23 abril 2021

El caravaggio de Ansorena

Julio Sánchez Mingo

A María Blanco Conde y a los compinches que me rodeaban en sexto de Bachillerato, cuando Lostau nos hablaba del tenebrismo de Merisi al que llamábamos Escarabajo, de la U velazqueña y de la perspectiva aérea del sevillano

¿Fallo clamoroso propio de un becario o jugada de zorros desbaratada por la codicia de tanta gente? No lo sabremos. El caso del presunto caravaggio, que la casa Ansorena, en la calle de Alcalá, junto al palacio de Comunicaciones, iba a haber subastado el pasado jueves 8 de abril, ha conmocionado el mundo del Arte. No es para menos. No todos los días aparece una pintura inicialmente atribuida al círculo de Ribera, lo Spagnoletto, con un precio de salida de 1.500 euros, y que, de pronto, expertos de acreditado prestigio avalen la autoría de Michelangelo Merisi, Caravaggio, y casas de antigüedades, intermediarios y galeristas enloquezcan, dispuestos a pagar decenas de millones de euros por la tela. ¡La operación de su vida! Hay que reseñar que el artista murió joven y, por tanto, su producción reconocida es muy escasa. Hasta que lo reivindicó el historiador del Arte Roberto Longhi, a mediados del siglo XX, no fue un pintor especialmente apreciado y considerado uno de los grandes maestros.

Se trata de una apasionante historia, con un final que se dilatará demasiado en el tiempo. Se mezclan el lujo de anticuarios de postín, galerías y grandes firmas de subastas, los ahora desvelados propietarios de la pieza, potentados coleccionistas, historiadores, profesores y críticos de Arte variopintos, grandes museos, los políticos del ministerio de Cultura y la comunidad de Madrid, y multitud de intermediarios de variada ralea, que estaban todos dispuestos a sacar tajada, cuanto mayor, mejor. Y, obviamente, muchas verdades a medias y muchos silencios obligados. También egos y mucha vanidad.

Al parecer, desde mediados de marzo, se venía rumiando en ese mundillo que Ansorena había sacado a licitación, por un precio irrisorio, un óleo que podía ser un Ecce Homo de Caravaggio, a pesar de que en el catálogo de su subasta 409 de primavera apareciera como una obra del círculo de Ribera, con número de lote 229, con el título de La coronación de espinas. Se ha afirmado que Ansorena estuvo sin experto catalogador de arte barroco hasta enero, pues el que habitualmente realiza este trabajo estaba de baja por paternidad.

 

Las primeras ofertas llegaron el 18 de marzo, dándose el pistoletazo de salida de la carrera por conseguir la pintura. El anticuario Nicolás Cortés ofreció un millón y medio de euros, dos coleccionistas italianos tres y seis millones, respectivamente, y los afamados galeristas y expertos en antigüedades italianos Robilant+Voena, apoyados por el marchante Fabrizio Moretti, elevaron la propuesta hasta los 23 millones de euros. Según opinión generalizada, en el mercado libre internacional se podrían haber alcanzado los 150 millones. Hasta el inefable Vittorio Sgarbi hizo acto de presencia mediática. Se trata de un polémico personaje, alcalde de Sutri, diputado, crítico de arte controvertido, exaltado tertuliano televisivo, director teatral, político chaquetero, involucrado en mil peleas y querellas. Según se ha sabido, el artista e intermediario lucano Antonello di Pinto avisó a un anticuario de la existencia de un cuadro de Mattia Preti, seguidor de Caravaggio. Pinto también recurrió a él para recabar su opinión sobre la autoría. Le envió una imagen de la obra y, al verla, Sgarbi juzgó que se trataba de un caravaggio, por lo que planeó llevarlo a Italia. El anticuario planeaba comprarlo por cientos de miles de euros, pero todo se desbarató con la retirada del lote de la subasta según Ansorena de acuerdo con los propietarios y para proceder a su estudio y su inmediata declaración como inexportable por parte de la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico y su posterior clasificación como BIC, Bien de Interés Cultural, hechos ambos que dificultan enormemente su movimiento y comercialización. En un informe del Prado que acompaña la correspondiente resolución administrativa, se resalta la alta calidad de la obra, se trate o no de un caravaggio.

¿Pretendían todos ellos una exportación ilegal, como ha insinuado Manuela Mena, al afirmar que se trataba de una venta en silencio y que el secreto del mercado se violó en algún momento? Mena fue, hasta su reciente jubilación, conservadora, y también subdirectora durante una larga etapa, del museo del Prado. La ley española de Patrimonio obliga a declarar la venta al extranjero de cualquier obra con una antigüedad superior a cien años y solicitar permiso de exportación. ¡La cántara de leche se había roto!

Todo tomó gran relevancia mediática con la irrupción en escena de Maria Cristina Terzaghi, una de las más acreditadas especialistas en Caravaggio, profesora de la Universidad Roma Tre, quien, a petición de un coleccionista cuya identidad no ha querido desvelar y consultada por su amigo David García Cueto, jefe del departamento de Pintura Italiana y Francesa hasta 1800 del Prado, viajó a Madrid, donde coincidió con Marco Voena, para inspeccionar el lienzo, muy sucio y en un estado de conservación mediocre. Previamente, ella había recibido una fotografía por WhatsApp de unos amigos anticuarios y había comentado el caso con el profesor de Historia del Arte Moderno de Nápoles, Stefano Causa, que también había sido puesto en alerta. En un artículo publicado en el diario italiano La Repubblica de 8 de abril, Terzaghi amplía estos detalles y ofrece otros pormenores sobre las razones de su positiva atribución a Caravaggio, especialmente una pincelada suelta y rápida, el porqué descarta otras autorías, como la de Battistello, y un resumen documentado de las distintas hipótesis sobre la trayectoria seguida por la pintura desde su creación.

La polémica no falta en la adjudicación de la factura de este Ecce Homo. José Riello, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, opina que es obra de un aventajado seguidor de Merisi. De igual parecer es Nicola Spinosa, que fue director del museo de Capodimonte de Nápoles, gran estudioso de la pintura napolitana del siglo XVII y del propio Ribera. A su juicio, el óleo es de un caravaggiesco de alta calidad, pero, desde luego, no de Ribera. Antonio Vannugli, especialista en coleccionismo español de arte italiano de la Edad Moderna, no cree que la pieza de Madrid sea de Caravaggio. Considera que se trata de un cuadro napolitano, propio de los pintores que trabajaron con el Pio Monte della Misericordia institución benéfica fundada en 1602 y propietaria de varios lienzos de Merisi como Filippo Vitale o Giovanni Battista Caracciolo.

En las casas de subastas madrileñas, la catalogación de las obras que salen a puja la realizan habitualmente jóvenes licenciados en Historia del Arte. Se enfrentan al estresante trabajo de preparar en muy poco tiempo un catálogo con centenares de referencias. Por ello, no es difícil que se les escape el verdadero valor y la correcta asignación de una obra de arte señera, máxime si está muy sucia y en un estado de conservación lamentable. Es muy fácil criticar la labor de estos profesionales, especialmente cuando se es un experto que lleva cuarenta años viendo solamente pinturas de, por ejemplo Ribera, que, lógicamente, no pierde detalle, por nimio que sea. Es natural que el origen de este descubrimiento caravaggesco se sitúe en Italia, donde abundan los estudiosos del pintor milanés y los anticuarios y galeristas interesados en sus creaciones.

Imagino a los hermanos Mato, propietarios de Ansorena, mientras han estado en el ojo del huracán, capeando el temporal, sometidos a presiones enormes ejercidas desde todas partes, rodeados por amigos y enemigos, colaboradores y competidores, acosados por la prensa, tratando de optimizar su beneficio y que el supuesto desliz en la atribución de la obra no dañe el prestigio de su negocio.

Esta semana se supo que la familia Pérez de Castro Méndez, responsables de la escuela de diseño y moda IADE, de la calle Claudio Coello, es la propietaria del supuesto caravaggio. Para gestionar de manera directa su estudio y análisis, limpieza y restauración y cualquier otro asunto relativo al cuadro, han contratado a Jorge Coll, codirector de Colnaghi una de las firmas de antigüedades más importantes del mundo—, que hasta hace poco ha sido socio, precisamente, de Nicolás Cortés.

Hace una semanas, Isabel Mateo, del CSIC, investigadora de pintura española del siglo XVI y del Bosco, relató que hace bastantes años había visto la tela en un piso del barrio de Salamanca de Madrid, donde había acudido a una merienda, requerida por una amiga para que opinara sobre su autoría, a petición de las propietarias de la vivienda, dos hermanas mayores, no coleccionistas. La pieza, que colgaba en el salón, era herencia de familia. Mateo les precisó que dudaba de que fuera un ribera, pues carecía de las características y técnica propias del pintor de Játiva, puntualizándoles que no era una experta en pintura barroca.

Al haber sido declarada la obra BIC, los propietarios se enfrentan a una etapa de quebraderos de cabeza, servidumbres y, posiblemente, considerables gastos. A pesar de que la tela fuera clasificada como inexportable, ¿no les hubiera resultado más conveniente haber seguido adelante con la subasta o, en su defecto, efectuado una jugosa venta privada? ¿Merece la pena sufrir todo el proceso oficial de autentificación, limpieza y posible restauración, con tantas negociaciones, incertidumbres y tensiones? Por de pronto han tenido que contratar los servicios de Colnaghi. Qué contraste: de una apacible merienda de señoras a estar pendientes de reuniones a cara de perro, trufadas de sonrisas, en la Casa de las Siete Chimeneas.

Espero que algún día el cuadro cuelgue en el museo del Prado, ya sea como un caravaggio o como la obra de un aventajado discípulo del pintor muerto en Porto Ercole, mi viejo conocido Escarabajo.

 

Sábado, 24 de abril de 2021

TVE Informe semanal

https://www.rtve.es/alacarta/videos/informe-semanal/claroscuros-lote-229/5887570/ 

 

Domingo, 25 de abril de 2021

Adenda I

Las últimas noticias fidedignas sobre el caso del caravaggio de Ansorena provienen del caserón de la calle de Alcalá, antiguo palacio de Goyeneche, donde radica la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Según un comunicado de esta institución, el lienzo, ahora objeto de tanto interés, aparece en su inventario de 1817 y fue canjeado en 1823 por un San Juan Bautista de Alonso Cano al político Evaristo Pérez de Castro, antecesor de los actuales propietarios del cuadro. Caravaggio era entonces un pintor muy poco reconocido y el artista granadino, pintor y escultor, estaba muy apreciado. Aparentemente, el político perdió con el trueque pero ya sabemos como ha funcionado y funciona todo en España en ciertos ambientes: ¿Devolución de favores? ¿Pago de servicios? ¿Compra de voluntades? Esta información, ahora revelada, es fruto de las investigaciones de Itziar Arana, coordinadora del Centro de Estudios I+D+I del organismo. El cambio fue propuesto por Pérez de Castro: "... una obra de su propiedad un San Juan Bautista entonces atribuido a Alonso Cano [RABASF inv. 495], por una obra de la Academia a elegir entre un listado de cuatro, entre las que se encontraba un Ecce Homo con dos saiones de Carabaggio, número 155 del catálogo” [Catálogo.... 1821, Madrid: Ibarra, 1821]". En junta ordinaria de 16 de febrero de 1823, la institución aprobó dicho intercambio, como consta documentado en los archivos. No se sabe cómo llegó la pintura a la calle de Alcalá en su catálogo de 1817 aparece la primera referencia a la obra, con número de entrada 251. Existen tres hipótesis probables: que proviniera de algún convento de los jesuitas, expulsados por Carlos III en 1767, por cesión de algún académico o que formara parte del llamado secuestro de los bienes de Godoy, de cuyas propiedades se incautó el rey felón, Fernando VII, en 1808. Si esta obra es la misma que llegó a la subasta de Ansorena, tampoco sería de extrañar, conociendo la condición humana, la vanidad que nos impregna, que Pérez de Castro, para darse tono, la hubiera hecho pasar en su entorno como hechura del círculo de Ribera, en lugar de un, entonces, nada acreditado Carabaggio. Por otra parte, este pasado viernes, el diario The Guardian publicó que el marchante Andrea Ciaroni, hijo de Giancarlo, de la galería Altomani de Milán, viajó a Madrid y ofreció 500.000 euros por la pieza. En el despacho del director de Ansorena, se entrevistó con los tres hermanos Pérez de Castro, Antonio, Mercedes y Diego. El anticuario les mostró un informe de dieciséis páginas de Massimo Pulini, experto en pintura del maestro italiano, profesor en Bolonia, que asegura que la obra es una de las pinturas perdidas de Caravaggio. Los propietarios, según el testimonio de Ciaroni, empalidecieron y se quedaron sin habla. Más que impactados por la revelación, se mostraron confundidos. No tenían ni idea de que colgado en su casa había un caravaggio que fácilmente podía valer millones, ¡que su padre había adquirido en los años 70!

De las declaraciones de todos los protagonistas de esta trama, se infieren incoherencias, flagrantes mentiras y versiones contradictorias, que ya nos gustaría aclarar en un, desde luego imposible, careo.

Hay un aspecto de todo este asunto que intriga. ¿Por qué, tanto en un primer momento Ansorena, como posteriormente los propietarios de la obra, han postergado al Prado, negando incluso a Miguel Falomir, su director, especialista en pintura barroca italiana, el acceso a ver la obra, mientras se franqueaba a anticuarios, intermediarios y a la historiadora Terzaghi, amiga y colega del actual conservador de pintura italiana del museo?

Es de suponer que esta enigmática novela por entregas continuará.

 

Lunes, 26 de abril de 2021

Adenda II

Enigma y... mentiras continuas. Anoche publicó La Razón un artículo que incluye declaraciones de Andrea Ciaroni. En contradicción con la noticia aparecida en The Guardian, el marchante italiano afirma que no le permitieron acceder a la familia propietaria y entrevistarse con sus miembros. ¿Mienten los protagonistas? ¿Miente la prensa?

Para liar más la madeja, Jorge Coll, de Colnaghi, el agente artístico contratado por los dueños del presunto caravaggio para ejercer de portavoz y coordinar los trabajos de restauración y atribución de la pintura, en declaraciones aparecidas en El País de hoy, ha desmentido que Ciaroni se hubiera entrevistado con los Pérez de Castro y que la obra hubiera sido adquirida en los 70.

 

Jueves, 29 de abril de 2021

Adenda III

Hoy se ha publicado un documento muy interesante. Corresponde al inventario de obras de arte de Evaristo Pérez de Castro, según aparece en su testamento. Está conservado, como es preceptivo, en el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. En el listado aparece referenciado, con el número 18, un Ecce Homo de Carabanio, valorado en 16.000 reales.

¿En las sucesivas transmisiones por herencia nadie se percató de que esa pintura era un Ecce Homo? ¿Cómo se transmutó su descripción, y por qué, en La Coronación de Espinas? Cierto es que Caravaggio era, por entonces, principios del siglo XIX, un pintor absolutamente desconocido, sin especial interés, por lo que tiene sentido que una familia descuidada y poco rigurosa para los documentos se olvidara del autor. Pero el cambio de título es algo un poco extraño.

Inventario de la herencia de E. P. de Castro. Archivo Histórico de Protocolos de Madrid.


Martes, 4 de mayo de 2021

Adenda IV

Se ha publicado el contrato de permuta de 1823 entre la Academia de San Fernando y Evaristo P. de Castro de un Alonso Cano por un Carabaggio, un documento de 36 páginas que se encuentra en los archivos de esta institución. La academia escogió esta obra ―la cuarta en el orden de preferencia del político y académico de honor― porque se ignoraba cuál era la procedencia de la tela y ello hubiera evitado en un futuro posibles reclamaciones de los desconocidos propietarios anteriores. Un halo de misterio más que añadir a esta trama. Es sorprendente que alguien disponga de un bien cuyo origen no está claro y que pudiera tratarse de un depósito.

Cuando el influyente personaje solicitó el trueque por un San Juan Bautista de Alonso Cano, se analizó la situación de los cuatro cuadros de su interés: un Cristo que recoge sus vestiduras, también del granadino, una Magdalena penitente de Murillo, Lot con sus hijas de Benvenuto Lusi, y el objeto de nuestros desvelos, un Ecce Homo con dos saiones de Carabaggio [así en el documento]”. El Lot y sus hijas, es en realidad de Francesco Furini y se conserva actualmente en el Prado. Las otras dos obras siguen en poder de los inquilinos de Alcalá, 13.

¿Por qué se le concede el caravaggio, el último de sus preferencias? Porque, después de la investigación interna, creen que nadie lo reclamará. En el documento se puede leer: “El Ecce Homo no sé de dónde vino, pues en el inventario de pinturas recogidas en casa de don Manuel Godoy no consta un cuadro del tamaño como el que tiene el carabaggio, por lo que me parece que se le podría cambiar... ...Nos ha parecido que el único que puede cederle la academia por esta permuta es un Ecce Homo que se cree ser del Carabaggio... ...Por los documentos del archivo resulta ser propiedad de la academia y no está en ella como repositorio ya pertenezca a la Casa Real, ya a alguna corporación o particular como fuese con las pinturas que vinieron de Francia, de cuyo modo nos parece que queda bien indemnizada la academia".

Itziar Arana, investigadora de la institución, publicó este documento en un artículo en 2013. Por tanto, ya se sabía que un caravaggio circulaba por España y había salido de la academia. Lo extraño es que nadie desde hace ocho años se haya preguntado por la trayectoria posterior, y también de la anterior, de la pintura en España y tratado de rastrear ese recorrido, cuando se partía de la pista de don Evaristo, no un vulgar desconocido, sino alguien que había sido presidente del Consejo. Los investigadores de San Fernando piensan en la posibilidad de que la obra proviniera de la colección de Godoy, algo no documentado por el momento. Arana ha declarado que la academia funcionaba como organismo depositario de un patrimonio enorme que, por diversas circunstancias, había abandonado sus distintos emplazamientos o que provenía de guerras y otros conflictos. La institución atesoraba, almacenados o expuestos en sus salas, cuadros de muchos orígenes, entre ellos los que habían sido seleccionados por las tropas francesas para crear un museo. Hubo numerosas reclamaciones, especialmente de conventos de Madrid. Se procedió a la devolución de una grans cantidad de obras, pero hay otras muchas cuya procedencia no está clara. El lienzo de Merisi estuvo expuesto entre 1817 y 1823. La entidad académica fue depositaria no sólo de las obras del expolio francés sino también de los objetos artísticos del llamado secuestro de los bienes de Godoy, que en 1808, tras el motín de Aranjuez, el rey felón ordenó confiscar, la mejor colección de arte nunca reunida en España. Según Isadora Rose de Viejo, experta en ese fondo, el príncipe de la Paz, de 1792 a 1808, acumuló cerca de 1.100 pinturas. Sin escrúpulo alguno, se valió de su poder político y su posición social para obtener obras maestras hasta entonces en manos de la aristocracia y la Iglesia españolas. De todas esas obras, en la actualidad sólo se conoce el paradero de unas 300, muchas de ellas colgadas en los mejores museos del mundo. Entre otras tenemos La Venus del espejo, de Velázquez, y La escuela del amor, de Correggio (Galería Nacional de Londres), Apolo y Marsias, de Ribera (Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica de Bruselas), Santo Tomás de Villanueva niño repartiendo limosnas, de Murillo (Museo de Arte de Cincinnati) y San Pedro con Alejandro VI y Jacopo Pesaro, de Tiziano (Museo Real de Bellas Artes de Amberes). La maja vestida, La maja desnuda y La condesa de Chinchón, de Goya, y el Cristo crucificado, de Velázquez, están en el Prado. Aparecen contradicciones por todas partes. El documento de 1823 indica claramente que el caravaggio no procedía de la colección de Godoy, mientras el catálogo de 1824, accesible en Internet, afirma lo contrario y además, incluye el alonsocano permutado, pero atribuido a Pedro Atanasio Bocanegra con la siguiente leyenda: “El excelentísimo señor don Evaristo Pérez de Castro dio este cuadro a la Academia en cambio de otro de Carabaggio que representaba un Ecce Homo, perteneciente a los que se trageron (sic) del secuestro de Godoy, cuya entrega se hizo en virtud de orden de la Academia el 13 de febrero de 1823”. Las obras que habían pertenecido a los Alba o a las colecciones reales estaban marcadas con un sello. No se sabe si será el caso de nuestro caravaggio que está reentelado, lo que puede ocultar sellos, firmas u otras marcas, que podrían ofrecer pistas sobre su origen. Análisis en profundidad podrán desvelar detalles de este tipo. Rose de Viejo, autora de la tesis doctoral Manuel Godoy. Patrón de las artes y coleccionista, afirma que este Ecce Homo no aparece en el inventario de 1816 de la colección del duque de Sueca. Según ella, el contrato de 1823 es rotundo y nuestro cuadro no procedería del patrimonio del favorito de Carlos IV y María Luisa de Parma. Luis Ruspoli Sanchiz, descendiente de Godoy ha declarado que su familia litigó por los bienes de su antecesor durante los 50 años posteriores al polémico trueque y opina que la pintura podría proceder de la colección de su antepasado. Según él, la Academia no las tenía todas consigo porque los tribunales fueron dando la razón a Godoy sobre la ilegalidad del secuestro de sus bienes, y las propiedades no se consolidaron hasta la Primera República. Añade que desde entonces han ido apareciendo bienes del favorito real en los lugares más insospechados.

Contrato de permuta de 1823, I. R. Academia de Bellas Artes de San Fernando.
 
Contrato de permuta de 1823, II. R. Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Martes, 15 de junio de 2021

Adenda V

Según publicó ayer 14 de junio la revista Ars Magazine, en un artículo firmado por Sol G. Moreno y Héctor San José, el caravaggio de Ansorena provenía de las Colecciones Reales. pues aparece en los inventarios de las testamentarias de Carlos II (1701-1703) y Carlos III (1789-1794). El cuadro se encontraba en el Palacio de los Vargas o Palacio de la Casa del Campo, como se llamaba entonces, y estaba en la alcoba de Carlos II, según reflejan esos documentos.

El conde de Castrillo, virrey de Nápoles, lo trajo a España entre 1657 y 1659. Pasó luego a las colecciones reales y de ahí a la Real Academia de San Fernando, que lo permutó en 1823 al político Evaristo Pérez Castro por un alonso cano. Desde entonces y hasta que se mostró en Subastas Ansorena, atribuido a la escuela de Ribera y a un precio de 1.500 euros monto ridículo frente al valor que alcanzaría caso de confirmarse la atribución a Merisi, más de 100 millones en el mercado internacional, unos 30 en España, ha permanecido fuera del control de los historiadores.

¿Cómo saltó del patrimonio de la Corona a la Academia? ¿Directamente? Como más arriba se refleja, una de las hipótesis barajadas es que la obra pasara de la colección de Godoy a la institución académica, hecho no documentado. Otra posibilidad, esgrimida por Ars Magazine, es que el lienzo fuera incautado por las tropas francesas para incorporarlo al llamado Museo Josefino, proyecto de José Bonaparte que nunca llegó a inaugurarse, de donde habría sido transferido a la Real Academia, en cuyo inventario de 1821 aparece.

La Casa de Campo en el siglo XVII, óleo de Félix Castello, 1634. Museo de Historia de Madrid. En primer plano, a la izquierda, el palacio de los Vargas.

 

8 comentarios:

  1. Profunda documentación,expuesta en tan completa narración.Felicidades

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  2. Ojo con Jorge Coll y Nicolas Cortés por el medio, nada bueno se puede esperar de todo esto. Mucho cuidado.

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    1. Según corre por el sector, son viejos conocidos de la Guardia Civil.

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  3. Interesante escrito estimado Julio, es sorprendente los detalles de la historia, tenemos la oportunidad de conocer pormenores. Gracias.

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  4. Es claro que, después de todo lo que ha pasado, resulta que en España no entendéis mucho de arte. ¿Cómo es posible que nadie se hubiese dado cuenta de que era un Caravaggio? Solo después de que Sgarbi y otros italianos certificaron la atribución al gran maestro barroco, los críticos españoles empezaron a entender de lo que tenían en sus manos. Mucho fútbol, poca arte...

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    1. Quien se dio cuenta el primero fue el marchante Di Pinto, que avisó a los Ciaroni de Altomani, sin decirles que sospechaba de la autoría de Caravaggio. Estos, a su vez, preguntaron al profesosr Pulini de Bolonia, que confirmó que era obra de Merini, escribió un pequeño ensayo, ya en marzo, que publicó aboutartonline.com a primeros de abril. Di Pinto, en paralelo, se dirigió al charlatán Sgarbi. El WhatsApp, como ha dicho la Terzaghi, hizo el resto. En España, simultaneamente a Di Pinto, se percató el galerista Cortés, que corrió a la calle de Alcalá para hacer una jugosa oferta a Jaime Mato de Ansorena para una compra privada anterior a la subasta. Aquí los historiadores del Arte no se movilizaron porque, lógicamente, no hay expertos en Caravaggio. Algunó opinó sin mojarse. Yo no sería tan chovinista.

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    2. Me parece una exageración...

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  5. Tanto Italia como España poseen un patrimonio artístico enorme y de incalculable valor.
    En mi opinión,a lo largo de la historia y en la actualidad, no es infrecuente la falta de control, el "despiste" o el mercadeo de obras de arte en uno y otro país.
    Menos lobos, señor Mascia.
    Y hablando de tifosi...

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