La
espera
Julio
Sánchez Mingo
Comentario
de Campo García Rodriguez
Había ido de viaje de enamorados: un fin
de semana en París con su marido. En un cruce de callejas, a las
espaldas de los Grandes Bulevares, se produce una espeluznante y
mortífera explosión de gas que acaba con su vida. Era una joven
señora de 38 años, con tres hijos de 10, 5 y 3 años.
A la capital francesa acuden su padre y
su hermano para acompañar al esposo, milagrosamente ileso en el
accidente. Y empieza la espera, la tensa espera hasta poder repatriar
su cuerpo. Les hablan de hasta diez días de trámites antes de poder
hacerlo. Sin conocer el idioma, solos, se sienten desamparados. Tres
hombretones rotos, hundidos, sin fuerzas, desbordados
por la angustia y la
impotencia. Al parecer, su ya viudo siente culpa por haberla llevado
a la Ciudad Luz y planeado el viaje en secreto. Pero ella ya no sufre
y hasta el momento fatídico era un dechado de ilusión y contento.
Imaginemos a su madre, en Toledo, con los
niños, pensando que no volverá a ver a su hija viva, esperando para
abrazarse a
sus restos.
Esperan para nada, como haríamos todos,
porque el hecho trágico se ha consumado. Ahora solo cabe, triste
consuelo, darle un beso de despedida. Ese consuelo que en ocasiones
no se
obtiene porque el cuerpo
del fallecido, o desaparecido, no es encontrado. Y, entonces, la
incertidumbre se apodera de todos.
Tras la agonía de esa espera infinita, y sin esperanza, en un hospital, una morgue, unas dependencias administrativas y una casa
cerca del Tajo, comenzará el
duelo, la desesperación
por lo inevitable, la aflicción por lo irremediable, el vacío de la
ausencia y, tras todo ello, el sufrimiento y la pena, una gran pena.
Comentario
Campo
García Rodríguez
Una
pena para los que se quedan, pero ella estaba disfrutando de una de
las cosas más bonitas que hay en esta vida, de un viaje de
enamorados. Seguro que nunca el cielo había estado tan estrellado
como esa noche en París y nunca su marido había estado tan prendado
de ella como esa noche que pasaron solos en ese hotel de París.
Reuters. |
Cuántos sucesos que te dejan congelado de impotencia y mudo porque humanamente no tienen explicación lógica... Igual que el caso de Julen, el niño que se cayó en un pozo..
ResponderEliminarLa vida es un soplo... Aprovechémosla.
Gracias Julito. Un abrazo.
Tenemos que disfrutar al máximo la vida porque no sabemos que pueda pasar el dia de mañana
ResponderEliminarDe acuerdo con el comentario de Campo García Rodríguez, en una tragedia de esta índole, solo nos consuela el bálsamo del amor, derivado de esa felicidad que la embargaba y ahora suponemos eterna...
ResponderEliminarTras ímprobos esfuerzos, Julen ha sido encontrado sin vida. Ha sido una espera angustiosa, de muchos días, siempre aferrados al rayo de esperanza de que se hubiera producido el milagro. Pobrecito, descanse en paz. Mis condolencias y un fuerte abrazo a sus padres y demás familia.
ResponderEliminarMuchas gracias a todos los que han participado y han dado lo mejor de sí mismos en las labores de rescate.