23 agosto 2019


El abuelo de Carmen

Julio Sánchez Mingo

J. S. M.

Se llama Mariano. Tiene setenta y pocos años. Está jubilado. Era maestro, como a él le gusta decir con orgullo, nada de profesor de Primaria, como se estila denominar ahora a este oficio tan antiguo y noble. Ahí es nada desasnar infantes.
Camina todas las tardes por el paseo, al borde del mar, junto a la playa, donde los chavales juegan a balonvolea. Arriba y abajo, empuja el carrito de Carmen, su nieta de nueve meses.

Es el protagonista, junto a su mujer, Carmen, y su hija, Carmen, de esta bonita y sencilla historia de comprensión y amor por los hijos.
Carmen hija, que ronda los cuarenta, no había sido afortunada con las sucesivas parejas que había tenido y no había cuajado con ninguna de ellas. Su mayor deseo: tener una criatura. Su madre la animó a seguir un programa de inseminación artificial mediante donación anónima de esperma. Los dos abuelos se ofrecieron a acogerla en su casa y colaborar en todo, ayudándola en los cuidados y educación del bebé.
Y, para alegría de todos, ha llegado Carmen nieta.

Nadie puede imaginar la felicidad que irradia la cara de Mariano y sus Cármenes.

6 comentarios:

  1. Bonita historia. Los nietos son magia para los abuelos y una bendición y como se disfrutan

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  2. ¡Cómo me gustan las hitorias tiernas y con final feliz! Enhorabuena a Mariano y a su trío.
    Firmado: la nonna.

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  3. Preciosa historia llena de ternura, que nos deja ver el amor que sienten los padres hacia los hijos.
    Y muy bella foto

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  4. Que maravilla, los niños están puros aún, y son grandes maestros para recordarnos que mirándolos a ellos podemos intentar sentir la vida con el asombro y descubrimiento, que perdimos en los caminos del tiempo

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