08 febrero 2019



Cristina Pérez Gabrielli, in memoriam


Siempre en positivo




...aunque la vida perdió, dejonos harto consuelo su memoria”
Jorge Manrique

Era el lema de su perfil de WhatsApp: —¡Siempre en positivo!
Sonriente, simpática, muy animada y alegre, muy animosa, acudía a todas las comidas y reuniones que organizábamos los compañeros del colegio, ya se tratara de encuentros de solo chicas, bueno, señoras más bien, o mixtos. De hecho fue la primera que confirmó su asistencia a la cena de Navidad del pasado 20 de diciembre. Cuando esa misma tarde excusó su presencia un mal pensamiento nos inundó a más de uno: tenía que estar muy malita para no venir.

Dos días después, tras infructuosas llamadas mías, me contactó por teléfono y hablamos largo y tendido. Asumía la gravedad de su situación pero sin desaliento, pendiente de los resultados de nuevas pruebas para acometer un nuevo tratamiento.

El pasado 29 de enero se le dio tierra, junto a sus padres, en el cementerio de Pozuelo, una tarde gris, desapacible, ventosa y fría del invierno madrileño. Grisura que se magnificaba con la dureza y el color del granito de las sepulturas de los camposantos madrileños, tan distante del cromatismo cálido y amable de sus pinturas.

Este último domingo fuimos a escuchar al Auditorio la 6ª Sinfonía de Mahler, conocida como Trágica. Al terminar el concierto, cruzamos la calle para comer en La Quinta, el restaurante donde los compañeros del colegio habíamos compartido cena y animada conversación para celebrar la Navidad de 2017, hace poco más de un año, exactamente el 4 de enero de 2018, he recuperado la fecha de mi agenda de entonces.
Lo mismo que esta semana pasada, nos acomodaron en un saloncito que se puede aislar como reservado. Aquella noche Cristina estuvo vital y exultante, fue nuestra reinona. Las otras compañeras estaban algo apagadas.
No volví a verla. Un año transcurre muy rápido, parece mentira.
Tras haber escuchado la sublime música del marido de Alma, que me hizo meditar sobre cuánta influencia puede ejercer una mujer en un hombre, en ese comedor…. ¡cómo la extrañé, no dejé de pensar en ella!

Hace años se me sinceró y me confesó que en el colegio, como alumna, no había sido feliz. Supuse que lo suyo era dibujar, pintar, soñar. La relación con sus compañeras de la Materna y la Elementare fue óptima y, de siempre, mi percepción fue que, a ella, la adoraban. Siempre se mantuvieron en contacto, incluso en esos años de universidad, nuevas relaciones y maternidad en que se rompe abruptamente con el corto pasado de la infancia y la adolescencia, que sin embargo es la esencia de nuestra identidad, la que se busca en los años de madurez avanzada.

Ya no está entre nosotros, cuánto lo siento, qué pena, y no posará para las fotos que siempre capta y distribuye el insistente de José Eloy: —Anda, bonitas, una foto. Gracias a él tendremos un recuerdo imborrable de Cristina.

J. S. M.



Composiciones florales en recuerdo de Cristina


Teresa Albert

30-1-2019



30-1-2019



¡Qué decir de Cristina!

En el Liceo no coincidimos en la misma clase. La empecé a conocer y a tratar en las reuniones de antiguos alumnos que hemos tenido a lo largo de todos estos años.
La primera vez que la ví ya me impactó su presencia. Colosal, bien vestida, con toques exclusivos y elegantes que coincidían con su personalidad artística, de la que luego supe.
He compartido con ella varios y agradables momentos en los que siempre predominaba su sonrisa y visión positiva de la vida. Eso sí, con un espíritu crítico y determinado hacia las injusticias y despropósitos de nuestro mundo.

Querida Cristina, ha sido un gustazo y un privilegio compartir contigo tantos buenos momentos.

Rosalia Olcese


Cristina Pérez Gabrielli

Líneas sencillas y bien definidas, colores vivos, con un atractivo especial que no te cansas de mirar. Tu obra era la expresión plástica de tu alma. Eras natural, llana, vital, alegre, positiva, sin dobleces, como tu pintura.

Cristina, te has ido antes de tiempo, sin molestar, sin hacer ruido. Nos has dejado el recuerdo de tantos y tantos años. Eras la que más disfrutaba con el reencuentro de los compañeros del Liceo, con la amistad dei compagni di scuola e delle bambine della Ferrari.
No viniste a nuestra última cita. Está un poco pachucha nos dijeron. Dejas tu recuerdo limpio, tu risa contagiosa e inconfundible y tu gran sentido de la amistad. Hasta para emprender tu viaje para siempre has sido respetuosa.
Si hay otra vida, pondremos la cita allí donde estés.

Un abrazo inmenso. Te recodaremos siempre, cara mia.

Marilar


Torreón

Cristina:
Cara Cristina:
Carissima Cristina:

Seguro que tengo a Julio de los nervios, pensando que no sé puntuar o que se me ha olvidado, pero es que no sé cómo empezar. Ni sé por qué no se disuelve el nudo en el centro del pecho, por qué no soy capaz de vencer la tristeza con tus armas, con tu lema “Siempre en positivo”, por qué no la puedo exorcizar con una carcajada y una chaqueta roja.

Aunque en el fondo de mis entretelas sé porqué: a partir de ahora me faltará mi contrapunto, mi mancherai per sempre.
Tú un torreón, yo una canija… y sin embargo te quiero.
Tú y tus dotes prodigiosas, yo que sigo pintando como un niño de cuatro años.
Te confieso que ni mis nietos quieren jugar conmigo al Pictionary… y sin embargo te quiero.
Tú toda fortaleza en estos últimos tiempos tan duros, yo que llevo fatal las contrariedades más leves de hacerme mayor… y sin embargo te quiero.

Querría para mí la certeza de que, de alguna manera, te llegan mis pensamientos, mis sentimientos.
Por si así fuera, compagna mía, te quiero.
Te abrazo, torreona.

Pachy




Cristina nel cuore

No recuerdo la primera vez que vi a Cristina. Sólo recuerdo un espacio físico y el inicio de una época imborrable, feliz. El espacio físico: el aula grande del fondo de la planta baja de la palazzina que albergaba nuestra escuela; mesas de madera con el tintero encastrado, grembiuli azules con cuello blanco, que sustituían el inmaculado uniforme y los coloridos muebles de la Materna. La época imborrable, feliz: los tres años de Elementare con la nostra signora Ferrari, que aún hoy nos hacen sonreír.
Éramos todas amigas, todas un clan: le bambine della signora Ferrari.
En el aula, que fue cambiando según avanzábamos de curso académico, teníamos una tortuga de regio nombre, Sofonisba, criábamos y observábamos como auténticas entomólogas gusanos de seda, hacíamos por turno la cronaca de los acontecimientos más reseñables: desde la hazaña de Gagarin, hasta la boda de Fabiola y Balduíno. Y cantábamos las canciones de Lo zecchino d’oro, bailábamos y escuchábamos embobadas las historias de la guerra de Troya y la fundación de Roma, que nos leía al finalizar las clases: Storie della storia del mondo, se llamaba el libro que todas venerábamos.
Cristina era una de las más altas de la clase, rubia, de ojos azules y con una eterna sonrisa en los labios. Tenía un don para el dibujo, era la mejor, sin duda. La recuerdo siempre sonriente, con los ojos azules brillantes y los mofletillos sonrosados. Era divertida y alegre.
Pasó el tiempo, la nostra signora dejó el colegio y en nosotras creció una especie de orfandad de maestra.
Llegaron los años de la Media, la adolescencia y sus dificultades y Cristina cambió de clase. La vida nos desperdigó y cada una siguió su rumbo.
Pasado el tiempo nos reencontramos. ¡Disfrutamos tanto de las cenas, las reuniones en casa de José Eloy, la mutua compañía!
Cristina seguía siendo una de las más altas, la más risueña, ocurrente, siempre dispuesta a la alegría, disfrutona. Pintora excelente, con una paleta de colores tan viva y alegre como ella, madre orgullosa de dos criaturas.
Me sorprendió la serenidad con la que nos hizo partícipes de su enfermedad y descubrí otra faceta que no conocía: su coraje, su entereza. Entendió como nadie y puso en práctica el arte de vivir el momento y disfrutar plenamente lo que la vida ofrecía.
Por mucho que nos apliquemos tu lema: “Siempre en positivo”, cara Cristina, ci mancherai tanto.
Menchu



Fue muy corto

Sí, mi reencuentro con Cristina, después de muchos años sin vernos, ha durado muy poco, mucho menos de lo que las dos, me consta, hubiéramos deseado.
En seguida, nos pusimos al día, recordando aquella lejana etapa de nuestra vida, que tanto peso tiene ahora en esta otra.
Nos conocimos en la Scuola Media, cuando cambió de clase, pero nuestra relación fue intensa durante una larga temporada. Luego, nos desconectamos hasta hace escasamente un par de años, que nos volvimos a ver en una cena de la clase del 53. Fue durante uno de esos encuentros cuando me sorprendió al afirmar que el Liceo no la había ayudado a valorarse como alumna y sólo, cuando llegó a Bellas Artes, se sintió realizada.


Maribel en clase de Mustieles. 1968.
Continuando con el mismo tema, me emocionó al contarme algo de lo que yo nunca fui consciente: que aquellas tardes de estudio, que compartimos en su casa, habían sido de gran ayuda para ella.
A pesar de todo, siempre se mostraba sonriente y positiva.
Si bien nos contó de su enfermedad en un primer momento, no volvió a hablar de ella, mostrándose siempre optimista. Fue esto último lo que más me llamó la atención en ella.
Enhorabuena Cristina, ¡por tu actitud y tu fuerza!

Hasta siempre,

Isabel (Maribel)




Cristina, compagna di scuola, entrambe indimenticabili

Tengo delante la foto por detrás mi madre escribió la fecha: 13 de mayo de 1960— de la clase 2ª A con la Ferrari. Cristina y yo, como se ve, somos las más altas, pero ella más sonriente.
Cómo siento no haber compartido con i miei cari compagni di scuola estos últimos años de Cristina y haberla conocido como artista y mujer adulta. I miei ricordi della Scuola Elementare sono vaghi ma, come si vede appunto dalla foto di classe, non dimentecherò mai il suo sorriso.
Evidentemente ya a los ocho años pensaba como ahora, en positivo.
Buon viaggio Cristina, sicuro che stai sorridendo ancora.


Ana Tobío



Para siempre en nuestros corazones

Hay personas que aparecen en nuestras vidas por un instante o con quienes, tal vez, compartimos unas horas o algunos encuentros...
Es lo que me ocurrió con Cristina, dos encuentros fugaces después de muchos años o, más bien diría, media vida sin saber nada de ella.
La reconocí enseguida, estaba igual a como la recordaba del Liceo. Nos dimos un abrazo y comenzamos a hablar de nuestras vidas.
Me comentó con total serenidad su enfermedad sin darle apenas importancia. Ahí vi a la Mujer fuerte y valerosa en que se había convertido.

Allá donde estés, Cristina, sé que percibirás todo el amor y la admiración que has sabido transmitir a todos los que tuvimos el privilegio de conocerte como Mujer y como Artista.

Con todo mi Amor,


Begoña



Pérez Gabrielli

Lola Alegre Esteve
Fotografías de Cristina Flores

Si hablamos de Pérez Gabrielli hablamos de pintura.
Pintura en la que al dibujo se le da la importancia que realmente tiene y que tantas veces se olvida, de base sólida, de estructura y parte fundamental en la obra de arte.

Dibujo bien hecho, consecuencia del estudio de años, del aprendizaje riguroso y de trabajo, mucho trabajo.
Nunca en ella el dibujo fue fruto de la improvisación o la casualidad, sino el resultado del análisis y del estudio.
Pérez Gabrielli juega con el dibujo, lo deforma, lo transforma, hace lo que quiere, porque su dominio es tal que le da completa libertad.

La composición, disposición de los elementos y planos, es la armadura de la obra y es también en su trabajo, como sucede con el dibujo, fruto del estudio y el análisis meditado. El resultado que aquí obtiene es de equilibrio y ligereza, nunca de rigidez ni frialdad.

La técnica, el complemento que está a la vista, es de un dominio impecable y, tal es su buen hacer, que al verlo todo parece fácil.

A esto, yo le añadiría algo que, sin pertenecer a la plástica, está muy unido a ella y que en su obra es fundamental: la poesía.

Sus temas, que se deslizan desde el bodegón al retrato y desde la figura al paisaje, crean y recrean una atmósfera de ilusión, de sueño y también de nostalgia por un paraíso perdido.

La delicadeza de las manos de sus figuras, el misterio de los ojos que miran con melancolía más allá y a través de nosotros, la soledad de sus bodegones, las telas de Fortuny, sus grises, los colores luminosos o los verdes venecianos, Venezia, sempre Venezia—, hacen que nos sumerjamos en un mundo irreal y deseado, que hace que su obra sea especial.

Como artista dedicó su vida a la pintura y como persona… ¡qué voy a decir de Cristina!


Tenemos la enorme fortuna de tener su obra y, en sus cuadros, siempre a ella.













Nel mezzo del cammin di nostra vita...

Material gentileza de Carmen Mena y con la inestimable colaboración de Juan Luis Otero en la edición de textos.

La infancia en el recuerdo. Retrato de Carmen Mena. 2010.

En junio y julio de 1995, Cristina expone en la Galería Espalter de Majadahonda la que ella define como la muestra a mitad de su vida. Tanto es así que el correspondiente catálogo se abre con los primeros versos del Infierno de Dante. Y escribe en la introducción:

A mitad de mi vida vuelvo los ojos hacia los interiores. Interiores del espíritu. del sentimiento y de la perplejidad hacia el mundo que nos rodea. Busco valores eternos en la figura femenina, que permanece encerrada, abstraída y melancólica en un interior de penumbra y soledad; fuera de la época que me ha tocado vivir. Mis personajes se abstraen, enmudecen y languidecen esperando otros escenarios más adecuados donde poder representar el papel de la vida con renglones más humanos y más tiernos que fluyan hacia esa luz esperanzadora que ilumina la ventana abierta de unos interiores obscuros y recargados.

Entre otros textos, el catálogo incluye unas líneas de José Luis Sampedro:

Pintura sin palabras

" ... Para mi brotan de ese origen los dos rasgos más perceptibles en la pintura de Cristina Pérez Gabrielli: la preferente dedicación a la figura humana y al retrato, así como la manera de crearlo, por una parte, y el amor a la materia pictórica es decir, al oficio por otra".
" ... La artista, dicho de otro modo, parece querer replegar su personalidad tras la materia misma y los colores tan eficazmente descubiertos, para que hablen por sí solos. Evidente actitud de humildad como en una anunciación coherente con esa otra humildad de las miradas en los retratos transidos de emoción"

Pulsar aquí para descargar el catálogo completo.



Imágenes

Cristina con sus compañeros



1950-60 Con la signora Ferrari.






Mayo 1990. L Aniversario del colegio.


28-11-2008. Han pasado 18 años.


24-10-2015. LXXV Aniversario del colegio.


04-01-2018.


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4 comentarios:

  1. Quando l'amore e la sincerità hanno bisogno di commento.

    Ragazzi, ma perchè vi ho perso? Per pietà, perdonatemi e riprendete con voi il figliol prodigo, avevo lasciato da soli i miei fratelli e le mie sorelline.
    Voglio anch'io meritare l'affettuoso ricordo che mi dona l'eterno. Nella mia mente non vi ho mai lasciati, hermanos di un tempo magico e felice persistente nella memoria come il ricordo olfattivo.

    Ugo

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  2. No he tenido una gran relación con Cristina, por lo que me faltan palabras y sentimientos profundos de cariño y afecto.
    No obstante, en los pocos momentos que he disfrutado de su compañía, me ha transmitido siempre alegría y optimismo a raudales.
    Siento pena por su desaparición. Cuando se ausenta una persona que tienes cerca, que la conoces, que ha vivido momentos de su vida junto a ti... sientes rabia, impotencia y dolor, sentimientos que no puedes expresar con palabras. Y, sobre todas las cosas, con palabras que no suenen huecas, palabras de compromiso.

    Sandro

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  3. Laura Morbini Broglia11 de febrero de 2019, 19:24

    Escribir textos no es precisamente mi fuerte.

    Me acuerdo de Cristina, cuando éramos pequeñas. Yo no tuve la suerte de estar con la Ferrari, sino con la bruja de la Danieli. Fue más tarde que estudié con ella. Los buenos recuerdos que tengo son de jugar en su casa de Ríos Rosas esquina a Ponzano, de un pasillo muy largo donde corríamos y de hablar con sus padres que me parecieron muy agradables y guapos.
    No volví a verla más hasta las cenas del Liceo y, siempre alegre.
    Tenía un buen recuerdo de ella.

    Laura Morbini

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  4. Qué grata sorpresa ver aportaciones de compañeros/as que no suelo ver por aquí... ¡os saludo con cariño a todos/as!

    Sobre Cristina no puedo decir gran cosa pues, como Sandro, no llegué a tener relación con ella. Por el colegio pasé con más pena que gloria y en aquella época, me costaba muchísimo relacionarme con las chicas. A Cristina la conocí en una de las reuniones a la que asistimos muchos el año que Julito logró contactar conmigo (¿hace 5... 6... 7... años? En este momento no puedo precisarlo... el tiempo pasa volando - dicen). Pues bien, en aquella reunión-cena en EL PALACIO DE LA MISIÓN de la Casa de Campo fue donde coincidimos. Era la primera vez que veía a los compañeros después de acabar el Liceo y el inexorable paso del tiempo hacía inevitable la pregunta: ¿Tú quién eres? Ah... sí... o no me acuerdo. Cristina y yo nos presentamos y mantuvimos una amena y cordial conversación. Ella me contó lo mala que había sido la etapa del Liceo con honrosas excepciones y yo hice lo propio. Luego me habló de su familia y a qué se dedicaba. Así conocí que era pintora... una artista. A mi la pintura me encanta y en mi labor docente la he introducido en numerosas ocasiones. Quedé impresionado. En fin... poco más puedo decir... rabia... dolor... rebeldía... Como homenaje a la compañera que probablemente habría conocido si las circunstancias hubieran sido otras, os dejo el siguiente soneto. Un fuerte abrazo a todos/as.

    ************
    Un soneto en memoria de Cristina,
    escribo como póstumo homenaje;
    que la acompañe en su postrer viaje,
    tras luchar por la vida cual felina.

    Quiero creer que aquesto no termina;
    que tu espíritu a la muerte hizo chantaje;
    y vuelas dibujando un gran paisaje,
    con arroyos de agua cristalina.

    Afrontaste el dolor en positivo,
    y nos dejas dolor inconsolable,
    que nos rompe por dentro incompasivo.

    Nos contagiaste tu alegría afable,
    artista contumaz, espíritu altivo,
    encantadora... cordial y entrañable...

    Cristina.
    *******************************************

    Fernando Moya

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