03 febrero 2023

Las chimeneas de Botín

Julio Sánchez Mingo

A Campito, flamante abuelita, que allí fue feliz



Madrid es una población, como tantas otras, pasto de la especulación y la corrupción. El ayuntamiento de la ciudad y sus responsables políticos no trabajan para hacer la vida más fácil, saludable, habitable y confortable a sus ciudadanos, los que satisfacen impuestos y tasas. El ruido que se soporta, el aire que se respira, la congestión urbana que nos ahoga, son el resultado de un desarrollismo desaforado sin criterio racional alguno, supeditado a los dictados de ciertos grupos de poder y élites económicas, a cuyos intereses se pliegan sin rechistar la corporación municipal y la administración regional. Ejemplos hay muchos, pero hoy me voy a centrar en uno verdaderamente emblemático, la operación Canalejas.

Como consecuencia de la concentración bancaria, el Banco Santander se convirtió en el propietario de los inmuebles históricos que ocuparon el Banco Hispano Americano, el Banco Español de Crédito y el Banco Zaragozano, situados en la manzana delimitada por las calles de Alcalá y Sevilla, la plaza de Canalejas, la carrera de San Jerónimo y la Puerta del Sol. En 2004, su presidente Emilio Botín decidió construir una faraónica ciudad financiera en el municipio de Boadilla del Monte y trasladar allí todos los servicios centrales de su entidad. Todo pasaba por hacer caja vendiendo los activos inmobiliarios del llamado Complejo Canalejas y obtener una lucrativa recalificación urbanística descatalogando muchos bienes de interés cultural. Y así se hizo, de forma que se optimizaron los beneficios de todos los sucesivos intervinientes en este negocio. Con la connivencia de las administraciones públicas competentes, tras un largo proceso salpicado de escándalos y corruptelas —piezas maestras de la contigua Academia de Bellas Artes dañadas por las vibraciones y el polvo de las obras de demolición y nueva construcción de media manzana; la estación de metro de Sevilla cerrada a causa de los daños infligidos que requirieron reforzar la estructura del túnel y a la que se ha eliminado uno de sus accesos; una oscura transacción de un retrato pintado por Goya, en la que se vieron involucrados la presidenta regional que intervino en una de las etapas del desaguisado y el presidente de OHL, promotor final del mismo—, este año pasado se terminó de inaugurar el flamante Centro Canalejas, con su hotel de lujo, su área de restauración, sus tiendas exclusivas en un espacio de ambiente parapolicial plagado de vigilantes de seguridad, sus ostentosos pisos y su gigantesco aparcamiento que ha alterado y afeado todo el entorno. Todo ello en un envoltorio con un desmedido exceso de volumetría en relación con la existente en el siglo XX. La ciudad se ha degradado notablemente, cada vez es más fea, y a los madrileños se les ha hurtado parte de su acervo. Se ha tratado de una operación de desprotección del patrimonio histórico sin precedentes en España. La Comunidad de Madrid rebajó radicalmente la calificación de unos edificios singulares de los siglos XIX y XX, satisfaciendo las exigencias de OHL, contra el parecer de numerosas organismos civiles y culturales, como la propia Academia de Bellas Artes.

Con el vaciamiento de todo el conjunto —sólo se han conservado las fachadas—, se han perdido elementos arquitectónicos y artísticos relevantes, muestra de un diseño, unas artes decorativas y una artesanía que ya son historia. Escaleras, cristaleras, molduras, revestimientos, ebanistería que ornaban patios de operaciones, salones, despachos, ya no existen.




Desde la calle, a simple vista, se puede apreciar el crecimiento artificial de tres alturas de la construcción, que ha aumentado su volumen de forma desmesurada, como se expone claramente en la siguiente infografía.

En las siguientes imágenes se percibe el desproporcionado tamaño que han adquirido el palacio de La Equitativa (Banco Español de Crédito) y el resto del complejo:













Los accesos —rampas, ascensores y escaleras— al aparcamiento subterráneo del centro han adulterado calles, plazas, aceras y la perspectiva que podrían ofrecer otros edificios singulares.



Aceras reducidas a su mínima expresión.

El histórico edificio del Banco de Bilbao, oculto tras un ascensor y una escalera.








Gran parte de la calzada de la calle de Alcalá convertida en una rampa de acceso del aparcamiento del Centro Canalejas.




El edificio del ministerio de Educación oculto tras una rampa del aparcamiento del Centro Canalejas.



La acera de la calle de Alcalá frente a la iglesia de las Calatravas, en restauración.






La plaza de Canalejas, las Cuatro Calles, no tendría nada que envidiar a la parisina de las Victoires, a pesar de la falta de una estatua del asesinado gobernante en su centro geométrico. Pero todos esos elementos citados, más las motos subidas a las aceras y unos bloques de piedra a modo de parapeto y banco mal concebido, la afean, vulgarizan y encutrecen. 
José Canalejas, presidente del Consejo de Ministros, fue tiroteado y muerto en 1912 a unas decenas de metros de distancia, mientras observaba el escaparate de la librería San Martín de la Puerta del Sol, desaparecida en 1992. Era colindante con la confitería La Pajarita, famosa por sus caramelos, célebres por el jeroglífico de su envoltorio. Cerró en 1991. La propiedad del edificio instó el expediente de ruina del inmueble y se desahució a los inquilinos, entre ellos la misma confitería, una administración de loterías y la adyacente librería. Otra operación especulativa propia de Madrid.
 









 

Antes, cuando desde la Puerta del Sol se levantaba la mirada hacia levante, se divisaba el luminoso de Tío Pepe, que coronaba el inmueble que hoy ocupa una mastodóntica tienda de una popular multinacional de la electrónica y sus servicios aparejados. Hoy, nuestra vista se topa con las chimeneas de Botín, las salidas de humos de los establecimientos de restauración ahora situados en los sótanos de los restos de lo que fueron unos palacios dedicados a la banca. Es la herencia que el banquero y sus continuadores han legado a los madrileños. También es un sarcasmo que las grandes corporaciones hablen de responsabilidad social y se vanaglorien de algo que no practican.

Las chimeneas de Botín con la Puerta del Sol en obras.


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13 comentarios:

  1. Qué buen artículo. Muchas gracias.

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  2. Julio Sánchez Mingo3 de febrero de 2023, 15:27

    Otro día hablaremos de los aparcamientos de rotación, de muchas feas plazas de Madrid y de la boina del alcalde.

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  3. Tendremos que vivir en Altea

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  4. Impecable Julio. Aunque para mi gusto te has quedado educadamente corto en calificativos hacia la mafia que nos rodea, impone y maltrata y educativo para los que no saben mirar. Llamentablemente es la realidad que vivimos.

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  5. Como siempre muy acertado con tus observaciones, Julio:
    Todas las ciudades están perdiendo identidad debido a las soluciones (con pésimo gusto, y rápidas)) urbanísticas que reclaman
    los problemas actuales. ¡Una pena!
    Pedro Navazo

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  6. Qué injustos sois los "progres" con los banqueros. Si tan generosos sois , por qué no montáis vosotros un banco y os ponéis a regalar vuestro dinero a menesterosos , perroflautas y resentidos sociales como vosotros. Si prestar dinero con interés (usura , decís vosotros) fuera inmoral la Santa Madre Iglesia lo condenaría, ¿no?. Pues espabilaos y no os quejéis tanto.
    Julio, la última vez que a los ricos le importó la estética fué en el Renacimiento, y eso fué hace ya más de 500 años.
    Un abrazo

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    1. Julio Sánchez Mingo6 de febrero de 2023, 14:24

      Publico este desabrido comentario, en lugar de rechazarlo, para mostrar que hay gente para todo y opiniones para todos los gustos.
      Bienvenido sea el contraste de pareceres, respetando las formas.

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  7. Magnífico artículo Julio, un buen estudio y la realidad. Saludos

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  8. La idea de toda arquitectura 'histórica' opino que es la de reciclaje y actualización. Este texto, grandioso en su contenido, tiene material suficiente para reflexionar en varios campos.

    Gracias por mostrarnos la ciudad de Madrid desde un punto de vista distinto, es Madrid pero lejos de instagram. Sin fotos preciosas exhalando el disfrute, es el punto de vista de una persona que conoce la capital y quiere hablar de su intra-historia. Gracias y enhorabuena.

    Atentamente,
    UN DIARIO PERSONAL MÁS

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  9. Si, allí trabajé durante más de 25 años y fui muy feliz, me gustaba mi trabajo, siempre tuve suerte con mis jefes y compañeros por lo que guardo un grato recuerdo de aquellos años trabajando en el Banco Español de Crédito, en la Oficina Principal, le llamábamos la "OP".
    Yo tenía hermosos ventanales a la calle Sevilla, los despachos y departamentos tenían mucha claridad, como todo el edificio en general. El patio de operaciones, con sus majestuosos mostradores de mármol verde, era un hervidero a las 12 de la mañana. Se llenaba de gente que iba para saber que pasaba con la Bolsa, ya que a esa hora salia una hoja interna con las cotizaciones. El Banco, en aquella época, era un ente vivo, todas las ventanillas llenas clientes que iban a ingresar o a sacar dinero. Las cafeterías de los alrededores a rebosar de gente, sobre todo a la hora del desayuno.

    También cerró la perfumería Álvarez Gómez, que estaba en la calle Sevilla, cercana a la cafetería Hontanares y justo frente a Banesto. Yo la he conocido ahí siempre y he comprado su colonia.

    Y sobre todo te doy las gracias por el detalle tan bonito que has tenido conmigo al dedicarme tu escrito. El magnífico reportaje con el que nos has obsequiado.

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    1. Julio Sánchez Mingo9 de febrero de 2023, 22:17

      Ante todo, muchas gracias a ti por todo.
      En el local de la cafetería Hontanares estuvo la zapatería Los pequeños suizos, donde acudía con mi madre para que me comprara el calzado. Un buen par de piel costaba entre 200 y 300 pesetas. Nada que ver con la castellonense Segarra, zapatos económicos, duraderos y muy duros, verdadera tortura para los pies, cuya tienda estaba situada en la esquina de Callao con Gran Vía, en la misma manzana que el cine Avenida, ahora reconvertido en un espacio gigante para despachar ropa japonesa, tras pasar por las manos de unos suecos. El sótano del patio de butacas era la mítica sala de fiestas Pasapoga, cuyo techo, milagrosamente, han conservado tanto nórdicos como nipones, más civilizados y con menos influencia política que los españoles del Centro Canalejas. El fabricante de Vall de Uxó suministraba las botas del ejército y he visto que el negocio subsiste con la venta por Internet. Desconozco si distribuyen o conservan algún establecimiento.
      Yo siempre hubiera preferido ir a una tienda de Gorila, marca especializada en zapatos para chavales, porque regalaban una pelota de goma verde con cada compra. No hubo nunca manera.
      En el esquinazo de Sevilla con Arlabán, contrario al de la perfumería Álvarez Gómez, estaba emplazada Muñagorri, una lujosa papelería y comercio de artículos de escritorio, que tuvo sucursal en Serrano esquina a Hermosilla, edificio totalmente dedicado ahora al negocio de ropa barata de un gallego, más o menos avispado, que empezó vendiendo batas de señora en Coruña.
      En la misma Arlabán, subsiste la discoteca Stella, que en su día hizo famosa la cantante Alaska, tras haber sido una bolera.
      Y no debemos olvidar las magníficas camiserías de Peligros, con Sánchez Rubio al final, donde cambia a Clavel, en la esquina con Gran Vía. Una tienda preciosa, con entrada por el chaflán, convertida en una vulgar cafetería del hotel de Las Letras, llamada Gran Clavel, a espaldas de Caballero de Gracia, donde fue mi madre al colegio de niña, a las monjas del Sagrado Corazón, de donde salió trasquilada. No encajó con ellas. Hablamos de hace justo cien años.

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  10. Julio Sánchez Mingo13 de febrero de 2023, 11:09

    Me escribe una amable lectora desde México:
    "Comparto una imagen de un black amour, localizado en el Museo Casa de la Bola de Ciudad de México.
    Tu texto me ha inspirado para investigar del mismo.
    Nidia Curiel".

    Muchas gracias.

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  11. Todo sea por el progreso.
    Las murallas rodeaban el casco antiguo de Sevilla. A finales del año 2021, algunos tramos fueron datados en torno al siglo III. Su demolición se inició en 1830, cuando el asistente José Manuel de Arjona inició el derribo de un brazo de muralla que enlazaba la Torre del Oro con el recinto amurallado principal, con objeto de prolongar el llamado Paseo del Río (actual Paseo de Colón) y crear los jardines de Las Delicias y el salón de Cristina.
    Entre 1858 en que se derribó la puerta de la Barqueta y 1873 en que se demolió la puerta del Sol cayeron doce puertas en quince años. El derribo de la muralla estuvo motivado fundamentalmente por la construcción del ferrocarril y al considerarlas perjudiciales para la salubridad pública, un estorbo para el tráfico de personas y mercancías y un impedimento para el crecimiento de la ciudad y el desarrollo económico. Lo que algunos llamarían «ordenación urbana» yo lo llamo «crimen histórico». En la actualidad, los únicos tramos que se conservan, constituyen un gran atractivo turístico.
    Saludos para todos.

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