05 junio 2020


Ligero de equipaje

Ugo Picazio


Después de diez años nos habíamos dejado. Mas para mí no se había acabado del todo... En estas cosas casi nunca hay coincidencia, uno de los dos sufre, puede que, incluso, los dos. !Menudo descubrimiento el de este tío raro! Lo que voy a narrar no tiene nada de original.
Por ello, querido lector, te doy las gracias por tu benévola atención.

Se conmemoraba en Livorno la fundación en 1921 del Partido Comunista ―no te asustes, no voy a hablar de política―. Tren de Formia a Roma y, desde allí, en autobús, hasta el lugar de la celebración.
Yo sabía que ese día ella iría a la capital, a su curso de pintura. Después de varios meses sin vernos, le pedí que hiciéramos el viaje juntos hasta Termini. Ella tenía que subirse en Fondi. Coincidir en el mismo coche no supondría problema alguno gracias al móvil, que hace tan fácil ciertas cosas. Mis jóvenes compañeros, prevenidos, guardaron para ella el asiento contiguo al mío. Yo disimulaba indiferencia. En Fondi no me contuve, me asomé a la ventanilla y allí, en el andén, estaba ella.
Cálmate, apacíguate corazón. Qué guapa es, demasiado para mí.
Aparece, la presento a los amigos más cercanos y nos acomodamos juntos.
¿Qué le voy a decir?
Qué bien te cae esa chaqueta...
Gracias Ugo― y me regala media sonrisa... Se pone enseguida, relajadamente, a consultar su Facebook. Podía dejarlo, pero no. Monte San Biagio, Priverno, Latina... su mirada siempre clavada en la maldita pantalla. De vez en cuando una risita por algo gracioso que oculta con el dedo.
Coño― pienso yo, menuda metáfora sutil. Tantos años juntos y ni siquiera me pregunta: ―Gilipollas, ¿cómo te va?
Mi corazón ha restablecido su frecuencia normal, algo ha cambiado. Las mujeres, como dice la canción, saben cuando el juego se ha acabado. Mi cariño ya no se refleja en ella, no encuentra en ella el espejo que multiplica las emociones. No hay luz que brille... rien ne va plus!

Yo, para todo viaje,
siempre sobre la madera
de mi vagón de tercera,
voy ligero de equipaje.

Me viene a la cabeza, no se por qué, este poema de Machado... Ya no hay tercera en los trenes y los asientos no son de madera. Pero, ligero de equipaje, eso sí me siento. Don Antonio realmente no habla de maletas, habla de un viaje interior sin apegos, disfrutando del momento presente, sin tener prisa por la llegada a la estación de destino, austero y humilde. Y también sosegados tienen que ser los pensamientos... Ya está bien de rumiar siempre lo mismo: ―¿Que mal le he podido hacer? No es justo que ya no me quiera. Necesito una cura milagrosa, estas elucubraciones mentales me dañan. Tengo que cambiar, tengo que decidirme ya —decidir, cortar, caedo, caedis—, algo parecido al corta y navega que decíamos nosotros los chavales en una lejana Madrid de otros tiempos, imitando con dos dedos unas tijeras.
Yo con mis reflexiones. Ella ahora en Instagram.
Campoleone, me levanto y, por fin, me dirige la palabra: ―Sigues con tu ansiedad, !todavía faltan diez minutos para la llegada!
Me arrepiento de mi contestación, mientras le digo: ―A ti tampoco se te ha pasado la costumbre de romper los cojones. !Me levanto porque no quiero estar a tu lado ni un minuto más!
Nos bajamos del tren con nuestras banderas enrolladas, a toda prisa, los autobuses no esperan.
Su voz me persigue: ―Ugo espera, ¡dime qué pasa!
No pasa nada.
Cuando estoy enfadado camino muy rápido y nadie me alcanza.
Regresamos muy tarde, tenía la voz enronquecida de chillar eso de: ―Viva un gran partido comunista―, con una intensidad que poco tenía que ver con mis pasiones políticas.
Mucho mas ligero de equipaje, empieza otro capitulo de mi vida.
A ti, mi amigo lector, y también a mí mismo, deseo felices singladuras y fuerza y tesón frente a las tempestades. Ad maiora!

5 comentarios:

  1. Buen relato, la ultima esperanza que nos queda ante el amor perdido,buscando la chispa en la persona amada, ante la obstinacion de nuestro corazon. El descanso del amante que se quita de encima el peso del amor no correspondido y se siente liberado... Gracias

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  2. Los ingratos goces del amor siempre nos mueven, no sabemos que, pero nos mueven.Nos dejan más ligeros, incluso, de equipaje.

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  3. ¡Bravo Ugo! Ese narrador en primera persona, hablando directamente al lector, tiene mucha fuerza.

    Buena idea apoyar la historia en un poema, los poemas y las canciones saben mucho de la vida. Me ha venido a la memoria una copla:

    Son las cosas de la vida son las cosas del querer

    No tienen fin ni principio, como, cuando ni porqué.

    VS

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  4. Las cosas más importantes y bellas de la vida no pueden verse ni siquiera tocarse y cuando recibes la flecha que cupido te asigna, quedas tocado de tal manera que es muy difícil arrancarla y aunque luches por hacerlo, solo el paso de los días te devuelve a la realidad, sacándote del mundo que habías creado en tu imaginación.
    Bello relato lleno sentimiento y emociones.

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  5. Ugo Picazio, que hasta ahora no he comentado porque llevo desde los 17 con el mismo...
    Pero me llega igual, porque sigo teniendo 17.
    Es importante mantener la adolescencia mental para seguir sintiendo.

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