Caro
Giulio, cari compagni....
Pachi Mouliaá
Enero
2016
Caro Giulio, cari compagni:
In
primis
he de confesaros que estoy francamente preocupada y que la causa es
este blog de Julio, en el que él mismo y unos cuantos más vais
desgranando recuerdos e impresiones de nuestro amado LIM.
Leo
vuestros escritos y me pregunto ¿Habré ido yo al mismo LIM? ¿Y en
la misma época?
Y
si es así ¿por qué no sé quién es el Notte o el Gerbino? ¿Y
porqué no tengo anécdotas del padre Palomar y tampoco recuerdo sus
citas de Zubiri, Maritain o Teilhard?
A
ratos me acongojo y me analizo, no vaya a ser que me visite ya el Dr.
Alzheimer. Pero reflexiono: - A ver, entonces no te acordarías de
lo que has comido, y cocinado, hoy, o mismamente se te habría
quemado todo por haber olvidado apagar el gas…Claro, que no tengo
gas. En cualquier caso, se te habría olvidado apagar la vitro, rica.
Casi
a continuación veo la luz, ¡La memoria, que es muy suya! Quiero
decir, la de Menchu es de Menchu, la de Julio de Julio, la de Lalo de
Lalo y la mía es la mía… y cada una de nuestras memorias ha
grabado lo que le ha salido de ahí.
Sin
embargo creo que todos, o casi todos, coincidimos en considerar un
privilegio avere
frequentato per ben quattordici anni il LIM,
que todos, o casi todos, agradecemos al cielo la estupenda formación
humanística recibida y que entre nosotros, los que hacemos por
seguir viéndonos, conseguimos mantener este vínculo tan especial.
Por
mi parte, los recuerdos me vienen a rachas, deshilachados… De
Materna la signorina Mariolina, el ratito de a
riposare,
desfilar en la sala del teatrino con Lucía aporreando al piano la
Marcha Triunfal de Aida, haber grabado Angioletto
del Signore
y el Ave María en un disco que parecía una cartolina,
las cadenetas de papel charol y el olor a almendra amarga del pegamín
en barra…...
Curso 1959-60. Con la signora Ferrari. Pachi Mouliaá es la tercera por la izquierda, sentada en la primera fila.
De
la Elementare, mi cartera de cuero, más grande que yo, mi amor
incondicional y eterno a la signora
Ferrari, el boicot que le hicimos a su sustituta, la Boeri, hasta que
nos dimos cuenta de que también era magnífica, y, sobre todo, la
presión enorme que me supuso preparar en casa de la signora
Ferrari el salto
de la quinta elementare, os
recuerdo que debo de ser la mayor, aunque no en tamaño, del 24 de
enero, salto que el final no realicé porque iba a jaquecón diario y
mis padres se apiadaron de mí.
En
Scuola Media llegó la Battistoni, con su aire estirado y despectivo,
sus cuellorros de piel y sus caramelos Halls, que aquí ni conocíamos
y que la muy z… se rechupeteaba en clase. Cruella de Vil se queda
chiquita a su lado. Aún conservo el tocho enorme de la antología
literaria que manejamos toda la Media y, de vez en cuando, lo
desempolvo y repaso. Es más, que sepáis que, en época reciente, he
dejado atónitos y patidifusos a mis compañeros del Instituto
Italiano de Cultura recitándoles Cantami
o diva del Pelide Achille..., Nel mezzo del cammin di nostra vita…,
al Carducci o al Pascoli. También en la Media llegaron los Beatles,
en casa de las Occhi y The Animals, en Piedralaves, en casa de Elena
Fernández. Baquera, y los primeros bigliettini
de algún compagno
y el sentirme mayor por ir a scuola en ruta yo sola. A mis entonces
cinco hermanos menores los sacaron del Liceo y los llevaron a
colegios de curas y monjas cercanos a casa, porque mi madre tuvo dos
tardanillos
seguidos y no era plan el trajín de traernos y llevarnos al Liceo.
Los
últimos años, los de Liceo propiamente dichos, son para mí los más
confusos y revueltos. No me acuerdo de en qué clases coincidíamos,
tengo un respetable follón de insegnanti,
mi rendimiento escolar empezó a flojear… La adolescencia, que en
mi caso fue un tanto esquizoide y lo lió todo. Supongo que lo mismo
vale para el resto de vosotros. Los primeros guateques liceales
con compagni
più grandi,
mi primera pandilla de barrio en el Retiro, subirse el uniforme para
ir minifaldera, las fumatinas y las confidencias en el gabinetto,
Filosofía con la sobrina de la Peraita, Biología con la Lili…
¡¡Puff,
un taco al que no quisiera volver!! Es lo que tiene andar leyendo
por tu cuenta “El segundo sexo” y “La alienación de la mujer”
para al final acabar cumpliendo tu destino de jovencísima casada y
madre en la vida…
En
fin, ya sé que no ha sido muy académica mi disertación pero a
cambio espero haberos entretenido un rato.
Os
quiero.
Pachi Mouliaá fue compañera del editor en la Escuelas Italianas de Madrid
Pachi, no eres la única con memoria selectiva. Yo tampoco tenía ni idea de las conexiones filosófocas del Padre Palomar quien, para mí, era el cura que nos daba catecismo y se quedaba dormido casi todos los días. Tampoco conocí a algunos profesores o profesoras que se citan, en parte porque dejé el Liceo antes de empezar sexto, en parte, como bien dices, estábamos separados en bastantes clases, aunque recuerdo muy bien a la Battistoni o a la Ferrari especialmente, porque ella me preparó también como a ti para hacer el salto della Quinta Elementale - qué manía de algunos padres con que en el Liceo íbamos atrasados porque había un año más de primaria que en los coles españoles. Yo pasé el examen y a las pocas semanas le comunicaron a mis padres que no podría empezar Prima Media al año siguiente porque era demasiado joven (diciembre del 1952) y la legge italiana non mi permetteva fare il salto...Seguramente fue la mayor equivocación pedagógica de mis padres porque al año siguiente, en Quinta, como ya lo había aprendido todo con la Ferrari, apenas estudié y saqué muy buenas notas, todo ochos y nueves menos un dieci en gimnasia. El problema es que cuando empecé la Media pensé que iba a ser lo mismo y, entre el basket y que no di ni palo, me quedaron dos para settembre.
ResponderEliminarGracias por recordarme esos años de Materna con la Signorina Mariolina, esos olores del pegamento y esos trabajos manuales con el papel charol y esos riposos con las contraventanas medio cerradas...
Como bien dices cada uno tenemos nuestras propias memorias. Mis mejores memorias del Liceo tienen mucho que ver con el baloncesto, con mi platónica atracción por Begoña, Pachi o, más tarde, Verónica Forqué - con quien tuve un romancillo cuando yo hacía el Preu en el CEU San Pablo, pero sobre todo con mis compañeros. Tal vez el hecho de que fuéramos una escuela tan pequeña y de que muchos de nosotros compartiéramos tantos años las mismas clases, de lunes a sábado, de 9 a 1:30, nos haya convertido en una especie de tribu de sexagenarios que nos seguimos queriendo porque, a pesar de los distanciamientos, no sólo temporales o físicos, sino también ideológicos o sociológicos, nos une una relación especial, difícil para mí de definir. ¿Amiguermanos?...o algo parecido.
Sigamos compartiendo memorias...
Texto remitido por Lola AE.
ResponderEliminarQuerida Pachi:
Qué precioso recuerdo has descrito de aquellos años en que compartimos clase, pupitre y grembiule.
Desde la Materna, con la signorina Mariolina,que para estar en clase se cambiaba los zapatos de tacón, con los que llegaba de la calle, por cómodas zapatillas de cuña, a la Media, con la terrible Battistoni, que con abrigo de espiguilla gris y gran cuello de zorro gritaba desde la puerta de entrada a la clase: - Aprite la finestra. Y mientras ella se sentaba en la cátedra y se recolocaba el renard nosotras empezábamos a helarnos. Luego, muy despacito y siempre de mal humor, abría su cuaderno para interrogarnos, aquello no era un tomar la lección, era un interrogatorio en el sentido español de la palabra, que duraba media clase. Mientras, nosotras, y en un silencio sepulcral de la clase, tiritábamos ya no tanto de frío como del susto de que nos sacara a interrogare.
¡Como no! La Elementare que tiene un único nombre: Ada Ferrari.
Nuestra querida Signora Ferrari y signora lo pongo deliberadamente con mayúscula. ¡Que decir della nostra maestra!
Siempre que nos vemos, y aunque hayan pasado tantos años y tantas cosas, hablamos de la Ferrari y en nuestras caras aparecen las sonrisas.
Il diario, i bachi da seta, Sofonisba, la gara del silenzio, Romolo e Remo, A E I O U, chachachá…
La signora Ferrari fue un regalo del que entonces, y a pesar de ser tan pequeñas, éramos conscientes que teníamos y era, y es, sólo nuestro.
Luego llegó Aida Boeri. ¡Pobre signora Boeri!
Venía directamente de Italia y se encontró con una clase que a cualquier cosa que decía o explicaba nosotras replicábamos: - La nostra signora diceva, la nostra signora faceva…
- Questa maledetta signora Ferrari! - diceva, arrossita, la Boeri.
Pero, querida Mouliaá, la signora Boeri hizo algo terrible, lo calificaría de cruel y fue decir en público y bien alto, en clase, que los Reyes Magos eran los padres. Eso la signora Ferrari nunca lo hubiera hecho. Yo nunca se lo he perdonado.
Gracias Pachi, gracias Julio, por volver al presente los recuerdos, los buenos recuerdos que nos unen.
Yo también os quiero
Me encanta leer en éste Blog ....
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