Berlinguer
Julio Sánchez Mingo
Ai cari compagni che non persero la dignitá
Se cumplió el pasado mes de junio el cuadragésimo aniversario del fallecimiento del político italiano Enrico Berlinguer, el impulsor del eurocomunismo y del compromesso storico, el compromiso histórico —la política de acercamiento y entendimiento con la Democracia Cristiana de Aldo Moro, secuestrado y asesinado en extrañas circunstancias en 1978—, el líder y protagonista del sorpasso, que logró que el Partido Comunista Italiano, PCI, superara al centroderecha confesional en las elecciones generales italianas de 1984, celebradas menos de una semana después de su muerte. A su entierro asistió una gran muchedumbre. Muchos de los presentes no eran comunistas ni de ideas comunistas, eran, simplemente, ciudadanos agradecidos a su labor. Hasta el dirigente fascista Giorgio Almirante acudió para presentar sus respetos a un hombre admirable, de gran altura de miras, como muestran sus entrevistas, discursos y textos.
Siempre mostró una loable disposición a proceder de la forma más beneficiosa para Italia, un país fracturado en aquellos llamados años de plomo, su década ominosa. Por ello, a pesar de sus resultados electorales, ante la oposición de USA y la Unión Soviética a que se desarrollaran los postulados del compromiso histórico, tras la desaparición de su contraparte Moro y la radicalización del centroderecha, para evitar un golpe de estado casi seguro auspiciado por la CIA, renunció a formar gobierno en un encomiable ejercicio de responsabilidad, impidiendo también a la larga el choque final entre los partidos que representaban a las dos grandes masas de la población así como la polarización absoluta de la sociedad italiana. Su ausencia desembocó en un ambiente político y social copado por la podredumbre, el juego sucio y la corrupción. Europeista convencido, rechazaba la Europa de las patrias, el repliegue de ciertos países en sí mismos, velando sólo por sus intereses cortoplacistas. Denunció la deriva de los partidos políticos, convertidos en máquinas de poder y clientelismo, alejados del interés colectivo. Adelantado a la preocupación actual por el cambio climático y la protección del medio ambiente, propugnó una moderación del consumo. Sus valores son un ejemplo a seguir. Introdujo en el mundo de las ideas la reflexión sobre la dificultad de caminar hacia la felicidad en el sistema capitalista salvaje, que ahora todo lo invade. Y, por encima de todo, a pesar de sus errores, que también los cometió, fue un hombre dialogante que anteponía el interés colectivo a todo lo demás.
Parece que sus lecciones, sus enseñanzas, han caído en saco roto, tanto en La bota como en La piel de toro.