07 febrero 2020


Franco. Propaganda, corrupción y represión

Julio Sánchez Mingo


Su reciente reinhumación y el auge de la ultraderecha española, que reivindica su figura y su obra, hacen que Franco y su legado sigan, lamentablemente, entre nosotros. Aunque sólo sea añorado por una ínfima parte de la sociedad española, su herencia sociológica y cultural está presente y se dan situaciones chocantes como que el principal partido de la derecha no termine de romper amarras con su memoria, actitud que siempre justifica con excusas un tanto peregrinas. Las redes sociales, donde unos pocos hacen demasiado ruido, están plagadas de entradas que alaban su labor y sus dotes personales.
Por tanto, creo que es oportuno precisar aspectos de su personalidad y su trayectoria. También quiero destacar la machacona propaganda con la que inundó el país durante cuarenta años, origen del franquismo sociológico que aún perdura en España, de tal manera que muchos políticos hablan de comunistas para referirse a populistas de izquierdas o una imprudente, bisoña e ignorante presidenta regional llega a hablar de quema de iglesias. Lo peor no es eso, es que el comportamiento público y privado de muchos ciudadanos y grupos sociales rebosa de pautas franquistas. La sociedad española ha heredado la tolerancia, la permisividad de aquel gris período frente a la corrupción y el extendido sentimiento de que las leyes están hechas para que las cumplan los demás, sobre todo los más débiles.
Era un hombre mediocre, inculto, mal preparado, ambicioso, frío, calculador, oportunista y acomplejado. Queipo de Llano, que había sido su superior en Marruecos, le llamaba Paca, la Culona. También era astuto y taimado como para imponerse a sus compañeros y adversarios políticos y, así, hacerse con el mando supremo. No viajaba, no leía y se rodeó de una corte de aduladores. Estaba obsesionado con el control de su imagen y era muy consciente del poder de la propaganda. En la Academia de Infantería obtuvo su despacho de oficial con el número 251 de un total de 310 diplomados. Azuzado por su mujer, la Collares, terror de joyeros y anticuarios de Galicia, Oviedo y Madrid, se desarrolló en él una avidez enfermiza por el dinero.
Es el perfil personal que los estudiosos de su figura y los historiadores profesionales han dejado de él. Incluso las memorias publicadas bienintencionadamente por algunos de sus familiares, su hermana Pilar Franco y su primo Francisco Franco Salgado-Araujo, revelan ingenuamente la asombrosa mediocridad y estrechez de miras de Franco y su entorno familiar directo. Por el contrario, los escritos de su sobrina Pilar Jaraiz Franco, o de antiguos colaboradores suyos como Serrano Súñer, el Cuñadísimo, y los monárquicos Sainz Rodríguez y el general Kindelán, son abiertamente críticos con el personaje.
Carecía de lo que Weber llama autoridad carismática, de la que hicieron gala Mussolini y Hitler, que encandilaban a las masas con sus discursos. Franco nos aburría soberanamente con sus peroratas y su voz uniforme y aflautada. El italiano y el germano lograron llegar a la cúspide del poder mediante la combinación de aquella dote y la coerción con el uso de la violencia callejera y de las agresiones a sus enemigos políticos. Por el contrario, el ferrolano, para alcanzar su objetivo de dominio y enriquecimiento, tuvo que, junto con sus conmilitones africanistas, levantarse en armas y arrasar su país, su patria, llenando sus tierras de muertos, heridos, desplazados y represaliados.

Un militar que, como jefe del Estado Mayor del Ejército tenía unos haberes líquidos de 2.429,28 pesetas en noviembre de 1935, ocho meses antes del inicio de la guerra civil, al final de la contienda, en agosto de 1940, atesoraba 34,3 millones de pesetas, según documentan Ángel Viñas y Paul Preston, que titula uno de sus ensayos sobre Franco El gran manipulador.


«Nuestra Cruzada es la única lucha en la que los ricos que fueron a la guerra salieron más ricos», dijo el dictador en un discurso pronunciado en Lugo, en 1942. Sin embargo, ha perdurado una idea bastante extendida de que Franco fue un hombre honesto y austero, un buen administrador y un general excepcional. ¿Por qué?
Tanto Mussolini como Hitler, y su adlátere Goebbels, eran conscientes de la fuerza de la propaganda. La emplearon a fondo para la conquista del poder y su permanencia en él, engañando y adoctrinando perspicazmente a las masas. Franco no fue menos y siguió sus pasos, de tal forma que, siempre faltando a la verdad, lanzaba continuos mensajes de la bondad de su régimen, de los logros alcanzados, del peligro del comunismo, de su sacrificio permanente y una serie de falacias que, como lluvia fina y persistente, como un calabobos, y nunca mejor dicho, permearon la sociedad española. De este modo, engatusó a gran parte de la ciudadanía que terminó por creer la veracidad de su discurso. Incluso ahora, hay gente que disculpa, añora e incluso ensalza su dictadura. Muchos de ellos nacieron después de la muerte del dictador, lo que implica que pesa más la propaganda franquista que el transcurrir de más de cuarenta años y la información fidedigna que ofrecen los historiadores y los escritos de los memorialistas .
La traca final de esa política de comunicación, y un ejemplo relevante de la difusión constante de falsedades, es el especial de NODO de 24 de noviembre de 1975, emitido con motivo de la muerte de Franco, donde se ensalza su figura y los pretendidos logros de su dictadura. Tiene una duración de 21' 06".



NODO era el noticiario de obligada proyección en todas las sesiones de todas las salas cinematográficas del país. Con el diario hablado, el parte, de Radio Nacional de España, conectaban obligatoriamente todas las emisoras de radio españolas, a las que estaba vedado emitir programas informativos. Sólo existía una difusora de televisión: Televisión Española, que programaba sus correspondientes telediarios. Estos medios de comunicación fueron la columna vertebral del intento de adoctrinamiento de la ciudadanía, las herramientas más importantes del fallido lavado de cerebro colectivo. La prensa del régimen no tenía mucho tirón entre el público, excepto el diario deportivo MARCA. Me recordaba mi tío Manolo que, en el verano de 1951, el después popular doctor Iglesias Puga, padre del cantante Julio Iglesias, dedicaba enteramente sus mañanas en la playa de Peñíscola, sentado en una pequeña silla de madera de tijera, a la lectura de tan sesuda publicación, sin prestar atención alguna a su mujer e hijos. Qué se iba a esperar de un país donde la educación, como tarea noble y fundamental para la ciudadanía, no existía. Sólo se instruía en las ideas del nacionalcatolicismo y se delegaba esta tarea en la Iglesia Católica y sus órdenes religiosas.
El primer colegio público no abrió en mi barrio hasta el otoño de 1969, a cuya inauguración acudió Franco y en la que nos colamos dos mozalbetes de diecisiete años, que se acercaron al dictador a menos de tres metros de distancia. Eran incompetentes hasta para velar por la seguridad de su Caudillo.

El mayor experto en historia de la economía mundial, Angus Maddison, publicó unos datos que desmontan la bastante generalizada opinión, basada en la propaganda de la dictadura franquista, de que el régimen fue muy positivo para el crecimiento económico español y que rescató al país del atraso del siglo XIX respecto a Europa.


Gráfico elaborado por Juan Carlos Barba para El Confidencial sobre datos de Angus Maddison y Eurostst. 
En el gráfico, elaborado por Juan Carlos Barba para El Confidencialse aprecia la evolución del PIB per cápita español como porcentaje del PIB francés. En 1850, la renta española fue el 68% de la francesa, lo que indica que España no estaba tan atrasada como han intentado hacernos creer. En aquella época, los países esencialmente agrícolas tenían un PIB per cápita que era la mitad del español. Hasta 1895, la cifra española se situó entre el 60 y el 80% de la francesa. Este máximo coincide con la contienda franco prusiana y la derrota francesa. La guerra y la pérdida de las colonias redujo la renta española hasta un 60-70% de la gala. La economía española mejoró levemente durante la Gran Guerra, 1914-1918, con un pequeño aumento de las exportaciones, pero perjudicó a Francia. De ahí el pico del gráfico. La fuerte recuperación europea a partir de 1923 situó el dato español en un 60% del francés, situación que se prolongó durante todos los años de la, ensalzada por Franco, dictadura de Primo de Rivera, a cuyo fin, en 1930, el PIB español era solo el 58% del francés. Los malos años de la Gran Depresión, a partir de 1929, no lo fueron tanto para España que alcanzó la cota del 63% en 1935.
La insurrección del 18 de julio de 1936 y la Guerra Civil subsiguiente hundieron la economía española, cuya renta por cabeza se desplomó hasta el 40% de la francesa, su mínimo histórico según los datos de Maddison. Al poco, la II Guerra Mundial provocó la caída de la riqueza francesa, lo que se refleja en el máximo de la gráfica, a pesar de las miserias y penurias españolas. Con la reconstrucción europea y el plan Marshall, Francia se recuperó y en 1949 su PIB per cápita ya superaba el de 1939, fecha de inicio de la conflagración mundial, e incluso el de 1929, arranque de la Gran Depresión. Sin embargo la renta nacional se situaba muy poco por encima del 40% de la francesa.
En 1950 comenzó en España un suave crecimiento económico, aunque en 1960 nuestra renta seguía siendo un 40% de la francesa. Fueron los años duros de la emigración. Hasta 1955 no se logró superar el PIB per cápita de ¡1929! A partir de 1961, tras el Plan de Estabilización de 1959 y con el apoyo de los EEUU, se empieza a recortar distancias con Francia. A la muerte del dictador, sólo se había alcanzado la muy modesta cifra del 63% de la renta francesa, es decir, el mismo nivel de 1935. Con la Transición y el ingreso de España en la UE se produce un crecimiento constante y convergente que permite llegar al 80% en 2015.
En resumen, se puede decir que la economía española nunca tuvo el subdesarrollo que le atribuyeron los estudiosos franquistas. Frente a la realidad de la miseria que había traído el franquismo, se construyó el mito del subdesarrollo histórico español para justificar las penurias que sufrió la población a lo largo de dos generaciones.

Mi madre, que pasó la guerra en el Madrid sitiado, siempre recordaba que había sufrido más hambre en la posguerra que en la contienda. Yo he visto por casa cartillas de racionamiento de 1951. El mercado negro y el estraperlo de los años 40 enriqueció a unos pocos con la mirada complaciente de las corruptas autoridades, prestas a sofocar cualquier tipo de alteración de orden público, pero cómplices de esos graves delitos económicos. Unos cuantos se enriquecieron con la guerra y la posguerra y sus descendientes son ahora grandes capitalistas de renombre. La puerta giratoria, el tránsito de los altos cargos públicos a los consejos de administración y puestos de responsabilidad de grandes empresas, y viceversa, se institucionalizaron en tiempos de la dictadura franquista. Junto con el nepotismo, el enchufismo y el tráfico de influencias es una de las herencias malditas de aquellos tiempos, que no se han erradicado.
Franco aumentó significativamente la podredumbre de la Restauración y del Antiguo Régimen. Algo, por otra parte lógico. Un dictador para mantenerse en el poder siempre explota dos sentimientos muy humanos: el miedo y la codicia. Ejerció una represión brutal sobre los enemigos y se recompensó con ventajas, sobornos y cohechos a sus seguidores y afectos para mantenerlos bien sujetos y obedientes, al mismo tiempo que expuestos a un sutil chantaje. La formula es eterna. Nos la narra Vargas Llosa en La fiesta del chivo, sobre el sátrapa Trujillo.
El pluriempleo era obligatorio para poder llegar a fin de mes entre militares y funcionarios públicos, lo que, además, favorecía todo tipo de corruptelas.
Hay un panfleto de exaltación de los logros de la dictadura, que circula por Internet, que afirma que el régimen de Franco construyó cuatro millones y medio de viviendas de protección oficial, cifra que es una falacia y un auténtico disparate. Ello habría supuesto que más de la mitad de la población española hubiera vivido en una casa subvencionada, nada más lejos de la realidad. Junto a mi colegio, a espaldas de los Nuevos Ministerios, había chabolas que no empezaron a desaparecer hasta 1967.

La represión y la corrupción de Franco y su sistema político fueron recogidas por el artillero Rafael Latorre Roca (1880-1968) en unos esclarecedores y sorprendentes diarios personales. Sorprendentes por venir de alguien del régimen, que alcanzó, ahí es nada, el grado de teniente general. Estos escritos han permanecido inéditos hasta que sus descendientes se los ofrecieron, por intermediación de Gonzalo Pontón, editor de Pasado & y Presente, al historiador Jaume Claret Miranda, que los ha publicado en forma de libro con el título de Ganar la guerra, perder la paz. Memorias del general Latorre Roca, editado por Crítica, del Grupo Planeta, en junio de 2019.



En ellos el militar critica: la falta de talento y visión de Franco, al que, según él, le sobraban aduladores detrás; la ineptitud y mediocridad profesional y la podredumbre de muchos de sus compañeros uniformados, así como las políticas de ascenso y la concesión de condecoraciones pensionadas; a la Iglesia oficial, alineada con la dictadura; el enchufismo en Falange, verdadera oficina de colocación de los prebostes del régimen; el tráfico de influencias y las dádivas y prebendas a altos cargos, al igual que las facilidades y ayudas ilegales a empresarios afines; el cohecho omnipresente; la durísima represión de la posguerra, con muchas muertes innecesarias; la carestía de la vida y las calamidades que sufrió la población. Según él, la corrupción era sistémica.
Asimismo, reconoce que en la guerra civil y la posguerra el bando insurrecto recibió también ayudas de los británicos y los estadounidenses, no sólo del Eje, a pesar de la Comisión de control y pone en duda la oportunidad de erigir cruces en honor de los caídos, incluida la de Cuelgamuros.
Como muestra de sus opiniones, se transcriben, literalmente, algunos párrafos de sus dietarios:
«... quién pescara [la ley Azaña] en estos tiempos de semejante hecatombe, desorganización y falta total de eficiencia militar como jamás se conocieron en nuestro país... ».
«... Una de las mejores medidas tomadas por Azaña fue la reducción del ejército y la forma en que lo hizo, y no la trituración como con maledicencia intencionada se quiso hacer figurar por los perjudicados... ».
«... Si la Soberanía Nacional en la plenitud de sus poderes, opta por la forma republicana, repetimos una vez más, que, a esa forma de Gobierno debe prestar su acatamiento el Ejército, y si el Gobierno es socialista, como si fuera ultraconservador, a todos sumisión y respeto absolutos... ».
«... la pobre gente sigue sin hogar, sin lumbre y escaso y muy caro pan; el famoso Imperio se ha debido derrumbar pues no aparece por parte alguna pues en ningún momento hemos mendigado tanto como ahora a la vista de tanta miseria como padecemos; y lo de monje y soldado que se lo pregunten a Fernández Cuesta, cuando al regreso a España de Italia, donde estaba de embajador, a la caída estrepitosa y sangrienta del fascismo, llegó aterrorizado (¡vaya un soldado!) a España ante los trágicos cuadros que había presenciado y el peligro que su vida había corrido, pidiendo a gritos la disolución de la Falange y el cambio de régimen... ».
«... El obrero, económicamente, vivía mucho mejor durante la República que ahora... No es de extrañar sus ideas extremistas, pero, cuidado con no caer en el absurdo, porque extremistas, muy extremistas, más extremistas aún eran las ideas, aunque en sentido contrario, de aquellos capitalistas del siglo pasado y primeros del actual... ».
«... ¿Se ha parado a pensar nuestro moderno, nuevo y actual episcopado el porqué de esa furia antirreligiosa que ni en la misma Rusia llegó a tales extremos? ¿No sería, en una gran parte, porque los que se decían cristianos no cumplían con sus deberes de tales, empezando por no amar al prójimo como a ellos mismos? Porque he conocido venerables sacerdotes en Jaén, Barcelona, entre otras provincias, que en plena vesania antirreligiosa y revolucionaria fueron respetados por las turbas... ».
«.. ¡Qué catástrofe no ocurriría hoy si se ordenase, como debiera ordenarse, si el régimen que padecemos fuera sano y fuerte, una revisión de fortunas de aquellos generales que todos conocemos y señalamoscon el dedo que antes de nuestra guerra civil no tenían otros ingresos que su paga o una parte alícuota de ella!... ».«... por territorios africanos han sucedido muchas cosas de las que la moral salió bastante quebrantada... ».
«... Desde el principio mi desacuerdo con la causa alemana fue completo; tanto por no creerla justa, cuanto porque mi disconformidad con el sistema político, social y religioso imperanteen aquel país era completo; y hasta tal punto estaba en mí arraigada dicha opinión que al enterarse los que me rodeaban en el cuartel general (coronel de Ingenieros don Mariano Zorrilla Polanco, tenientes coroneles de Estado Mayor y Artilleríadon Agustín Gil Soto y don José Acedo y Castañeda, entre otros) que no conocía Mi lucha de Hitler, me la dieron a leer y confieso ingenuamente no pude pasar de las cuatro o cinco primeras páginas, porque la egolatría, el panteísmo, el racismo y un materialismo desenfrenado lo invadía todo, no pudiendo comprender cómo personas de arraigadas creencias religiosas salían reconfortadas, contentas y satisfechas después de su lectura ya que a mí me infundió temor y discrepancia lo poco que pude leer, y no podían influir en mi ánimo razones de orden sentimental con que se trataba de argüirme de la ayuda alemana en nuestra contienda, porque siempre la vi con disgusto durante la guerray a través de la paz, al comprobar cotidianamente que su intervención en todos nuestros asuntos internos, políticos, económicos, sociales, culturales, militares, deportivos, etc., era completa por estar en un todo a sus órdenes, ya que parecían estar como en un país conquistado y mi fiero amor a la independencia nacional me sublevaba... ».
«... Hay en nuestras cárceles y presidios gentes de izquierdas, católicos o no, monárquicos, republicanos, socialistas, comunistas, etc... ¿qué delito han cometido todos esos compatriotas nuestros, patriotas como el que más para verse clasificados como delincuentes? Muy sencillamente, discrepar del régimen imperante en España... ».
«... Dios me libre entrar a discutir cómo se administró la justicia militar en Asturias, como ya hemos indicado, del todo independiente de mi jurisdicción. Pero si puedo afirmar que se mató mucha gente, demasiada, excesiva, a base de dicha justicia. No poseo estadísticas de fusilados, que se efectuaban, frecuentemente por tandas de unos veinte en las proximidades de San Esteban de las Cruces, ni de ahorcados, bastantes, entre ellos en Gijón el famoso futbolista [Guillermo González del Río, más conocido como] Campanal de buena familia de Avilés, que, realmente hizo verdaderas barbaridades. Tampoco tengo estadísticas de hombres y mujeres ejecutados por un procedimiento u otro pero fueron muchísimos y también puedo afirmar que un noventa por ciento de los mismos murieron sin Sacramentos y con los puños en alto en medio de terribles y dantescos cuadros e imprecaciones horrorosas que silencio. El cacareado cristianismo o catolicismo de fusilados y fusiladas no se vio por parte alguna ni por las víctimas ni por los verdugos... ».
«... Era intolerable que se apalease brutal y vilmente a los presos políticos en las cárceles, precisamente, por sus guardianes, e incluso que se tratase de violar a alguna detenida. Era intolerable que se sacase a enfermos del lecho y en un carrito se les pasease por el pueblo con el pelo cortado... ».
«... y no digo paz porque esa no se ha conseguido todavía y estamos en enero de 1953... ».
«... Con las bayonetas se puede hacer todo menos sentarse en ellas …No es político continuar la guerra a través de la paz que es lo que se ha hecho desde el poder... ».
«... Entonces ¿por qué ese empeño decidido en crear y mantener este estado de cosas tan perjudicial, desde todos los puntos de vista, ahora, y para el porvenir, para la eficiencia de un ejército y de España? Pues, sencillísimo, porque lo que se pretende es, lisa y llanamente, hacer una política determinada con el elemento armado, y no nacional, creando intereses en cuantía inigualada que sostenga lo actual. Política, en verdad, suicida y antipatriótica y que nunca dio el menor resultado. Tratar de salvar, una vez más, en el transcurso de la historia, los principios, a costa de hundir la nación, lo que tan trágicos resultados dio siempre... ».
«... La justicia, pues, dando por supuesto lo fuera, se llevaba a la práctica en forma poco cristiana y humana, realmente despiadada y para esto no hay razones que valgan tratándose de penas irreparables... ».
«... [Los aliados] al proporcionarnos, o consentir su transporte, de carburantes y lubrificantes, incluso a pago demorado al final de la contienda, entre otras ayudas no menos eficaces por la famosa comisión de control... ».
«... en relación con el pésimo estado de nuestra artillería toda desgastada, barullo enorme en nuestras municiones, inutilidad de nuestros escasos carros de combate, blindados sin blindaje, sin apenas antiaéreos, ni aviación, ni cuadros de mandos ni superiores (los derivados de una contienda civil que todos conocemos y de África) ni inferiores, falta de unidad en la nación, el cansancio de todo cuanto significase nuevas guerras y más efusiones de sangre, etc... ».
«... el Ejército, las fuerzas de represión (Guardia Civil, Asalto, Policía), la religión (mejor sería decir una falsa religión)…, la propaganda o sea la mecanización de la mentira, una gran parte del capital, los ambiciosos y tránsfugas, la terrible censura arma de dos filos, etc... ».
«... al cabo de 25 años creo ya es hora de que a los borregos españoles nos diesen de alta en nuestra mayoría de edad y se nos expusiese con toda franqueza nuestra situación económica sin trampas, mentiras ni tapujos, o, al menos, se nos consintiese escribir sobre dicha situación, su deplorable estado, chanchullos e inmoralidades... ».
«... Grave y gran error político, tanto porque para ello no estaba capacitado, cuanto por las responsabilidades de todos los órdenes que sobre él iban a recaer, incompatibles, en un todo, con la Jefatura de un Estado... ».
«... fracasó en la guerra, que debió terminar antes, y luego, rotundamente, en la paz, que no ha conseguido en ningún momento... ».

Como expresa el título dado al libro recopilatorio de los dietarios de Latorre Roca, Franco ganó la guerra para perder, estrepitosa y corruptamente, la paz.


Ganar la guerra, perder la paz. Memorias del general Latorre Roca
Jaume Claret
320 páginas
Editorial Crítica (Grupo Planeta)
Colección: Contrastes
Fecha de publicación: 18 de junio de 2019
Idioma: Español
ISBN-10: 849199114X
ISBN-13: 978-8491991144


8 comentarios:

  1. Bravo, Julio, un artículo excelente. Recomiendo vivamente otro libro, premio Comillas de Historia, Biografia y Memorias.
    «A finales de enero», de Javier Padilla.

    ResponderEliminar
  2. Muy buen artículo, Julio, como siempre.

    ResponderEliminar
  3. La fuerza de los argumentos y de los datos que esplicas es muy notable.en la historia muchos pueblos caen en baches dehorror puro:alem a nia ,cuna de la filosofia moderna llega al nacional socialismo,el pueblo espanol olvida su cultura y se fia de un traidor golpista y sanguinario...de italia y de su"ventennio" nada te digo que Scurati me lo has revelado tu...actualmente renemos a meloni y salvini,fascismo disfrazado mal.Si julio la libertad verdadera y la.dignidad hay que reconquistarlas todo los dias.la unica vacuna es la cultura gracias,pues ,a todos los julio sanchez del mundo y que,spes contra spem ,la cultura y la memoria se alarguen como holas contra las barbaridades

    ResponderEliminar
  4. Interesante artículo, Julio. La memoria del pueblo es tan corta que está condenado a repetirla. La abominación tiene infinitos rostros,dijo Jorge Luis Borges. Esta es una lección de vida.

    ResponderEliminar
  5. Compagino di scuola, gracias por tu magnífica clarificación de lo que fue todo aquello y seguimos en gran parte arrastrando. Este individuo de cargó literalmente a varias generaciones de españoles, y su ideario criminal, tristemente sigue en jóvenes herederos de su podredumbre

    ResponderEliminar
  6. Charo López Lázaro13 de febrero de 2020, 12:45

    Buenos días Julio, me has llevado a mi infancia con el tema de Franco. En esa etapa de colegio en que nos enseñaron a formar en el patio con la mano levantada cantando el Cara al sol, ante la bandera. Recuerdo las chabolas, en el descampado donde está El Corte Ingles. Parece que fuimos casi vecinos, pues viví en la calle Maudes. Los Nuevos Ministerios eran lugar de juegos y más tarde encuentros con la pandilla, cuando a los 15 años empezábamos a tontear con chicos. En esos días, no podíamos pasear mas de tres juntos, pues los grises nos lo prohibían, tiempos de represión en todos los sentidos. Con 21 año fuimos de viaje de estudios a París, me asombraba la diferencia, las parejas se besaban tranquilamente en los jardines y parques, sin esconderse. Tiempos de hipocresía. Así que se me revuelven las tripas cuando oigo hablar de las maravillas de Franco y, al final, salto sin remedio. Porque he sido siempre prudente, o quizás miedosa, esa herencia trasmitida por mis abuelos y padres... Ademas de no ser muy profusa en palabras. A pesar de todo, pertenecemos a una generación que ha buscado la verdad y la libertad. Un abrazo.

    ResponderEliminar

Los comentarios de este blog están sujetos a moderación. No serán visibles hasta que el administrador los valide. Muchas gracias por su participación.