15 enero 2021

La curva sinusoidal

Julio Sánchez Mingo

                               A la novia que desafió el coronavirus

 


He vivido de forma cercana la ilusión y la felicidad de una novia por su boda.

Ha sido un largo recorrido, ha llevado meses, que, sin embargo, se ha cubierto a toda velocidad. Desde la alegría por el compromiso, pasando por los nervios de los preparativos, el madrugón para el acicalamiento, la emoción de la ceremonia, hasta llegar al momento casi nostálgico del baile, con esa bonita y muy conocida música, cuyo título no sé precisar, cantada por Presley con voz de bajo.

Ahora todo ha pasado y, en breve, volverá a la rutina diaria. Una rutina novedosa, en una nueva casa, compartiendo la vida, a la vuelta de una dichosa luna de miel.

Todo ello me ha hecho meditar sobre la felicidad y la tristeza a lo largo de la vida.


La existencia nos depara grandes alegrías y también, por qué no reconocerlo, pesares. Yo la asocio con una curva sinusoidal, con sus crestas y sus valles. Felicidad en las ordenadas, tiempo en las abscisas. La felicidad negativa sería la aflicción, el dolor, la desgracia.

Qué pena no poder mantener siempre, permanentemente, a lo largo de la existencia, ese cúmulo de sentimientos felices vividos, por ejemplo, en una luna de miel. Aunque si todos los días fueran así, es de suponer que se llegaría al hartazgo. Esta situación se podría representar con una recta horizontal.

La felicidad se siente por contraposición a su inexistencia. La tristeza, por el mismo motivo, se percibe por el recuerdo de tiempos pasados que fueron placenteros. La belleza de la vida radica en la esperanza de alcanzar la dicha. El camino hacia la felicidad se va forjando a base de ilusiones, en la perspectiva de que se sustancien. Siguiendo con el ejemplo, la novia pensará en ¿unos hijos? En nuestra representación gráfica, los instantes de ilusión son los puntos en los que la tangente de la curva tiene pendiente positiva.


Pero la vida no es sencilla y las situaciones, buenas o malas, se solapan unas a otras. Es como la música, una superposición de curvas sinusoidales: sucesión de gratas o aflictivas noticias, de mejores o peores estados de ánimo, de proyectos exitosos o fracasados, de acontecimientos positivos o negativos. Su acumulación nos procura un devenir más o menos venturoso. Una orquesta desacompasada produce ruido, una melodía sublime si los instrumentos se complementan adecuadamente. La música y la vida se plasman de igual manera en una gráfica.


Como dice el refrán, mientras hay vida, hay esperanza. Y nos vamos acomodando a las circunstancias. Y entonces creamos esas ilusiones cuyos objetivos, de concretarse, nos hacen felices. De hecho el sabio refranero castellano también dice: De ilusión también se vive o de ilusiones vive el hombre.

3 comentarios:

  1. Algún hombre sabio y práctico, cuyo nombre no recuerdo en este momento, afirmó: "La vida me enseñó a pensar, pero pensar no me ayudó a vivir". Retomo esta frase para agregar que, si bien pensar es importante como un medio de adaptación y supervivencia, sentir es el goce supremo de vivir.
    Cuando con los años nos hacemos conscientes de nuestro efímero transitar por el estrecho camino que conduce del nacimiento a la muerte, nuestras manifestaciones sensibles adquieren una fuerza vital que rebasa cualquier filosofía dogmática de la existencia. Nos fascinamos con los asuntos más sencillos y ordinarios, como el gorjeo de un pájaro en una alameda, el chorro ascendente de una fuente en un parque, la sonrisa inocente de una criatura llevada en brazos por su madre, etc., etc.
    En consecuencia, quizás sin percatarnos de ello, alcanzamos una trascendencia espiritual superior hacia nosotros y hacia nuestros semejantes. Empatizamos y tenemos la capacidad de entender, no sin cierta nostalgia, que la vida hay que vivirla con todos los sentidos; en cada momento, y con todos a quienes verdaderamente amamos.

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  2. ¿Será una que dice «Love me tender, love me sweet...» la canción de Elvis?
    ¿Es un osciloscopio lo que mide ondas sinusoidales?
    En cualquie caso, yo creo que ser feliz es una cuestión de actitud, de querer ser feliz a toda costa, de no dejarse llevar por las dificultades.
    Y de creer firmemente en lo privilegiados que somos por vivir en un mundo en que nuestras necesidades básicas no están en cuestionr.

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  3. Felicito su escrito estimado Julio, igual a los comentarios que anteceden, es grato leer la experiencia que plasman, tienen razón.
    Bien, complicado es el matrimonio, nada es lo que parece, si queremos ser felices, también debemos olvidar y recordar. Bien dicen: "El amor es un arte".
    Saludos cordiales.

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