tremendo contraste entre la genialidad del hombre para idear maravillosos ingenios y la gran torpeza de la sociedad para hacer un uso racional de ellos. La segunda es más optimista:la mayoría de los amigos y compañeros de trabajo de mi hija, de 31 años, no tienen coche. Esperemos que, aunque un poco tarde, hayamos aprendido la lección. Buen trabajo Julio.
ResponderEliminarV.S.
Querido Julio, corroboro lo que dices de la cuesta de San Vicente, que a mi me afecta directamente.
ResponderEliminarVivo en la casa familiar donde vivieron primero mis abuelos, luego mis padres y ahora, desde hace muchos años, yo.
Recuerdo, y yo tenía muy pocos años, un tranvía renqueante que desde La Bombilla subía hacia la plaza de España por la cuesta. Mi ilusión era subir en él. Nada que ver aquel sonido metálico del tranvía con el ruido actual de coches y autobuses,
El olor dulce de las celindas de los jardínes del Campo del Moro, que en primavera llegaba a casa, es también un recuerdo de infancia.¡ Lástima, este sí que me gustaría recuperarlo!
Mari Loli
Me gusta mucho tu post que da para reflexionar sobre lo que ahora mismo está pasando y de lo que creo no somos muy conscientes. Felicidades!!
ResponderEliminarCarmena propuso hacer el centro peatonal y recibió montones de ataques. Respecto a las tablas con el edificio de BBVA, el de telefónica y demás empresas, tendrían que haber planteado mucho mejor acceso, no sólo en coche, si no transporte público.
ResponderEliminarPero se ve que muchos de los que planifican estos desarrollos inmobiliarios no usan el transporte público, ni viajan en horas punta. Así que no se plantean los problemas de acceso.
Efectivamente, tener coche debería ser mucho más caro. Y los impuestos de la gasolina más altos. Pero al político que promueva eso se lo comerán vivo...
Escenas cotidianas en Madrid.
ResponderEliminarSi te atreves a abrir la ventana de tu habitación, el humo y el ruido lo inundarán todo, y, si miras al cielo, ¿qué verás? Coches circulando por encima de tu cabeza.
Caso Rondas. Calle Joaquín Costa y glorieta de López de Hoyos. Crimen contra los ciudadanos del Ayuntamiento.
Si te atreves a abrir la ventana de tu habitación, el humo y el ruido lo inundarán todo, y si extiendes un brazo lo puedes perder, un vehículo se lo llevará por delante.
Caso paseo de Extremadura. Crimen contra los ciudadanos del contubernio Ministerio de Fomento y Ayuntamiento.