Montaña adentro. Un camino a tu interior
Maricarmen Rizo
Maricarmen Rizo: El volcan Popocatépetl (5.452 m) visto desde el Iztaccíhuatl (5.280 m). |
En la montaña todo cambia de un momento a otro: el clima, el camino, los paisajes, tu respiración y, a cada paso, un latido más fuerte del corazón. Durante el ascenso la euforia inicial se va transformando en cansancio, sed, calor, frío, en ocasiones mal de altura, vértigo y llega la lucha interior entre seguir o parar.
Hay ocasiones en que la montaña decide por ti; si la neblina se cierra o nieva, no hay manera de continuar, pero cuando solo se trata de un mayor esfuerzo no siempre es sencillo discernir si falta voluntad o realmente el cuerpo no da más y es momento de dejar a un lado el orgullo para no exponer ni a tu equipo ni a ti mismo, porque hay una diferencia entre valentía e imprudencia.
Todo ello lleva a un análisis profundo de nuestros límites y cuando logras sobreponerte al miedo, la fatiga o las lesiones la recompensa de alcanzar el objetivo es inmensa. La satisfacción de contemplar la majestuosidad de la naturaleza desde kilómetros de altitud sobre el nivel del mar no tiene parangón.
La actividad del senderismo, alpinismo, escalada o excursión, según sea la montaña, es una excelente práctica hacia el autoconocimiento, la reflexión y la superación personal. Las lecciones son muchas y variadas dependiendo de cada vivencia.
Recientemente tuve la oportunidad de subir al Refugio de los 100 (4.780 msnm), situado en las laderas del volcán Iztaccíhuatl —en náhuatl: Istaksiwatl, Mujer Blanca, de istak, blanco, y siwatl, mujer, también conocido como Mujer dormida—, México, con un equipo solidario y experimentados guías que condujeron nuestros pasos por el camino correcto y nos alentaban cuando veían que lo necesitábamos. A continuación, comparto algo de lo que aprendí no solo para la montaña sino también para la vida.
Carga lo que puedas aguantar y elige bien tu compañía
También elige bien tu compañía, porque como en la vida, es quien te impulsará o desalentará cuando equivocas el camino o el peso es excesivo, que a veces puede ser emocional, por lo que quien te acompaña desempeña un papel trascendental. En nuestro equipo al menos a cuatro personas nos ayudaron con la mochila; en mi caso lo hizo mi compañero de aventuras y de vida, Óscar, quien también me dio confianza y aliento. Nuestra guía y amiga, en algún momento, subió con tres mochilas a cuestas. Sobra decir que la fuerza física y mental de Johana es admirable.
Y, por supuesto, cárgate de mucha energía positiva, de pensamientos optimistas, de autoestima, confianza y prudencia. Para quienes creemos en Dios, también ayuda encomendarte y agradecer por la montaña y lo que ésta nos regala y enseña.
La lengua en el paladar
Solidaridad en la montaña
Equipo adecuado, valora tu vida
Para quienes aman este deporte es un riesgo que se asume.
En la montaña cambia todo, cambias tú.
Nos vemos en la próxima, buena suerte, qué tengas buen camino.
1 El dolor de caballo, como se le conoce coloquialmente en México, es el dolor abdominal transitorio asociado al ejercicio (DATAE). Es un dolor intenso y repentino que aparece en el abdomen. En España se le dice flato.
Wow
ResponderEliminarMaricarmen como siempre es un deleite tus palabras en este relato reflejan tanta verdad de lo que sucede en la montaña, me llegas a lo profundo de mi ser en las vivencias del recuerdo atrás en las montañas, Gracias por compartir estas letras que bueno que arrastras la tinta ✍️ y dejas plasmada la enseñanza de forma tan elocuente y disfrutable !
Felicidades una vez más !!
Tanto por ese ascenso como por la nota!
Que bonito relato me imagine perfecto y me Emociono mucho saber lo bien que Les fue... Ni hablar no Me Tocaba ir, pero segura estoy que sin duda la vida nos regala una experiencia que podamos compartir. Abrazos! Gracias por compartir.
ResponderEliminarPrecioso relato y muy buena la similitud con la vida
ResponderEliminarLlevar lo necesario y elegir la compañia
Fantastico
Relato muy bonito. Metáfora de la vida y buenos consejos para los que quieren continuar o empezar a enfrentarse con las montañas: escuchar los mensajes que nos transmite nuestro cuerpo y compartir con los compañeros de viaje la fatiga y las esperanzas.
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