Educación, adoctrinamiento y... sentido
común
Julio Sánchez Mingo
Yo fui a un colegio donde la mitad de los
profesores eran fascistas —dos
de ellos falangistas, el resto de Mussolini—
y la otra mitad eran republicanos
o comunistas de Togliatti y Longo. El profesor de Religión era un
caso aparte. De él ya escribí
hace tiempo.
Al finalizar nuestro paso por las aulas,
cada uno de nosotros tenía una ideología diferente. En bastantes
ocasiones, ni siquiera coincidíamos con las ideas políticas de
nuestros progenitores. A veces ni ellos entre sí y tampoco entre los
hermanos.
Todo ello a pesar de la machacona
propaganda nacionalcatólica a la que los españoles fuimos sometidos
por el Régimen dictatorial franquista a través de sus medios de
comunicación: NO-DO, Radio Nacional de España, Televisión Española
y la prensa del llamado Movimiento, los pilares del intento de
adoctrinamiento global de la población, las herramientas de esa
frustrada labor de lavado de cerebro colectivo.
NO-DO era el noticiario de obligada
proyección en todas las sesiones de todas las salas cinematográficas
del país. Con el diario
hablado, el parte,
de Radio Nacional de España, conectaban obligatoriamente todas las
emisoras de radio, a las que estaba vedado emitir programas
informativos. Sólo existía una difusora de televisión: Televisión
Española, que programaba sus correspondientes telediarios. La prensa
del Régimen no tenía mucho tirón entre el público, excepto el
diario deportivo MARCA. Qué se iba a esperar de un país donde la
educación, como tarea elevada y fundamental para la ciudadanía, no
existía. Sólo se intentaba instruir en las ideas del nuevo Estado,
delegando este cometido en la Iglesia Católica y sus órdenes
religiosas. Paradójicamente, las personas más anticlericales que he
conocido a lo largo de mi vida pasaron por centros de curas y monjas,
segregadas por sexo, por supuesto.
Así durante cuarenta años. Cuando en el
78 se ratificó la Constitución, en general bastante progresista en
su articulado, que en muchos aspectos ha resultado papel mojado por
su incumplimiento, la gran mayoría de los españoles renegó de
Franco y su sistema. El adoctrinamiento global resultó un fiasco.
Casado y sus socios de Vox, emperrados en
aplicar el veto parental —prerrogativa
de los padres para ejercer la censura previa de los contenidos de las
enseñanzas complementarias que se imparten en horario escolar—,
no se enteran de qué va la vida,
ni de qué va la educación. Está demostrado que es imposible
adoctrinar a la totalidad de un grupo o colectivo.
Sólo es viable el
adoctrinamiento de individuos. Yo creo que pretenden llevar el caos a
la escuela pública, para desesperación de docentes y familias, y
favorecer las enseñanzas privada y concertada, que son un gran
negocio. La formación integral de niños y jóvenes les importa un
bledo. Esta política de educación a la carta, a discreción de los
padres, es, además, económicamente insostenible. ¿Quién vigila a
un niño que no está en clase con sus compañeros porque su mamá ha
decidido que no participe en una lección complementaria? Habrá que
contratar a alguien para ese menester.
Lo del adoctrinamiento de la izquierda es
una falacia que actúa como cebo ideológico para pacatos
biempensantes y la implantación del veto parental es crear un
problema donde no lo hay, es una
columna de humo en
la permanente, bronca y poco constructiva oposición al gobierno. No
ha habido reclamaciones por las cientos de miles de actividades
complementarias desarrolladas salvo en ¡dos o tres casos! Para
resolverlas están los consejos escolares y los servicios de
inspección educativa y, en última instancia, los tribunales de
Justicia. El objetivo de la censura previa es coartar cualquier
actividad, ya sea educativa, formativa o informativa, algo propio de
dictaduras y regímenes no democráticos, donde la libertad brilla
por su ausencia.
Esa estrategia opositora me recuerda
cuando muchos pudientes llevaban a sus hijas a abortar a Londres y el
fin de semana se manifestaban contra la legalización de la
interrupción voluntaria del embarazo.
Y día a día, con la excusa de los
recortes, se deriva cada vez más dinero de la sanidad y la educación
públicas, columnas vertebrales del país, a instituciones y empresas
privadas.
Bien dicho, Julio, y muy bien explicado. Este texto debería hacerse viral en las redes para aquellos que les cuesta entenderlo, ya sea por ignorancia o a sabiendas.
ResponderEliminarMuy oportuno tu artículo, Julio. Lo comparto en redes. Todos los que están a favor del veto parental, escondidos en la "libertad de elección para sus hijos" lo que realmente quieren es imponer el fascismo. Ellos sí adoctrinan si se les deja.
ResponderEliminarMe parece una descripción muy acertada de cómo fuimos y quiénes somos.
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