Elogio
de las
lentejas
Con
la receta de un
plato sencillo y sublime
Julio
Sánchez Mingo
Todas las semanas, mi madre,
indefectiblemente, ponía lentejas para comer. Ya fuera invierno o
verano, unas lentejitas estofadas siempre caían.
Yo las odiaba e, infaliblemente, siempre
protestaba. Fue un toma y daca que duró muchos
años.
Imagen inolvidable es la de los niños
sentados en la mesa de la cocina separando las lentejas de
inoportunas y peligrosas chinitas, con un ágil movimiento de sus
deditos.
Sin embargo, con el
tiempo, me he aficionado a estas
legumbres tan sanas y nutritivas y
procuro cocinarlas con asiduidad.
Son económicas y
muy asequibles en cualquier estación y lugar, ricas
en proteínas vegetales y
minerales y destacan sus propiedades antioxidantes. Aportan hidratos
de carbono, amén de zinc, hierro —“Hijo,
cómetelas, que tienen mucho hierro y te pondrás muy fuerte”—,
magnesio, sodio, potasio, selenio,
calcio y vitaminas, especialmente las del complejo B —B2,
B3, B6 y B9 (el antioxidante ácido fólico)—,
además de vitamina A y vitamina E. Son
fuente de fósforo y manganeso y por su contenido en fibra favorecen
el tránsito intestinal y evitan el estreñimiento.
Son saciantes, lo que nos ayuda a no
comer en demasía. Nadie toma un chuletón tras un plato de lentejas.
Seguramente sus características
antioxidantes justifican la longevidad en muchos pueblos de Castilla,
donde su ingesta es frecuente.
Son fáciles de preparar y,
recalentadas, están buenísimas de un día para otro, siendo un
plato habitual en las tarteras y omnipresente en los microondas de
las oficinas.
¿Quién da más?
Receta
de lentejas estofadas viudas,
según María Luisina
Ingredientes
(Para dos personas). Dosis en medidas madrileñas.
Lentejas
pardinas: un vaso de chato de vino
Agua: Siete vasos de chato de vino
Una
cebolla generosa
Dos
dientes de ajo
Dos
hojas de laurel
Una
zanahoria
Una
patata mediana
Un
chorro de aceite de oliva virgen extra
Una
punta de cuchillo de cocina de pimentón agridulce de la Vera
Una
pizca de sal
Una
punta de cuchillo de cocina de harina (opcional)
Modus operandi:
- La noche anterior, se ponen las
lentejas en remojo en abundante agua fría, más por tradición que
por necesidad.
- La cebolla picada se sofríe en una
sartén con aceite. Cuando está dorada se añade el pimentón para
que coja todo
ello
un color rojizo. Se aparta enseguida del fuego para evitar que se
queme y amargue.
- En una cacerola se pone el agua, con
las lentejas, previamente bien
escurridas, la zanahoria troceada, la patata dividida en cuatro, el
laurel, el ajo y la sal, y se
tiene en el fuego hasta que rompe a hervir. Con la tapa puesta, se
mantiene cociendo a fuego lento durante 40 minutos, 15 minutos en
olla a presión.
- Se echa el sofrito de la cebolla en la
cacerola y se deja de dos a tres minutos más, a fuego lento.
- Dependiendo de la calidad de la patata,
el estofado habrá quedado más o menos líquido. Si las lentejas nos
gustan espesotas se añade la harina al sofrito de la cebolla en el
momento de verterlo sobre el guiso.
- Los finolis retiran los dientes de ajo
y las hojas de laurel antes de servir en la mesa. El ajo guisado
untado en pan es un manjar exquisito.
¡Qué aproveche!