21 enero 2022

La dictadura económica de las macrogranjas

Marimén Ayuso

Lluis Ferrer Ayuso
Si piensan que viven en una democracia, se equivocan. Y si creen que pertenecen al siglo XXI, a la era de la concienciación medioambiental, se vuelven a equivocar. A nosotros, habitantes y amantes de la villa de El Canós, municipio de Plans de Sió, en Lérida, nos pretenden imponer una dictadura económica en una de las zonas rurales más vírgenes de la comarca de la Segarra, que tiene sus acuíferos en situación vulnerable debido a la contaminación por purines y al uso abusivo de fertilizantes en la agricultura —por esto, en la actualidad, no se puede beber el agua de los pozos y hay que traerla de fuera.

Junto a una zona de protección de aves (ZEPA), un empresario pretende construir no sólo una, sino dos macrogranjas de 9.700 cerdos cada una. Quiere hacerlo a pesar de la oposición de sus habitantes, del impacto medioambiental y paisajístico, con la consiguiente pérdida del valor histórico y patrimonial como vila closa1 que somos. Amén del sufrimiento animal causado por su hacinamiento y la correspondiente emisión de malos olores y de gases de efecto invernadero. El Canós no se opone a la ganadería rural, a las explotaciones agropecuarias en general, sino a una actividad industrial muy contaminante, que solo enriquece a unos pocos y perjudica a muchos, especialmente a los que viven de la tierra en este idílico lugar, el cual tendrán que abandonar si sigue adelante este proyecto. Una macrogranja es un negocio básicamente financiero, basado en la automatización, en la alta rotación del producto y en la economía de escala, donde bastan ¡dos empleados! para gestionar una instalación con 9.700 cabezas de porcino, según señala y reconoce en un informe el propio promotor del desaguisado. El beneficio para el lugar, sus vecinos y su naturaleza, es nulo.

El Canós no quiere desaparecer y está decidido a luchar.

1 Vila closa (Villa cerrada). Una villa cerrada es un núcleo de población protegido por murallas y sin construcciones extramuros. Es un tipo de localidad propio de la Antiguedad y el Medievo.

PD. eldiario.es publicó el pasado día 14 de enero un artículo al respecto: 20 vecinos contra 9.600 cerdos.


Las vaquerías de Madrid y las macrogranjas

Julio Sánchez Mingo

 
Cuando yo era chaval, muchos sotanos de Madrid eran vaquerías. En Sandoval, a la vuelta de Monteleón, donde vivía mi abuelo, había una, a dos pasos de los cines de la calle Fuencarral, casi todos desaparecidos, excepto el Paz y el Proyecciones, un notable ejemplo de racionalismo madrileño. Desde la acera, a través de los barrotes de los ventanucos, siempre abiertos, se veía media docena de vacas lecheras paciendo tranquilamente. No exhalaban un olor muy fuerte ni desagradable en demasía. Siempre me preguntaba por dónde diantre las metían o sacaban. Estos establecimientos nutrían de leche a los correspondientes despachos, las lecherías o granjas nombre que se ha conservado en muchos locales del Ensanche y otros barrios de Barcelona para designar a pequeñas cafeterías— donde acudía el vecindario de la zona a aprovisionarse del blanco líquido. También había repartidores a domicilio que, cargados con sus cántaras de aluminio, tocaban a la puerta de las viviendas y atendían a las parroquianas. Las centrales lecheras y el producto envasado tardarían unos años en llegar.

Hace unos días, me contaba un querido amigo y antiguo compañero de estudios que, en Benavente, su madre tenía una docena larga de lecheras de las que vivían, estabuladas en las cuadras de su casa. Mientras, su padre labraba el campo. Vida dura y sacrificada la de ambos, que tenían dificultades para acudir a las celebraciones familiares pues las cornúpetas requieren ordeño diario.

Hasta los setenta, en España la cabaña lechera era explotada de forma intensiva, alojada en cuadras y establos en las poblaciones menores y en sótanos en las grandes ciudades. Mi amigo benaventano me reconocía que las condiciones de vida del ganado de su madre eran bastante tristes, siempre encerrado, atado al pesebre, con la única opción de permanecer de pie o tumbado. Tanto es así que, cuando tenían que trasladarlos, los pobres animales sufrían calambres y espasmos. El bovino para carne tenía un devenir más feliz antes de pasar al matadero, pues casi siempre pastaba en prados, en plena naturaleza.

Han pasado cincuenta años y se ha impuesto la ganadería intensiva, especialmente en los sectores bovino, porcino o aviar. Sólo la carne de alta calidad, fresca o elaborada, proviene de explotaciones extensivas, caso del jamón ibérico o de la ternera de Ávila o de otras procedencias bastante acreditadas y apreciadas.

De quince años a esta parte las granjas de intensivo han ido creciendo de tamaño hasta llegar a las tan polémicas macrogranjas actuales, auténticas industrias, muy contaminantes, que permiten que el consumidor final pague el kilo de lomo fresco de cerdo que no sabe a nada a 6 € el kilo, y el ibérico a 18 € por kilo, que se supone criado en la dehesa. Esta semana, un pescado muy saludable como la caballa fresca costaba en un hipermercado cercano a casa 7,25 € el kilo.

Hay una serie de dudas y preguntas que me rondan la cabeza y me gustaría que algún experto independiente me las aclarara y respondiera. ¿Por qué se construyen las macrogranjas naves cerradas con el ganado estabulado en mitad del campo, incluso en lugares idílicos como El Canós en Lérida, y no en polígonos industriales, más adecuados para este tipo de instalaciones, que son verdaderas fábricas? ¿Acaso es porque el metro cuadrado de sembrado es más barato que el de un polígono industrial? Al no estar definidas y reguladas, ¿se están acogiendo las macrogranjas a la fiscalidad y regulaciones del sector agropecuario en lugar de a las de la industria contaminante? ¿Por qué se almacenan los purines en balsas abiertas, sin cubrir, por lo general mal impermeabilizadas, mientras una refinería de petroleo procesa y recicla lodos, residuos y otros desechos venenosos, de forma más o menos adecuada?

Lamentablemente, las macrogranjas, generan una serie de efectos perversos que hay que tener muy en cuenta. Uno de ellos, muy importante, es el cierre de pequeñas explotaciones ganaderas familiares. Prestemos atención a estos datos y cifras (relativos a Cataluña pero trasladables al resto de España)1:

- La producción de soja forrajera en Brasil lleva a la deforestación de la Amazonía y a la pérdida de su biodiversidad, con roturación y acaparamiento de tierras, expulsión de pueblos indígenas y campesinos y contaminación del medio natural y emisión de CO2.

- El transporte de soja de Brasil a Cataluña genera anualmente 1,9 millones de toneladas de CO2, equivalente al 4,3% de las emisiones anuales totales de esta región.

- Cada año entran en el puerto de Barcelona 1,5 millones de toneladas de soja procedentes de Brasil, lo que representa una deforestación equivalente al 14% de los bosques de Cataluña.

- En 2019, Cataluña exportó carne de cerdo por valor de 3.350 millones de euros, el 20% a China.

Carrillo fumaba como un carretero en el hemiciclo del Congreso. Ahora nos parece inaudito. Dentro de cincuenta años, ¿que opinión merecerán las macrogranjas a los niños de ahora?

1 Fuente: D'aquella soja, aquests purins, de Maties Lorente, en directa.cat.

07 enero 2022

Adivinanza

Julio Sánchez Mingo

Es un personaje de una maldad infinita. No siente empatía por nadie y carece de simpatía. Sus complejos son enormes y patentes. Aquellos derivados de su físico trata de ocultarlos, pero solo consigue hacerlos más evidentes. Su descaro es infinito y miente más que habla, haciendo gala de un exacerbado cinismo. Insulta y descalifica sin recato. Su actitud en público es despreciativa hacia sus interlocutores. No mira de frente. Carece de una formación académica notable y de experiencia profesional. Por ello y para encubrir su ignorancia y su incompetencia, se muestra displicente con los buenos profesionales y los técnicos acreditados y no da valor a las opiniones de los expertos. Sin capacidad de gestión, manipula cifras y maquilla datos, amén de tergiversar las declaraciones ajenas Es prepotente, de un despotismo soberano. No asume las responsabilidades de sus actos, descarga sus culpas en los demás. A su lado sólo medran los aduladores que se aprovechan de su grandísima vanidad. Su soberbia hace que se enemiste con cualquier discrepante o con quien le lleve la contraria. Hace gala de poca inteligencia al calumniar a los colectivos que le sacan las castañas del fuego. Es una marioneta en manos de intereses espurios. Busca siempre el enfrentamiento, no sabe ni quiere negociar y la concordia es un concepto que desconoce. Desleal, no sabe lo que es el agradecimiento, siendo un ejemplo de manual del síndrome de Hubris o Hybris.

¿De quién se trata?