18 noviembre 2022

La sanidad madrileña: ¿un chiste de Gila?

Julio Sánchez Mingo

Mi reconocimiento a los profesionales de la salud

 



En la región de Madrid, la derecha gobernante y los medios de comunicación afines están afrontando, en clave absolutamente política y preelectoral, el descontento y el hartazgo de los pacientes y el personal facultativo por la mediocre asistencia sanitaria que se otorga, con una carencia sangrante de medios humanos y materiales. Como si las quejas y la respuesta de la ciudadanía y de los profesionales médicos respondieran a una campaña bien orquestada de los partidos de izquierdas para erosionar a la formación en el poder de cara a las cercanas elecciones. La oposición se limita a subirse a la ola de indignación y malestar existentes y aprovechar el viento a favor que la deplorable situación le brinda. Se lo han puesto en bandeja de plata. Los responsables gubernamentales, desde su torre de marfil, y aupados por una infinita soberbia, no quieren reconocer que hay un problema muy grave que hay que solucionar, que es la comidilla de todas las conversaciones de la calle. Es raro que cada cual no hable de su negativa experiencia personal en cuanto a listas de espera exasperantes e infinitas o masificación imperdonable, o se sepa de médicos desbordados, maltratados y peor pagados, centros de urgencias abandonados a su suerte, sin personal, lo que se traduce en una mayor presión sobre los hospitales y en frustración y desesperación de los usuarios. El otro día una endocrinóloga de un gran hospital se nos lamentó abruptamente del disparatado plazo de demora para una prueba diagnóstica. Nuestros actuales gestores públicos son tan necios que insultan y se enfrentan a los de la bata blanca, el entramado sobre el que se sustenta todo el sistema de atención para la salud. No han aprendido la lección de Andalucía, donde los partidos de izquierda fueron desbancados por su mala gestión de la sanidad pública. Tampoco se dan cuenta de que si ésta mejorara de forma notable se obligaría a su mimada sanidad privada a mejorar hasta la excelencia para no verse falta de clientes. Ahora hay, con una población de más de seis millones de personas, dos millones y medios de usuarios de seguros médicos, muchos de los cuales pertenecen al mutualismo administrativo. Los usuarios privados, mayoritarios, pagan, en cierto modo, dos veces por su asistencia médica. Una de forma obligada vía impuestos y la otra, voluntariamente, satisfaciendo su cuota a la compañía de turno. Incluso, a veces, con un plus, como un vecino y amigo que desembolsó 24.000 euros a principio de este año por una válvula cardíaca mecánica, dispositivo que en general no está incluido en las igualas médicas. Algo que no tiene mucho sentido y que se justifica por el objetivo de evitar listas de espera y por el mejor nivel hostelero de los hospitales privados, aunque la asistencia sanitaria de estos sea muchas veces exigua, como he podido comprobar en el caso de algunos amigos sometidos a intervenciones quirúrgicas. De hecho la mayoría de la gente dice: “Yo, si tengo algo gordo, me voy a la pública”. Florentino Pérez, multimillonario, empresario de la construcción de gran éxito, propietario del 13% de ACS, presidente del Real Madrid, fue operado hace pocas semanas de un nódulo pulmonar en un hospital público de la periferia de la capital.

En la presidencia del gobierno regional y en la consejería de Sanidad están tan desnortados que se dedican, como ya he dicho, a desprestigiar a los profesionales sanitarios —lo que incluso censura Martínez-Sellés, el presidente del Colegio de Médicos de Madrid, un cardiólogo de reconocido perfil ultraconservador, acusar de boicot y conspiración a la oposición y atacar al gobierno central con argumentos peregrinos, improvisar continuamente, en lugar de solucionar la delicada realidad presente. Esta semana, hasta su apoyo parlamentario de extrema derecha se ha desligado de ellos en lo relativo a la gestión de la actual crisis sanitaria. Como un buen sabueso, ya olfatean urnas y papeletas.

Estamos llegando a situaciones esperpénticas, de sainete o vodevil, como si se tratara de un chiste de Gila o de uno de los grandes inventos de TBO. Esas mentes pensantes tan brillantes pretenden que la atención sanitaria de urgencias se preste mediante videoconferencia, sin ver, ni auscultar ni palpar al paciente. La difteria empieza cursando con dolor de garganta y fiebre, como un enfriamiento. Gracias al ojo clínico de mi pediatra, que me exploró correctamente, hoy puedo dirigirme a mis queridos lectores. Recuerdo la angustia de mis padres aguardando la llegada a casa del analista para tomarme una muestra, su desasosegante espera hasta que les llamó por teléfono confirmando el diagnóstico del terrorífico garrotillo, como mi padre salió corriendo a la farmacia a por la correspondiente antitoxina y como transcurrió aquella larga noche de fiebre muy alta y pesadillas, con ellos dos a mi lado, sin abandonarme un momento. Una muestra de que no se puede jugar con la salud de las personas trasteando con Zoom, o cualquier otro sistema, que muchos profesionales no saben ni instalar ni manejar, especialmente en momentos de gran tensión. Tengamos claro que muchos mayores no aciertan siquiera a seleccionar opciones en el teclado de un teléfono.

 

Desarrollar un potente sistema de salud pública es una de las mejores inversiones que puede realizar una sociedad y, por ende, su administración. Crea riqueza, puestos de trabajo para, en su mayoría, personal cualificado con lo que ello arrastra en lo relativo a educación y formación, favorece la investigación y el desarrollo tecnológico, la producción, fabricación y comercialización de equipamiento sofisticado y, lo más importante, satisface las necesidades de una ciudadanía que así puede vivir más años y en mejores condiciones. Pero en el caserón que los castizos llaman Gobernación, ahora denominado de manera pomposa y aduladora Real Casa de Correos, en alusión al uso que tuvo parcialmente hace siglos, no se caracterizan por su clarividencia, sensatez y buena gestión, y prefieren desarrollar un negocio privado que funge de sanguijuela de la sanidad pública y que come de sus migajas y carencias, cada vez más acusadas, en un proceso dirigido por ellos mismos, aquellos que se deberían preocupar por el bien común.

El mundo lo mueven dos cosas: el miedo y la palabra. Por ello, juzgamos a los políticos y gobernantes por la imagen que proyectan y por lo que dicen, aunque sean barbaridades, no por lo que hacen y los resultados que obtienen. El sentido común suele brillar por su ausencia a la hora de votar, que se hace de forma absolutamente visceral, tirando muchas veces piedras contra el propio tejado. Hay politólogos que saben manejar muy bien esas dos potentes herramientas y aprovechar, además, el egoísmo e individualismo del ser humano. La tribu unida y bien dirigida conquista el mundo.

Raúl Alfonsín, presidente de Argentina tras las dictaduras militares, decía que con la democracia se come, se cura y se educa. Los neoliberales sólo propugnan que se respete el orden y la seguridad personal y que el mercado se desarrolle sin regulaciones, por encima de las libertades y las necesidades individuales, aunque millones de personas sufran y pasen hambre y calamidades. Yo añado que para comer, curar y educar hay que pagar impuestos.

5 comentarios:

  1. De aquellos polvos, estos lodos. Antes de Ayuso también había bares y libertad y, además, médicos en los centros de salud y en las urgencias.

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  2. Te felicito por tu artículo, yo como profesional sanitaria estoy muy decepcionada con la clase politico-votante.

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  3. Excelente artículo. Lleno de sensatez y sentido común. Enhorabuena.

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  4. Querido Julio:
    Tengo que añadir algo a tu apreciable artículo. Vuestra situación es menos desesperada de la nuestra en Italia. Dices que a las políticas privatizadoras hay quien se opone... En Italia están todos de acuerdo, no hay oposición, todos juntos en el PUL, partido único neoliberal, que quiere entregar todo a los seguros privados. Las únicas fuerzas realmente de izquierdas que se oponen no tienen bases de masa, sois "quattro gatti" nos dicen. Y a menudo lo repiten los que no podrán ser asistidos por no tener seguro. En Madrid han desfilado millares en defensa de la sanidad pública. ¡¡¡ La esperanza no ha muerto en España!!!

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  5. Don Julio muchas gracias por tus acertadas palabras que compartiré en mis redes sociales. Espero que tu sensatez se contagie como la pólvora y en la próximas elecciones sepamos votar a nuestro favor, es decir a favor de la Sanidad Pública, Educación Pública y Asistencia Social en el más amplio sentido.

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