25 mayo 2018


La metatasa


Gonzalo Silván


Hace un par de añitos me llevé la sorpresa de que, tras convivir durante más de quince años con la caótica numeración de las vías de Mojácar, el Ayuntamiento de este municipio, de ahora en adelante Mojayto, tomó cartas en el asunto y decidió poner orden en el monumental desaguisado. Para que el lector se haga una idea, basta con decir que la numeración de las fincas eran pares o impares a cualquier flanco de la calle, nada de pares a un lado e impares al otro. El desorden era mayúsculo, y que llegara una carta era más difícil que acertar el Gordo de la Primitiva. Incluso, en mi propia calle, llegamos a coexistir tres viviendas con el mismo número. Un follón, pero era una promiscuidad llevadera.
El guirigay era ya tan crónico que me quedé pasmado cuando una nueva corporación municipal, haciendo gala de un arrojo excepcional, asumió sus responsabilidades poniendo fin a tanta anarquía postal.
Sólo un año después caí del guindo. Cuando, a los vecinos que guardábamos nuestros vehículos en nuestro terrenito, el Mojayto nos informó que si queríamos seguir con tan incívica práctica teníamos que solicitar un vado. Y que de no hacerlo, se nos asignaría de oficio.
¡Ya estaba claro! De sentido de la responsabilidad, nada de nada. Para poder imponer el nuevo tributo era imprescindible numerarnos correctamente. Y así, de paso, convertir un “derecho” en una obligación. Ya que hasta entonces el vecino que no quería que le adosasen a su puerta un vehículo ajeno, era el que, voluntariamente, solicitaba y pagaba su vado.
Una vez más sólo se acordaban de nosotros para agasajarnos con algún nuevo gravamen. Como detalle secundario cabe señalar que el Mojayto no se hace cargo del avío del vado físico, es decir, el rebaje para salvar la diferencia de cota entre calzada y acera. Además la placa conmemorativa de dicha tropelía la ha de pagar también el sufrido contribuyente, ellos bastante tienen con cobrar. Vamos, que encima pones la cama. Dicho sea de paso, la placa es enorme... y estéticamente horrorosa, afeando con su hortera presencia el tradicional y sosegado blanco de las fachadas mojaqueras; pero eso ¿a quién le importa? En vez de buganvillas, plantemos placas.

Ante tan generosa oferta un servidor, tras dar las gracias, declinó la invitación, alegando que no necesitaba ni quería vado, y menos un “aparcamiento exclusivo” para guardar, ocasionalmente, un vehículo de dos ruedas. Vamos, que no me importaba que cualquiera estacionara delante de la puerta de mi casa, y que si alguien lo hacía yo asumía que no tenía derecho a protestar. Pero el Mojayto, erre que erre, dice que no. Que el mero hecho de aprovecharse de su acera obliga a pagar un vado. Por cierto, por un importe mucho mayor que el de un permiso de circulación. Claro que con el término que emplean de “aprovechamiento” de la acera me hacen sentirme culpable. Vamos, que no es sólo que la use... sino que soy un aprovechado. Va a ser que tienen razón pues, aunque parezca increíble, frente a mi casa hay una acera que el Mojayto no costeó, y para entrar en mi vivienda no me queda otra que franquearla; aunque es tan escueta que sería fácil hacerlo de un salto. Que conste que soy un privilegiado pues, aunque mi calle presenta un estado de abandono deplorable y está plagada de baches, hoyos y parches chapuceros, yo, al menos, tengo acera. Tercermundista sí, pero acera al fin. Muchos otros no pueden decir lo mismo.
Aparte de otros aspectos, como el amenazador tono de los requerimientos, la deficiente redacción de las propias ordenanzas y las posibles ilegalidades que presenta todo el procedimiento, el climax de todo este indeseado concubinato se alcanza cuando, en contestación a las alegaciones presentadas, el Mojayto tiene la desfachatez de afirmar lo siguiente:
Y teniendo en cuenta que el hecho imponible es el aprovechamiento especial que se realiza por el paso a través de las aceras u orillas de la calle con independencia de que estén pavimentadas, al mismo nivel o distinto nivel de cota de la calle”...
Y tanto que aprovechamiento especial pues, traducido a román paladino, el párrafo anterior viene a decir que tienes que apoquinar por usar una acera aunque físicamente no exista. Esto si que no lo había visto en mi vida. Cobrar por usar algo que no existe se sale de la mera glotonería recaudatoria, o del power delirium, para entrar en el terreno de la metafísica. Vamos, que han inventado la metatasa.

Si miras por el ojo de la cerradura de la puerta de atrás, la que da a los acontecimientos del pasado reciente, verás que es fácil reconstruir la escena que generó la brillante idea. Percibirás una figura que paseando por las calles de Mojácar, de pronto, se percata de la gran cantidad de viviendas cuya construcción se autorizó con un diseño que permitía guardar los vehículos en las propias fincas. Con ello, en cierta medida, se lograba que las estrechas calles del pueblo quedasen más despejadas. De pronto la figura se detiene bruscamente, entra en trance, saca su móvil y, activando la calculadora, multiplica 150 por X; siendo X el número de viviendas con está agraciada tipología. La cifra resultante inflamó sus ojos, haciendo más visibles las venillas rojas de sus escleróticas. Parecía que sus globos oculares quisieran exiliarse de sus familiares cuencas . De la comisuras de sus labios se fugaban pequeñas cantidades de un liquido espumoso. Sus manos se rozaban emitiendo un rumor marino, como de ola, orilla, y chiringuito. En su rostro quedó grabada la huella indeleble de una experiencia místico económica, que le dejó como herencia una expresión ovejuna, muy parecida a la de una inocente pastorcilla tras una aparición mariana.
No me extraña que la NASA busque vida inteligente en otros planetas, pues para sacarnos los cuartos a base de burdos decretazos no hace falta tener muchas luces, basta con tener pocos escrúpulos.


Gonzalo Silván es aprovechador de aceras




2 comentarios:

  1. De risa? No.Triste y patético. Sólo que descrito con gracia.
    Así nos luce el pelo...

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  2. Me alegra ver que has captado el tono y la intención de mi crítica.
    Gracias por tu comentario.

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