04 octubre 2016

Carta a un chaval de 14 años
Julio Sánchez Mingo
Octubre 2016

Querido Mario:

No te puedes imaginar lo que me plugo que un chaval de 14 años como tú nos confesara que le gusta mucho leer y que lo hace todas las noches en la cama, antes de dormir.
De la lectura, de los libros, extraemos el conocimiento de las personas y de las cosas que, junto a la propia experiencia, nos hace alcanzar la sabiduría. Ello nos permite ser mejores y, también, disfrutar de la vida de forma más plena.

A lo largo de nuestra existencia vamos encontrando gente sabia, interesante, mucho mediocre, mucho pobre de espíritu, mucho ignorante. De todos ellos podemos y debemos aprender. Los libros, además, nos acercan a grandes personas, brillantes, lúcidas, amenas, a quienes escuchar es un verdadero placer y que nos transmiten su saber y también sus propias vivencias.
Si quieres conocer a una persona en profundidad, lee sus escritos. Cuando yo tenía tu edad, escribíamos cartas, incluso largas cartas, a la familia, a los amigos y a las chicas que nos gustaban y recibíamos sus misivas de respuesta. Ello nos permitía profundizar en el interior de esas personas. Nos decía mucho de su sensibilidad, de su riqueza de espíritu, de sus sentimientos, de su cultura, de sus aficiones.
Fíjate en el gran interés que despierta la literatura epistolar de los grandes hombres y el dineral que se paga por sus archivos personales. En esos escritos reside la explicación de su proceder en la vida, de su arte, de su pensamiento, de sus relaciones humanas.
En los libros aprendemos de las vidas ajenas, de los aciertos y errores, presentes y pasados, de la humanidad y de los individuos, de la barbarie de los pueblos, de la sociedad en la que vivimos, del mundo físico y la naturaleza que nos rodean, del comportamiento de los hombres en tiempos remotos y tantas cosas más. ¿Qué sería de la técnica y de los avances científicos sin la escritura y, por ende, de la lectura?
A pesar de todo, lamentablemente, el hombre sigue tropezando en la misma piedra demasiadas veces. Parece inaudito.

¿Cómo se puede opinar sobre lo mal que lo hace el Ayuntamiento de Madrid, por ejemplo, si se es un perfecto ignorante, sin formación, sin lecturas, sin experiencia viajera?

La literatura nos hace soñar, nos transporta a otros mundos reales o imaginados. Con ella, viajamos a lo largo del espacio y del tiempo. No hay mejor sesión de cine que nuestra mente imaginando las situaciones, los espacios y los personajes de una novela.

No sólo se debe practicar la lectura. Las bellas artes, en todas sus expresiones, son formativas y enriquecedoras. En general todo lo que llamamos cultura.

Leer es un gran divertimento y, además, barato. Incluso, si no tienes dinero para comprar un libro, puedes acudir a una biblioteca y tomarlo en préstamo.

Un complemento perfecto, ideal, de la lectura, y de cualquier actividad intelectual, es la práctica de ejercicio físico. A tu edad ya habrás oído la expresión mens sana in corpore sano. Mantener el cuerpo a tono, fortalecido físicamente, nos ayuda en todos los órdenes de la vida. Ahora bien, esa práctica la debemos afrontar sin excesos, sin castigar el cuerpo, sin que se convierta en una obsesión o una razón de vida, como le sucede hoy en día a muchas personas. La práctica deportiva en solitario es más aburrida que la que se realiza en compañía de otras personas o que los deportes de equipo, que permiten un alto grado de socialización. Los de competición hay que encararlos con deportividad, como un juego, y hay que tener buen perder. La competitividad en demasía no es buena y puede degenerar en agresividad y situaciones violentas.
Para mí hay dos deportes que, por sus características, son perfectos: la vela ligera y el excursionismo. Son exigentes en lo físico, permiten estar en contacto con la naturaleza, disfrutarla, conocerla, estudiarla y requieren de práctica intelectual. Hay que prevenir las condiciones del tiempo, situarse, orientarse, hacer uso de la experiencia y el conocimiento, obrar con inteligencia. En definitiva, resolver problemas en tiempo real, a veces en pocos segundos, claves para alcanzar el objetivo con éxito. Eso sí, hay que extremar la prudencia. El mar y la montaña pueden llegar a ser muy peligrosos y tú ya sabes que arrastramos una enorme tragedia a nuestras espaldas.
Además, con nuestros compañeros de caminata o navegación podemos hablar de todo lo divino y lo humano, lo que es un auténtico placer. ¡Con lo que te gusta a ti charlar!

Para terminar, quiero glosar las virtudes de la lectura, y en general de la cultura, como bálsamo ante las adversidades de la vida. En nuestras horas bajas, los libros y los demás instrumentos culturales son un magnífico refugio frente al dolor, la pena, la tristeza, la soledad, la presión del quehacer diario. Sólo la compañía y el consuelo de los seres queridos superan sus cualidades reconfortantes.

Un fuerte abrazo, extensivo a Diego,

Julio

PD. Por favor, habla con tu madre en francés. No desperdicies la oportunidad que te brinda la vida. Además ella se sentirá más querida y más próxima a ti. No se valora verdaderamente lo que es una madre hasta que se la pierde. Nuestra existencia es así de injusta.

2 comentarios:

  1. Qué estupenda guía de vida tu "epístola a Mario".
    Y el destinatario debe de ser un chico encantador

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  2. He disfrutado leyendo estas grandes verdades, gracias Julio

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