Los nostálgicos
Julio Sánchez Mingo
Bandera de España. I República. |
Cuando yo nací, hacía veintidos años que el dictador, Primo de Rivera, había dimitido y se había exiliado en París. Su ejército le había dado la espalda y su rey, Alfonso XIII, otro Borbón felón, le había hecho la cama. En sus últimos tiempos de poder, según Miguel Maura —autor de la excelente crónica Así cayó Alfonso XIII—, repetía la frase: "A mí no me borbonea nadie", cansado de los movimientos del monarca en su contra. La diabetes lo devoró y, a las seis semanas de su llegada a la capital francesa, falleció.
De chaval, en casa, oía hablar de la dictadura del jerezano y me parecía que se referían a algo muy lejano, a un pasado muy remoto. Mis padres la habían sufrido de niños y eran adolescentes cuando el espadón desapareció de la escena política. La República sí estaba viva y cercana para ellos, que vieron rota su juventud con el estallido de la Guerra Civil. Entonces, no habían cumplido ni los veinte.
Yo entiendo que haya gente conservadora y muy conservadora, de derechas y de ultraderecha, progresista y muy progresista, de izquierdas o de extrema izquierda, pero no comprendo la utilización que hacen de la parafernalia asociada a tiempos más que pasados, a la reivindicación de personajes que no conocieron vivos, sobre los que simplemente han recibido algún testimonio oral o han leído algunas líneas. Son los nostálgicos, que pretenden retrotraernos al pasado y que, paradójicamente, en su día a día viven de una forma muy actual, muy acorde a los tiempos, con las nuevas costumbres sociales muy asimiladas y las nuevas tecnologías incorporadas a sus hábitos. ¿Hay coherencia en su pensamiento? ¿Y en su comportamiento? ¿Por qué sus ideas anacrónicas?
Un chaval que tuviera diez años el 20 de noviembre de 1975 es ahora casi sexagenario. Me llama la atención que en las manifestaciones y concentraciones de la ultraderecha abunda la gente joven, siendo minoría los viejos exaltados. ¿Cómo se puede ser nostálgico de algo que no se ha vivido plenamente? Por el contrario, cuando aparece una bandera morada republicana, los que llevan la voz cantante son, básicamente, ancianos.
Cruje que en los últimos años se llenen los juzgados de recursos contra la retirada de estatuas, nombres de calles y simbología del dictador gallego y su régimen y contra las exhumaciones para que otros reciban los restos de sus seres queridos. Se convocan premios literarios muy bien dotados para glosar la figura del que a su vez le hizo la cama a Alfonso XIII y se llena la Red y otros medios de comunicación de apología de personajes y sucesos deplorables. Todo muy bien engrasado económicamente.
Del pasado hay que aprender pero reivindicar sus hechos, iconografía, actitudes y personajes no nos lleva a ninguna parte. El día menos pensado pretenderán elevar a los altares a los Reyes Católicos o al aguerrido Mío Cid — Meu Sidi, mi señor en lengua mozárabe, del árabe andalusí Sidi, señor—. De lo que se trata es de mejorar y que el bienestar alcance al mayor número de personas posible. Pero entran en escena el egoísmo y los intereses espurios, que consciente, o incluso inconscientemente –hay mucha gente que no ve más allá de sus narices o es fácilmente manipulable—, se disfrazan de ideología política. Por otra parte, cuando huele a dinero, poder, es curioso ver como los enemigos acérrimos se reconcilian o se alían renunciando a sus tan cacareados postulados.
Por cierto, para reclamar el sistema republicano yo no utilizaría el color morado sino los colores de la Primera República. Hay que ser auténticos y... puestos a ser nostálgicos...
Poderoso caballero don dinero, ahí llevas razón, todos se ponen de acuerdo. Un abrazote Julio. Andrew’s
ResponderEliminarLa preferencia por el uso de la bandera tricolor viene dada por su significado; el color morado se añadió al rojo y al amarillo para distanciarse del régimen monárquico y como homenaje a los Comuneros de Castilla. Supongo que la de la Primera Republica no despertaba esos sentimientos.
ResponderEliminarUsted mismo lo ha escrito: "hay mucha gente que no ve más allá de sus narices..." Yo solo añadiría falta de cultura y en consecuencia, criterio.
ResponderEliminarSaludos.