20 octubre 2023

La foto

Julio Sánchez Mingo



2023-10-12 Un hombre besa el cadáver de un niño en el exterior de la morgue del hospital Al Shifa de Gaza. Mohammed Talatene (Europa Press).

Esta foto parte el alma. A poca sensibilidad que se tenga. Transmite el infinito dolor del adulto que sostiene el paquete que contiene a su ser querido, su impotencia y desesperación. También mucha muerte, personificada en los dos bultos tirados sobre la plataforma del vehículo y cansancio, hastío y conmiseración del personaje apoyado en las barras que cierran la caja de la furgoneta, que, impaciente, se contiene para no atosigar al doliente.

Y te hace pensar en todo lo que hay detrás. En lo sucedido y en lo que está por venir. En la cultura del odio y el resentimiento y en como una injusticia movida por intereses espurios ha devenido en una espiral sin fin de violencia atroz. Todo empezó con la declaración Balfour de 1917, recién arrebatada Palestina al Imperio otomano, que dio cancha a las ideas y deseos del judío austrohúngaro Theodor Herzl, creador del sionismo político moderno. Gracias a británicos, EUA y los complejos de culpabilidad de los alemanes por el genocidio nazi, los sionistas pudieron crear en 1948 un estado en tierras de otros, desplazando a cientos de miles de personas, obligadas a abandonar sus casas. El resto hasta nuestros días es archiconocido. Seis guerras, dos Intifadas, en la primera de las cuales los chavales y jóvenes palestinos se enfrentaron con piedras a los fusiles de los soldados israelíes, que los masacraron. No hay que olvidar, como señalaba la semana pasada en un artículo el músico Barenboim, que, durante la Primera Guerra Mundial, la población judía del territorio era tan solo el 9% del total y añadía: ”… El pueblo judío acariciaba un sueño: una tierra propia, una patria para todos los judíos en lo que hoy es Palestina. Pero, de este sueño, se derivaba un supuesto profundamente problemático, fundamentalmente falso: una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra… “.

El escenario es desolador: territorios ocupados y un país de antiguos campesinos y pastores de cabras y ovejas — ahora convertidos en su mayoría en refugiados mediatizado por unos grupos terroristas y convertido en un campo de concentración, cercado por un estado terrorista, a su vez comandado por terroristas. Dolor y muerte allá donde se mire. Se mezclan la religión y la política. Los fanáticos religiosos y nacionalistas de ambos bandos campan a sus anchas por doquier. El derecho internacional no se cumple y las resoluciones de Naciones Unidas son papel mojado, no se respetan ni se ejecutan. Paradojas de la humanidad, genéticamente hablando, palestinos y judíos, enemigos acérrimos, son el mismo pueblo.

El escritor David Grossman, en un artículo publicado el pasado 13 de octubre, reivindicaba una vez más la existencia del estado de Israel como hogar nacional del pueblo judío, calificando la idea de los padres fundadores de grandiosa y sublime. Cargaba contra Hamás y su comportamiento asesino algo incuestionable del sabbat negro del 7 de octubre, reconocía los daños y males infligidos a los palestinos desde 1948 y tildaba de crimen la ocupación. Sin embargo, exigiendo contención a los palestinos, no cedía un ápice en su posición, la postura radical establecida por el sionismo desde el siglo XIX. Con estos planteamientos, ¿que futuro nos espera, máxime con gobiernos israelitas ultranacionalistas, agresivos, terroristas, ultraderechistas, racistas, supremacistas y corruptos como el de Netanyahu? ¿Cómo pueden nacer monstruos que declaran ultimátums que exigen el traslado de millones de personas de un día para otro en una situación límite y absolutamente conflictiva, con los hechos del sabbat negro, sus secuelas y sus posibles consecuencias aún calientes?. Isaac Herzog, el presidente israelí, ha llegado a afirmar que en Gaza no hay inocentes, que es toda una nación la responsable. ¿Cómo se puede hacer pagar a tanta gente por el pecado de unas milicias terroristas fanatizadas que son el fruto de la represión y de la desesperación de un pueblo martirizado desde hace casi ochenta años? Aquella exigencia ha desencadenado el éxodo forzado de miles de gazatíes que además sufren el bombardeo incesante e indiscriminado de su tierra y sus casas, llegándose al culmen de la matanza del hospital Baptista de Gaza, con casi casi medio millar de víctimas mortales. Una gigantesca catástrofe humanitaria más. No quiero imaginar el futuro que aguarda a los miles de presos palestinos encarcelados sin juicio en Israel o a los rehenes judíos capturados, que hasta ahora al menos servían para que algunos prisioneros árabes pudieran ser canjeados y ver la luz de la calle.

Mientras escribo estas líneas, escucho las risas y gritos alegres de los pequeños de mi familia celebrando el séptimo cumpleaños de la mayorcita, ignaros de la tragedia que se desarrolla a 12.500 kilómetros de distancia, donde los que llevan la peor parte son niños, mujeres y ancianos palestinos.

No se me ha olvidado la imagen de televisión del 30 de septiembre de 2000 del adolescente Muhammad al-Durrah, guareciéndose tras su padre para protegerse de las balas del fuego cruzado entre soldados israelíes y combatientes palestinos. Finalmente murió tiroteado, a los 12 años de edad. Será muy lamentable, pero me temo que imágenes y fotos como éstas se volverán a tomar muchas veces en Oriente Próximo.


 

PD. El público debería volver a ver el documental Nacido en Gaza, del reportero Hernán Zin, estrenado en 2014, tras la sangrienta ofensiva israelí sobre Gaza de ese verano. Hubo 2.205 muertos palestinos, de los cuales 1.563 civiles, de estos 538 menores de edad. Recoge opiniones de niños palestinos que hablan sobre su tragedia cotidiana y los horrores que acaban de vivir. ¿Qué habrá sido de ellos? ¿Se habrá unido alguno a Hamás? Sin duda, este documental ayuda a entender la situación de Oriente Próximo y constatar que Gaza, objeto de un cerco absoluto, es un infierno de hacinamiento y violencia, donde malviven dos millones de palestinos, de los cuales el 40 % tiene menos de 15 años y más de la mitad es pobre de solemnidad. En el momento presente, como si de un asedio medieval se tratara, se impide que el agua, los alimentos, las medicinas y el combustible lleguen a los 2,3 millones de habitantes de la Franja.


 

3 comentarios:

  1. Historiador israelo-británico Avi Shlaim:
    Gaza en una prisión al aire libre.
    La atención de los medios se ha puesto en el ataque de Hamás y menos en la respuesta de Israel, que es desproporcionada. Condeno a ambos. Condeno el ataque de Hamás porque fue contra civiles. Y matar civiles está mal, punto. Pero la respuesta israelí ha sido brutal, salvaje y desproporcionada. Y la venganza no es una política. Y lo que Israel está haciendo es terrorismo patrocinado por el Estado. O terrorismo de Estado. Es de una escala mucho más grave que el ataque a Israel.

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  2. El agua está a punto de agotarse en Gaza. El bloqueo total impuesto por Israel tras el ataque de Hamás el 7 de octubre ha interrumpido la llegada del agua potable que se distribuía a través de una tubería desde territorio israelí, pero también la entrada de electricidad y combustible, lo que imposibilita mantener en funcionamiento las tres plantas desalinizadoras de la Franja, las bombas para extraer agua de los pozos o el transporte a través de camiones cisterna.

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  3. Fantástica descripción de los antecedentes históricos
    En contra de los judíos por todos los antecedentes y en contra de la salvajada de Hamás
    Una vez dicho ésto,creo que les han dado pie a los Israelitas para acabar con Palestina con la manipulación de los sentimientos del resto del mundo,que en eso son expertos
    Desgraciadamente creo que nos quedan muchas fotos tremendas que ver

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