30 abril 2025

El bizum

Argimiro Rubio Cuadrado



Borja García-Sotomayor Gómez del Río estaba lo que se dice tieso. Hacía tiempo que se había pulido la mayor parte de la herencia que a él y a sus hermanas les habían dejado sus padres. Una parte no pequeña se había esfumado en doce años de pleitos con sus cuñados, precisamente por la herencia. La finca que le quedaba en Extremadura apenas le daba para cubrir los gastos de la propia explotación y para el mantenimiento de la casa de Madrid, un piso de 237 m2 en la calle Hermosilla , donde habían vivido sus padres y que heredó junto con la antigua criada que los había visto nacer a todos y que , como era como de la familia, no tenía un sueldo como tal, ni estaba dada de alta en la Seguridad Social.

Pero Josefina, si tú eres como de la familia, si aquí no te falta de nada y, además, nos vas a enterrar a todos le decía cuando la mujer le pedía un sueldo en nómina y que la diese de alta para poder tener una paguita el día de mañana.

Borja García-Sotomayor Gómez del Río había estudiado Derecho sin mucho empeño y había colgado los estudios a falta de dos asignaturas para terminar la carrera. A sus 42 años, estaba de buen ver. Delgado y no mal parecido, frecuentaba el gimnasio y conservaba un pelazo, herencia genética de su padre, que cuidaba con esmero y con gomina, claro. Vestía al gusto y a la moda que impera en cada momento entre los de su clase y su barrio. Como complemento de su atuendo, no podían faltar, y no faltaban, un buen surtido de pulseras de lana con la bandera de España en su muñeca y unas gotas de colonia Terra, de Hermès.

Borja García… estaba tieso, sí, pero su tren de vida aparentaba ser alto. Salía todos los días de su casa de Hermosilla con 500 € en el bolsillo, lo malo es que siempre eran los mismos, un billete de 500 € nuevecito que administraba con notable maestría.

Su hábitat natural era lo que él llamaba el cogollito, cuatro calles del barrio de Salamanca donde frecuentaba los mismos lugares y a las mismas personas. Todos lo tenían calado, pero Borja se manejaba con la desenvoltura de los caraduras simpáticos de buena cuna y, eso hay que renocérselo, tenía don de gentes y le caía bien a todo el mundo.

Él sabía perfectamente en que sitios no tendrían cambio para un billete de 500 €, así que, a la hora del aperitivo con los amigos, llegada la hora de pagar las consumiciones sacaba su flamante billete, lo ponía sobre el mostrador y decía con soltura: Paco, cóbrate, que a esta ronda invito yo y claro, Paco, invariablemente, le contestaba: D. Borja, ¿no tendría usted un billete más pequeño? Es que a estas horas todavía no tengo cambio . Él decía que no, que lo sentía, que no tenía billetes más pequeños y, con fingida contrariedad, recogía su billete y dejaba que cualquier otro se hiciese cargo de la cuenta.

Este modus operandi llevaba funcionándole bastante tiempo, y pensaba que podría seguir funcionándole durante mucho tiempo más, pero se le truncó el día que Paco, el camarero, le dijo: Don Borja, no importa, háganos usted un bizum.

Nota del editor. Bizum es un medio de pago digital español. Ofrece transferencias de fondos instantáneas entre particulares y para pagos en comercios. Asocia el número de cuenta bancaria del usuario a su número de teléfono móvil. Es para pequeños importes y se opera desde el propio celular, donde basta indicar el importe y el número del destinatario.

 

1 comentario:

  1. Me ha encantado . Las apariencias, personajes con los que nos disfrazamos para ocultar las miserias, o nuestro verdadero Ser. Es más fácil ocultarnos , quizás por miedo al rechazo.

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