Gotas
de poesía (Selección)
Lydia
Rojas Lizalde
Recopilación
de Mariana Vázquez Murguía
Lydia Rojas Lizalde |
Todavía
Dame
tu soledad, toma la mía
unidos
de la mano…. caminemos
el
devenir del mundo observaremos
podremos
ser felices todavía.
El
horizonte es claro y transparente
el
viento que acaricia es luminoso
encaucemos
tranquilos nuestra mente
y
tendremos nuestro mundo hermoso.
Forjemos
los rumbos del destino
pongamos
flores al borde del camino
matemos
el
dolor
y el egoísmo
en
la recta final ¡ya no hay abismo!
Piloto
Tiende
las alas sobre viento suave
el
morro apunta agrestes horizontes,
abajo
se diluyen valles y montes
y
el tiempo que en la mente siempre cabe.
Lleva
la mano firme, el ojo alerta,
prolongación
de pájaro gigante,
—es
la materia viva, palpitante
cálida
conjunción de acero y mente—.
Cruza
los meridianos que los hombres
con
su mente angustiosa te han marcado,
en
su miedo mortal, han olvidado…
no
te pueden perder, ¡aunque se asombren!
Mensaje
vivo del hombre al infinito
que
en su afán de vivir está consciente,
habrá
de compartir con otras mentes
el
espacio vital del infinito.
Vuela
hombre pájaro a tu mundo
del
espacio tranquilo y silencioso
vuela
hombre niño, que es profundo
el
anhelo que sientes y… es hermoso.
Sigue
por los caminos silenciosos,
alcanzar
con tu vuelo audaz y hermoso
el
mundo que el destino te ha entregado.
A
un muerto
Rígido
ha quedado el cuerpo
que
fue ropaje del alma,
cuánta
soledad y calma
va
quedando con los muertos.
Con
qué quietud se aproxima
aquella
a la que tememos,
quizá
porque no sabemos
que
la vida no termina.
Ya
pasa el viento llorando
entre
los sauces vencidos,
lleva
pétalos caídos
que
las flores van dejando.
Se
van pasando los años
y
con ellos van quedando
los
sollozos comprimidos
en
losas
de camposanto.
A
mi padre
Viejo
roble que dieras a mi mundo
visiones
gigantescas de horizonte,
roble
añejo, hoy te doblas a la tierra,
la
vasta soledad ya no te aterra,
dejas
en mí la fuerza de tus montes
y
un silencio callado muy profundo.
En
alas de los vientos del destino
podrán
tus hojas —volando con Eolo—
en
cadenciosa danza estar cayendo
y
al bajar suavemente irán cubriendo
el
sendero que habrás dejado solo
por
haber terminado tu camino.
Hoy
tu cuerpo no tiena ya mañana,
al
ir por las praderas transparentes
no
podrá proyectar ya más tu sombra,
no
hay pena ni dolor ¡ya nada sientes!
sólo
la eternidad que te acompaña
y
el silencio que ya jamás te nombra.
A
un muerto
Amigo:
Que
te fuiste calmado
con
tu paso tranquilo hacia otra dimensión.
¿Qué
lugares ignotos
tus
plantas han
hollado?
¿En
qué mundos remotos
tus
pasos han quedado?…
¿Dónde
se han
bifurcado
tu
sendero y el mío
que
por más que he buscado
no
te puedo encontrar?
Hermano:
Enséñame
la puerta
para
entrar a tu mundo,
conocer
los arcanos
y
el silencio final,
quiero
seguir la ruta
que
tu paso ha marcado
llegar
donde has llegado
mirar
el inframundo
y,
después de una pausa,
¡tranquila
terminar!
A
mi hijo
Aguilucho
gentil, que al extender tus alas
altivo
y solitario el vuelo audaz alzaste,
ayer
tan sólo niño, hoy… águila gigante
que
anhela conquistar el cielo sin escalas.
Moderno
pigmalión que trascendiendo cielos,
en
bancos de nubes esculpes tu destino,
oteando
el horizonte y con potente vuelo
raudo
te enfilas hacia tu camino.
Pescador
de ilusiones que tejes en tu vuelo
plateadas
redes con parábolas gigantes.
¡Suelta
las redes!, la vida es sólo instante
que
podemos trazar con el azul del cielo.
Artífice
sutil que al jugar con estrellas
formas
así tablero de ajedrez brillante
soñando
libertad, prosigues adelante
para
en tus sueños irte a confundir con ellas.
Viajero
de los cielos, navegante incansable
que
tus rutas te lleven por senderos de paz,
que
para ti no exista nada irrealizable
y
el dolor no te roce con sus alas jamás.
Lydia
Rojas Lizalde (Veracruz, 1919
– Tlalnepantla de Baz,
2002)
fue
una médica anestesióloga mexicana, formada en la Universidad
Nacional Autónoma de México, que ejerció su profesión con éxito
en el Centro Médico Nacional.
Casada
a los 31 años, enviudó y volvió a contraer matrimonio, alumbrando
un solo hijo.
La
hija de éste, su única nieta, Mariana Vázquez Murguía, nos ofrece
ahora una selección de poemas de su abuela.
Qué asombrosa mujer, anestesióloga y poeta. ¡Me parece tan difícil conjugar esas dos facetas! Aunque es posible que exista una conexión entre ambas...
ResponderEliminarSolo viven aquellos que luchan.... debía de ser una mujer en busca de sus sueños, para mí lo refleja su poesía y es maravilloso que su nieta nos lo muestre.
ResponderEliminarLa vida es para los valientes
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