23 abril 2023

Por qué hay que leer

Pedro Navazo


Fue en 1995 cuando la UNESCO instituyo El Día del Libro, con el objetivo de fomentar la lectura, la industria editorial y la protección intelectual por medio del derecho de autor. Su fecha, el 23 de abril, fue elegida por coincidir, aproximadamente, con el fallecimiento en 1616 de Cervantes murió un 22 de abril, pero fue enterrado al día siguiente y de Shakespeare que murió un 23 del mismo mes del calendario juliano, que corresponde al 3 de mayo del gregoriano.

También se cuenta que el origen de esta celebración se encuentra en Cataluña, donde la tradición establecía que cada mujer, en recuerdo de Sant Jordi y el dragón, regalara un libro a su pareja y ésta correspondiera con una rosa. Actualmente, dicha efemérides se celebra en más de cien países y lo más importante es eso, que nos movamos ese día entre libros, los conozcamos y los regalemos. Pero sobre todo que nos familiaricemos con ellos y los leamos.

Quiero hablar de la lectura Bien sabido es que “todo está en los libros” y digo yo que si no todo, que sería decir el infinito, sí al menos gran parte del conocimiento que la especie humana ha sabido encontrar a lo largo y ancho de su ya extenso periplo sobre la faz de la tierra: los libros y el saber que en ellos se guarda son el tesoro que cada generación transmite a todos sus descendientes, con la única finalidad de facilitarles el tránsito a lo largo y ancho de la vida.

Porque los libros son un paisaje en nuestra vida, un paisaje de conocimiento y fantasía que nos protege de la paralización de la mente y nos ayuda a comprender conflictos y movimientos que se producen más allá de nuestras ideas y creencias. Sólo hay que hacer un pequeño esfuerzo para adentrarse en ellos y recrear en nuestra mente toda la experiencia o el saber que el autor ha vivido, querido o sabido expresar para nuestro mejor deleite: en cada frase podemos tener un punto de apoyo para echar a volar nuestra imaginación y recrear situaciones o sentimientos que nos ofrece nuestra vida, parecida o diferente a la que hemos llevado hasta ese instante en el que nos hemos decidido a adentrarnos por las páginas del libro que tenemos en nuestras manos.

No es fácil enseñar a leer e inculcar el hábito de hacerlo a las nuevas generaciones, máxime cuando no prediquemos con el ejemplo aquellos que nacimos antes de que la tecnología nos hiciese vivir en una sociedad apresurada en la que prima la inmediatez de la imagen sobre la profundidad de la palabra. Por eso la lectura hay que inculcarla desde la infancia, no sólo porque le ayude al niño a desarrollar la capacidad imaginativa y de comprensión y porque le facilite la asimilación de la materia que estudia, sino también porque la persona que lee tiene la posibilidad de vivir en mundos distintos y comprender mejor la forma de defender sus derechos de los ciudadanos que viven en otras culturas y con otros intereses.

Por todo ello, leamos pues, hoy y siempre.

4 comentarios:

  1. Muy buena exposición. Siempre trato de no ser autoreferncial pero la experiencia vivida en mi niñez lo amerita. Cursando la primaria en aquellos gloriosos años 60, donde la educación argentina hacia gala de su calidad y excelencia, fui obligado a los 9 años a leer en las vacaciones de invierno "Principe y mendigo" de Mark Twain. Todo el alumnado frunció el ceño y veía así truncada las posibilidades de jugar. A pesar de mi corta edad entendía perfectamente el texto y disfrute de una experiencia inolvidable. ( Dicen que ahora los niños no entienden los textos) Había leído un libro que mágicamente me introdujo en un mundo de aventuras. Experiencia maravillosa que quedo grabada para siempre en un ricon de mi mente. Marcaría el derrotero de infinitas lecturas y una mala y mediocre aficion a la escritura. Un cálido abrazo y gracias por compartir el muy buen artículo enviado a mi persona. Un gran abrazo 🤗

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  2. Si tuviera que definirme, diría en primer lugar que soy "leona".
    No he dejado de leer desde que aprendí a hacerlo, antes de acabar un libro tengo que tener pensado el siguiente y buscarlo, en librerías, bibliotecas o directamente en la editorial.
    Desde preadolescente, prefería un bocadillo a la cena de casa, para poder seguir leyendo.
    Del artículo, suscribo todos los bienes que según su autor depara la lectura.
    Y deploró la nula afición a la lectura de casi todos mis nietos, abducidos por las pantallas de TV, tabletas, ordenadores...


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  3. Como para no ponerse frente a un libro, después de leer tan esplendido y pedagógico artículo. ¡Enhorabuena, señor Navazo!

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  4. Suscribo totalmente los argumentos del autor: a la lectura hay que protegerla, y difundirla y,,, practicarla, claro.

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