10 febrero 2023

España, un país esclavista

Julio Sánchez Mingo

 

 

En contra de lo que muchos de sus ciudadanos piensan, España fue un país esclavista, que sometió a indios y negros, comerció con ellos y los explotó hasta la muerte en las posesiones de ultramar de la Monarquía Católica.

A pesar de las teorías del padre Vitoria y sus doctrinas sobre el derecho de gentes, que llevaron a la promulgación en 1542 de las Leyes de Indias, que establecían que los indios eran seres humanos libres y los ponían bajo la protección directa de la Corona, convirtiéndose en unos súbditos más del monarca, el ejercicio de la esclavitud en las colonias españolas se prolongó, con la trata de africanos, hasta bien entrado el siglo XIX. En Cuba en concreto, no llegaría la abolición definitiva y completa de este crimen contra la humanidad hasta 1886. Cuando esta aberrante práctica se suprimió en Puerto Rico en 1873, en la Perla del Caribe había casi 400.000 esclavos. A partir del establecimiento de dichas leyes de Indias, tampoco el trato dispensado a los nativos americanos por parte de criollos, colonos y terratenientes distó mucho de la esclavitud pura y dura. Minería y agricultura empleaban a trabajadores en condiciones de sometimiento absoluto.

En 1807, el Reino Unido prohibió en todos sus territorios el tráfico de seres humanos mediante la conocida Abolition Act, y, en 1833, hizo ilegal la compra o la propiedad de esclavos dentro del Imperio británico, con la excepción de Ceilán, Santa Elena y las circunscripciones administradas por la Compañía de las Indias Orientales. El dinero y otros intereses siempre estuvieron y están por encima de principios, ética y moral.

La presión británica hizo que la Corona española suscribiera un tratado bilateral en 1814 por el que se prohibía el comercio de esclavos, pero fue papel mojado y condujo a que los negreros subieran el precio del fardo y aumentaran el número de mujeres de cada flete para asegurar el mantenimiento de la especie. Los intermediarios, es decir, tratantes, armadores, capitanes e incluso marineros multiplicaron por diez sus ingresos en comparación con sus análogos de la flota mercante. A pesar de sus múltiples riesgos, era un pingüe negocio, como hoy en día el narcotráfico.

La abolición legal de la esclavitud en la España peninsular llegó en 1837, pero no a los territorios de ultramar. No se podía contrariar a los poderosos compradores de carne humana que se utilizaba en el campo y la manufactura.

Según relata Alfonso Mateo-Sagasta en su magnífico volumen Nación. La caída de la Monarquía Católica. Crónica de 1808 a 1837, en 1811, en las Cortes de Cádiz, se discutió sobre la abolición de la trata. A uno de sus adalides, Argüelles, inspirado, entre otras, por la obra de Cadalso Cartas Marruecas, se opusieron los representantes de los intereses de la Iglesia y de los latifundistas sacarócratas, que cínicamente manifestaban que la esclavitud es un instrumento divino que permite a los negros civilizarse, redimirse de su condición inferior y salvar su alma. Todo terminó en un fiasco, pues aunque el decreto abolicionista fue aprobado por unanimidad, no se reguló su desarrollo y cumplimiento. Como dice Mateo-Sagasta: “A las Cortes se les da bien predicar, pero no dar trigo”. El texto definitivo de la Pepa dictó que la nación española era la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios, que eran los varones avecindados, católicos y nacidos libres, lo que incluía a indios y mestizos bautizados. ¿Y los negros, tanto libres como esclavos? Con argumentos falaces, en la práctica no se los tuvo en consideración. Lo mismo se hizo con las mujeres, la mitad de la población.

Algún miembro destacado de la Monarquía Católica, como María Cristina de Borbón-Dos Sicilias nieta de Carlos IV, viuda de su tío el rey felón Fernando VII, madre de Isabel II, reina gobernadora durante la minoría de edad de su hija, que hubo de ceder la regencia a Espartero y partir al exilio por sus escándalos de corrupción, fue una conspicua negrera. Junto a su segundo marido Agustín Fernando Muñoz Sánchez, ennoblecido por ella como I duque de Riánsares, estableció en Cuba negocios relacionados con el comercio de hombres y mujeres y con los ingenios azucareros que requerían mucha mano de obra, especialmente durante la zafra, aunque los mayores beneficios los obtenían de la trata de esclavos. Cuando tal práctica ya era ilegal, se asociaron con el político y traficante de personas Julián Zulueta, para, entre 1845 y 1849, fletar dos buques de gran calado para el transporte transatlántico de cargas humanas, donde hacinaban a centenares de pobres desgraciados.

Añade Mateo-Sagasta que durante el viaje trasatlántico se les cortaban las uñas a los fardos de carbón para limitar las heridas que se infligían entre ellos en las peleas que se desataban en los sollados por conseguir espacio y aire. Previamente se les marcaba con hierro al rojo. Las pocas mujeres y crías que transportaban eran estibadas en cubierta, junto a las amuras. Los varones permanecían en los entrepuentes, amontonados y engrillados por parejas, sentados en hileras, uno entre las piernas de otro. Los cargamentos eran de unos cuatrocientos a seiscientos negros jóvenes, a ser posible varones, de no más de veinticuatro años de edad. Hubo fletes de adolescentes e, incluso, de niños de alrededor de siete años. El índice de mortalidad durante el traslado casi alcanzaba el 15%. Los tiburones seguían a los barcos negreros tras su estela de muerte y pestilencia, como si fueran bancos de atunes. Cuando una goleta negrera era acosada y alcanzada por un navío de la Royal Navy que vigilaba el cumplimiento de los tratados abolicionistas como el célebre HMS Black Joke, su capitán ordenaba desembarazarse de sus infelices prisioneros, arrojándolos al agua. Al ser apresada y registrada, los marinos británicos sólo podían comprobar la existencia a bordo de avituallamiento suficiente para quinientos hombres durante veinte días, grilletes en todo el perímetro de la bodega, las tomas de ventilación cegadas con rejillas de hierro y percibir un hedor insoportable. Pero, al no haber carga, no había delito.

La vida de un esclavo en un ingenio cubano era una pesadilla. En pie a las cuatro de la mañana, a las seis ya estaba cortando caña en el campo, hasta mediodía. Al toque de campana, se distribuía el salcocho, unas gachas de harina de maíz con boniato, plátano y cecina o bacalao. Tras la pausa del almuerzo, volvía a la faena hasta las cuatro, cuando regresaba al ingenio siempre cargado con forraje para las caballerías, racimos de plátanos verdes, calabazas, haces de leña o palmiche para los gorrinos. Si se desmandaba a juicio del mayoral, incluso levemente, restallaba el cuero en sus lomos. Si la falta era grave, recibía un bocabajo de veinticinco o cincuenta vergajos que terminaba con su espalda en carne viva, que había que curar con compresas de sal, orina y hojas de tabaco. Hasta medianoche, en el trapiche, se prensaba la caña para obtener el guarapo, que se trasegaba hasta las pailas donde se ponía a hervir. En la sala de calderas, el calor y el humo negro y pegajoso hacían el aire irrespirable, adormecía a los esclavos y, por tanto, eran frecuentes los accidentes. Quinientos hombres, exhaustos, podían ser manejados por un mayoral y cuatro ayudantes. Su única esperanza era la muerte.

En Cuba siempre se obró para sortear los convenios de abolición. Cómplice era el capitán general de la isla, que miraba hacia otro lado, consentía el desembarco y distribución de esclavos y se embolsaba una comisión de dieciséis dólares por cabeza. La Habana era una ciudad de mansiones, teatros a la última y lujosos bailes. Una sociedad de esclavistas y negreros, entre los que destacaba el afamado Pedro Blanco, a la que se unió la corrupta María Cristina con su guardia de Corps, con el que había contraído matrimonio morganático al poco de enviudar del rey de las Españas, como se ha indicado más arriba.

En Cuba y Puerto Rico, las damas de la alta sociedad pujaban por comprar esclavas negras, jóvenes, sanas y recién paridas, con cría o sin cría, para utilizarlas como nodrizas de sus propios vástagos. Con el tiempo, una vez cumplida su misión, se las alquilaba como sirvientas, costureras o, nuevamente, como amas de leche.

Para garantizar las rentabilísimas producciones de azúcar, café y tabaco, la Constitución de 1837 rindió sus afanes igualitarios. No queriendo prescindir de los suculentos ingresos que ofrecían las Antillas a la ruinosa caja de la hacienda pública española, se optó por declararlas colonias de la nueva nación, no provincias, y perdieron su condición de bienes patrimoniales de la vieja Monarquía Católica. A partir de entonces, se rigieron por leyes especiales, no siendo de aplicación la Constitución, lo que permitió mantener la esclavitud en su territorio.

Bueno es que conozcamos lo que somos y de dónde venimos. No es de extrañar que escuchemos: “Mi jefe es un negrero”, o que cuando alguien se comporta de forma prepotente se le diga: “Anda, no me seas negrero”.

 

11 comentarios:

  1. Interesantisima y documentada reflexion sobre una realidad que no se ha querido conocer: es mas fácil regalar oídos ignorantes con victimismos baratos sobre la leyenda negra.

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  2. Elocuente artículo sobre un asunto que ahora se considera vergonzoso y se pretende ocultar.
    Hace unos años se organizó en la Diputación de Cádiz una excelente exposición sobre la historia de Cádiz en los siglos XVII a XIX. En las salas dedicadas a la construcción y reparación de buques, el vino y otras industrias figuraban apellidos que todavía hoy siguen siendo muy conocidos en Cádiz.
    En la sala dedicada a la esclavitud, abundante información sobre las tiendas de esclavos que había en la ciudad, los esclavos que figuraban en el censo y muchos otros datos, pero ni un solo apellido conocido.
    Diríase que los negros había venido a Cádiz por su propia cuenta y se habían vendido ellos mismos, sin intervención de ninguna familia gaditana.

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  3. Bravo Julio. Las cosas bien claras y gracias

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  4. Quedarnos con SÓLO la parte negativa, no considero que sea bueno. Obviar que la primera universidad en América la fundaron "los negreros españoles" no me parece de recibo. El obviar que España apostó por el mestizaje es un olvido inadmisible. Miren sino el Paraguay donde los ingleses acabaron con todos los Charruas (aunque ahora llamen así sin fundamento a un futbolista de la 1ª división( eso si que es de... me ahorro el calificativo.
    Olvidar que España en sus primeros viajes llevó los caballos al continente americano, porque el caballo americano había desaparecido es un craso error. ¿Qué sería de John Wayne sin caballos? Por cierto ahí se ve como intentan acabar con los apaches y demás sin dejar ni uno. Intentar juzgar conductas de hace 600 años con la mentalidad del siglo XXI no me parece serio. Y así podría seguir hasta aburrir, pero mi tiempo, lo más valioso que tenemos, no lo quiero perder en algo que, ¡qué pena! no se quiere entender. Así va España. Un saludo y perdón si alguien se siente ofendido. Yo me quedo muy tranquilo

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    1. Julio Sánchez Mingo14 de febrero de 2023, 22:37

      Los Países Bajos fueron una de las mayores potencias esclavistas de la Era Moderna, junto con Inglaterra, Francia, USA, Portugal y España. Sin embargo, los neerlandeses no tienen empacho en reconocer su errores y horrores del pasado. Por ello organizaron en 2021 la exposición Esclavitud en el Rijksmuseum, su equivalente a nuestro Museo del Prado. Así la justificó su director Taco Dibbits: “La esclavitud forma parte de nuestra historia y de la Historia global y este museo es la casa de todos. Esta es una institución dedicada al arte, pero también a la historia nacional y nos corresponde contarla. Es importante que la gente entienda el pasado para que podamos comprendernos mejor”.

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  5. Estupendo artículo sobre la esclavitud. Increíble que haya existido tanto tiempo. Lo peor que le puede pasar a un hombre. Lo peor es que hoy en día sigue habiendo trata. Vergonzoso.

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  6. Julio, muy buen y detallado artículo, que nos debe hacer reflexionar.
    En los últimos años desde la llegada de la Democracia, se han discutido y aprobado en este país leyes de calado, donde salvando las distancias, los posicionamientos y explicaciones de unos y otros, han sido muy similares a lo que describes. Recordando las discusiones de alguna de esas leyes, hace tan solo veinte/treintas años, nos suenan rancias y duras y muy similares a las que ahora comentas.

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  7. En Argentina la abolición de la esclavitud fue en la Constitución de 1813, (libertad de vientres), por otra parte, el acta de España con Inglaterra de 1833 fue por presión de EE. UU. que no quería más tráfico desde África, pues tenía sus propios criaderos de esclavos negros en suelo americano, de hecho el comercio más próspero de las trece colonias (americanas del norte), era la venta de esclavos a todo el caribe producidos en su suelo (sobre todo el sur, Florida, Luisiana, Alabama, y el territorio de Missisipi. que antes fueron colonias españolas).

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  8. No es un trabajo meticuloso como el suyo, pero el mayor estado europeo esclavista fue Portugal, la nación americana con mayor taza de esclavos negros es Brasil, a pesar de que pareciera EE. UU, y no es así. España fue hipócrita y tolerante, pero no fue la peor, la ocupación de los estados españoles de México, por la trece colonias anglosajonas, era por algo muy irritante, se les escapaban los esclavos indios hacía México, porque los reyes Borbones decían que los indios eran humanos y tenían almas y no se les podía esclavizar, porque los primeros sujetos que fueron esclavizados no fueron africanos, fueron los indios americanos, a los cuales la corona española protegía, recién cuando aniquilaron a los indios es que trajeron negros, además la gesta colonial española era de hombres solos, no de familias como la anglosajona y protestante, entonces ocurría lo inevitable, el mestizaje, y nadie de razón quiere esclavos a su mujer o a sus hijos, son incontables las indulgencias de sangre que pedían los adelantados españoles para que sus hijos habidos en indias fueran españoles y pudieran heredar, es por eso y las guerras de independencia que Argentina no tiene jugadores negros, acá los negros y los indios se mestizan, y como son pobres son carne de cañón, como todos los pobres del mundo, esto es algo que preocupó mucho a una periodista politicamente correcta de EE.UU. durante el mundial de fútbol, para tildarnos a los argentinos de ser racistas, que lo somos, todos los estados son racistas, pero EE UU debería hacer silencio en el tema.

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  9. Ciertamente la esclavitud estaba y está hoy es algo diferente esclavitud sexual o temporeros que cobran 2 duros y trabajan de sol a sol

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  10. La esclavitud siempre existira hoy en dia exclavitud sexual por ejemplo

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