La
rubia del máster
Sainete
moderno en dos escenas
Julio
Sánchez Mingo
Personajes:
La rubia, el catedrático y su ayudante.
Escena
I. En el despacho del catedrático.
—Buenos días, profesor.
—¿Cómo estás, encanto?
—Liada. Ya sabes lo que son estos
carguitos. Aquí en la universidad vivís muy bien.
—No nos podemos quejar. Eso sí, se nos
acumula mucho trabajo. Desde que descubrimos lo de los másteres, qué
mal suena en español, no paramos. Pero es un gran invento. La
universidad saca tajada y los profesores trincamos unos sobresueldos
cojonudos. Todo a costa de esos pringaos de estudiantes que por un
papelito de mierda pagan miles de euros. Y las empresas tragan
contratando a esos ignorantes. Pero hay que aprovechar la situación.
—Pues yo estaba pensando hacerme uno de
los tuyos. Cuando deje la política me gustaría dar clases en la
universidad y necesito currículum. Pero se me ha pasado la fecha de
matrícula ¡tres meses!
—No te preocupes. Yo te lo arreglo todo
para que lo hagas, incluso en este curso.
—¿De verdad?
—Pues claro.
—Pero no tengo tiempo ni para ir a
clase ni para nada. Supongo que algo habrá que hacer, algo habrá
que estudiar, que leer. Y encima con los trabajitos que hay que
presentar.
—No seas agonías. No hace falta ni que
vengas a clase ni que hagas nada. Yo me encargo de todo. Le diré a
algunos de mis esbirros que firmen actas y papeleo y listo. Dile a tu
secretaria que llame a la mía y entre ellas lo apañan y lo arreglan
sin que te enteres.
—Así lo haré. No sabes cuánto te lo
agradezco. Te debo un favor gordísimo.
—No te creas, que me lo pienso cobrar.
Escena
II. En el despacho del catedrático.
—¿Ya se ha ido esa bruja, rubia de
bote?
—Sí, ya se ha ido.
—La tengo atragantada, no la soporto.
Tan prepotente y tan digna y suficiente.
—Hombre, tampoco es para tanto.
—Desde que fui a Extranjería, en
la antigua cárcel, a que la moldava que cuidaba de mi madre pusiera
las huellas en su NIE, no la puedo ni ver. A los inmigrantes que
acuden allí les dan un trato indigno, vejatorio, vergonzoso.
Haciendo colas, a la intemperie, como en un campo de concentración.
Y eso que van con cita previa. ¡Mi
pobre moldava, recién salida de la operación y la quimio de un
cáncer de mama, con el brazo en cabestrillo, todo hinchado! Cuando
entramos, un tipo malencarado me espetó directamente: —¿Tú, qué
quieres?—. No dio ni los buenos días. Y no será porque esos
desgraciados no pagan un dineral en tasas. Menudo negocio hace la
Administración con ellos. Ya sabes que ella, por su cargo, es la
responsable de todo aquello, ¿no?
Aunque la mona se vista de seda...
ResponderEliminarHermosa sátira llena de ironía comparable a muchos casos que todos tenemos in mente. Ya se sabe: a buen entendedor pocas palabras bastan.
ResponderEliminarLamentable,pero absolutamente real.
ResponderEliminarEl supermercado de títulos del director del máster de Cifuentes.
ResponderEliminarhttps://politica.elpais.com/politica/2018/04/20/actualidad/1524254913_138294.html
Muy interesante artículo sobre la podedumbre de ciertos responsables universitarios y los engaños en las titulaciones ofrecidas.
Un final de sainete, con tintes mafiosos propios de las cloacas de la sociedad y la Administración, para una persona que ha hecho mucho daño a los enfermos y al personal sanitario, a los estudiantes y profesores honrados, a los inmigrantes...
ResponderEliminarCuriosa patología la del personaje. Robar unas cremas teniendo buenos sueldo y posición.
Es increíble vaya con la señora
ResponderEliminar