Gramsci y el dinero
Julio Sánchez Mingo
Antonio Gramsci. 1922. |
Antonio Gramsci (1891-1937) fue un pensador, escritor y periodista y político italiano, uno de los intelectuales europeos más destacado del siglo XX. Escribió sobre teoría política, sociología, antropología y lingüística. Fundador del Partido Comunista de Italia junto con Amadeo Bordiga, fue elegido diputado en 1924. Represaliado por el régimen fascista de Benito Mussolini —que había militado en el Partido Socialista al igual que él— fue confinado y encarcelado en 1926 y condenado en 1928 a 20 años de prisión. Por razones de salud, a partir de 1933 fue recluido sucesivamente en distintas clínicas. Primero bajo severo aislamiento y, desde octubre de 1934, en libertad condicional. En abril de 1937 es perdonado pero fallece pocos días después en la clínica Quisisana de Roma, sin haber llegado a disfrutar de la libertad plena.
Las cartas remitidas por Gramsci a su familia y a algunos amigos entre 1926 y 1937 desde los lugares de confinamiento y posterior encarcelamiento han sido objeto, desde 1947, de diferentes recopilaciones y publicaciones con el título genérico de Lettere dal carcere (Cartas desde la cárcel). Considerada en su conjunto, esta obra epistolar sobresale por sus valores intelectual, literario, costumbrista y testimonial.
En la misiva remitida a su madre el 27 de junio de 1927, escribe entre otras cosas: “… ¿Sabes qué estoy pensando? Que el escudo de plata que había mandado para que se le hiciera a Mea —su sobrina Edmea, nacida en 1920— una cucharilla, te lo has quedado para metérselo en la hucha o ingresarlo en correos. Me parece adivinar en los rasgos de la cara de esta niña las futuras facciones de una beguina que presta el dinero al 40 por ciento de interés. Sospecho que entre todos, Grazietta, Teresina y tú, habéis estropeado a Edmea. Nunca olvidaré que la primera vez que Mea salió a dar una vuelta conmigo le pregunté si quería unas chocolatinas, a lo que me respondió que prefería el dinero para ingresarlo en correos. ¿Te parece una bonita manera de educar a un niño? Me imagino que una chica educada así no tendrá reparos en prostituirse. Le habéis enseñado que el dinero tiene valor por sí mismo y no por lo que con él podemos conseguir. Yo quiero que Mea tenga su cucharilla y no un escudo. Escríbeme para asegurarme que habéis procedido según mis deseos… “.
El dinero tiene que ser útil para las personas, para que sean felices y no sufran calamidades por su falta, no un objetivo en sí mismo, para alcanzar mayor poder y, a la larga, ser los más ricos del cementerio. Hay que compartirlo, que repercuta positivamente en la sociedad. Sin los demás nadie se hace multimillonario, necesita de su colaboración. Además, como se dice, es de bien nacidos ser agradecidos. No seamos egoístas y no nos dejemos arrastrar por este rampante capitalismo salvaje y especulativo que, hoy en día, parece que todo lo puede.
Y una viñeta que viene de América:
Ya se encarga hacienda de que no seamos egoístas y compartamos
ResponderEliminarHoy hemos estado comiendo en la terraza de un ¿restaurante?
ResponderEliminarNos han atendido dos chavales colombianos muy amables, el menor de escasos veinte años.
Al irnos, he entablado conversación con el de más edad, que lleva tan solo dos meses en España. Ante mi lamento por el hecho de que sirven comida de catering, me ha reconocido que así es, que se lo ha comentado al dueño, un español —que asoma muy poco por el local—, pero que éste quiere ganar mucho e invertir casi nada.
¿Qué les pagará?
La desigualdad cada día es mayor.
Anda, que si Gramsci levantara la cabeza...
Y en Murcia, empresarios ávidos de dinero mantienen abiertas unas discotecas sobre las que penden órdenes de cierre. Y este pasado fin de semana, se produce un incendio en estos locales que produce más de una decena de muertos, gente que había acudido a divertirse y había pagado religiosamente. Una historia que se repite, ante la pasividad, si no la corrupción, de las administraciones públicas.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo a los desolados familiares de las víctimas.
Pues es que no sé qué comentar, Julio.
ResponderEliminarInmersos cómo estamos en un sistema tan cruel e injusto, lo único que he podido aportar en mi vida, hasta ahora mismo, es ejercer de rácana conmigo misma y hacerme socia de ONGS en la medida de mis posibilidades.
Para acallar la mala conciencia, está claro.
No tengo muy buena relación con el dinero, igual me lo hago mirar...
En una entrevista con el diario El País, el filósofo coreano radicado en Alemania Byung-Chul Han afirma: "... Ya lo decía Marx, esa libertad individual es la astucia del capital. Creemos que somos libres, pero en el fondo producimos, aumentamos el capital. Es decir, el capital utiliza la libertad individual para reproducirse. Eso significa que nosotros, con nuestra libertad individual, solo somos los órganos sexuales del capital... ”. “... Bajo la compulsión del rendimiento y la producción, no hay libertad posible. Me obligo a producir más, a rendir más, me optimizo hasta la muerte, eso no es libertad... ”.
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ResponderEliminarHace muchos años maté a un perro
La sociedad fracasa cuando el poder de un empresario y unos funcionarios se desenvuelve sin escrúpulos ni conciencia
BERNA GONZÁLEZ HARBOUR
07 OCT 2023
Hace muchos años maté a un perro. En aquel tiempo vivía en Moscú y conducía como una loca, que era como conducíamos y vivíamos todos en una Rusia desquiciada donde si no corrías al metro, a las colas o al volante quedabas atrás. Siempre quedabas atrás. Así fue cómo los espabilados se hicieron con las propiedades de todos, cómo los poderosos maniobraron para que el capitalismo se asentara de forma salvaje frente a los más lentos y cómo Rusia se encaramó a la historia pisando el acelerador.
Velocidad. La vida allí y en ese momento era velocidad. Pero eso no justifica nada. Yo atropellé a un perrillo mientras aceleraba como una loca en el lateral de una de esas kilométricas arterias de la ciudad y nunca lo he olvidado. No he olvidado a ese cachorro blanco de lanas que quedó tendido en la calzada, tan joven que la nieve sucia de la ciudad aún no le había manchado, tan entusiasta mientras salía corriendo desde la acera como, ahora, exánime. Recuerdo a su dueña, una mujer embutida en uno de esos anoraks sintéticos de la época que vestían quienes no podían pagarse pieles, sosteniéndolo llorosa en brazos mientras me increpaba, con razón. Recuerdo mi mirada impotente, mi escaso vocabulario ruso para decir que lo sentía, que lo sentía muchísimo. Y ella me lo mostraba, la criatura muerta, mientras varios rusos se arremolinaban para apoyarla y afearme el atropello. Sobre todo, al ver que era extranjera. Lo peor.
Esta no es una historia épica, ni de venganza, ni de reparación. Me acabé yendo después de mil disculpas, aunque el que había saltado a la calzada era el cachorrillo suelto. Pero ni mis disculpas les valían a ellos, ni el hecho de que el perro hubiera corrido hasta la calle sin control me valía a mí. Ese perro muerto ha vuelto siempre a mi recuerdo y cuando veo accidentes aparece. Esa es mi víctima.
También ha vuelto tras el incendio de Murcia. Unos señores han comerciado con la seguridad. Han mantenido abiertos locales con orden de cierre. Leo que el dueño ya sufrió un incendio en otro local de su propiedad. Y que ya ha pasado por los tribunales por causas relacionadas con préstamos de mala muerte que daba a gente necesitada a la que ha conducido a desahucios.
Y me pregunto si esas 13 víctimas le acompañarán. Si perseguirán a esos funcionarios dejados o corruptos. O a sus jefes políticos.
Esas muertes tienen responsables. La justicia fracasará si no los encuentra. Y fracasaremos todos si el poder de un empresario y unos funcionarios se desenvuelve sin escrúpulos, sin conciencia, tras dejar víctimas. Aunque sea un cachorrillo en la nieve. Perdonen, hoy me desperté muy ingenua.