05 diciembre 2020

 

Un año
Julio Sánchez Mingo

 

Hoy se cumple un año. A estas alturas de la existencia, los meses se suceden a un ritmo trepidante. No digamos los días. Así será hasta la llegada a la estación término, de destino final, cuando nuestra presencia física concluya. Aunque la propia vida se prolonga mientras los demás nos recuerden, nuestra estampa se proyecte en su imaginación y formemos parte de sus conversaciones. El poeta Francisco Brines decía en una entrevista: "Me gustaría escribir alguna vez un poema ―al menos de tres versos, pues no soporto los pareados― que pudieran leer con emoción perceptible los hijos de tus futuros nietos”. Una forma de expresar el deseo de permanecer y de que nuestras ideas y palabras lleguen al corazón de aquellos que sucederán a nuestros herederos. Aunque habrá un momento en que desapareceremos absolutamente.
Su última imagen la tengo todavía bien grabada en los recovecos de mi mente: expresión bella y serena, de un blanco cerúleo; el óvalo de la cara más afilado de lo habitual, en una postura relajada y plácida.
Muchas veces me pregunto cómo hubiera llevado esta agonía sin fin de la enfermedad que ha distorsionado el planeta, este angustioso vivir a la espera de una luz que, en los momentos de mayor desasosiego, parece que no llega nunca, esta situación que nos impide relacionarnos abiertamente con otras personas y otros paisajes. Es el único peaje, y no es baladí, que pagamos los afortunados que disponemos de todo: habitación confortable, viandas y libros para evadirnos y alimentar el espíritu.
Estos doce meses pasados he echado en falta su mensaje: —¿Estás en casa? ¿Puedo llamarte?—. A lo que yo respondía marcando su número, preludio de una conversación que podía prolongarse infinitos minutos. Eran sus momentos de horas bajas, siempre a media tarde. Con la charla, poco a poco, se iba animando. Y terminaba riendo.
A veces se adueña de mí un sentimiento de frustración por no poder dirigirme a las personas que ya no están para preguntarles cosas que se quedaron en el tintero, dudas que ya no lograré resolver y porque ya no me transferirán muchos de sus conocimientos. También, el no disfrutar de su compañía, al menos de su callada presencia, me produce sensación de soledad.
Hoy me acercaré a la Almudena a llevar unas flores y departir con los testigos, ahora mudos, de nuestra risueña infancia, nuestra lejana e inalcanzable juventud y de nuestra madurez desvanecida.
Y entonces, hace un año, cinco días después, se disiparon las tinieblas y se hizo la luz con la alegría de una nueva vida.

6 comentarios:

  1. Julio Sánchez ensaya, en este escrito, una audaz propuesta en la cual el lector ávido de ser confidente y copartícipe de sus añoranzas y nostálgicas evocaciones, debe conformar en su imaginación el perfil del o la personaje sin nombre y sin rostro que nos presenta. Julio sabe muchas cosas, conoce abundantes detalles y circunstancias de éste o ésta personita que podrían regocijar la curiosidad de sus lectores con sabrosas anécdotas, pero también sabe que lo que se omite deliberadamente en un relato, no es pérdida; es ganancia de expectativas y el catalizador de nuestras emociones soterradas. Esos sentires y pasiones indescifrables que nos conmueven, justamente por el halo del enigma. Julio nos guiñe un ojo y nos reta a idear en esta breve confidencia el talante, alma y corazón de un o una entrañable
    protagonista. ¿Quién acepta el desafío?

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  2. Es muy difícil comentar escritos tan íntimos como éste; solo puedo decir, que me ha llegado, y me ha hecho acordarme de personas que han ido desaparecido de mi vida.

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  3. El tiempo transcurre, la obra queda estimado Julio. El material intelectual es "indestructible"; nuestros sentimientos, recuerdos, experiencias, en parte se transmitirán. ¡Fuerza!

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  4. Qué se puede comentar de algo que lo dice todo.
    Es mejor releerlo, pensarlo y sentirlo como propio.

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  5. Me ha llenado de una dulce y triste nostalgia, recordando a los mios, personas que se fueron para siempre, y cada vez son mas. Aparecen en mis sueños, a veces vivos, otras como si vinieran a hacerme compañia desde el mas allá. Me gustaria poder retroceder en el tiempo por un instante, y regresar a aquellas celebraciones donde nos reuniamos todos y todas. Gracias Julio

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  6. Por fin me estreno. Y en este caso es precisamente para comentar brevemente, breve como el escrito del autor, la conmovedora, nostàlgica pero también esperanzadora evocaciòn de ciertos momentos de un ìntimo pasado pero con "lo sguardo rivolto" también a un dolce futuro. Complimenti Julio, admiro, como de todos los grandes cuentistas, tu capacidad de sìntesis y de suscitar tantas emociones en pocas lìneas.

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