Un
referéndum objetivo, serio y legal para Cataluña
Julio
Sánchez Mingo
Flaco favor le están haciendo a sus
respectivas causas el dontancredo Rajoy y el manipulador Puigdemont.
El uno echando gasolina al fuego de la independencia de Cataluña. El
otro fracturando la sociedad catalana y arruinando una de las
regiones más prósperas del Sur de Europa.
Para más inri, son los representantes de
las agrupaciones abanderadas de la corrupción política. Sus
respectivas actitudes responden a dos reacciones típicamente
españolas, ya se arreglará
y hago lo que me da la gana.
Qué se
puede esperar de dos
españoles hasta la médula como este gallego y este catalán.
La Constitución española establece que
la soberanía nacional reside en el pueblo español, artículo 1.2.
Es decir, en todos y cada uno de los ciudadanos, sin distinciones por
su lugar de residencia. Eso implica que un extremeño, por ejemplo,
tiene el derecho de opinar y decidir sobre el futuro de la
articulación del Estado español en lo relativo a Cataluña.
Nos guste o no nos guste, ése es el
contrato que firmó la sociedad española en el año 1978, que está
vigente.
Parece mentira que esa carpetovetónica
pareja de políticos no se haya puesto de acuerdo, hace ya bastante
tiempo, para convocar un referéndum nacional sobre la independencia
de Cataluña. Un referéndum con la participación de todos los
españoles, de acuerdo con la ley.
La razón legal de la participación de
todos se ve reforzada por la razón moral de que los residentes en
Cataluña y el resto de los españoles están unidos por lazos
familiares, relaciones industriales, económicas y comerciales,
inmigración interior, cultura común y milenios de convivencia.
Los resultados de ese referéndum,
vinculante o no, nos daría la radiografía exacta de la situación y
sabríamos si el independentismo cuenta en las provincias catalanas
con un seguimiento de un 45%, un 50% o un 80%. También conoceríamos
el sentir de todos los demás españoles sobre el tema que nos ocupa
y se desmontarían muchos mitos, lugares comunes y argumentos para la
manipulación.
Una votación de este tipo nos costaría
una enormidad de millones pero infinitamente menos de lo que nos
terminará costando el sainete secesionista. Mientras tanto los
recursos de la sanidad, la educación y un rosario de prestaciones
sociales están bajo mínimos.
En el fondo de la cuestión catalana, del
independentismo propugnado por los responsables de la Administración
pública catalana, subyace una lucha por el poder. De ver quién
manda, como dice Josep Borrell, un político brillante y honrado, sin
seguidores por su dureza y antipatía personal, en su último libro
Escucha Cataluña, escucha
España, presentado esta
semana en Bruselas.
Aquellos políticos, en esa lucha por el
poder, actúan al margen de los sanos y legítimos intereses de los
ciudadanos, mintiendo, manipulando, exacerbando los sentimientos
primarios de la gente.
Las personas deberían afrontar el
mensaje político con serenidad y reaccionar ante él con la razón,
dejando el corazón en casa, votando con sentido común, mirando por
su propio bolsillo, pero con principios de solidaridad. De hecho, la
relación de un ciudadano con la administración pública se reduce a
un simple ejercicio económico. Los sentimientos de identidad, como
las creencias religiosas, creo que deben quedar circunscritas a la
esfera de la intimidad personal.
Recomiendo la lectura del artículo Razón
y fe de Manuel Vicent,
publicado el pasado domingo en el diario El País. Profundiza
magistralmente en algunos de estos conceptos. (1)
Yo me definiría como un
internacionalista, partidario de la unión, la colaboración y la
solidaridad de los pueblos, no de su separación y fractura. Por
ello, mientras escribo este artículo, no dejo de pensar en mis
queridos hermanos mexicanos. En estos momentos no se pueden dedicar
al sainete político sino a rescatar niños sepultados bajo los
escombros, enterrar a sus muertos y reconstruir sus hogares.
Muy bueno,me ha encantado.
ResponderEliminarAcertado diagnóstico. La cura no se.
ResponderEliminarHe pensado exactamente lo mismo desde el primer momento.
ResponderEliminarMuy buen artículo
ResponderEliminarMuy bien analizado y quiero añadir que los políticos le tienen miedo a un referéndum en el que todos los españoles puedan participar, es como soltar el poder y hacer de verdad aquello que el pueblo quiere.
ResponderEliminarEl nacionalismo de los de arriba sirve a los de arriba.
ResponderEliminarEl nacionalismo de los de abajo sirve también a los de arriba.
El nacionalismo, cuando los pobres lo llevan dentro, no mejora, es un absurdo total.
Bertolt Brecht