La
habilidad de combinar palabras
Fernando
Moya Molina
Nuestra vida se construye con muchos
pequeños o grandes éxitos y también con numerosos minúsculos o
enormes fracasos. Y muchos de nuestros momentos de soledad se inundan
de nostalgia. Es en esos momentos cuando hablamos largamente con
nosotros mismos ¿Dios?. Tras un fracaso, el subsiguiente proceso de
cambio produce momentos de vacío interior antes de estar de nuevo en
movimiento.
En uno de esos momentos me encontraba en
Burgos, por razones ajenas a mi control, y solía salir al atardecer
y sentarme en la mesa de un café para meditar y tomar notas.
Recuerdo que uno de esos días escribí este pequeño poema:
Otra ciudad, otro cielo, otro tiempo…
y en el fondo del alma,
de la misma forma que se adormece un
niño,
se va poco a poco durmiendo un recuerdo…
Tú lo sabes, amigo…
Solo tú sabes lo que siento.
Siempre he admirado a la gente que tiene
la habilidad ¿arte? de combinar palabras de forma que te llegan de
una manera profunda, tocan tu corazón, y hacen aparecer cristales en
tus ojos.
Un poema, un libro de poesía, no es algo
que se pueda leer de un tirón. Cada verso va martillando tus sienes,
reverbera tras su lectura, evoca numerosos pensamientos que pugnan
por salir todos al mismo tiempo. Son como destellos de ideas
filosóficas
que llenan tu interior y producen sosiego, paz, nostalgia,
impotencia, etc. Sirvan de ejemplo estos versos de Miguel Hernández:
Llegó
con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.
Con
tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.
Con
tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.
Mi vida profesional se ha desarrollado en
la enseñanza de las matemáticas, como profesor de secundaria. Puedo
decir, ahora que he llegado al final de mi vida laboral, que he
trabajado en algo que me gusta. Ciertamente he disfrutado con ello.
Este trabajo me ha permitido conocer a mucha gente relacionada con
las humanidades y las artes. Compañeros que ejercían como
profesores igual que yo pero que realmente eran otra cosa: pintores,
escultores, novelistas, poetas…
En este mi último año laboral, he
coincidido con uno de ellos: el joven poeta Raúl Nieto de la Torre.
El 31 de marzo pasado presentaba, en el centro cultural del Matadero
de Madrid, su nuevo libro de poemas, que lleva por título Leopardo.
Tuve la
fortuna de asistir al acto.
Confieso
que era la primera vez que acudía
a una
sesión
de
este tipo.
Raúl Nieto de la Torre es un buen
representante de quienes poseen el arte de combinar palabras. En la
presentación de su libro nos contó cómo él, en el colegio, se
dedicaba a escribir poemas durante las clases mientras otro compañero
y amigo suyo, Ángel Núñez, se dedicaba a dibujar. Por ello se
veían obligados a utilizar el recreo para recuperar el tiempo
perdido en clase. Raúl
confiesa que él continuó con sus escritos mientras su compañero y
amigo lo hacía con sus dibujos. De hecho, el dibujo de la portada de
Leopardo
es de Ángel.
He disfrutado y sigo disfrutando de la
lectura del libro. La ventaja que tiene un libro de poesía es que
puedes abrirlo al azar y encontrarte con perlas como estas:
Pero no dejaré que la ventana
me diga lo que debo mirar.
Cerraré la ventana,
me quitaré las gafas
y entonces miraré
por ella.
…………………………………………...
Como el agua que hace
a la piedra a su imagen y semejanza
nos hemos hecho el uno al otro
tanto daño.
……………………………………………………
La llave que me diste
no abría
ninguna puerta.
La llave era la puerta
por donde tú saliste.
………………………………………………...
Todas las veces que marcamos
como los dedos de la lluvia temblorosos
de frío
un número que no existía
y las veces que alguien
respondió al otro lado
son hoy la primera vez
………………………………………………...
….. Y la impaciencia
del humo por salir
en cuanto se abre alguna puerta
y no saber volver.
………………………………………………….
Desde aquí mi agradecimiento a quienes
poseen el arte maravilloso de combinar palabras y que saben solazar
el espíritu cuando más falta hace.
Raúl
Nieto de la Torre
nació en Madrid en 1978. Es licenciado en Filología Hispánica y
doctor en Literatura Española por la Universidad Autónoma de
Madrid.
Ha publicado cinco libros de poemas: Zapatos de andar calles vacías (2006), Tríptico del día después (2008), la antología Salir ileso (2011), Los pozos del deseo (2013) y Leopardo (2017), en Ediciones Tigres de Papel.
Ha publicado cinco libros de poemas: Zapatos de andar calles vacías (2006), Tríptico del día después (2008), la antología Salir ileso (2011), Los pozos del deseo (2013) y Leopardo (2017), en Ediciones Tigres de Papel.
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