Explotación
laboral.
¿Cómo solucionar esta lacra?
Julio
Sánchez Mingo
Febrero
2017
Todos
somos conscientes de la explotación laboral a que son sometidos
infinidad de trabajadores de sectores como el textil o la electrónica
en Oriente, México e infinidad de países.
También
en nuestra limpia
Europa, donde hay multitud de talleres clandestinos o personas que
trabajan en su casa de forma ilegal, por salarios de miseria, en
condiciones donde
la salud y la higiene en el trabajo brillan por su ausencia, con
largas y agotadoras jornadas laborales.
¿Cómo
creemos que muchas familias han hecho frente a la crisis?
Cómplices,
por corrupción u omisión, son las administraciones públicas. En
España, sin ir más lejos, la inspección de trabajo es casi
inexistente.
Sangrante
es
el caso de la confección de ropa en la India y Bangla Desh, donde
mujeres y niños trabajan como esclavos, como denuncia el diario El
País en una serie de reportajes publicados
el 28 de enero
de 2017 (1).
Asimismo el desguace y achatarramiento, especialmente de buques y de
equipos electrónicos, se desarrolla en condiciones infrahumanas, en
ambientes y en contacto con productos muy nocivos para la salud.
Yo
no puedo permanecer pasivo ante estos hechos y me gustaría que, al
comprar cualquier producto, no haya detrás un empresario y unos
intermediarios explotadores y un rosario de vidas humanas hundidas en
la miseria y la opresión laboral. Yo no quiero ser cómplice ni
encogerme de hombros. ¿Qué se puede hacer?
Hay
ONGs que trabajan encomiablemente para paliar esta situación.
Incluso algunas de ellas tienen programas de comercio justo.
Multinacionales españolas como Inditex, El Corte Inglés o
Cortefiel, posiblemente para acallar su mala conciencia por el estado
de cosas al que han llevado sus modelos de negocio y por la tragedia
de Rana Plaza, con 1.132 muertos, han comenzado a tomar algunas
medidas del todo insuficientes (2).
Pero
son migajas, hay que hacer más para acabar con actividades indignas
del ser humano, particularmente de la infancia.
Pienso
que se podría dictar una directiva comunitaria que obligue a un
proceso de fabricación, libre de explotación laboral y conforme a
las normas europeas de higiene y seguridad en el trabajo, de todos
los productos de consumo comercializados en la Unión Europea. La
homologación oficial correspondiente, efectuada por entidades
acreditadas para ello, permitiría a las empresas cumplidoras
etiquetar sus productos con la correspondiente marca de
certificación, lo que franquearía su venta en nuestro mercado
común.
Adicionalmente
se crearía riqueza en los países productores por la necesidad de
formar y emplear a los inspectores de las entidades de calificación,
profesión que requiere personal con un cierto nivel de
cualificación, y redundaría en un mayor desarrollo cultural.
El
consumidor medio europeo puede asumir sin dificultades el incremento
de precios derivados de
aplicar una política de este género. Veámoslo
con un caso real, que me desveló un amigo que trabaja en el comercio
internacional de la ropa confeccionada.
Hace
unas semanas una fábrica de Bangladesh cerró un contrato con una
multinacional española para la fabricación de 400.000 minifaldas
para esta temporada. El precio CIF Europa acordado asciende a unos 4
€. El PVP previsto es de 14,99 €, que incluye el 21% de IVA. El
margen bruto es por tanto del 67,7%. Si al final de la campaña hay
género sin vender, y procede una liquidación, el descuento en el
punto de venta podrá alcanzar un 50%, lo que supone que el PVP se
reducirá a 7,49 € y el margen bruto a un 35,42%. ¡No está nada
mal!
No
creo que un proceso de homologación como el propuesto repercutiera
en el coste de la prenda en más de un céntimo de euro, 0,01 €,
4.000 € en el total de la operación. Inyectando 400.000 € en los
salarios de los trabajadores, supongo que no son necesarios muchos de
ellos para confeccionar las benditas minifaldas, estoy convencido que
su nivel de emolumentos pasaría de la miseria a una soldada digna.
Ese mágico euro lo podría costear el consumidor final, comprando a
15,99 €, la multinacional de turno, reduciendo un poco su exagerado
márgen, o ambos, a medias, con un PVP de 15,49€.
La
pelota queda ahora en el tejado de los parlamentarios europeos, que,
por cierto, tienen unos jugosos salarios.
Sobre
la explotación humana en el desguace y achatarramiento de buques y
la producción de materias primas, agricultura y minería, habrá que
volver otro día.
Sin casco, guantes, gafas protectoras, mono, botas de seguridad... |
El 6 de marzo de 2017 se ha enviado a Carolina Punset, europarlamentaria española, la correspondiente propuesta de iniciativa legislativa.
ResponderEliminarExiste la certificación UT2 que garantiza prácticas de cultivo sostenible y buenas condiciones laborales, que IKEA incorpora en sus chocolates.
ResponderEliminarLa certificación de Rainforest Alliance asegura estándares análogos en la producción de café.