La
montaña. Superación personal y felicidad
Julio
Sánchez Mingo
Febrero
2017
A
Edu, ejemplo de amor propio y afán de superación
La
práctica del montañismo, en sus diferentes modalidades de
alpinismo, escalada o simple excursionismo, es un excelente ejercicio
de superación personal y un camino a la felicidad.
Hay
que sobreponerse al cansancio, incluso
a la fatiga extrema, a
la falta de fuerzas, al dolor causado por alguna lesión, al frío,
al calor, a la sed, al mal de altura. En ocasiones al pavor al vacío,
a la verticalidad de los precipicios o, en situaciones comprometidas,
al miedo. En
los Alpes, yo he sido
incapaz de atravesar una pasarela muy aérea y oscilante, tendida
sobre un barranco de más de cien metros de profundidad.
Cuántas
veces se experimenta la tentación de dar la vuelta y abandonar una
subida larga y exigente porque corazón, pulmones y piernas parece
que no dan más de sí.
Todo
ello obliga a extremar la prudencia, sopesar cuáles son nuestros
límites, analizar la situación y, por tanto, actuar con
inteligencia y responsabilidad. Actividad perfecta para ejercitar el
sentido común y aprender de los errores. ¡Escuela de vida!
Al
alcanzar el objetivo establecido la satisfacción es enorme y te
sientes plenamente recompensado después de tanto esfuerzo, llegando
a invadirte la euforia. Cuando se suben las escaleras del Campanile
del Duomo con la meta de
disfrutar de una excelente panorámica de Florencia, mucha gente
renuncia porque no puede más. Otros, sobreponiéndose, llegan al
final y la sonrisa de gozo, expresión de su felicidad, no les
abandona en toda la bajada.
Hay
casos extremos de superación que la montaña pone de manifiesto,
como el que narro a continuación. En esta ocasión el objetivo era
la supervivencia, la propia vida.
Hace
unas semanas, por la noche, pasadas las once, encendí el televisor y
vi que estaban proyectando en Paramount Channel un documental
titulado Touching the
Void, Tocando el vacío, de
2003 (1)
La
película narra la odisea de Joe Simpson, quien, tras coronar el
andino Siula Grande, 6.344 m, en compañía de su amigo Simon Yates,
sufre un accidente en el descenso, fracturándose una tibia. Su
compañero se ve forzado a cortar la cuerda que les une tras una
noche en la que permanecen ambos colgados sobre el vacío. Él cae a
una grieta del glaciar que cubre la montaña. Sólo su espíritu,
sus fuerzas mental y física, su determinación, permitirán que,
aunque malherido, sin agua ni víveres, logre escapar de la sima,
bajar el glaciar,
atravesar las morrenas y alcanzar el campamento base que Simon y otro
alpinista, que había permanecido allí como apoyo, se aprestaban a
abandonar.
Conocí
a Joe Simpson en Vouliagmeni, cerca de Atenas, en 1999, donde acudió
a dar unas charlas sobre motivación, aplicación de recursos y
fijación de objetivos a unas reuniones internas de mi compañía.
Contó
su drama, que,
obviamente, me impresionó. Tiempo después compré y leí su libro
Tocando el vacío,
traducción al español editada por Desnivel (2).
En esta obra se basa la película documental de 2003. Es
el relato pormenorizado
de su aventura en el Siula Grande y sus pensamientos y reflexiones
durante su terrible descenso. También detalla como se fijaba en su
avance pequeños y asequibles objetivos parciales para poder lograr
su objetivo global, su meta final, llegar al campamento base. Ésta
es la lección aplicable al mundo empresarial que le ha permitido
convertirse en un conferenciante de prestigio y que todos deberíamos
trasponer a nuestra vida diaria.
Joe
Simpson y Simon Yates siguen siendo íntimos amigos.
(2)
Joe Simpson: Tocando
el vacío.
Ediciones Desnivel (Edic. Española)
Siula
Grande. Cordillera Huayhuas. Andes peruanos. 6.344 m.
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