22 septiembre 2017

Un referéndum objetivo, serio y legal para Cataluña

Julio Sánchez Mingo



Flaco favor le están haciendo a sus respectivas causas el dontancredo Rajoy y el manipulador Puigdemont. El uno echando gasolina al fuego de la independencia de Cataluña. El otro fracturando la sociedad catalana y arruinando una de las regiones más prósperas del Sur de Europa.
Para más inri, son los representantes de las agrupaciones abanderadas de la corrupción política. Sus respectivas actitudes responden a dos reacciones típicamente españolas, ya se arreglará y hago lo que me da la gana.
Qué se puede esperar de dos españoles hasta la médula como este gallego y este catalán.

La Constitución española establece que la soberanía nacional reside en el pueblo español, artículo 1.2. Es decir, en todos y cada uno de los ciudadanos, sin distinciones por su lugar de residencia. Eso implica que un extremeño, por ejemplo, tiene el derecho de opinar y decidir sobre el futuro de la articulación del Estado español en lo relativo a Cataluña.
Nos guste o no nos guste, ése es el contrato que firmó la sociedad española en el año 1978, que está vigente.

Parece mentira que esa carpetovetónica pareja de políticos no se haya puesto de acuerdo, hace ya bastante tiempo, para convocar un referéndum nacional sobre la independencia de Cataluña. Un referéndum con la participación de todos los españoles, de acuerdo con la ley.
La razón legal de la participación de todos se ve reforzada por la razón moral de que los residentes en Cataluña y el resto de los españoles están unidos por lazos familiares, relaciones industriales, económicas y comerciales, inmigración interior, cultura común y milenios de convivencia.
Los resultados de ese referéndum, vinculante o no, nos daría la radiografía exacta de la situación y sabríamos si el independentismo cuenta en las provincias catalanas con un seguimiento de un 45%, un 50% o un 80%. También conoceríamos el sentir de todos los demás españoles sobre el tema que nos ocupa y se desmontarían muchos mitos, lugares comunes y argumentos para la manipulación.
Una votación de este tipo nos costaría una enormidad de millones pero infinitamente menos de lo que nos terminará costando el sainete secesionista. Mientras tanto los recursos de la sanidad, la educación y un rosario de prestaciones sociales están bajo mínimos.

En el fondo de la cuestión catalana, del independentismo propugnado por los responsables de la Administración pública catalana, subyace una lucha por el poder. De ver quién manda, como dice Josep Borrell, un político brillante y honrado, sin seguidores por su dureza y antipatía personal, en su último libro Escucha Cataluña, escucha España, presentado esta semana en Bruselas.
Aquellos políticos, en esa lucha por el poder, actúan al margen de los sanos y legítimos intereses de los ciudadanos, mintiendo, manipulando, exacerbando los sentimientos primarios de la gente.
Las personas deberían afrontar el mensaje político con serenidad y reaccionar ante él con la razón, dejando el corazón en casa, votando con sentido común, mirando por su propio bolsillo, pero con principios de solidaridad. De hecho, la relación de un ciudadano con la administración pública se reduce a un simple ejercicio económico. Los sentimientos de identidad, como las creencias religiosas, creo que deben quedar circunscritas a la esfera de la intimidad personal.
Recomiendo la lectura del artículo Razón y fe de Manuel Vicent, publicado el pasado domingo en el diario El País. Profundiza magistralmente en algunos de estos conceptos. (1)

Yo me definiría como un internacionalista, partidario de la unión, la colaboración y la solidaridad de los pueblos, no de su separación y fractura. Por ello, mientras escribo este artículo, no dejo de pensar en mis queridos hermanos mexicanos. En estos momentos no se pueden dedicar al sainete político sino a rescatar niños sepultados bajo los escombros, enterrar a sus muertos y reconstruir sus hogares.





6 comentarios:

  1. Acertado diagnóstico. La cura no se.

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  2. He pensado exactamente lo mismo desde el primer momento.

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  3. Muy bien analizado y quiero añadir que los políticos le tienen miedo a un referéndum en el que todos los españoles puedan participar, es como soltar el poder y hacer de verdad aquello que el pueblo quiere.

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  4. El nacionalismo de los de arriba sirve a los de arriba.
    El nacionalismo de los de abajo sirve también a los de arriba.
    El nacionalismo, cuando los pobres lo llevan dentro, no mejora, es un absurdo total.

    Bertolt Brecht

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