31 mayo 2024

RESEÑA

Pez de asfalto, de Marimén Ayuso

 


Todas las familias guardan secretos. Todos los secretos guardan la verdad. Amalia, la protagonista, conoce fragmentos, sospecha sin remedio. Su vida es una larga suma de ausencias y desengaños. Su juventud, forjada en una España en transición, marcó su madurez en un país hambriento de cambio.

Tras otro desencanto, Amalia encuentra refugio en Sant Pol de Mar, en la casa de su tía Mercedes, garante de los enigmas familiares, portadora de la llave de la verdad. A veces duele contar aquello que no debe ser contado, pero ellas dos lucharán unidas contra el rencor y la duda. Vejez y juventud, dos generaciones, dos formas de entender el mundo y la realidad, que capearán las tempestades del amor y la esperanza en las convulsas corrientes que discurren por la cotidianeidad de la vida en el asfalto.

Amalia es una joven traumatizada por el accidente o suicidio nunca se sabrá de su madre y los sucesivos abandonos, primero de su padre y luego de su pareja. Evolucionará con el paso de los años y gracias a la ayuda de su tía Mercedes y su propio hijo llegará a aceptar el destino de su vida.

La tía Mercedes es una mujer humilde, hija de pescadores, que representa la estabilidad y el hogar que Amalia tanto necesita. Aun sin estudios, Mercedes posee la sabiduría de la gente llana. Directa, de buen corazón, sorprende por una fuerza y convencimiento que seducen al lector.

La novela está escrita a dos voces, muy diferenciadas. La voz joven de Amalia y la muy característica de tía Mercedes. Está ambientada en Sant Pol, un pueblo costero del Maresme, en la época de la Transición.

Con una prosa exquisita, Marimén Ayuso realiza un análisis narrativo magistralmente estructurado, que atrapa al lector con una cadencia mantenida de principio a fin.


Pez de asfalto

Novela finalista del Premio de Novela Ciudad de Lebrija 2024

La contundente radiografía de una familia, de sus lastres, de sus tabúes, secretos, prejuicios, fragilidades y contradicciones.


Autora: Marimén Ayuso

Editorial: Extravertida Editorial

Fecha de edición: Mayo 2024

Número de páginas: 250 páginas

Medidas: 155 x 215

Acabado: 300 g con solapas

ISBN: 9788412697230

Género: Novela contemporánea

Precio: 19,50 €

 

17 mayo 2024

El caravaggio de Ansorena

Julio Sánchez Mingo

A María Blanco Conde y a los compinches que me rodeaban en sexto de Bachillerato, cuando Lostau nos hablaba del tenebrismo de Merisi al que llamábamos Escarabajo, de la U velazqueña y de la perspectiva aérea del sevillano

 

Viernes, 23 de abril de 2021

¿Fallo clamoroso propio de un becario o jugada de zorros desbaratada por la codicia de tanta gente? No lo sabremos. El caso del presunto caravaggio, que la casa Ansorena, en la calle de Alcalá, junto al palacio de Comunicaciones, iba a haber subastado el pasado jueves 8 de abril, ha conmocionado el mundo del Arte. No es para menos. No todos los días aparece una pintura inicialmente atribuida al círculo de Ribera, lo Spagnoletto, con un precio de salida de 1.500 euros, y que, de pronto, expertos de acreditado prestigio avalen la autoría de Michelangelo Merisi, Caravaggio, y casas de antigüedades, intermediarios y galeristas enloquezcan, dispuestos a pagar decenas de millones de euros por la tela. ¡La operación de su vida! Hay que reseñar que el artista murió joven y, por tanto, su producción reconocida es muy escasa. Hasta que lo reivindicó el historiador del Arte Roberto Longhi, a mediados del siglo XX, no fue un pintor especialmente apreciado y considerado uno de los grandes maestros.

Se trata de una apasionante historia, con un final que se dilatará demasiado en el tiempo. Se mezclan el lujo de anticuarios de postín, galerías y grandes firmas de subastas, los ahora desvelados propietarios de la pieza, potentados coleccionistas, historiadores, profesores y críticos de Arte variopintos, grandes museos, los políticos del ministerio de Cultura y la comunidad de Madrid, y multitud de intermediarios de variada ralea, que estaban todos dispuestos a sacar tajada, cuanto mayor, mejor. Y, obviamente, muchas verdades a medias y muchos silencios obligados. También egos y mucha vanidad.

Al parecer, desde mediados de marzo, se venía rumiando en ese mundillo que Ansorena había sacado a licitación, por un precio irrisorio, un óleo que podía ser un Ecce Homo de Caravaggio, a pesar de que en el catálogo de su subasta 409 de primavera apareciera como una obra del círculo de Ribera, con número de lote 229, con el título de La coronación de espinas. Se ha afirmado que Ansorena estuvo sin experto catalogador de arte barroco hasta enero, pues el que habitualmente realiza este trabajo estaba de baja por paternidad.

 

Las primeras ofertas llegaron el 18 de marzo, dándose el pistoletazo de salida de la carrera por conseguir la pintura. El anticuario Nicolás Cortés ofreció un millón y medio de euros, dos coleccionistas italianos tres y seis millones, respectivamente, y los afamados galeristas y expertos en antigüedades italianos Robilant+Voena, apoyados por el marchante Fabrizio Moretti, elevaron la propuesta hasta los 23 millones de euros. Según opinión generalizada, en el mercado libre internacional se podrían haber alcanzado los 150 millones. Hasta el inefable Vittorio Sgarbi hizo acto de presencia mediática. Se trata de un polémico personaje, alcalde de Sutri, diputado, crítico de arte controvertido, exaltado tertuliano televisivo, director teatral, político chaquetero, involucrado en mil peleas y querellas. Según se ha sabido, el artista e intermediario lucano Antonello di Pinto avisó a un anticuario de la existencia de un cuadro de Mattia Preti, seguidor de Caravaggio. Pinto también recurrió a él para recabar su opinión sobre la autoría. Le envió una imagen de la obra y, al verla, Sgarbi juzgó que se trataba de un caravaggio, por lo que planeó llevarlo a Italia. El anticuario planeaba comprarlo por cientos de miles de euros, pero todo se desbarató con la retirada del lote de la subasta según Ansorena de acuerdo con los propietarios y para proceder a su estudio y su inmediata declaración como inexportable por parte de la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico y su posterior clasificación como BIC, Bien de Interés Cultural, hechos ambos que dificultan enormemente su movimiento y comercialización. En un informe del Prado que acompaña la correspondiente resolución administrativa, se resalta la alta calidad de la obra, se trate o no de un caravaggio.

¿Pretendían todos ellos una exportación ilegal, como ha insinuado Manuela Mena, al afirmar que se trataba de una venta en silencio y que el secreto del mercado se violó en algún momento? Mena fue, hasta su reciente jubilación, conservadora, y también subdirectora durante una larga etapa, del museo del Prado. La ley española de Patrimonio obliga a declarar la venta al extranjero de cualquier obra con una antigüedad superior a cien años y solicitar permiso de exportación. ¡La cántara de leche se había roto!

Todo tomó gran relevancia mediática con la irrupción en escena de Maria Cristina Terzaghi, una de las más acreditadas especialistas en Caravaggio, profesora de la Universidad Roma Tre, quien, a petición de un coleccionista cuya identidad no ha querido desvelar y consultada por su amigo David García Cueto, jefe del departamento de Pintura Italiana y Francesa hasta 1800 del Prado, viajó a Madrid, donde coincidió con Marco Voena, para inspeccionar el lienzo, muy sucio y en un estado de conservación mediocre. Previamente, ella había recibido una fotografía por WhatsApp de unos amigos anticuarios y había comentado el caso con el profesor de Historia del Arte Moderno de Nápoles, Stefano Causa, que también había sido puesto en alerta. En un artículo publicado en el diario italiano La Repubblica de 8 de abril, Terzaghi amplía estos detalles y ofrece otros pormenores sobre las razones de su positiva atribución a Caravaggio, especialmente una pincelada suelta y rápida, el porqué descarta otras autorías, como la de Battistello, y un resumen documentado de las distintas hipótesis sobre la trayectoria seguida por la pintura desde su creación.

La polémica no falta en la adjudicación de la factura de este Ecce Homo. José Riello, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, opina que es obra de un aventajado seguidor de Merisi. De igual parecer es Nicola Spinosa, que fue director del museo de Capodimonte de Nápoles, gran estudioso de la pintura napolitana del siglo XVII y del propio Ribera. A su juicio, el óleo es de un caravaggiesco de alta calidad, pero, desde luego, no de Ribera. Antonio Vannugli, especialista en coleccionismo español de arte italiano de la Edad Moderna, no cree que la pieza de Madrid sea de Caravaggio. Considera que se trata de un cuadro napolitano, propio de los pintores que trabajaron con el Pio Monte della Misericordia institución benéfica fundada en 1602 y propietaria de varios lienzos de Merisi como Filippo Vitale o Giovanni Battista Caracciolo.

En las casas de subastas madrileñas, la catalogación de las obras que salen a puja la realizan habitualmente jóvenes licenciados en Historia del Arte. Se enfrentan al estresante trabajo de preparar en muy poco tiempo un catálogo con centenares de referencias. Por ello, no es difícil que se les escape el verdadero valor y la correcta asignación de una obra de arte señera, máxime si está muy sucia y en un estado de conservación lamentable. Es muy fácil criticar la labor de estos profesionales, especialmente cuando se es un experto que lleva cuarenta años viendo solamente pinturas de, por ejemplo Ribera, que, lógicamente, no pierde detalle, por nimio que sea. Es natural que el origen de este descubrimiento caravaggesco se sitúe en Italia, donde abundan los estudiosos del pintor milanés y los anticuarios y galeristas interesados en sus creaciones.

Imagino a los hermanos Mato, propietarios de Ansorena, mientras han estado en el ojo del huracán, capeando el temporal, sometidos a presiones enormes ejercidas desde todas partes, rodeados por amigos y enemigos, colaboradores y competidores, acosados por la prensa, tratando de optimizar su beneficio y que el supuesto desliz en la atribución de la obra no dañe el prestigio de su negocio.

Esta semana se supo que la familia Pérez de Castro Méndez, responsables de la escuela de diseño y moda IADE, de la calle Claudio Coello, es la propietaria del supuesto caravaggio. Para gestionar de manera directa su estudio y análisis, limpieza y restauración y cualquier otro asunto relativo al cuadro, han contratado a Jorge Coll, codirector de Colnaghi una de las firmas de antigüedades más importantes del mundo—, que hasta hace poco ha sido socio, precisamente, de Nicolás Cortés.

Hace una semanas, Isabel Mateo, del CSIC, investigadora de pintura española del siglo XVI y del Bosco, relató que hace bastantes años había visto la tela en un piso del barrio de Salamanca de Madrid, donde había acudido a una merienda, requerida por una amiga para que opinara sobre su autoría, a petición de las propietarias de la vivienda, dos hermanas mayores, no coleccionistas. La pieza, que colgaba en el salón, era herencia de familia. Mateo les precisó que dudaba de que fuera un ribera, pues carecía de las características y técnica propias del pintor de Játiva, puntualizándoles que no era una experta en pintura barroca.

Al haber sido declarada la obra BIC, los propietarios se enfrentan a una etapa de quebraderos de cabeza, servidumbres y, posiblemente, considerables gastos. A pesar de que la tela fuera clasificada como inexportable, ¿no les hubiera resultado más conveniente haber seguido adelante con la subasta o, en su defecto, efectuado una jugosa venta privada? ¿Merece la pena sufrir todo el proceso oficial de autentificación, limpieza y posible restauración, con tantas negociaciones, incertidumbres y tensiones? Por de pronto han tenido que contratar los servicios de Colnaghi. Qué contraste: de una apacible merienda de señoras a estar pendientes de reuniones a cara de perro, trufadas de sonrisas, en la Casa de las Siete Chimeneas.

Espero que algún día el cuadro cuelgue en el museo del Prado, ya sea como un caravaggio o como la obra de un aventajado discípulo del pintor muerto en Porto Ercole, mi viejo conocido Escarabajo.

 

Sábado, 24 de abril de 2021

TVE Informe semanal

https://www.rtve.es/alacarta/videos/informe-semanal/claroscuros-lote-229/5887570/ 

 

Domingo, 25 de abril de 2021

Adenda I

Las últimas noticias fidedignas sobre el caso del caravaggio de Ansorena provienen del caserón de la calle de Alcalá, antiguo palacio de Goyeneche, donde radica la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Según un comunicado de esta institución, el lienzo, ahora objeto de tanto interés, aparece en su inventario de 1817 y fue canjeado en 1823 por un San Juan Bautista de Alonso Cano al político Evaristo Pérez de Castro, antecesor de los actuales propietarios del cuadro. Caravaggio era entonces un pintor muy poco reconocido y el artista granadino, pintor y escultor, estaba muy apreciado. Aparentemente, el político perdió con el trueque pero ya sabemos como ha funcionado y funciona todo en España en ciertos ambientes: ¿Devolución de favores? ¿Pago de servicios? ¿Compra de voluntades? Esta información, ahora revelada, es fruto de las investigaciones de Itziar Arana, coordinadora del Centro de Estudios I+D+I del organismo. El cambio fue propuesto por Pérez de Castro: "... una obra de su propiedad un San Juan Bautista entonces atribuido a Alonso Cano [RABASF inv. 495], por una obra de la Academia a elegir entre un listado de cuatro, entre las que se encontraba un Ecce Homo con dos saiones de Carabaggio, número 155 del catálogo” [Catálogo.... 1821, Madrid: Ibarra, 1821]". En junta ordinaria de 16 de febrero de 1823, la institución aprobó dicho intercambio, como consta documentado en los archivos. No se sabe cómo llegó la pintura a la calle de Alcalá en su catálogo de 1817 aparece la primera referencia a la obra, con número de entrada 251. Existen tres hipótesis probables: que proviniera de algún convento de los jesuitas, expulsados por Carlos III en 1767, por cesión de algún académico o que formara parte del llamado secuestro de los bienes de Godoy, de cuyas propiedades se incautó el rey felón, Fernando VII, en 1808. Si esta obra es la misma que llegó a la subasta de Ansorena, tampoco sería de extrañar, conociendo la condición humana, la vanidad que nos impregna, que Pérez de Castro, para darse tono, la hubiera hecho pasar en su entorno como hechura del círculo de Ribera, en lugar de un, entonces, nada acreditado Carabaggio. Por otra parte, este pasado viernes, el diario The Guardian publicó que el marchante Andrea Ciaroni, hijo de Giancarlo, de la galería Altomani de Milán, viajó a Madrid y ofreció 500.000 euros por la pieza. En el despacho del director de Ansorena, se entrevistó con los tres hermanos Pérez de Castro, Antonio, Mercedes y Diego. El anticuario les mostró un informe de dieciséis páginas de Massimo Pulini, experto en pintura del maestro italiano, profesor en Bolonia, que asegura que la obra es una de las pinturas perdidas de Caravaggio. Los propietarios, según el testimonio de Ciaroni, empalidecieron y se quedaron sin habla. Más que impactados por la revelación, se mostraron confundidos. No tenían ni idea de que colgado en su casa había un caravaggio que fácilmente podía valer millones, ¡que su padre había adquirido en los años 70!

De las declaraciones de todos los protagonistas de esta trama, se infieren incoherencias, flagrantes mentiras y versiones contradictorias, que ya nos gustaría aclarar en un, desde luego imposible, careo.

Hay un aspecto de todo este asunto que intriga. ¿Por qué, tanto en un primer momento Ansorena, como posteriormente los propietarios de la obra, han postergado al Prado, negando incluso a Miguel Falomir, su director, especialista en pintura barroca italiana, el acceso a ver la obra, mientras se franqueaba a anticuarios, intermediarios y a la historiadora Terzaghi, amiga y colega del actual conservador de pintura italiana del museo?

Es de suponer que esta enigmática novela por entregas continuará.

 

Lunes, 26 de abril de 2021

Adenda II

Enigma y... mentiras continuas. Anoche publicó La Razón un artículo que incluye declaraciones de Andrea Ciaroni. En contradicción con la noticia aparecida en The Guardian, el marchante italiano afirma que no le permitieron acceder a la familia propietaria y entrevistarse con sus miembros. ¿Mienten los protagonistas? ¿Miente la prensa?

Para liar más la madeja, Jorge Coll, de Colnaghi, el agente artístico contratado por los dueños del presunto caravaggio para ejercer de portavoz y coordinar los trabajos de restauración y atribución de la pintura, en declaraciones aparecidas en El País de hoy, ha desmentido que Ciaroni se hubiera entrevistado con los Pérez de Castro y que la obra hubiera sido adquirida en los 70.

 

Jueves, 29 de abril de 2021

Adenda III

Hoy se ha publicado un documento muy interesante. Corresponde al inventario de obras de arte de Evaristo Pérez de Castro, según aparece en su testamento. Está conservado, como es preceptivo, en el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. En el listado aparece referenciado, con el número 18, un Ecce Homo de Carabanio, valorado en 16.000 reales.

¿En las sucesivas transmisiones por herencia nadie se percató de que esa pintura era un Ecce Homo? ¿Cómo se transmutó su descripción, y por qué, en La Coronación de Espinas? Cierto es que Caravaggio era, por entonces, principios del siglo XIX, un pintor absolutamente desconocido, sin especial interés, por lo que tiene sentido que una familia descuidada y poco rigurosa para los documentos se olvidara del autor. Pero el cambio de título es algo un poco extraño.

Inventario de la herencia de E. P. de Castro. Archivo Histórico de Protocolos de Madrid.


Martes, 4 de mayo de 2021

Adenda IV

Se ha publicado el contrato de permuta de 1823 entre la Academia de San Fernando y Evaristo P. de Castro de un Alonso Cano por un Carabaggio, un documento de 36 páginas que se encuentra en los archivos de esta institución. La academia escogió esta obra ―la cuarta en el orden de preferencia del político y académico de honor― porque se ignoraba cuál era la procedencia de la tela y ello hubiera evitado en un futuro posibles reclamaciones de los desconocidos propietarios anteriores. Un halo de misterio más que añadir a esta trama. Es sorprendente que alguien disponga de un bien cuyo origen no está claro y que pudiera tratarse de un depósito.

Cuando el influyente personaje solicitó el trueque por un San Juan Bautista de Alonso Cano, se analizó la situación de los cuatro cuadros de su interés: un Cristo que recoge sus vestiduras, también del granadino, una Magdalena penitente de Murillo, Lot con sus hijas de Benvenuto Lusi, y el objeto de nuestros desvelos, un Ecce Homo con dos saiones de Carabaggio [así en el documento]”. El Lot y sus hijas, es en realidad de Francesco Furini y se conserva actualmente en el Prado. Las otras dos obras siguen en poder de los inquilinos de Alcalá, 13.

¿Por qué se le concede el caravaggio, el último de sus preferencias? Porque, después de la investigación interna, creen que nadie lo reclamará. En el documento se puede leer: “El Ecce Homo no sé de dónde vino, pues en el inventario de pinturas recogidas en casa de don Manuel Godoy no consta un cuadro del tamaño como el que tiene el carabaggio, por lo que me parece que se le podría cambiar... ...Nos ha parecido que el único que puede cederle la academia por esta permuta es un Ecce Homo que se cree ser del Carabaggio... ...Por los documentos del archivo resulta ser propiedad de la academia y no está en ella como repositorio ya pertenezca a la Casa Real, ya a alguna corporación o particular como fuese con las pinturas que vinieron de Francia, de cuyo modo nos parece que queda bien indemnizada la academia".

Itziar Arana, investigadora de la institución, publicó este documento en un artículo en 2013. Por tanto, ya se sabía que un caravaggio circulaba por España y había salido de la academia. Lo extraño es que nadie desde hace ocho años se haya preguntado por la trayectoria posterior, y también de la anterior, de la pintura en España y tratado de rastrear ese recorrido, cuando se partía de la pista de don Evaristo, no un vulgar desconocido, sino alguien que había sido presidente del Consejo. Los investigadores de San Fernando piensan en la posibilidad de que la obra proviniera de la colección de Godoy, algo no documentado por el momento. Arana ha declarado que la academia funcionaba como organismo depositario de un patrimonio enorme que, por diversas circunstancias, había abandonado sus distintos emplazamientos o que provenía de guerras y otros conflictos. La institución atesoraba, almacenados o expuestos en sus salas, cuadros de muchos orígenes, entre ellos los que habían sido seleccionados por las tropas francesas para crear un museo. Hubo numerosas reclamaciones, especialmente de conventos de Madrid. Se procedió a la devolución de una grans cantidad de obras, pero hay otras muchas cuya procedencia no está clara. El lienzo de Merisi estuvo expuesto entre 1817 y 1823. La entidad académica fue depositaria no sólo de las obras del expolio francés sino también de los objetos artísticos del llamado secuestro de los bienes de Godoy, que en 1808, tras el motín de Aranjuez, el rey felón ordenó confiscar, la mejor colección de arte nunca reunida en España. Según Isadora Rose de Viejo, experta en ese fondo, el príncipe de la Paz, de 1792 a 1808, acumuló cerca de 1.100 pinturas. Sin escrúpulo alguno, se valió de su poder político y su posición social para obtener obras maestras hasta entonces en manos de la aristocracia y la Iglesia españolas. De todas esas obras, en la actualidad sólo se conoce el paradero de unas 300, muchas de ellas colgadas en los mejores museos del mundo. Entre otras tenemos La Venus del espejo, de Velázquez, y La escuela del amor, de Correggio (Galería Nacional de Londres), Apolo y Marsias, de Ribera (Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica de Bruselas), Santo Tomás de Villanueva niño repartiendo limosnas, de Murillo (Museo de Arte de Cincinnati) y San Pedro con Alejandro VI y Jacopo Pesaro, de Tiziano (Museo Real de Bellas Artes de Amberes). La maja vestida, La maja desnuda y La condesa de Chinchón, de Goya, y el Cristo crucificado, de Velázquez, están en el Prado. Aparecen contradicciones por todas partes. El documento de 1823 indica claramente que el caravaggio no procedía de la colección de Godoy, mientras el catálogo de 1824, accesible en Internet, afirma lo contrario y además, incluye el alonsocano permutado, pero atribuido a Pedro Atanasio Bocanegra con la siguiente leyenda: “El excelentísimo señor don Evaristo Pérez de Castro dio este cuadro a la Academia en cambio de otro de Carabaggio que representaba un Ecce Homo, perteneciente a los que se trageron (sic) del secuestro de Godoy, cuya entrega se hizo en virtud de orden de la Academia el 13 de febrero de 1823”. Las obras que habían pertenecido a los Alba o a las colecciones reales estaban marcadas con un sello. No se sabe si será el caso de nuestro caravaggio que está reentelado, lo que puede ocultar sellos, firmas u otras marcas, que podrían ofrecer pistas sobre su origen. Análisis en profundidad podrán desvelar detalles de este tipo. Rose de Viejo, autora de la tesis doctoral Manuel Godoy. Patrón de las artes y coleccionista, afirma que este Ecce Homo no aparece en el inventario de 1816 de la colección del duque de Sueca. Según ella, el contrato de 1823 es rotundo y nuestro cuadro no procedería del patrimonio del favorito de Carlos IV y María Luisa de Parma. Luis Ruspoli Sanchiz, descendiente de Godoy ha declarado que su familia litigó por los bienes de su antecesor durante los 50 años posteriores al polémico trueque y opina que la pintura podría proceder de la colección de su antepasado. Según él, la Academia no las tenía todas consigo porque los tribunales fueron dando la razón a Godoy sobre la ilegalidad del secuestro de sus bienes, y las propiedades no se consolidaron hasta la Primera República. Añade que desde entonces han ido apareciendo bienes del favorito real en los lugares más insospechados.

Contrato de permuta de 1823, I. R. Academia de Bellas Artes de San Fernando.
 
Contrato de permuta de 1823, II. R. Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Martes, 15 de junio de 2021

Adenda V

Según publicó ayer 14 de junio la revista Ars Magazine, en un artículo firmado por Sol G. Moreno y Héctor San José, el caravaggio de Ansorena provenía de las Colecciones Reales. pues aparece en los inventarios de las testamentarias de Carlos II (1701-1703) y Carlos III (1789-1794). El cuadro se encontraba en el Palacio de los Vargas o Palacio de la Casa del Campo, como se llamaba entonces, y estaba en la alcoba de Carlos II, según reflejan esos documentos.

El conde de Castrillo, virrey de Nápoles, lo trajo a España entre 1657 y 1659. Pasó luego a las colecciones reales y de ahí a la Real Academia de San Fernando, que lo permutó en 1823 al político Evaristo Pérez Castro por un alonso cano. Desde entonces y hasta que se mostró en Subastas Ansorena, atribuido a la escuela de Ribera y a un precio de 1.500 euros monto ridículo frente al valor que alcanzaría caso de confirmarse la atribución a Merisi, más de 100 millones en el mercado internacional, unos 30 en España, ha permanecido fuera del control de los historiadores.

¿Cómo saltó del patrimonio de la Corona a la Academia? ¿Directamente? Como más arriba se refleja, una de las hipótesis barajadas es que la obra pasara de la colección de Godoy a la institución académica, hecho no documentado. Otra posibilidad, esgrimida por Ars Magazine, es que el lienzo fuera incautado por las tropas francesas para incorporarlo al llamado Museo Josefino, proyecto de José Bonaparte que nunca llegó a inaugurarse, de donde habría sido transferido a la Real Academia, en cuyo inventario de 1821 aparece.

La Casa de Campo en el siglo XVII, óleo de Félix Castello, 1634. Museo de Historia de Madrid. En primer plano, a la izquierda, el palacio de los Vargas.

Domingo, 12 de mayo de 2024

Adenda VI

Una etapa más en el largo viaje de esta obra de arte. Según ha declarado Coll de Colnaghhi, el pasado año, tras ser restaurada, fue vendida a un coleccionista inglés, con una residencia en España y cuya identidad no ha sido desvelada, por unos 30 millones de euros. Como es inexportable, de momento, desde este 28 de mayo,  y hasta, al menos, el próximo octubre, será mostrada en el Museo del Prado en un montaje individual. Según el marchante, el deseo del propietario es que siempre sea exhibida en instituciones públicas. ¿De España? ¿Del extranjero, con permisos temporales de exportación? Ya veremos, la historia continua. De momento, el misterio rodea todo lo que atañe a su propiedad y a su futuro más allá de octubre de 2024.
 
Mayo 2024. La obra ya restaurada.

    

Caravaggio y el Ecce Homo del concurso Massimi llevado a España

Massimo Pulini

Traducción del italiano de Julio Sánchez Mingo

 

1. Michelangelo Merisi, llamado Caravaggio (aquí atribuido), Ecce Homo, Madrid, Subastas Ansorena, 8 de abril de 2021 (Fotografía de Andrea Ciaroni).


Estamos en la logia del sanedrín de Jerusalén, el lugar desde el que los sacerdotes y consejeros se dirigen al pueblo judío. Encuadrando la trágica escena que observamos, hay dos sencillos encintados de piedra que sobresalen, uno de sección circular y el otro de corte recto. Delimitan el lado inferior de la pintura, como si se tratara de la balaustrada de una logia. Un hombre de larga barba y tocado con un gorro a tazón tiene el codo apoyado sobre el parapeto y la mirada desviada, mirando hacia el exterior. Se muestra a la muchedumbre a un arrestado, sufriente e inmerso en su resignación. El pecho de Jesús está manchado de sangre y marcado por moratones que afloran bajo la piel. Ha sido torturado, flagelado, a lo que se añade un escarnio gratuito. Un pretexto banal ha desencadenado los ultrajes de los vejadores, con la complacencia del sumo sacerdote, convirtiendo el proceso en un acto público, según la narración de los Evangelios de Marcos, Mateo y Juan. Las acusaciones recogían que los secuaces del imputado le consideraban rey de los judíos. Por ello los guardias improvisan una corona, elaborada con ramas de zarzas provistas de largas espinas. En la mano le han puesto una caña de río a modo de cetro. La pintura representa el último acto de la humillación. El artista sitúa a un joven de expresión sorprendida a espaldas de Jesús mientras lo arropa con un manto rojo y mira fijamente las manos del sacerdote en primer plano, que señalan el paño purpúreo. Intuimos sus palabras pues sabemos que, en aquellos tiempos, ese color era prerrogativa y símbolo del poder romano, que dominaba y administraba las tierras de Israel. 

Mirad de cuales atributos hace gala este hombre que es llamado vuestro rey.

En definitiva, un Ecce Homo es mostrado a la multitud a la que se pregunta si prefiere que sea liberado o que Barrabás, un forajido, lo sea en su lugar. Una concesión magnánima de una única y excluyente gracia, otorgada por las celebraciones pascuales.

Para un pintor italiano de principios del Seiscientos, ésta es, en esencia, la puesta en escena del relato evangélico. En el proscenio se exponen tres figuras, algún objeto y dos coordenadas espaciales. Sin embargo, a esta descripción física hay que incorporar el profundo sentimiento que debe transmitir el relato de ambiente nocturno. Aquella existencia humana ha sido elevada a rango divino, muy por encima de ese papel de rey de los judíos. Pero en el instante descrito el condenado es el último de los hombres, en manos de un poder que lo maneja como si fuera un títere, un fantoche viviente que exhibir a la mofa pública. El pintor interpreta la respuesta del protagonista a este escarnio con un novedoso concepto de la moral, representando una tristeza melancólica que responde a una fiereza oculta, absolutamente opuesta a la ruidosa actitud de los denigradores. Pero no hay gesto alguno en las expresiones de los injustos. El joven soldado, con la boca abierta, casi experimenta satisfacción por estar por primera vez en el púlpito. Igualmente, el rostro del sacerdote no es grosero, a pesar del papel determinante que juega, según los Evangelios, al dictarse condena. Él incita a la muchedumbre, pero no es penalizado con ninguna caricatura pictórica. Como si el autor del cuadro compartiera la compostura de Jesús. Al artista del siglo XVII no le parece ecuánime imponer un juicio anticipado, devolviendo las injurias con expresiones grotescas. Creo que éste es el pensamiento que domina esta obra colosal. Un fundamento ético de la representación que no la reduce a venganza y se limita a mostrar, en el silencio más íntimo, un dolor que sólo podemos intuir. Este concepto de la pintura sacra, sobrio y franciscanamente desnudo, constituye el hilo conductor que liga toda la poética de Michelangelo Merisi de Caravaggio.

Yo, Michel Ang.lo Merisi de Caravaggio me obligo a pintar all Il.mo Massimo Massimi por haber sido pagado un cuadro de valor y tamaño como aquel que ya le hice de la Coronación de Crixto para el primero de agosto de 1605. Doy fe de que he escrito y suscrito ésta de mi mano, este día 25 de junio de 1605.

(Nota hallada por Rossana Barbiellini en 1987 en el archivo de la familia Massimi en Roma)1.

Michel Angiolo Merisi de Caravaggio…… A los señores Masssimi coloreé un Ecce Homo que fue llevado a España.

(Giovanni Pietro Bellori, Vita de’ pittori, scultori et architetti moderni,1672)2.

Queriendo monseñor Massimi un Ecce Homo que le satisficiera, encargó uno a Passignano, uno a Caravaggio y uno a Cigoli, sin que uno supiera del otro, los cuales todos al final ejecutados y puestos en parangón (el de Ludovico Cigoli) gustó más que los otros, y por ello teniéndolo consigo monseñor mientras estuvo en Roma, fue después llevado a Florencia y vendido a Severi.

(Giovan Battista Cardi Cigoli, 1628)3.

A un día de marzo de 1607 yo Lodovico de Giambattista Cigoli he recibido del Noble Señ,r Massimo Massimi escudos veinticinco a buena cuenta de un cuadro grande compañero de otro de mano del Señ,r Michelagniolo Caravaggio resto contantes escudos susodicho Giovanni Massarelli su servidor y a fe mía he escrito esta o. del susodicho en Roma. Yo Lodovico Cigoli.

(Nota hallada por Rossana Barbiellini en 1987 en el archivo de la familia Massimi en Roma)4.

Esta secuencia de citas es suficiente para mostrar las vicisitudes que condujeron a la génesis de la pintura inédita que aquí presento por primera vez y que atribuyo a Michelangelo Merisi. La obra ha reaparecido con motivo de una subasta de la casa Ansorena prevista para el jueves 8 de abril de 2021, catalogada como del círculo de José de Ribera y ejecutada al óleo, sobre una tela de 111 x 86 cm5.

Considero que se trata del famoso cuadro encargado por Massimo Massimi en 1605 y que el pintor se había comprometido a ejecutar en treinta y seis días solamente, algo que es posible que cumpliera6. Estoy convencido de que esa pintura será reconocida como uno de los resultados más intensos y logrados del artista.

Los interesados en estas materias están al corriente de que el espacio del Ecce Homo Massimi ya está ocupado por una tela que se conserva en la Galería Cívica de Palazzo Bianco en Genova7. Una excelente pintura de características ásperas, aspecto que no aparece en la obra de Merisi pero sí en la de sus seguidores sicilianos. En la comarca de Mesina se conservan varias copias de aquella composición, un cuadro polémico, cuya autoría es rechazada por distintos especialistas en Caravaggio como Christiansen, Bonsanti y Van Tuyll. Trataré de explicar por qué, a mi criterio, el Ecce Homo de Genova no es el detallado en la colección Massimi y después enviado a España, según testimonio de Bellori.

 

2. Flamenco caravaggesco operante en Sicilia, Ecce Homo, Génova, Museo de Palazzo Bianco.

Ante todo, aquellos documentos testimonian que, por lo menos, hubo una doble adquisición por parte de Massimo Massimi. Es más, una terna cristológica pasó por su palacio romano de acuerdo con lo escrito en 1628 por Giovan Battista Cardi en la biografía de su tío, el pintor florentino Ludovico Cigoli. En ella hace referencia al concurso convocado por Massimi sobre el tema del Ecce Homo, en el que habrían participado, sin que cada uno supiera de los otros, Caravaggio, Passignano8 y, por supuesto, Ludovico Cardi, llamado Cigoli. Según el sobrino biógrafo, resultó vencedor el cuadro de su tío, mientras los otros dos fueron vendidos a continuación.

 

                3. Ludovico Cardi, llamado Cigoli, Ecce Homo, Florencia, Galería Palatina

 

El hallazgo de los documentos conservados en el archivo de la familia Massimi desmiente en sus fechas esta fanfarronería familiar de Cardi sobre el concurso. Es evidente que existe una diferencia de dos años entre la ejecución de la pintura de Merisi (1605) y el recibo de la fianza firmado por Cigoli (1607) por un cuadro todavía inconcluso. En el relato de esta apasionante historia no se ha indicado que, en el período comprendido entre aquellos dos años, sucedió el hecho más escandaloso de la época, que rompió la baraja de la partida: la muerte violenta de Ranuccio Tomassoni, que convirtió al pintor de moda, de la noche a la mañana, en un asesino.

No se sabe si entonces Massimi intentó desprenderse de la pintura de Caravaggio, por oscuros y desconocidos motivos o por no tener en su residencia la obra de un homicida. Tanto más cuanto aquel cuadro había sido encargado para representar la condena más injusta de la humanidad y la mano que lo había creado se había manchado con un delito. El mensaje corría el riesgo de quedarse sin crédito, perder la sinceridad que quería demostrar. Además. hay que tener en cuenta que en 1623 un cercano pariente de nuestro comitente, monseñor Innocenzo Massimi, fue nombrado nuncio apostólico en Madrid y podría haber participado en la exportación de la obra a España, aunque, ciertamente en este caso, no el día después de su realización9.

La exposición Caravaggio. Come nascono i capolavori (Florencia-Roma, 1991-1992, a cargo de Mina Gregori)10, reconstruyó las facetas más complejas de esta historia, ajustándolas a la pintura de Génova, que era presentada como el Ecce Homo Massimi de Caravaggio. Se sostenía que la teoría de Bellori se debía interpretar de forma amplia, como si hubiese dicho que la pintura había sido enviada a España en España, como si estuviera hablando de Sicilia, entonces una región de la corona española. Tengamos muy presente que, como como ya he indicado, en la isla todavía se conservan copias11 de esa pintura que había sido encontrada en tierras lígures. Sin embargo, el hecho de que ahora reaparezca, en el corazón de la península ibérica, una pintura que satisface por estilo, concepto y sentimiento lo que el genio desarrolló en su último período romano, confirma la información de Bellori.

Además de su emotiva belleza, que acerca la novedad española a las más altas cotas del maestro, la radicalidad espiritual de la obra es mucho más pertinente y muy superior a la de la pintura de Génova. El cuadro de Palazzo Bianco está realizado sin tensiones compositivas o torsiones formales, siempre presentes en Caravaggio, mientras, por el contrario, resultan un tanto exagerados sus caracteres expresivos. En cambio, en la pintura de Madrid se plasma físicamente un momento universal, arrancado de las sombras para obtener la máxima intimidad posible, de forma similar a lo que sucede en la Conversión de San Pablo de Santa Maria del Popolo. La poca luz que desciende en diagonal desde el impluvio del palacio del Consejo de Israel impacta en el pecho de Jesús, con el rostro inclinado hacia el hombro izquierdo, enfatizando los ojos entornados y un sufrimiento que es más desilusión que ofensa. Entre las dos miradas punzantes dirigidas al observador, ese apartamiento triste y resignado de Cristo se vuelve más callado y sincero. También la corporeidad compacta y de breves líneas de las figuras, de los rostros y de las manos, se encuentra en las obras romanas de Caravaggio. Cada uno de los actores transmite un sentido de instintiva familiaridad. En el Ecce Homo español se reflejan conocidas presencias. El sacerdote en primer plano tiene las mismas características que el Judas de la Captura de Cristo de Dublín y el modelo vivo parecería el mismo empleado en la primera versión de San Mateo y el ángel, destruido en Berlín durante la II Guerra Mundial. El rostro de Cristo presenta una inclinación y unas tipologías que aparecen en la Virgen de los Palafreneros (Roma, Galería Borghese), igualmente de 1605. Es la misma curva de luz que, superado el globo del ojo entrecerrado, hace destacar el arranque de la nariz, a la altura del seno esfenoidal. Más evidente aún es la semejanza con la faz del David con la cabeza de Goliat, también en la Borghese. Habría que detenerse más en la estructura física de los dos rostros, de Jesús y de David, comparando el corte de la nariz, para ver como en ambos casos un neto paréntesis cierra el ala del apéndice nasal o como su punta, tocada por la luz, baja hasta la subyacente columela. También son iguales la carnosidad de los labios, el corte de la oreja y el difuminarse de la sombra en la ceja fruncida. En fin, el joven que queda en sombra al fondo es muy parecido al Bacchino malato y recuerda a la pose del músico de su primera estancia romana.

4. Caravaggio, Captura de Cristo (detalle), Dublín, Galería Nacional

No debería sorprender que la pintura Massimi hubiera sido vendida por damnatio memoriae. Cuando Spadarino fue condenado en 1647 por estafar a la fábrica de la obra de San Pedro, los frescos que había realizado en el palacio Pamphilj fueron eliminados para que la cuñada del papa, Camilla Pamphilj, no los tuviera que ver más12.

Seguramente no sabremos jamás si Caravaggio mató al hermano de un capitán de la guardias romanas por motivos fútiles o en legítima defensa, pero es indiscutible su capacidad para adentrarse en las profundidades del arte sacro. Visto desde nuestra perspectiva, sólo él alcanzó a accionar la palanca religiosa de cada una de las iconografías tratadas. Ningún otro artista interpretó de forma tan radical el relato evangélico.

Si lo Verdadero y lo Sincero eran las características seleccionadas por el cardenal Paleotti13 para que el arte de finales del Quinientos se reformara y volviera a la senda del sentido sacro, ciertamente toda la obra de Merisi se erige en adalid de aquella metamorfosis que evolucionó del Manierismo a lo Natural, sin detenerse sólo en la componente óptica. Aquella revolución artística fue, sobre todo, sentimental, sinceramente espiritual.

 

5. Detalle de la foto 1. Michelangelo Merisi, llamado Caravaggio (aquí atribuido). Ecce Homo, Madrid, Subastas Ansorena.

6. Caravaggio, San Mateo (detalle). Berlín (perdido), Kaiser Friedrich Museum.

7. Caravaggio, Virgen de los Palafreneros, Roma, Galería Borghese.

8. Caravaggio, David con la cabeza de Goliat. Roma, Galería Borghese.

9. Detalle de la foto 6. Caravaggio, Caravaggio, Virgen de los Palafreneros, Roma, Galería Borghese.

10. Detalle de la foto 1. Michelangelo Merisi, llamado Caravaggio (aquí atribuido). Ecce Homo, Madrid, Subastas Ansorena.

11. (Detalle de la fotografía 7) Caravaggio, David con la cabeza de Goliat. Roma, Galería Borghese.

12. Detalle de la foto 1. Michelangelo Merisi, llamado Caravaggio (aquí atribuido). Ecce Homo, Madrid, Subastas Ansorena.

Seguramente no sabremos jamás si Caravaggio mató al hermano de un capitán de la guardias romanas por motivos fútiles o en legítima defensa, pero es indiscutible su capacidad para adentrarse en las profundidades del arte sacro. Visto desde nuestra perspectiva, sólo él alcanzó a accionar la palanca religiosa de cada una de las iconografías tratadas. Ningún otro artista interpretó de forma tan radical el relato evangélico.

 

13. Caravaggio, Bacchino malato. Roma, Galería Borghese.

14. Detalle de la foto 1. Michelangelo Merisi, llamado Caravaggio (aquí atribuido). Ecce Homo, Madrid, Subastas Ansorena.

Finalmente, en la seguridad de que se trata de un aspecto crucial que la futura restauración pondrá ciertamente en evidencia, es posible apreciar a ojo desnudo una serie de incisiones, de finos surcos que alcanzan la imprimación de la tela de Madrid y que se repiten en muchas obras de Merisi. Las principales se perciben en la mano derecha y en el hombro izquierdo de Cristo. Aunque se ha impuesto la leyenda de que Caravaggio no dibujaba, siempre he pensado que la presencia de estas incisiones en tantas telas suyas obedece a la necesidad de fijar la posición de papeles o cartones preparatorios. La señalada exposición de 1991-1992 de Florencia y Roma mostraba estudios sobre el proceso creativo de Caravaggio y admitía que en el Ecce Homo genovés no aparecen esas señales. Por cortesía de Andrea Ciaroni, reproduzco algunas fotos del nuevo Ecce Homo, captadas en la sala de subastas madrileña con luz rasante, donde se aprecian finos surcos de marcas, situados en algunos fragmentos nodales.

Lo excepcional del hallazgo, y la desconocida presencia de la pintura en España durante siglos, suscitan preguntas que se tratará de responder tras el remate de la subasta14.


15. Detalle de la foto 1. Michelangelo Merisi, llamado Caravaggio (aquí atribuido). Ecce Homo. Madrid, Subastas Ansorena. 8 de abril de 2021 (Foto de Andrea Ciaroni).

16. Detalle de la foto 1. Michelangelo Merisi, llamado Caravaggio (aquí atribuido). Ecce Homo. Madrid, Subastas Ansorena. 8 de abril de 2021 (Foto de Andrea Ciaroni).

Queda mucho por decir, especialmente sobre el legado transmitido a artistas de su época y de generaciones posteriores por Caravaggio. Ello nos ayudaría a conocer mejor el tiempo de permanencia en Roma de la obra de Merisi.

Haciendo un rápido repaso, podemos colegir que esta nueva composición del artista fue posiblemente conocida por Domenico Fetti, sabiendo que su Ecce Homo, ahora en los Uffizi, es de 1618. También el mismo tema de Brera, pintado a mitad de siglo, ofrece similitudes. Es obra del genovés Orazio De Ferrari, que podría haber visto el lienzo cuando ya estaba en territorio español. La expresión del rostro del joven, que también en ese caso está situado a espaldas de Cristo, es una evidente mención a la pintura ahora presentada, si bien el movimiento de sorpresa se transforma en una expresión casi dolorosa.

Montiano, 31 de marzo de 2021


17. Domenico Fetti, Ecce Homo, (1618), Florencia, Uffizi.

18. Orazio De Ferrari, Ecce Homo, (1645 a.). Milán, Brera.

NOTAS Y AGRADECIMIENTO

1 Rossana Barbiellini Amidei, Io Michelangelo Merisi da Caravaggio. Ancora a Palazzo Massimo en Art e Dossier 1987, 18, pag. 14-15, donde hizo públicas dos notas manuscritas, una de Caravaggio (fechada 25 de junio de 1605) y otra de Cigoli (de marzo de 1607), descubiertas en el archivo de la familia Massimi en Roma. Ese feliz hallazgo cambió la percepción sobre aquella hipotética competición, aportando elementos que han dado pábulo a la teoría de un reemplazo de la obra de Merisi.

2 G. P. Bellori, Le vite de’ pittori, scultori e architetti moderni, Roma 1672, pag. 207-208, edición a cargo de E. Borea con prefacio de G. Previtali, Turín, 1976.

3 G.B. Cardi Cigoli, Vita di Ludovico Cardi Cigoli, 1559-1613, pag. 37-38; edición a cargo de G. Battelli y K.H. Busse, San Miniato, 1913.

4 Ver nota n. 1.

5 La pintura, considerada una obra del taller de Ribera, se presenta a subasta sin una restauración reciente, oxidada en gran parte, con desprendimientos de la capa pictórica y pequeñas zonas de repintes. La tela, que mide 111 x 86 cm, tiene unas dimensiones menores que la obra de Cigoli (175 x 135 cm), que se expone en la Galería Palatina de Florencia, y que la Coronación de espinas, atribuida a Caravaggio (178 x 125 cm) e identificada por algunos como la obra que pertenecía originalmente a Massimo Massimi. No se debe rechazar la posibilidad de que el lienzo madrileño haya sido recortado y que en su día mostrara una parte más amplia de la balaustrada y del espacio que rodea las figuras.

6 En el lapso de tiempo entre el 25 de junio y el 1 de agosto de 1605, dos incidentes llevaron a Michelangelo Merisi a la cárcel, sólo unos pocos días. El 19 de julio fue encarcelado por haber dañado la puerta de dos mujeres (Isabella y Laura). El 29 de julio agredió a Mariano Pasqualone por asuntos relacionados con una tal Lena. Es difícil que pudiera mantener su compromiso con Massimi, aunque no se puede refutar. Está documentado que el pintor se encontraba en Génova entre el 6 y el 17 de agosto, al vencimiento del contrato (ver Francesca Cappelletti, Caravaggio sugli altari, tra ‘naturale’ e sacro en L’Eterno e il Tempo. Tra Michelangelo e Caravaggio, catálogo de la exposición de Forlí, 2018, pag. 153).

7 Genova, Galería Civica de Palazzo Bianco, óleo sobre tela, 128 x 103 cm. Reconocida como original de Caravaggio por Roberto Longhi en1954 (L’Ecce Homo del Caravaggio a Genova, en Paragone 51, pág. 3-14). Esta atribución ha sido posteriormente rechazada por varios estudiosos. Para las vicisitudes relativas a esta pintura, se remite al catálogo de la exposición Caravaggio. Come nascono i capolavori, Florencia- Roma 1991- 1992, pág. 248-261, a cargo de Mina Gregori. Creo que esta obra muestra detalles característicos del estilo del período siciliano de Caravaggio y que pertenezca, por su composición y ejecución, a algún seguidor suyo, posiblemente flamenco, operante en la isla en torno a 1620.

8 La pintura de Domenico Cresti, llamado el Passignano, no ha sido jamás identificada.

9 Para esta hipótesis ver M. Gregori, op. cit. 1991-1992, p. 249.

10 Gregori, op. cit. 1991-1992, ver nota n. 7.

11 La más conocida de las pinturas de esta temática obra de un seguidor de Merisi es la atribuida a Alonzo Rodriguez, conservada en el Museo de Messina, que proviene de la iglesia de San Andrés Avellino de la misma ciudad. Algunas colecciones privadas sicilianas poseen otras creaciones de similares características.

12 Ver M. Pulini, Lo Spadarino tra damnatio memoriae e riscoperta, en Storia dell’Arte 2007, n. 118, pag.. 31-44.

13 Gabriele Paleotti, Discorso intorno alle immagini sacre e profane…, 1582. Tras haber intervenido en el Concilio de Trento, el cardenal boloñés Gabriele Paleotti publicó en 1582 un extenso estudio sobre el estado del Arte, criticando con severidad el alcance del Manierismo y estableciendo directrices para una reforma de las corrientes artísticas, con el objeto de que recuperaran lo Verdadero y lo Sincero. Este mensaje lo asumieron pintores como Annibale Carracci y Michelangelo Merisi, Caravaggio, que se convirtieron en los adalides de aquella revolución de ideas.

14 Nota del editor. La pieza fue retirada de la subasta, por acuerdo de sus propietarios y Ansorena, en vísperas de la puja.

Traducción publicada por cortesía del profesor Massimo Pulini, catedrático de Pintura y Artes Visuales de la Academia de Bellas Artes de Bolonia. Texto original en italiano aparecido en www.aboutartonline.com.