Divertimentos Tres acerados puyazos en forma de microrrelato Julio Sánchez Mingo Fotos del autor
He aquí, mi querido lector, unos breves trabajos, divertimentos más bien. Son tres microrrelatos escritos para su presentación en unos certámenes de este género literario celebrados recientemente en Madrid. Obviamente, no fueron galardonados.
Siempre se trasladaba en Metro
Escrito participante en el XI Concurso de Microrrelatos convocado por las
Bibliotecas Municipales de Madrid, en octubre de 2019, con el lema
Los
relatos viajan en Metro,
con motivo del centenario del Metro de Madrid. El texto debía ser
igual o inferior a cien palabras e incluir el término Metro.
Era
un hombre honrado, simpático, que se llevaba bien con todo el mundo,
preocupado por sus conciudadanos y por el bien común. Alcanzó la
presidencia de la Comunidad de Madrid. Su deseo era que el Metro de
la región fuera modélico —de
hecho siempre se trasladaba en este medio de transporte—
y que la sanidad pública y la educación pública brillaran por su
excelencia. Pero los poderes fácticos, para preservar sus intereses,
le hicieron la vida imposible y falleció de un infarto, como
Luciani, a los treinta y tres días de su mandato.
10-04-2020 12:41 El Metro de Madrid durante el confinamiento. Trayecto Aeropuerto T4-Colombia. |
Madrid, museo al aire libre de alcorques
vacíos
Con motivo del confinamiento impuesto a
la ciudadanía a causa de la pandemia del Covid-19, este mes de mayo
de 2020 el Museo de Historia de Madrid ha convocado Microhistorias
desde el encierro. Su
extensión no podía superar el centenar de palabras y debían
contener los vocablos Madrid
y museo.
El pasado Día del Libro 2020, regalé a
todos mis amigos El hombre que
plantaba árboles, de Jean
Giono.
Mal presagio.
A la mañana siguiente, una contrata
municipal taló, frente a casa, un magnífico y frondoso ejemplar de
arce.
No lo repondrán. Es la política del
ayuntamiento.
Hace
años, en el mercado de Barceló
La
Biblioteca Pública Municipal Mario
Vargas Llosa
de Madrid convocó, en octubre de 2019, el III Concurso de Relatos
Cuarto
y mitad,
con el apoyo del cercano mercado de Barceló. La longitud de la
redacción debía ser de un máximo de mil palabras e incorporar la
expresión en
el mercado.
Los
mercados de Madrid están transformando sus puestos de frutas,
verduras, carne, pescado, pan y ultramarinos en bares de tapas, en un
proceso de gentrificación imparable. El ejemplo más significativo
es el mercado de San Miguel, próximo a la plaza Mayor. Por ello,
diálogos castizos como los que siguen, cuajados de dobles sentidos,
se están perdiendo.
—¿A
cómo está la coliflor?
—Regalada.
—¡Qué
frío!
—Señora,
el Ayuntamiento, que no cuida el edificio. Entra aire por todos laos.
No vea los sabañones que me salen en el mercado.
—Los
melones los tengo todos al mismo precio, peros son mejores éstos, de
mi tío. Me los trae de Titulcia, a orilla de Villaconejos.
—No
me ha devuelto los 50 céntimos.
—Sí
señor, se los he devuelto.
—Yo
he visto como se los ha dado.
—¿Ve
usté?
—Vamos,
que se me termina el género.
—Venga
la bolsa, que le vuelco las naranjas.
—Póngame
10 kilos de patatas.
—¡Vaya
familión que tiene usted!
—Pog
favog,
seguía
tan guentil
de dagme
trois
pimientas vegdes
y dos gojas.
—Madan,
la pimienta es otra cosa. Estos son pimientos.
—Tiene
los melocotones al doble de precio que este verano en Colmenar. ¡Cómo
se aprovechan, qué barbaridad!
—Deme
más perejil, no sea agarrao.
—¡Pero
qué señora mas guapa y más joven!
—No
sea zalamero, que ya tengo ochenta y cinco.
—El
pepino es bueno para el cutis.
—¡Hay
que ver, qué fijación tienen estas señoras con los pepinos!
—¡Vaya
peras que tengo, vaya peras que tengo!
—Ya,
ya, señora, ya veo.
—Jefe,
pruebe este higo, que está muy dulce.
—Eso
dicen todas.
—¿Estará
buena?
—Como
usted, reina mora.
—No
se pase, ¿eh?
—Soy
de Córdoba. Utilizo estos tomates para el salmorejo.
—Póngame
cuarto y mitad de ibérico. No estará salado, ¿verdad?
—Calle
mujer, rico, rico.
—Deme
un manojo de cebolletas.
—¿Le
corto el rabo?
—A
ver, Guti, campeón ¿qué te pongo?
—¡Qué
yo soy del Atleti!
—Está
de muerte,
—¡La
guayaba!
—Gracias,
amor.
—¡Qué
cosas me dice!
—Sólo
hay huevos morenos.
—Los
blancos están de capa caída.
—Hoy
tengo coliflor.
—No,
gracias.
—Con
lo buena que es. ¿Repollito?
—No,
que después huele a escalera.
—Buenos
días, moreno.
—¡Qué
ya peino canas!
—Señora,
se le ha caído el calabacín.
—En
qué estaré yo pensando.
—¿Mezclo
melocotones y paraguayas?
—Sí,
no creo que se peleen.
—Tengo
una alegría en el cuerpo... alegría Macarena.
—Éstos
me han deslomao
a trabajar hoy. Éste se quiere comprar una moto, el jefe no sé qué
de un chalet. Yo estaría todo el día tumbao
en
el sofá con tres rubias… de Mahou.
Los tres relatos hablan del vacío: el del metro durante lo más crudo de la pandemia, el de los alcorques, símbolo de la desidia de los sucesivos ayuntamientos, o el dejado por los antiguos mercados donde bullía la vida. Es el vacío de aquel Madrid del que apenas queda nada. ¡Pobre Madrid!
ResponderEliminarVS
ResponderEliminarGeniales relatos del mercado, me he reido. Gracias
ResponderEliminarMe parece genial y muy bien llevado el ambiente tan castizo y dicharachero del mercado. Una pena que esos diálogos se terminen de perder gracias a la llegada de las compras "on líne" tan asépticas,aburridas e insustanciales.
ResponderEliminarFelicidades.