Detrás del arco iris
José Luis Castellano
En una tarde de lluvia, del último cajón del mueble rescato una caja de lápices de colores. En la mesa, de cálido cedro rojizo, espera impaciente mi nieto donde prometí entretenerlo con coloridos dibujos. Copia con perfecta sincronía los rasgos que hago de un arco iris. Trabajamos juntos con la armonía que da una atmósfera sin tiempo.
La curiosidad infante hace surgir de sus labios una pregunta que casi me deja sin respuesta: —¡Abuelo! ¿Qué hay detrás del arco iris?.
Entre la maraña de pensamientos rescato una contestación:
—Detrás del arco iris hay un mundo mágico con jardines que nos sumergen en gratas emociones, diluyendo nuestras angustias, dudas y problemas. Ese estupendo lugar es apacible y sereno. Un sitio perfecto con verdes praderas, surcadas por cálida brisa. Un lugar de tranquilidad y sosiego donde todos llegaremos algún día… .
Mi nieto escuchó con reflexivo silencio. Con una sonrisa reflejó su satisfacción por la respuesta y además por la colorida obra terminada.
Luego agregó algunas aves revoloteando la franja multicolor. Su abstracción al dibujo era total. Observé como los niños ven todo con una luz absoluta y pura.
Entonces decidí escribirle una carta para que la lea dentro de algún tiempo: “Cuando un día de lluvia no encuentres al abuelo en la cocina, ni en su sillón cerca del fuego, ni sentado junto a la mesa de cedro; no es que me haya ido, es que ahora no seré perceptible a tus ojos. Las cosas más importantes y bellas de la vida no pueden verse ni siquiera tocarse, sólo pueden sentirse con el corazón.
Si quieres percibir a tu abuelo, sólo debes estar atento a la lluvia y cuando ésta agonice, corre escaleras arriba y observa por el balcón al Cielo. Un arco iris el firmamento dibujará y aplacará el gris de tu vida. Te dará vigor para que encienda los colores de tu espíritu y desde allí te acompañaré para darte fuerzas en instancias de duda o flaqueza.Pero me mantendré distante en momentos de fortuna que en forma inexorable la vida te regalará. Celebraré sin intromisión tus éxitos, circunstancia de las que serás merecedor para alegría de mi espíritu y gloria de mi alma; y mientras tu cuerpo se estremece al sentir una brisa semejante a una caricia, soy yo niño que en tu ser vibro observándote ufano desde ese mundo cálido y sereno, donde todos llegaremos algún día”.
Doblé la carta, la introduje en aquel último cajón, quedando como vivo testimonio de un entrañable momento sin tiempo, guardado por siempre en el corazón de nieto y abuelo.
Publicado en el diario Clarín de Buenos Aires el 8 de mayo de 2016.
¡Qué preciosidad!
ResponderEliminarSuscribo, ¡qué preciosidad!
ResponderEliminarLa "abuelez" es un regalo que la vida te da, disfrutar de tus niños sin la responsabilidad de ser sus padres.
Un estado de gracia en el que caben espacios tan poéticos, en los que puedes ser blando porque ellos ya saben que lo eres y no se van a tomar el cazo por el mango.
La exclamación "¡Qué preciosidad!" la hice yo, pero se ve que no me identifiqué. Soy Joaquín Lozano Torres.
ResponderEliminarMaravilloso
ResponderEliminarBonito texto..., pero para adultos. No puedo imaginar a un niño entendiendo y apreciando esa diversidad de complejas palabras y conceptos. Muy buena idea, pero con un texto en un marco de muy difícil desarrollo. Pepe
ResponderEliminarEstimado Pepe:
EliminarMi saludo respetuoso y agradecido por su crítica, pero la carta es para que el nieto "la lea dentro de algún tiempo" e incluso en su adolescencia y por qué no en su adultez. Es un pacto cómplice entre nieto y abuelo para perpetuar una existencia luchando contra la finitud. Podríamos decir que es una carta que nunca se terminará de escribir, porque siempre estará abierta a la última línea. La que aún no está escrita. La que siempre perdurará en los corazones. De todas maneras no debemos menospreciar el entendimiento de los niños; le aseguro que podría sorprenderse.
Me gusta. Es muy sensible, pero la carta al nieto debería ser más sencilla.
ResponderEliminarPues es literalmente lo que he pensado yo: «¡qué preciosidad!» Es una belleza; gran cualidad (y calidad) ésa, poder expresar lo más doloroso inefable de modo tan tierno, bello, poético y trascendente; despojarlo de lo terrible y doloroso para metamorfosearlo en su contrario. Quien tiene esa cualidad tiene el poder de sanar. Lo que hace es un milagro. Eso sí es un malagro. Gracias mil.
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