El
Solitario y nosotros. Acoso en las aulas
Julio
Sánchez Mingo
Diciembre
de 2016
A
Mario, Diego y Alba, que están en edad escolar
Jaime
Giménez Arbe, El
Solitario, fue alumno de
mi colegio. Sus compañeros de clase le llamaban El
Ruso. Fue el mayor y más
peligroso acosador que yo conocí en mis años de bachiller. Un
individuo amoral, más bien bobalicón, histriónico, mentiroso y
cínico, mitómano, zalamero, mañoso, nada inteligente, sin
capacidad para analizar y calibrar las consecuencias de sus actos,
con la astucia propia del delincuente.
El
escritor Lorenzo Silva dice de él en un artículo publicado en el
diario El Mundo el 29 de julio de 2007, pocos días después de su
detención en Figueira da Foz: “... Ahora
sabemos que ni siquiera hizo la mili, al diagnosticársele una
enfermedad mental que lo incapacitaba para el servicio. Se ha hablado
de esquizofrenia, paranoia o más vagamente de psicopatía. Sin
pretender afinar un diagnóstico que seguramente requiere de un
análisis más riguroso, algún experto apunta más bien hacia un
trastorno de la personalidad de tipo paranoide, que reforzaría los
rasgos obsesivos, la desconfianza, la meticulosidad en sus acciones,
pero permitiéndole mantener el control de sus actos, algo que ha
demostrado a lo largo de una larga ejecutoria criminal...” (1).
Durante
el año académico 69-70 se dedicó a atosigar y mortificar a un
compañero de su curso, hermano cuatro años menor de uno de mis más
queridos amigos, entrañable camarada de clase y de correrías.
El asunto fue aumentando de intensidad y llegó a las amenazas de
muerte. La victima hizo lo mejor que podía hacer, recabar la ayuda
de su hermano mayor. A éste le faltó tiempo para pedirnos a sus
íntimos que les arropáramos cuando fuere necesario.
Tras
un incidente a la salida del colegio, yo estuve presente, no me lo
han contado, a la que Giménez acudió acompañado de tres o cuatro
pandillleros de barrio, el director, il
preside,
un personaje autoritario, que se declaraba mussoliniano
ardente,
y que no se andaba con remilgos, procedió a su expulsión,
fulminante y definitiva. Problema solucionado y concluido.
Lamentablemente
los padres del interfecto no debieron tomar las medidas adecuadas,
considerando en qué se convertiría el
angelito
con el transcurso de los años.
Aquellos,
y otros lejanos sucesos como la historia de Lo
stronzo (2),
me han hecho pensar toda la vida sobre el acoso escolar, un problema
candente, de actualidad, que puede conducir, incluso, al suicidio del
acosado.
Ante
estos episodios de hostigamiento creo que la mejor solución es que
la victima haga de tripas corazón y exponga la tesitura que está
viviendo a los compañeros más allegados, sería rarísimo no tener
alguno cercano. Además, debería buscar el apoyo, el cobijo, de los
líderes naturales de la clase, que nunca son
acosadores. Es muy difícil, hay que vencer timideces, complejos,
pero se debe hacer así. Y, desde luego, contárselo a los padres y
al profesor tutor. Creo que todo ello
es la mejor forma de evitar sufrimientos, angustias y, eventualmente,
males mayores.
También
se cortarían de raíz muchos casos de acoso escolar si los testigos
de este tipo de hechos, habitualmente mudos para no complicarse la
vida y evitar que se vuelvan contra ellos, los denunciaran.
En
ocasiones
la situación no es
necesariamente la de acoso propiamente dicho pero el perjudicado la
percibe como tal y el contraste de opiniones con familiares y amigos
puede sacar a alguien del pozo.
Un
centro educativo no se debe convertir en un infierno para muchos
chavales sino en el lugar donde se aprende, se socializa y se
disfruta. Yo fui muy feliz en mi colegio, pero ha habido compañeros
que me han confesado, ya adultos, que para ellos fue un horror.
Desconozco
si actualmente en los colegios españoles se hacen ejercicios de
redacción dentro de la enseñanza de Lengua y Literatura. Lo mal que
escribe y se expresa la gente joven me hace pensar que no.
Si
yo fuera profesor de esa disciplina propondría a mis alumnos un
trabajo, anónimo, escrito e impreso con el ordenador. El tema
debería tratar las siguientes cuestiones:
- ¿Eres o te sientes acosado? ¿A qué crees que es debido? ¿Qué medidas has tomado o vas a tomar para solucionar el problema?
- ¿Eres acosador? ¿Por qué?
- Si no eres ni acosado ni acosador, cuando has percibido un episodio de acoso entre tus compañeros ¿cómo has reaccionado?
Y
leería en clase las composiciones con las respuestas.
Todos
los padres deberían analizar y contemplar la posibilidad de que su
hijo sea un acosador, no autoengañarse y tomar medidas a tiempo.
Seguramente le harían un favor a su retoño y evitarían que se
convirtiera en un delincuente como El Solitario.
Giménez
Arbe cumple actualmente, entre otras, una condena de prisión de 47
años por el asesinato de dos guardias civiles.
(1)
Lorenzo Silva: Así
cayo el Solitario
http://www.elmundo.es/suplementos/cronica/2007/614/1185660001.html
(2)
Julio Sánchez Mingo: Lo
stronzo
http://jsanchezmingo.blogspot.com.es/2016/11/lostronzo-o-las-salvajes-gamberradas-de.html
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