19 septiembre 2022

Carlitos

Julio Sánchez Mingo

 

Henry Nicholls.

Por sus gestos se lo conoce y adivina. Es un malcriado, un perfecto maleducado, de una soberbia infinita. Cualquier cosa le importuna y hace gala de una impaciencia soberana, mostrando hartazgo en público por nimiedades, sin recato alguno. Se ha pasado la vida jugando al polo y asistiendo a ceremonias vacuas que llamamos actos de representación. Pero eso sí, atesorando los pingües beneficios que ofrece el ducado de Cornualles.

En Madrid, en la boda de uno de sus parientes españoles, dio dos veces la nota. Incapaz de esperar a que un autobús lo rescatara del atrio de la Almudena, donde los invitados se guarecían de la lluvia, convenció a un bobalicón príncipe de opereta para atravesar juntos a pie la plaza de la Armería, bajo un diluvio de los que hacen época. Llegaron calados al banquete nupcial del que después se ausentó sin esperar ni a los brindis ni a despedirse.

Parece mentira que no sepa tampoco sus asistentes y empleados que una pluma estilográfica es un objeto de uso estrictamente personal, que no se comparte, pues de lo contrario el punto se daña y chorrea tinta. Pase que no tenga muchas luces, pero es inadmisible que haga gala en público de tanta soberbia, desconsideración y mala educación por mancharse las manos al firmar, dejando sola a su consternada y muerta de vergüenza consorte ataviada con un vestido y un tocado tales que parecía un beefeater teñido de negro, tras haber mantenido este deplorable diálogo con ella y sus ayudantes: 

¿Sólo tengo que poner que es doce de septiembre?

Trece, señor.

Dios, puse la fecha equivocada. ¿Es trece?

Sí, señor.

Antes firmaste que era doce.

Oh, Dios, odio esto.

Espera que está saliendo (tinta) por todas partes.

No puedo soportar esta maldita cosa. Todo el tiempo igual.

¿De qué se quejaba? Ese es su trabajo y no parece muy edificante que un rey se lamente en público de las tareas que debe realizar. A él lo que le gustaba era ser el tampax de su entonces amante. Las obligaciones para los demás.

Sus finados padres fracasaron estrepitosamente en su educación y en la de su hermano pedófilo. Bastante tenía la pareja real con aparecer continuamente en público, hieráticos, como si se hubieran tragado un sapo. La fallecida reina no sonrió hasta que se convirtió en una venerable ancianita que acarreaba un pequeño y misterioso, por su contenido, bolso. Hay quien dice que este complemento fungía de bandera de señales.

La semana pasada, en su visita a Gales, un ciudadano le espetó:

Mientras luchamos por calentar nuestras casas, tenemos que pagar por su desfile. Los contribuyentes pagan 100 millones por usted. ¿Para qué?

Los anunciados despidos de sus empleados de Clarence House, por parte de quien es multimillonario, tampoco han sentado nada bien. ¡Con la madre de cuerpo presente!

¿Que extraño mecanismo mental tiene mucha gente que admira a este tipo de personajes y pasa por alto todas sus tropelías, incorrecciones y faltas de consideración al prójimo, incluso a los más próximos como su mujer y sus ayudantes? Hay personas que son capaces de hacer una cola de más de doce horas por desfilar frente a un catafalco cubierto de tapices y banderas que, para muchos otros ciudadanos no significan nada, son meros trapos de colorines. Ayer domingo escribía Manuel Vicent que estos fastos someten al público a una hipnosis colectiva, que estas ceremonias son “… una magnífica cáscara vacía en cuyo interior se mueven personajes que sólo son reales porque tienen la necesidad perentoria de ir al cuarto de baño varias veces al día”.

P. D. Esta noche, cuando lo he visto al borde de las lágrimas en el funeral de su madre, he sentido compasión.


 

8 comentarios:

  1. Magnífico articulo
    No se puede describir mejor las"cualidades" de esta familia ni el intrigante fervor que provoca incluso en los tontos de los españoles

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  2. no sé puede explicar mejor.Es patético

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  3. Muy acertado.En Madrid,tres días de luto oficial decretado por ¿ "la gibraltareña" o "la llanita"?

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  4. Julio, genial, genial. que mas puedo decirte? . Yo, por pura casualidad, coincidí con él en la calle en Edimburgo, hace unos ocho años, y le dí la mano. Debe tener alguna enfermedad cutánea, porque además de tener unas manos enormemente grandes, tienen un color rosado y muy escamoso, la verdad me dió mas grima la mano que el propio personaje.
    Un fuerte abrazo

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  5. Describes con certeza, Julio, el devenir, de esta "GRAN FAMILIA" lejana, lo lamentable, es que tenemos a otra "GRAN FAMILIA", con
    comportamientos similares o peores, más cercanos
    Un fuerte abrazo

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  6. Buen repaso a semejante personaje

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