02 agosto 2016


¿Cómo cambiarían nuestras vidas si fuera posible morir joven a los 140 años?

Miguel Ángel Villar de Frutos

Agosto 2016

El pasado 13 de mayo, cayó en mis manos un artículo de ésos que te hacen meditar. Trataba de la posibilidad, estudiada por científicos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, de prolongar nuestras vidas más allá de los 140 años. El trabajo está plasmado en un libro de divulgación que recomiendo, escrito por la directora del Centro, con la ayuda de la periodista Mónica G. Salomone.

Dice un párrafo del artículo:

El libro nace de la línea de investigación de la científica María Blasco sobre los telómeros, es decir “unas estructuras protectoras que hay al final de nuestros cromosomas”. La relación de los mismos con el envejecimiento se basa, según nos cuenta Blasco, en que “estos se erosionan cada vez que nuestras células se dividen, así terminan acortándose y generando daño a nuestro ADN con el paso del tiempo, por lo que el acortamiento de los telómeros es una de las causas del envejecimiento molecular”. Para poder intervenir en este proceso, Blasco lleva gran parte de su carrera investigando en torno a la llamada telomerasa, que “es capaz de frenar esto, aunque todavía no hay ninguna terapia aprobada que sea capaz de activar la telomerasa de manera potente y que se pueda usar en la prevención o tratamiento de enfermedades asociadas al envejecimiento”. En http://smoda.elpais.com/belleza/morir-joven-los-140-anos se puede leer el artículo completo.

El tema en sí ya tiene su enjundia y, el hecho de que la periodista que lo escribe se apellide Salomone, fue el punto que me enganchó para profundizar en su lectura. ¿Sería la hermana, o una familiar de mi amigo y compañero Caco Salomone? A día de hoy lo desconozco aún.

En estos días en que la cosecha del 52 tiene casi toda su producción ya jubilada o, prácticamente en su último año de actividad laboral, como es mi caso, debo reconocer que esta noticia me conmocionó.

Todos los años, para no quedar obsoleto en mis conocimientos, asisto a dos o tres cursos que me permiten mantenerme al día. Mi trabajo habitual de Consultoría y Asesoramiento así lo requiere. Sin embargo este año, en las fechas en las que nos encontramos, aún no he encontrado el cursillo o el tema que despierte mi interés. Posiblemente la cercanía de la jubilación esté influyendo. Me tengo por una persona intelectualmente activa, o muy activa, y los datos reflejados en el libro citado han hecho que me plantee si no estaré procrastinando demasiado, cuando según parece, apenas estoy en la mitad de mi vida, como mis compañeros de generación.

Deberíamos volver a replantearnos la vida, los plazos, los intereses y el cuidado del cuerpo y de la salud. ¡Cuando creíamos que teníamos aprendido el camino, vuelta a empezar! ¡Adiós para siempre a la zona de confort!

En marzo di una conferencia en un Foro de Economía en Tres Cantos titulada Pasos a dar para construir tu futuro. En aquél momento no sabía aún lo que este trabajo científico propone. A día de hoy, voy a replantear el contenido propuesto a la luz de lo que en él se indica. Más que lo que yo piense sobre el tema, lo que lanzo es esta información para que el propio lector reflexione. Ya comentaremos en persona, o a través de este blog, lo que cada cual opina.

Morir joven a los 140 años
María A. Blasco y Mónica G. Salomone
Ediciones Paidos Ibérica
256 páginas / 17,95€ rústica con solapas / Epub 12,99€
ISBN 978-84-493-3206-7
(Es posible la descarga gratuita del primer capítulo en http://www.planetadelibros.com/libro-morir-joven-a-los-140/211376 )

21 julio 2016

Hijos del odio.....

Julio Sánchez Mingo
Julio de 2016

Hijos del odio, hijos de la venganza, hijos del fanatismo, hijos de la violencia, hijos de la intolerancia, hijos de la intransigencia, hijos del rencor, hijos de la sinrazón, victimas de la injusticia, víctimas de la pobreza, víctimas de la incultura, víctimas de la manipulación, víctimas de élites y gobiernos corruptos, víctimas de la intolerancia de los otros, víctimas del egoísmo, víctimas de la intransigencia de los otros, víctimas de la emigración, víctimas de los abusos de la colonización, víctimas de la descolonización, víctimas de la falta de integración, víctimas de la inadaptación, víctimas de la incomprensión, ¿por qué? ¿Por qué asesináis a victimas inocentes, ajenas a los intereses espurios de los gobiernos, de los traficantes de armas, de los traficantes de crudo y de los traficantes de opio y droga? ¿Por qué causáis tanto dolor? ¿Por qué matáis a vuestros propios hermanos? ¿No es suficiente con las masacres de Madrid, París, Niza, Bruselas, Londres, Nueva York? ¿Y también de Casablanca, Estambul, Egipto, Líbano, Palestina, Irak, Indonesia o Afganistán, que siempre se postergan y se olvidan inmediatamente en Occidente? ¿En nombre de qué? ¿Hasta cuándo?

18 junio 2016

Confesiones de una ciudadana perpleja

Pachi Mouliaá

Junio 2016

Le prometí a Julio hace un tiempo que intentaría una segunda incursión en su blog y os aseguro, a él el primero, que me puse a ello. Pero me dio por centrarme en “esta edad”, la nuestra, casi tan ingrata como la adolescencia, y acabé metiéndome en un jardín que se transformó en laberinto, del que no sabía salir con gracia, falta del humor que todo lo salva.
En consecuencia, abandoné.

Y ahora me adentro en un jardín aún más intrincado, una selva oscura, una selva selvaggia e aspra e forte...
Así que voy a empezar por el final, devanando el hilo de Ariadna que he ido largando a lo largo de los años, para ver si llegando al chicote encuentro una salida.

Por primera vez en mi vida estoy tentada de no votar el 26-J. Y eso en mí es síntoma de extrema gravedad, porque el voto siempre me ha supuesto no sólo un derecho que no me fue reconocido hasta los veintitantos, sino un deber cívico del que no vale escaquearse.

Mi profesor de Derecho Político, en su primer día de clase, nos dijo que impartiendo esa asignatura creía obligado significarse ante sus alumnos. Por consiguiente se reconocía francamente de derechas, no es un chiste, y avisó de que a esa orientación tenderían sus lecciones.

Pues bien, yo me creo en el mismo deber y ante vosotros, hermanos, me declaro roja sentimental devastada. Sentimental por falta de de formación y de lecturas políticas, sentimental porque es una tendencia espontánea, sentimental porque no procede del entorno en que me he educado…
Por muchas más razones que me resultan difíciles de explicar.

Sin embargo nunca he militado, he sentido que empeñaría mi independencia de voto, y siempre, siempre he votado con la cabeza y no con el corazón o las tripas. Lógicamente esa actitud no solo ha limitado mis opciones, sino que me ha abocado además a una dinámica de voto inútil pero en conciencia, que me deja ante mí misma un poco tontaina pero tranquila.

¿Y ahora qué? Pues agobiada ando, tras el espectáculo que desde el 20-D nos han dado nuestros elegidos, ante su nula capacidad o voluntad de pactar, el - quítate tú para ponerme yo - o el - y tú más -, por no hablar de la información interesada que nos suministran en dosis ingentes los medios y las agencias de encuestas, día tras día.

Para mayor agobio asistimos ya al segundo pase de la película sin atisbos de que vayan a rodar un The End algo más feliz. Saturación, desesperanza, hastío, me siento incapaz de ir una vez más a las urnas.
Claro que también cabría ir a depositar mi voto en blanco, como un varapalo simbólico, pero entonces quedaría de nuevo ante mí misma un poco tontaina pero tranquila.


07 junio 2016

In Memoria di Muhammed Ali
Maria Luisa Ciattei
5 giugno 2016

Negli anni 80 del secolo scorso la mia vita si svolgeva tra un’ aeroporto e l’altro.
Mi muovevo di continuo, tra l’Europa, l’America ed il Pacifico.
Cambiavo casa, nazione, zona geografica, città, lasciando tutto ciò che conoscevo alle mie spalle.
Fu così che durante uno dei tanti viaggi, avendo salutato mia madre e mio fratello, che sapevo di non aver potuto rivedere per anni, la vita mi mandò un piccolo regalo di gioia e meraviglia.
Volavo sempre con la TWA in quei giorni. Avevo la tessera “Frequent Flyer” che mi permetteva di raccogliere punti ed ottenere sconti vantaggiosi per le tratte intercontinentali.
Partii dalla Malpensa che stavo già male, avevo pianto ad intervalli per un paio di giorni per lo scoramento. E’ una cosa difficile da spiegare e da capire. Piangevo ma in Italia non ci sarei voluta restare per nulla al mondo. Amavo e tuttora amo gli Stati Uniti, la mia vita era là, ma ciò mi presentava un costo mentale ed emotivo altissimo ed insopportabile.
Piansi per tutto il tragitto da Milano a New York. A New York dovevo cambiare aereo per Los Angeles e scesi nella zona sala d’attesa di Prima Classe.
Stavo malissimo e persi i sensi.
Quando mi ripresi accanto a me c’era uno steward che mi guardava e mi parlava. Lo rassicurai, gli dissi che ero solo stanchissima e che volevo ed ero in grado di continuare il viaggio. Attorno a me c’era una certa tensione ed eccitazione, era entrato qualcuno e la gente si girava e bisbigliava ma io non me ne interessai.
Lo steward mi fece entrare per prima nella zona di prima classe dell’aereo dandomi due bei posti liberi perché potessi stendermi e riposare. E così feci, mi addormentai immediatamente. Dormii a lungo e mi fece un mondo di bene.
Quando riaprii gli occhi c’era qualcuno seduto due sedie più in là, e mi stava fissando con un sorriso, era Muhammed Alì.
Mi osservò ammiccando con due enormi, bellissimi occhi pieni di curiosità ed affetto, mi sorrise chiedendomi: “ You OK?”
Risposi di sì, sorridendo anch’io. Era un uomo grande, alto, forte, un’essere umano che, a me, seppe donare un lume di affetto e di solidarietà in un momento particolare.
Eravamo già in fase di atterraggio e non ci scambiammo altre parole, non ce ne fu praticamente il tempo. Lui venne rapito dal personale di bordo e dalla gente, io venni riassorbita dalle necessità della mia vita e dalla successiva coincidenza aerea verso il Pacifico.
Oggi che non è più con noi Ali mi è tornato in mente ed ora sono io a dirgli : “ I know you’re OK up there in Heaven where you have always belonged”.
God Bless.


Maria Luisa Ciattei è amica e fu compagna di scuola dell'editore
Pubblicato da Il Messaggero Veneto nelle lettere al direttore del 6 giugno 2016

27 mayo 2016

Pequeñas historias que me contaron. El siglo XX en Madrid

Julio Sánchez Mingo
Mayo 2016

A mi abuela materna. In memoriam

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De soltero, Manolo vivía con sus padres en la calle Columela, la primera bocacalle de los pares de Serrano. Desde el balcón de su casa veía pasear, arriba y abajo, a Manuel Azaña, bajo las ventanas de Lola de Rivas Cherif. Así se cortejaba entonces a las mujeres. El futuro presidente de la República consiguió su objetivo, se casó con ella.


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Eran los años 20. Luis estaba casado con Concha, que por aquel entonces lucía una larga melena, que casi siempre llevaba recogida, al uso de la época. Pero las modas cambian y tiranizan lo suyo. De modo que un día Concha se presentó en casa con el pelo cortado a lo garçon. Su marido, sorprendido y estupefacto, sólo alcanzó a decir: - Pero Concha........


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Pepito y Julito eran dos mozalbetes que vivían con sus padres en la calle Monteleón, aunque los balcones de su casa daban a Sandoval.
Aquel día decidieron hacer diana con una patata en una de las ventanas de la casa de enfrente, que para más inri, era de la vivienda de la portera. Las porteras de Madrid solían ser de armas tomar.
Al primer intento el vidrio de la ventana saltó hecho añicos con gran estrépito. Al otro lado de la calle se oyó vociferar: - Seguro que han sido Pepito y Julito. Me va a oír don José - mientras los culpables permanecían tendidos en el suelo para no ser vistos, sorprendidos y asustados por el resultado de su buena puntería.


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Aquel domingo 23 de septiembre de 1928, Teresa quería ir a la función de tarde del teatro Novedades, acompañada por una de sus hermanas pequeñas. Finalmente no pudieron, afortunadamente, acudir a ver la obra en cartel. En mitad de la representación se declaró un incendio en el escenario. El público, despavorido, intentó desalojar el local en estampida. Hubo 67 muertos y unos 200 heridos. Muchas de las victimas lo fueron por aplastamiento, arrolladas por la marea humana que intentaba alcanzar la calle.
La copla del suceso dice así:

El Teatro de Novedades
espíritu de Madrid
y de los más principales
ha dejado de existir.
Quiso la fatalidad
que un fuego devorador,
trajera a esta capital
luto, llanto y dolor.
Y miles de espectadores
al final de la función,
en gritos desgarradores
buscasen su salvación
.................................
¡Qué angustias no pasaría
toda madre que a su niño
al ver de que fallecía,
abrazaba con cariño!
¡ Y en aquel inmenso fuego
cual ninguno comparado,
despedirse desde luego
sobre el ser para ella amado.
.............................................
Presos de grande locura
porque las llamas surgían,
era dolor y amargura,
salvándose el que podía.
La confusión fue espantosa
el pánico se aumentaba,
era una hora angustiosa
por si se carbonizaban.
Por las columnas caían,
se dejaban descolgar,
y un gran tropel se sentía,
allí dentro del local.
............................................
Horrorizaba de ver,
era terrible, espantoso,
de los artistas correr
presos de ataques nerviosos.
El que salvarse podía
o le podían salvar,
casi asfixiado salía
de aquel volcán infernal.

Y cuando hacerse del fuego
ya pudieron conseguir,
respiraron los bomberos
y también todo Madrid.
.....................................
Lloremos por los que han muerto
por niños abandonados
que en los terribles momentos
quedaban desamparados.
Entre las penalidades
y el grito desgarrador,
lloremos por Novedades
que el fuego lo destruyó.
Y por los que amontonados
en este acto imponente,
se ven del pelo agarrados
por las ansias de la muerte.


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Concha nació en 1876. En 1901 se casó con Luis, en la iglesia de San Ginés de la calle Arenal, y tuvo 12 hijos. Sólo seis de ellos la sobrevivieron cuando falleció, en 1961. En la Guerra Civil uno de sus hijos combatió en el ejército sublevado, que cercaba Madrid. En el transcurso de la contienda asesinaron a su hermano Pepe en una de las sacas de la cárcel Modelo y dieron el paseo a un hijo de éste, Juan, un joven estudiante, soldado de cuota, que había escapado de la toma del cuartel de la Montaña. También perdió, de muerte natural, a Luis y, al poco de terminar la lucha fratricida, a su cuñado Félix, hermano soltero y socio de su marido, que convivía con ellos. Además sufrió el bombardeo de su casa y tuvo que refugiarse con su familia en el domicilio de unos parientes. En la posguerra, con el negocio familiar perdido y grandes estrecheces económicas, pasó mucha hambre y tuvo que malvender casi todo el ajuar doméstico y las pocas joyas que tenía. ¿Se puede sufrir más? ¿Puede ser la vida tan dura con una persona?


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María Luisa vivía con su familia en un último piso de un edificio de la calle Colón, semiesquina a Fuencarral. En la Guerra Civil los bombardeos aéreos y de la artillería del ejército rebelde eran frecuentes sobre esa zona, situada a espaldas de Telefónica, objetivo estratégico de los facciosos y sede de la Sección de Prensa y Propaganda de la Junta de Defensa de Madrid. Cuando empezaba la fiesta, sonaban las alarmas y los vecinos bajaban al sótano, habilitado a modo de refugio contra los artefactos explosivos y sus efectos devastadores. Un día, al volver a su vivienda tras cesar el fuego, se encontraron la cocina sin techo ni tejado, al raso, con la cubierta del inmueble medio derruida y un obús sin explotar sobre la cama de su tío Félix. Avisaron a los artificieros que retiraron el proyectil. Toda la familia tuvo que evacuar su hogar, abandonando sus pertenencias, y refugiarse en casa de unos primos, en la calle Claudio Coello, en la manzana del mercado de la Paz, nombre paradójico en aquellos momentos, en el barrio de Salamanca, zona juzgada más segura y que no era blanco de las bombas. Se consideraba que su vecindario era afín a la causa de los rebeldes.


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El mayor de los hijos varones de Concha hizo la Guerra Civil en las filas del ejército rebelde, como médico militar. Cuando tomaron Madrid, a finales de marzo de 1939, se presentó en la casa familiar a ver a su madre y al resto de la familia y les llevó el más preciado de los regalos: unos chuscos. ¡Habían pasado tanta hambre durante el asedio de la ciudad!


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En Madrid, en la Guerra Civil, los milicianos realizaban frecuentes registros domiciliarios. Un día se presentaron en el piso de Concha y su familia. Aporrearon la puerta y se les franqueó el paso. Uno de ellos se coló en los dormitorios y al poco volvió portando una imagen de la Inmaculada Concepción, que tenía la dueña de la vivienda, diciendo: - Son carcas. Mirad lo que he encontrado. - A lo que Concha replicó: - Hijo, ¿acaso su madre no tiene un santo o una virgen en su casa? - El miliciano calló, bajó la cabeza, devolvió la talla de la Inmaculada, reunió a sus compañeros y se fueron.
Años después una de las nietas pequeñas de Concha, de no más de tres años y que por aquel entonces vivía con sus padres en casa de la abuela, acostumbraba a pasearse por la vivienda acunando – ea, ea, ea...ea, ea, ea...ea, ea, ea... - la figura de la Concepción, una talla de madera de unos cincuenta centímetros de alto, que, milagrosamente, nunca cayó al suelo. Concha dispuso que en el futuro la imagen debía ser para su nieta, que hoy día la luce orgullosamente en su casa.


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Los hechos narrados, así como sus protagonistas, son reales y me fueron relatados por ellos o por alguno de sus familiares directos.


Nota del autor. Una tarde de este mes de mayo de 2016, mi tía Paz, de 96 años de edad, me recitó las primeras estrofas de la copla del Novedades. Gracias a ello pude encontrar en Internet el texto, más o menos completo. Le estoy muy reconocido.

07 mayo 2016


De Monarchia

Julio Sánchez Mingo
Mayo 2016

Por más vueltas que le doy a la cabeza, no consigo encontrar un solo argumento racional que justifique la existencia en España de la jefatura del Estado bajo forma de monarquía hereditaria.
¿Aporta algo al ciudadano español? Nada. Sólo un gasto desmedido, sin sentido para un país mediano como éste, un rancio glamour y páginas de papel cuché.
Ese gasto no sólo se carga al presupuesto de la Casa Real sino también a los presupuestos de los ministerios de Asuntos Exteriores, Defensa, Interior, Patrimonio Nacional y el CNI, que dedican importantes recursos a las actividades del monarca y su familia. Un dislate económico.
Hay quien dice que aporta estabilidad. La estabilidad se tiene cuando las Instituciones del Estado funcionan correctamente. Con la crisis provocada por el movimiento independentista catalán, se ha visto claramente que la monarquía española no aporta estabilidad y tampoco es un seguro de unidad para el país. Tampoco ha sido nada brillante su actuación a raíz de las últimas elecciones y la imposibilidad de que se formara gobierno. Recordemos como se solucionó una crisis similar en Italia cuando el presidente Napolitano propuso la investidura de Mario Monti.
Ejemplo de estabilidad institucional la dieron los estadounidenses cuando expulsaron a Nixon de la presidencia de la República por conducta delictiva en el ejercicio de sus funciones. Aquí el rey es inimputable.
La monarquía hereditaria es una reliquia del pasado. Pasado negativo y, en ocasiones, también bochornoso. Durante siglos impidió que los españoles dejaran de ser súbditos para convertirse en ciudadanos, en pueblo soberano, primando sus intereses frente a los intereses de la población.
La democracia española, para ser plena, necesita que el jefe del Estado sea elegido democráticamente, a ser posible de forma directa por los ciudadanos, y que la duración de su mandato sea limitada en el tiempo. Y si se unen jefatura del Estado y presidencia del Gobierno en una sola institución y una sola persona, como en toda América, mejor que mejor. Menos gasto.

Las Navidades pasadas me pareció lamentable y vergonzoso que se utilizara la imagen de dos niñas, dos menores de edad, para una felicitación pública de la jefatura del Estado, ¡de una institución del Estado! ¿No fue más bien un reclamo para hacer proselitismo monárquico, para despertar simpatía y sentimiento de cercanía entre la población?

Jordi Évole ha contado que, durante el último discurso navideño del jefe del Estado, su hijo le preguntó:
-¿Quién es ese señor?
A lo que él contestó:
-El rey.
Y el niño replicó:
-¿Rey? ¿Pero con tener presidente no es bastante?

28 abril 2016

Impresiones de México

Julio Sánchez Mingo
Abril 2016

A María Luisa de la Garza

Este invierno he estado en México un mes largo. La mayor parte del tiempo en Ciudad de México, con escapadas a Puebla y Teotihuacan, y una semana en Yucatán.

Estas impresiones son personales. Cualquier otro visitante puede tenerlas muy distintas y pueden también diferir del sentimiento de cualquier residente mexicano. La realidad absoluta no existe. Cada persona se forja su propia realidad. Por eso las opiniones sobre cualquier tema pueden ser tan dispares. Obviamente llama la atención aquello que es distinto a lo que cotidianamente se ve.

A mi llegada, al subirme al taxi en el aeropuerto para dirigirme a mi residencia en Ciudad de México, mi primera sensación fue negativa. Un tenue olor a sulfuroso lo invadía todo. El taxista lo justificó diciendo que debían estar limpiando alguna instalación. El sentido del olfato es adaptativo. En los días siguientes ya no olía nada. Lamentablemente esta megaciudad de 20 millones de habitantes es reconocida por sus altos índices de contaminación atmosférica. Me llamó muchísimo la atención que por el mismo centro de la población circulen enormes camiones con gigantescos remolques.

Atravesar la ciudad, mirando por la ventanilla del taxi, te da una idea de lo que te vas a encontrar. Para un madrileño como yo, es decir, un paleto provinciano de una población grande al norte de la Mancha, con todo lo que ello conlleva de ciudadanos con muchas ínfulas, poco conocimiento y cultura y nada cosmopolitas, que no paran de mirarse el ombligo, Ciudad de México es toda una experiencia. Se siente uno abrumado. Una ciudad de ese tamaño, tan poblada, mestiza, multicultural de verdad, impresiona. Es apabullante.

Los mexicanos son simpáticos, afables, amables, corteses, muy educados. Su urbanidad es exquisita. Y les gusta mucho pegar la hebra. He hablado largo y tendido con gente en el metro, por la calle, en hoteles, restaurantes y cafés. Con taxistas, un policía federal, un mariachi, unos carniceros del mercado de la Merced, con camareros, un ama de casa de religión evangélica, alguna funcionaria, profesionales, artesanos, comerciantes, visitantes de museos, recepcionistas y porteros de hotel, vendedores ambulantes, cocineros, celadores de museos, funcionarios de la Corte Suprema de Justicia, regentes de puestos callejeros de comida, un ferretero, peregrinos a Guadalupe y hasta pedigüeños. Encantadores. Además, aunque parezca mentira, los españoles somos muy bien acogidos.

En la plaza de la Tres Culturas, en Tlatelolco, hay un mural de piedra, de notables dimensiones, con la siguiente inscripción grabada: “El 13 de agosto de 1521, heroicamente defendido por Cuauhtemoc, cayó Tlatelolco en poder de Hernán Cortés. No fue triunfo ni derrota, fue el doloroso nacimiento del pueblo mestizo que es el México de hoy”.
Allí mismo se produjo la matanza de 1968, que recuerda un monolito con su correspondiente leyenda.

México es un país de grandes desigualdades sociales, económicas y culturales. La escala social va de personas, demasiadas, que viven en el nivel de subsistencia a millonarios, pocos, que atesoran grandes riquezas, ingentes riquezas, con una distribución de la renta injusta y desequilibrada.
He visto en Macario Gómez, estado de Quintana Roo, a hombres que habitan en barracas y viven de recoger leña en la selva. También he visitado El Palacio de Hierro de Polanco, centro comercial situado en uno de los barrios más selectos de Ciudad de México, que aloja, exclusivamente, tiendas de las grandes firmas de lujo, Hermès, Louis Vuitton, Tiffany, Chanel, Cartier.... Todas ellas tienen una superficie mayor que las de sus homólogas de Madrid y los precios ¡más altos!
En Ciudad de México pasas de barrios como el referido Polanco o San Ángel, plagado de mansiones, a grandísimas aglomeraciones de infraviviendas.
Me dolió enormemente ver golfillos descalzos jugando en la calle y multitud de perros vagabundos. Estas imágenes no las había presenciado en España desde hace más de cuarenta años.
Morelos, uno de los padres de la patria mexicana, hace 200 años, en la lectura de los Sentimientos a la Nación, declaró que uno de los objetivos de las leyes era “....que moderaran la opulencia y la indigencia”.

También es un país de grandísimos contrastes. Conviven la semiaridez del altiplano con la exuberancia de la selva tropical y la desolación de los desiertos del Norte. En lo social, la modernidad más absoluta con el atraso cultural más infame. Prueba de ello es la coexistencia de movimientos por la dignidad humana, la liberación de la mujer y los derechos humanos con el machismo más cavernario y las creencias más retrógradas.
En la puerta de muchos establecimientos públicos hay un cartel que reza: “En este establecimiento no se discrimina por motivos de raza, religión, orientación sexual, condición física o socioeconómica ni por ningún otro motivo”.

El Metro de Ciudad de México es una maravilla. Trenes con composiciones de nueve coches y una frecuencia de paso de uno o dos minutos. Las instalaciones están correctamente mantenidas. Ya quisiera Londres tener un metro así. Lo usan muchedumbres. A las horas punta, en que los coches van abarrotados, se reservan los tres de cabeza para las mujeres y los niños menores de 12 años. Me produjo una ridícula y chovinista satisfacción, deberíamos considerarnos todos ciudadanos del mundo, ver que muchos de las unidades están manufacturadas por CAF, la empresa de material ferroviario de Beasain, en Guipúzcoa. ¡Mis hacendosos vascos!

La moda de la delgadez y el aspecto anoréxico que impera en España no ha llegado a México. Allí las mujeres tienen curvas y ¡qué curvas!

Un viaje en Metro cuesta 5 pesos, unos 25 céntimos de euro. Un policía federal gana 450 € al mes, un camarero 100 pesos al día, unos 5 €, más las propinas, que, de alguna manera, son obligatorias, aunque su importe es a discreción del cliente. Pagué 40 pesos, ¡2 €! por una consulta médica de veinte minutos. El joven facultativo que me atendió me pareció un excelente profesional. Y lo hizo sin prisa. Una asistenta cobra 3 € la hora. Los treintañeros españoles expatriados no bajan de los 100.000 € al año. El alquiler de un piso de 100 metros cuadrados, con una hermosa terraza de 30 metros cuadrados, en un barrio de clase media, asciende a 1.200 €. Un menú a mediodía, en una digna casa de comidas, tiene un precio de 50 pesos, 2,5 €. Con la propina, 2,75 €. Una opípara cena en Cipriani, un selecto restaurante en el exclusivo Polanco, costó 35 € por comensal, propina incluida. Unos calabacines, en el Mercado de la Merced, estaban marcados a 40 céntimos de euro, unos pimientos verdes, rojos o amarillos a 90 y unos tomates pera a 0,65 €. La cesta de la compra no es barata considerando lo bajos que son los salarios. Con estas estructuras de precios la desigualdad está servida.

La sociedad mexicana es muy clasista. El dinero marca las barreras. Es una herencia de la cultura española y de las estructuras políticas y sociales que se implantaron con la conquista.
Los españoles, hombres de bragueta fácil, se volvían locos por las indias. No eran racistas pero sí clasistas. No tenían empacho en desposar a una belleza local si era princesa. Eso sí, primero la bautizaban. Por ello los aborígenes no fueron exterminados sistemáticamente en la América Hispana y fueron utilizados como mano de obra barata, siervos y semiesclavos, al contrario que en Estados Unidos, donde la población autóctona prácticamente desapareció. Todo ello dio paso al país mestizo y clasista que es México. La gran tragedia fue la introducción de enfermedades contra las que los mexicas, mayas y demás etnias no estaban inmunizados, lo que provocó una gran mortandad. Por esta razón desaparecieron los pocos habitantes del Caribe.
Recomiendo la lectura de La época colonial hasta 1760, de Bernardo García Martínez, especialmente las pp. 75-79, en Nueva historia mínima de México, editada por el Colegio de México.

Las carreteras mexicanas son un tanto chuscas, tienen su gracia. En la autopista de peaje, de cuota, dicen ellos, Valladolid-Mérida, en Yucatán, me he cruzado con ciclistas y carros a pedales, cargados de leña de la selva, circulando, para más inri, a contramano. En el arcén de la autopista de peaje Ciudad de México-Puebla los camiones de gran tonelaje, y demás vehículos, paran y aparcan en el arcén, delante de restaurantes, colmados, tiendas y puestos callejeros. Las autopistas no están valladas.

México es el país de las estatuas. En cualquier lugar se levanta una estatua en honor de alguien, o de algo. Son abundantísimas. Ello denota que la clase dirigente, al menos, es culta, mucho más que la española. He visto estatuas dedicadas a Cantinflas, a Agustín Lara, al cantante Juan Gabriel. Ésta última está en una bocacalle de la plaza Garibaldi donde, cada diez metros, en ambos lados, hay una estatua de un artista popular. Las de Hidalgo y Morelos son infinitas. El infame Carlos IV tiene una, a caballo, de gran tamaño, en el Centro Histórico de Ciudad de México, que llaman el caballito. Lleva cubierta por un andamiaje varios años. También en Ciudad de México, en el paseo de la Reforma, en los dos costados, cada cuarenta metros, hay una estatua de un notable. Esta vía tiene kilómetros de longitud. En la misma población, en la plaza de la Villa de Madrid, hay una réplica de la fuente de la Cibeles a ¡tamaño natural! En otra plaza cercana te encuentras con el David de Miguel Ángel. Los exiliados españoles en México, contagiados del espíritu iconográfico de los lugareños, erigieron un monumento en recuerdo del presidente mexicano Lázaro Cárdenas, que tanto hizo por ellos y que protegió a Azaña y a su mujer de las garras franquistas. Creo que en Madrid no hay ningún reconocimiento a la figura de ese mandatario mexicano en forma de estatua o vía pública. Eso sí, tenemos la plaza de Margaret Thatcher, en Goya esquina a Castellana. Su decisión de torpedear y hundir el crucero General Belgrano hace que muchos historiadores, analistas y ciudadanos de todo el mundo la consideren una criminal de guerra.
En las colonias, barrios, Polanco y Anzures, en Ciudad de México, las calles están dedicadas a personalidades de la Ciencia, las Artes y la Cultura mundiales. Yo he residido en la calle Víctor Hugo, entre Leibniz y Shakespeare. El centro comercial El Palacio de Hierro está situado entre Homero y Horacio y flanqueado por la calle Molière. En el Centro Histórico hay una calle rotulada Calle de López-Vía del Exilio Español y en Polanco otra con el nombre de Emilio Castelar, insigne orador y parlamentario y presidente de la I República Española.

La comida mexicana es muy distinta a la nuestra. Los ingredientes son muy variados y, como es de todos sabido, añaden picante a muchos platos. En el Palacio Nacional, sede de la presidencia de la República, antiguo palacio de los virreyes españoles, junto a los murales de Diego Rivera hay una lápida con el siguiente epígrafe: “EL MUNDO DEBE A MÉXICO: El MAIZ, TLAYOLLI – EL FRIJÒL, ETL - El TABACO, PICIETL – El CACAO, CACAUATL – EL ALGODÒN, ICHCATL – EL HENEQUÈN – EL TOMATE, TOMATL – EL GITOMATE, XITOMATL, EL CACAHUATE, TLALCACAUATL – LA TUNA, NOCHTLI – EL MAGUEY, METL – EL AGUACATE, AUACATL – LA PIÑA, MATZATLI – EL CHICLE, TZICLTLI – EL CHICO ZAPOTE, TZICTZAPOTL – EL ZAPOTE BLANCO, IZTACTZAPOTL – EL ZAPOTE PRIETO, TLILTZAPOTL – EL MANTE, COZTICTZAPOTL – EL MAMEY, CUAUTZAPOTL – EL CAPULIN, CAPULLIN – LA PAPAYA, PAPAYAN – EL CHILE, CHILLI – LA YUCA, CUAUCAMOHTLI – LA JICAMA, XICAMATL [sic]”. Según te vas introduciendo en los vericuetos de la comida mexicana descubres que es muy sabrosa y bastante natural y que puedes comer infinidad de platos sin picante, algo a lo que estómagos como el mío no están acostumbrados y no soportan. Lo que es difícil para un panero como yo es prescindir de nuestro pan blanco y comer todo con tortillas, ya sean de maíz o de trigo.

México es un país laico, con separación absoluta de Iglesia y Estado. Sin embargo los ciudadanos son religiosos y, en particular, muy devotos de la Virgen de Guadalupe, cuya imagen, en su basílica, está arropada por la bandera mexicana, la bandera de su pueblo. Me emocionó especialmente ver a muchas familias completas, desde los abuelos hasta los nietos, algunas muy humildes, muchas de ellas indígenas, los desfavorecidos del país, acercarse con gran emoción, con devoción infinita, a venerar a su Virgen. El papa Bergoglio estuvo allí dos o tres días después.
Hay altares y hornacinas con imágenes de cristos, vírgenes y santos por todas partes. Por la calle, entre los puestos de los mercados, en los pasos subterráneos. En un puesto callejero de comida corrida he visto un gran panel donde se agradecía a Dios los dones diarios. Todo ello con una estética muy kitch.
La bandera nacional corona la Catedral Metropolitana de Ciudad de México. Hay quien acusa a la jerarquía eclesiástica mexicana de olvidarse de socorrer a los más necesitados, de las necesidades espirituales de los fieles, de vivir demasiado a la sombra del poder político y de ocupar su tiempo en intrigas. El primero, el propio papa, como puso de manifiesto en su encuentro con el obispado mexicano. Además, Francisco, en su discurso ante la presidencia de la República, con Peña Nieto al frente, reprendió a la clase dirigente diciendo: “Cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano la vida en sociedad se vuelve terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte”. Le aplaudieron como si esos problemas no fueran con ellos.
Yo creo que la bandera mexicana representa al país, a los ciudadanos, no al estado, como sucede en España, donde, además, es origen de conflictos.

La educación pública es laica. Tiene fama de escasa calidad,. En la fachada de muchos centros educativos públicos unos grandes cartelones dicen: “MADRE Y PADRE DE FAMILIA: ESTA ESCUELA ES PÚBLICA, GRATUITA Y LAICA. La SEP (Secretaría de Educación Pública) es responsable del pago de todos los servicios del plantel: luz, agua, predial, teléfono, etc... Nadie podrá condicionar la permanencia de tu hijo o hija en la escuela, exigiéndote un pago por cualquiera de estos conceptos. SI ALGUIEN LO HACE, DENÚNCIALO AL TELÉFONO 36017175”

Los mexicanos, como buenos herederos de la cultura española, la cultura de la desidia y la dejadez, son poco amigos de la cosa pública. Así, generalmente, las calles y plazas están sucias y descuidadas, las aceras y calzadas desportilladas, el mantenimiento de muchos edificios no existe, lo que acelera su ruina y provoca que muchos de ellos se caigan a pedazos, los parques y jardines lucen abandonados y las instalaciones públicas se muestran en un estado lastimoso. Unos urinarios públicos, de propiedad privada y de pago, en la calle Seminario de Ciudad de México, a cuarenta metros del Palacio Nacional, a un paso del Templo Mayor de Tenochtitlan, frente al Sagrario Metropolitano, que forma parte del complejo de la Catedral, son dignos de los que usaban, no los conquistadores del Imperio Mexica, sino sus antepasados medievales extremeños y andaluces.
Sin embargo, cuando se lo proponen, los mexicanos son capaces de ofrecernos verdaderas maravillas de factura, utilidad y mantenimiento. Para mí el caso paradigmático es el Museo Nacional de Antropología, en el Bosque de Chapultepec. Una moderna y notable construcción de 1964, que no ha envejecido, con unos fondos excepcionales mostrados espléndidamente, limpia y bien mantenida. Es uno de los mejores museos del mundo, que justifica un viaje a México.
Igualmente, hay establecimientos públicos, tiendas y restaurantes, que destacan por su tamaño y diseño. No los he visto iguales en Europa. Desde luego es el país de los grandes contrastes, del lujo y la opulencia a la miseria y la pobreza.

Algo que impacta de México es la lacra de los desaparecidos, los asesinatos masivos y los crímenes derivados del narcotráfico.
Una lápida en el suelo, en la entrada del bosque de Chapultepec, resume esta tragedia. Su inscripción dice así: “SOY NEPOMUCENO MORENO NÚÑEZ FUI ASESINADO POR BUSCAR A MI HIJO EL 28 DE NOVIEMBRE DEL 2011 EN HERMOSILLO, SONORA. Soy amiguero y bromista, me encanta la canción de Mi Linda Esposa, también cocinar mariscos, preparo una Cahuamanta deliciosa. Me acribillaron por exigir justicia a funcionarios de la procuradoría del estado de Sonora, para que investigaran y encontrar a mi hijo secuestrado, él sigue desaparecido, mi asesinato sigue impune. Pido que lo que me pasó a mí nunca te pase a ti, que mi muerte y la de miles más no sean en vano y ustedes, la gente, luche con entrega y valor para exigir al Estado Mexicano que se comprometa a revivir la Justicia, la Verdad y la Paz en México. Como siempre dije: “¡¡Todo pa' delante... nada para atrás...!!” NEPO 28 de marzo del 2014 [sic]”.

En ningún lugar del mundo he encontrado tantos policías como en México. Solos, en parejas, en grupos más o menos numerosos, siempre ves agentes por todas partes. En la calle, custodiando edificios oficiales, centros comerciales o de celadores en los museos. Pero no parecen muy eficaces. No tienen reparo en estar charlando plácidamente o comiendo en público. He visto a dos uniformados platicando tranquilamente en una puerta lateral del Palacio Nacional, abstraídos de su labor de vigilancia, mientras a uno de ellos un limpiabotas le lustraba los zapatos.
He contado varios cuerpos. Policía Federal, Estatal, Municipal, Auxiliar y de Tránsito. En las ruinas de Chichén Itzá había policías federales patrullando con traje de campaña, chaleco antibalas, casco de última generación y fusil de asalto. En las carreteras principales existen controles permanentes, con garitas como las de los peajes de las autopistas, en las que unos pasivos guardias dormitan, ajenos al flujo de los carros. La Policía Auxiliar está financiada al cincuenta por la Administración y al otro cincuenta por ciento por la entidad, pública o privada, para la que, en un momento dado, presta servicios. Así, los miembros de este cuerpo ejercen de celadores de museos o de vigilantes en centros comerciales, armados hasta los dientes, con armas largas. También es numerosísima la seguridad privada, especialmente en edificios de oficinas y establecimientos de hostelería.

Una de las peculiaridades de México es la infinita oferta comercial disponible, basada, en gran parte, en la venta ambulante y en la vía pública. Hay millones de puestos callejeros de comida, alimentos y todo tipo de mercancías.
En ciertas zonas de Ciudad de México los comercios se agrupan por gremios y así, entre el Zócalo y el Palacio de Bellas Artes, existen multitud de ópticas y joyerías, muchas de ellas localizadas en galerías comerciales monotemáticas, de tiendas minúsculas, muchas de ellas reducidas a un simple mostrador. Allí cerca descubrí un mercado, de cientos de puestos, dedicado exclusivamente a artículos de papelería y escritorio. Cerca de la basílica de Guadalupe se encuentra otro donde se venden imágenes y objetos religiosos.
El mercado de la Merced merece una visita. Los puestos se cuentan por miles y despachan todo tipo de mercancías y alimentos.
Todos los días laborables, a mediodía, en la calle Miguel de Cervantes Saavedra, frente a la gigantesca torre de oficinas de Telcel, los museos Soumaya y Jumex, el acuario Imbursa y el teatro Telcel, todo ello parte del imperio de Carlos Slim, se instala, en uno de los carriles de la calzada, un mercadillo de puestos de comidas y comestibles para satisfacer las necesidades alimenticias de miles de empleados del magnate mexicano. Es digno de señalar el contraste entre la modernidad y el lujo de los edificios y la sencillez extrema de los tenderetes del mercadillo.

Los mexicanos han heredado los vicios y defectos de las estructuras territoriales y organizativas y de la burocracia del período colonial. Un ejemplo: en la colonia Anzures de Ciudad de México se encuentra la representación del estado de Oaxaca en la capital federal. Como si de una embajada o consulado para oaxaqueños se tratara, estaba llena de personas esperando para ser atendidas. Para acceder a las ruinas de Chichén Itzá hay que pagar dos entradas, una de la administración federal y otra de la administración del estado de Yucatán. Si se paga en efectivo, una sola señorita cobra y entrega dos boletos diferentes al visitante. Cuando se abonan las entradas con tarjeta de crédito, una empleada carga en un datáfono el importe de la parte federal y otra, en otro datáfono, la parte estatal.

En México, todo el suministro eléctrico de media y baja tensión es aéreo. También el cableado telefónico. El resultado es que todas las calles son bosques de postes sosteniendo marañas de cables y cablecitos. Lo de Telefónica en España, con sus conductos dañando todo tipo de edificios históricos y singulares, parece una chiquillada. Bueno, Telefónica con la connivencia de los ayuntamientos.
¿Será que la alta sismicidad no permite el despliegue subterráneo o es algo derivado de la dejadez mexicana?

En Ciudad de México, en la puerta de muchos establecimientos comerciales y restaurantes, unas palanganas llenas de agua esperan para saciar la sed de los perros de clientes y viandantes. En la terraza de un restaurante, el camarero nos trajo unos de esos recipientes para Lola, la perrita callejera adoptada por mis anfitriones que, es tan sociable, que se acerca a saludar a cualquier persona con la que se cruza. Nunca nadie le hace un mal gesto. Parece que los chilangos aman mucho a los chuchos.

El viaje a México, y algunas lecturas complementarias posteriores, me han hecho meditar mucho sobre las desigualdades sociales y económicas, las estructuras políticas y los intereses de unos y otros. También sobre el hecho de gobernar con arreglo a principios de justicia y mirando por el bien común y nuestro medio físico o, por el contrario, con el único objetivo de ejercer una gran presión fiscal que permita mantener el entramado de los estados, sustentando la corrupción y el provecho de los grandes grupos económicos y de las multinacionales. Cuestiones, todas ellas, que afectan, en mayor o menor grado, a todos los países y pueblos de la tierra.

No quiero extenderme más y aburrir al lector con más impresiones personales de México, que, por cierto, es un maravilloso país.

08 abril 2016

La cesión del patrimonio colectivo. México y España

Julio Sánchez Mingo

Abril 2016

Domingo 27 de marzo de 2016. Playa de Akumal, Estado de Quintana Roo, México. Unos lugareños irrumpen en la playa, en manifestación, por el único acceso público existente en la zona. Al parecer la Municipalidad, en definitiva la Administración Pública competente, quiere privatizar una parte del dominio marítimoterrestre y entregarlo en concesión a unos inversores para la construcción de un hotel.




La parcela, de una finísima y blanca arena de playa y cuajada de cocoteros, está rodeada por una cerca de malla metálica, cubierta por un plástico negro para impedir la visión del interior, y coronada por una concertina. Los paisanos, que reivindican el uso público de las playas y su dominio terrestre y el derecho a disfrutar de la sombra de las palmeras, como han hecho desde hace miles de años, han doblado las púas y rasgado el plástico. 




En el interior hay una legión de guardas de seguridad, de espaldas a la valla metálica para que no se les vea la cara y puedan ser reconocidos, que controla que nadie salte al recinto. Paradójica, y sarcásticamente, el ayuntamiento se llama Solidaridad.
La playa, en su día, debió ser paradisíaca. Ahora hoteles construidos en su mismo borde, sobre la arena del dominio marítimoterrestre, clubs de playa y casetas de servicios turísticos la afean enormemente. ¡Y es un lugar de desove de tortugas!


Las administraciones públicas deberían financiarse exclusivamente con los tributos de los ciudadanos. Pero como su gestión no es lo eficiente que debería y está lastrada por la corrupción, la mala administración y el electoralismo, que lleva a ofrecer el oro y el moro, vivir por encima de sus posibilidades e incurrir en gastos superfluos, han de recurrir a vías de financiación alternativas que incluyen la cesión, en venta o concesión, del patrimonio público, del patrimonio colectivo, y la recalificación urbanística de espacios naturales y urbanos de especial interés para toda la sociedad.
Esto sucede en México. La situación en España es exactamente la misma.
Un gobierno en funciones prorroga la concesión por ¡60 años más! a una contaminante fábrica de celulosa que ocupa el lugar al que acudían los lugareños a ganarse el sustento mariscando, en un entorno que hace muchos años fue bellísimo. El ministerio de Defensa vende en Madrid 27 hectáreas del Parque de Ingenieros de San Fernando para la construcción de viviendas, y así poder reforzar sus maltrechas arcas, al igual que sucederá con la prevista Operación Campamento o con el solar de la antigua cárcel de Carabanchel. Millones y millones de metros cuadrados de terreno público, patrimonio de todos, enajenado para compensar el dinero perdido por la mala gestión, los gastos superfluos y la corrupción. Además, pan para hoy y hambre para mañana. 
La justificación que nos ofrecen los políticos, tremendamente demagógica, es siempre la misma. Aumenta la actividad económica y la  creación de puestos de trabajo. Nunca dicen que tanto la una como la otra pueden, y deben, ser compatibles con la preservación del medio ambiente y la conservación del patrimonio colectivo.

Fotografías del autor