05 abril 2020


El futuro

Julio Sánchez Mingo

Yo soy optimista por naturaleza y siempre trato de ser positivo, aunque haya momentos o días en que los ánimos se me vengan abajo. Sin embargo, ahora no puedo ser confiado de cara al futuro. Soy realista, tengo los pies muy pegados a la tierra y pienso que terminará por imponerse la condición humana, con todos sus vicios y virtudes.
Creo que tras la pesadilla del coronavirus nada cambiará. No nos volveremos de golpe todos buenos, desprendidos y solidarios. No escaparemos a la desigualdad, la pobreza, el hambre, las injusticias, el capitalismo salvaje, el consumismo y seguiremos castigando el planeta, la casa de todos, aunque estos días hayamos descubierto que en Ciudad de México o Madrid no hay contaminación, las aguas de la laguna de Venecia estén limpias, y los pájaros se hayan enseñoreado de vías, plazas y jardines urbanos y nos deleiten con sus cantos y cortejos primaverales.
Tras las guerras, los contendientes siempre juran y perjuran que hechos tan execrables no volverán a repetirse. Tras las II Guerra Mundial, por ejemplo, en un corto espacio de tiempo, se embarcaron en las guerras de Corea y Vietnam, con cientos de miles de muertos.
La pandemia del Covid-19 es una guerra donde hay víctimas mortales, heridos , los infectados que se recuperan, y ruina, mucha ruina económica que golpeará a los más desfavorecidos. Esta mañana, me decían por teléfono que los aprovisionamientos empiezan a escasear en los grandes hipermercados de la periferia de la capital mexicana y que, en las pequeñas tiendas de alimentación de los suburbios de la ciudad, han subido tanto los precios que mucha gente no tiene dinero para adquirir bienes de primera necesidad.
Saldremos de esta pero nuestro comportamiento general no cambiará. Mucha gente se arruinará, se cerrarán negocios, se perderán trabajos, se interrumpirán estudios, incluso algunos avispados se enriquecerán, pero no escarmentaremos. Es posible que se produzcan ciertos cambios de hábitos y forzosamente quedaremos marcados y siempre recordaremos estos aciagos días. Basta mirarnos en lo sucedido a nuestros padres con la Guerra Civil española. Los míos perdieron su juventud, el estallido del 36 les cogió con diecinueve años, pero la sociedad caminó por los mismos derroteros de siempre.
En esencia, no cambiaremos.

No quiero terminar estas breves líneas sin una cita de La peste de Albert Camus: "El mal que existe en el mundo proviene casi siempre de la ignorancia, y la buena voluntad sin clarividencia puede ocasionar tantos desastres como la maldad. Los hombres son más bien buenos que malos, y, a decir verdad, no es esta la cuestión. Sólo que ignoran, más o menos, y a esto se le llama virtud o vicio, ya que el vicio más desesperado es el vicio de la ignorancia que cree saberlo todo y se autoriza entonces a matar. El alma del que mata es ciega y no hay verdadera bondad ni verdadero amor sin toda la clarividencia posible".


PD. Anteayer falleció Aute, cuyo recuerdo estará siempre vivo en los corazones de algunas generaciones de españoles e hispanohablantes. Como homenaje, interpretada por él, una de sus canciones más emblemáticas: Al alba.
   


5 comentarios:

  1. Es difícil creer en un futuro promisorio. Quizás los años nos vuelven escépticos, o fatalistas, pero de lo que sí estoy seguro es que nos arrebatan el romanticismo de nuestros años de juventud y la fe en la humanidad.

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  2. Se dice que el tiempo lo cura todo, es posible que sea así. Pero creo que el tiempo nunca curara la maldad, la avaricia, el egoísmo ...

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  3. Me temo que Julio tiene razón, con el matiz de que no cambiaremos para bien ni para mal, es decir, estaremos imbuidos de una corriente de solidaridad y mejores intenciones durante un tiempo, pero al mismo tiempo entraremos en una etapa de desconfianza, hipocondría y hasta paranoia respecto a las medidas preventivas contra el virus y las posibles formas de contraerlo.
    Una vacuna rápida y efectiva nos ayudaría a regresar a la tan ansiada normalidad, aunque el verdadero debate debería venir de un auténtico cambio respecto a la manera humana de comportarse y relacionarse con su entorno y la naturaleza.
    Necesitaríamos entrar en otra onda.

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  4. Es cierto, lo mismo que se manifiesta el carácter impetuoso del pueblo español en determinadas circunstancias, también hemos visto que es un pueblo que sabe sufrir y aceptar los reveses de su propio destino, que en absoluto quiere decir conformista.

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  5. qué buen remate: Camus y de fondo Aute... gracias, Sánchez-Mingo jeje. Ánimo!

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