14 mayo 2022

El mundo del fútbol ya no es lo que era

Julio Sánchez Mingo

A los queridos compinches


Estadio Santiago Bernabéu, Madrid, en los años 60.

Los sábados por la tarde, de chavales, unos cuantos compañeretes del colegio íbamos al cine. Las películas estaban clasificadas por su presunta idoneidad moral, por lo que, teóricamente, sólo podíamos acceder a ver las autorizadas, las permitidas a menores de 16 años. Como no se manejaba mucho el carné de identidad que ahora todo el mundo llama pomposamente DNI (documento nacional de identidad) y que solicitan en todas partes, hasta en los lugares más absurdos e insólitos, intentábamos colarnos para disfrutar de las señaladas para mayores, confiando en la buena voluntad, o el mal tino calculando edades, del portero de la sala de exhibición de turno. En una ocasión en que fuimos al cine Carlos III a ver una comedia playera vedada para nosotros, con el pánfilo Tony Curtis y las espectaculares Claudia Cardinale y Sharon Tate tristemente asesinada unos años después—, el defensor de aquella moral se cebó con nosotros. No nos permitía entrar a la mitad, por lo que, por solidaridad, nos fuimos todos, lamentando habernos perdido la visión de aquellas bellezas en bikini. No recuerdo si terminamos en la bolera que había en el sótano del local cinematográfico, ahora reconvertido en un establecimiento de hostelería con distintos ambientes. En Madrid todo desaparece para dar paso a bares, restaurantes y terrazas, incluso la propia vía pública y lugares tan emblemáticos como el Teatro Real, en proceso de ser transformado en una gigantesca cantina con una sala teatral anexa.

Habíamos acudido también al Carlos III, a una sesión autorizada para todos los públicos. Unos minutos antes de comenzar la proyección del consabido noticiario NO-DO, preámbulo obligado de cualquier función de cine, emitido para mayor gloria del régimen y adoctrinamiento de los españoles, ocuparon sus localidades justo a nuestras espaldas, en la última fila del gallinero, los jugadores del Barça, que ese domingo se enfrentaba en partido de liga a alguno de los equipos madrileños. Impecablemente trajeados, pantalón gris, camisa blanca, chaqueta azul y corbata, con el escudo y los colores del club respectivamente, aquellos mocetones tomaron asiento rodeados de un público mayoritariamente adolescente. De inmediato reconocí al negrito Mendoza, que en las temporadas anteriores había jugado en el Metropolitano y el Calderón con el Atleti, y al rubio Charly Reixach, un delantero muy fino al que conocía por haber visto jugar con Cataluña el campeonato de España de selecciones regionales juveniles en el desaparecido campo del Plus Ultra, en la Ciudad Lineal, frente a los estudios cinematográficos de la CEA. Su presencia no causó mayor expectación y alboroto más allá del cuchicheo y las miradas de todos nosotros. Esta escena es impensable en el mundo actual, con las estrellas rodeadas de guardaespaldas. ¿Imagina el lector a Messi o Cristiano, en el gallinero de un cine? Bueno, estos locales ahora no tienen gallinero. A Reixach me lo encontré muchos años después en Fez, en el hotel Palais Jamais, que se asoma a la medina. Desde los balcones de sus habitaciones se disfruta del espectáculo único de ese enjambre de callejuelas y de la llamada a la oración de los almuédanos desde lo alto de los alminares de las mezquitas. Estuvimos recordando, en una breve conversación de diez minutos, aquellos tiempos de los partidos en la Ciudad Lineal.

Ahora, para acceder al Bernabéu, hay que pasar un estricto control de seguridad y atravesar un torniquete que se libera ante la presentación de la tarjeta o abono, según corresponda. Entonces mucha gente se colaba, o era colada por los porteros. Se falsificaban o manipulaban las entradas y los carnés de socio o se lanzaba a la calle desde un balcón del primer anfiteatro el propio carné para que entrara con él un amiguete, como hicimos en una ocasión con el bueno de un compañero. No es de extrañar que, en los partidos de mucho tirón, el aforo estuviera más que sobrepasado en las zonas de las localidades de pie, con el grave riesgo de que se produjeran las temidas avalanchas de espectadores.

El mal estilo se ha adueñado de este deporte. El otro día, en el campo del Barça de la categoría inferior, no permitieron a los seguidores del Sabadell pasar con sus bufandas y banderas si no se situaban en la reducidísima e insuficiente zona acotada para los aficionados del equipo visitante. Había más vallesanos que culés en el estadio. Argumentaron que había sido por seguridad, para que no se produjeran altercados. El domingo pasado, los jugadores del Atleti no le hicieron el pasillo a los del Madrid, que se habían proclamado campeones la jornada anterior. Estas reprobables actitudes las fomentan los dirigentes de estas sociedades mal llamadas deportivas. Bernabéu estaba hecho de otra pasta. Era un populista patriarcal, de fuerte carácter.

6 comentarios:

  1. Recuerdo la final de selecciones juveniles, Cataluña y Vizcaya, porque la vimos juntos. En Cataluña jugaba Rexach y en Vizcaya Sol (Real Madrid) , Chechu Rojo y Lavin (Atleti de Bilbao)
    Mencionar el campo de Ciudad Lineal me ha despertado muchos recuerdos. Mi padre me llevaba muchos domingos allí. Ibamos andando pues vivíamos cerca o a veces en un tranvía que iba por Arturo Soria.
    Jugaban alternándose los domingos el Plus Ultra y el Madrileño, ambos en tercera división.
    Qué tiempos !!!

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    1. Efectivamente, el Atlético Madrileño, que debía tener alguna relación con el Atleti, como el Plus Ultra con el Madrid. El tranvía era el 70, que llegaba, desde la Cruz de los Caídos, hasta la plaza de Castilla.

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  2. Muy buen artículo que te transporta a nuestros tiempos, anteayer
    Antiguamente los futbolistas eran unos hombres con patorras llenas de pelos y a nadie le interesaba si eran guapos
    Hoy en día, los futbolistas son metrosexuales que ganan mil veces más que los de antes y ya sólo se tratan con las élites que les admiran por la vida de millonarios que han conseguido

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  3. Todo lo que cuentas (más o menos) me ocurrió también a mí en Zaragoza, de estudiante.
    Recuerdo que para poder ver a Iribar, en el hotel donde se hospedaba el Athletic, estuvimos esperando más de dos horas...
    Un saludo, Julio: un placer leerte.
    Pedro Navazo.

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  4. Julio, muy acertado comentario. Por cierto yo tambien iba mucho al campo del Pluus Ultra y en la misma epoca , finales de los sesenta!!.
    un abrazo compañero

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