19 julio 2019


Carta abierta al nuevo alcalde de Madrid

Julio Sánchez Mingo

Puerta de Alcalá. Detalle. J. S. M.

Señor Martínez-Almeida:

La función de un ayuntamiento, y por tanto de su alcalde, es trabajar por el bienestar de sus vecinos y el cuidado de la ciudad. Tarea nada fácil por la gran cantidad de intereses creados, pretensiones y opiniones encontradas, asignación de prioridades de acuerdo con un presupuesto siempre limitado, que no fue el caso de un antecesor suyo de infausto recuerdo; sin olvidar las ideas peregrinas que anidan en la cabeza de muchos gestores faltos de sentido común, que sus responsables políticos asumen con entusiasmo, espoleados por el prurito de que hay que hacer cosas. También pesa como una losa el cáncer de la política española actual, es decir, plegarse, por encima de todo, a las necesidades y demandas del propio partido y de chocantes compañeros de viaje.
Es una pena que su estreno en el cargo haya sido tan desafortunado por la medida tomada en relación con Madrid Central. Supone un ataque a la salud de los madrileños para dar satisfacción a usuarios egoístas e ignorantes que no ven más allá de sus narices, a reclamaciones sectoriales de unas minorías y a un programa electoral que, en lo medioambiental, no concreta nada. Y ello, a pesar de las amenazas de multas de Bruselas que, de sustanciarse, deberíamos cubrir entre todos. A los votantes nos hace pensar que el bien común y el bienestar de la ciudadanía no cuentan. ¡Cornudos y apaleados!
No se debería suspender ni revocar Madrid Central hasta que haya otra opción anticontaminación mucho más eficiente.
Por cierto, en la ciudad hay miles de alcorques esperando su correspondiente árbol de reposición, tanto en el centro como en la periferia.

He coexistido, no sé si debería decir he sufrido, porque, en gran parte, de un sufrimiento se ha tratado, con quince alcaldes de Madrid, incluyendo tres interinos. La mayoría fueron francamente malos, tanto que parecieron enemigos de la ciudad y sus habitantes. Aquellos que gozaron de un poder omnímodo no supieron o quisieron aprovecharlo de forma positiva. Mayalde y Arias desmantelaron los bulevares y las rondas en aras de la modernidad provinciana que traía la popularización del automóvil privado. Ello en una ciudad cuyo trazado era anterior al siglo XX. En esa dinámica seguimos cincuenta años después. ¿Le suena?
El frenético constructor y dilapidador de caudales públicos, Gallardón, es el paradigma de grandes desaguisados y derroche sin freno. Su obra magna, el Madrid Río, es un ejemplo de buena idea mal ejecutada y peor resuelta, que hasta los tribunales de Justicia censuraron.

Nunca se ha planteado en Madrid un proyecto de ciudad, definir cómo se quiere que evolucione a lo largo de las próximas generaciones. Ningún alcalde, como líder de la urbe, ha propuesto, con proyección de futuro, un destino, al menos una ruta, para este gran pueblo manchego, crecido sin orden ni control, donde la voz cantante la ha llevado la iniciativa privada y todo ha respondido a una especulación desmesurada, donde lo único que vale es tener un metro cuadrado para poder edificar. Y si no se tiene, se construye encima, o se arrasa el jardincito del solar para levantar un aparcamiento o un nuevo pabellón.
Tras los resultados de los PAUs, la Ciudad Deportiva del Real Madrid, el Parque de Automovilismo del Ejército de Villaverde... miedo me da lo que vaya a suceder con el solar de la cárcel de Carabanchel, la operación Campamento o, a punto de arrancar, la operación Chamartín, donde, para más inri, el Estado es el especulador de turno, haciendo papel mojado el artículo 47 de la Constitución Española(1). ¿Qué harían las fuerzas vivas madrileñas en una población como París, sin espacio disponible y donde prácticamente todo está protegido?
¿Su idea de desarrollo para esta ciudad va en una línea economicista, como la mantenida hasta ahora, o, por el contrario, pretende convertirla en una capital donde vivir plácidamente, sin grandes pretensiones, sea una delicia? La palabra la tiene usted.

No quiero dejar de citar la situación de muchos barrios, los grandes abandonados, dejados a su suerte, que quedan lejos de Cibeles. ¿Por ejemplo, los automóviles pasan a un metro largo de las fachadas de las viviendas del paseo de Extremadura, la A-5. Imagine el ruido y la contaminación atmosférica que soportan los vecinos del lugar. Y no lo abandonan porque sus viviendas son imposibles de vender y no se pueden utilizar como moneda de cambio. Con premisas similares a éstas, no es de extrañar que ciertas zonas se conviertan en guetos, como está sucediendo.
Una propuesta divertida, un paseo por los barrios, la mejor forma de conocer una población, sus necesidades y sus miserias: le reto a que vayamos caminando desde Cibeles a la calle Pradoluengo, en el barrio del Aeropuerto, una isla residencial rodeada de autopistas. ¿Se podrá hacer a pie todo el recorrido? ¿Perderá nuestro alcalde la vida a manos de un moderno becerro de oro?

Ante la llegada de un nuevo regidor se depositan muchas ilusiones y esperanzas de cambios positivos. ¿Nos defraudará usted?

Atentamente,

Julio Sánchez Mingo

(1) Artículo 47 CE

Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos.

PD. Esta carta abierta ha sido remitida a la dirección de correo electrónico del gabinete del alcalde de Madrid.

3 comentarios:

  1. Parece una rechifla el artículo 47 CE, así como anteponer el bien común a los intereses partidistas y a las ínfulas de «tengo x años para dejar huella... o para forrarme»
    Creo que me borro de las urnas, y eso que me va a costar.

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  2. Buenas apreciaciones de alguien que conoce y quiere a Madrid. Muy bien, Julio Sánchez Mingo.

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  3. Qué cierto es que nunca se ha planteado un proyecto serio para Madrid, y veo que, desgraciadamente, tampoco ahora va a ser así. El tripartito que gobierna en estos momentos la capital de España, por obra y gracia de los pactos, no da muchas esperanzas. Veo, más bien, una involución.
    Según está en estos momentos la situación política en España, soy partidaria de tener una segunda vuelta en las elecciones para que se respete el voto de la ciudadanía. No puede ser que no gobierne quien ha ganado en las urnas. El sistema francés, me parece una buena opción. Al menos, el chantaje que ahora mismo están realizando los partidos, que han sido minoritarios en las elecciones, para decidir gobiernos, no se daría con este sistema, ya hubieran quedado fuera en la primera vuelta.

    Estamos en un momento en el que dar un paso atrás en el terreno del medio ambiente, es una medida insensata e irresponsable que no podemos permitirnos.

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