01 enero 2025

Un café frustrado

Julio Sánchez Mingo

 


Primero de año de 2025. A pesar de mi infinita galbana no me ha tocado más remedio que estar en la calle a las nueve y media de la fría mañana para ejercer mi tarea de paseador suplente de peludos. El escenario que me he encontrado ha sido el mismo que describí a mis pacientes lectores el pasado 28 de diciembre, relativo a las primeras luces del día de Navidad de 2024.

Y me he encontrado también al simpático joven venezolano que recoge hojas de la vía pública por cuenta de una subcontrata del ayuntamiento. He pegado la hebra con él.

Lleva un año en España. Ante mi pregunta, afirma taxativo que salió de su país por motivos económicos, no por razones políticas. Vive con su mujer en una habitación alquilada en Vallecas, no como Leopoldo López, el político venezolano líder de la oposición, que —recalca mi interlocutor— vive en la calle de Alcalá. Afortunadamente, su esposa —la dice así— tiene trabajo. A él se le termina el próximo seis de enero. Ha sido contratado como refuerzo para cubrir las mañanas festivas de estas Navidades, de siete a dos. He tratado de invitarle a un café, conforme a lo aprendido de mi amigo el dottorino Ugo, que trata de que las relaciones humanas sean, siempre y en todo lugar, incluso con desconocidos, cercanas y cálidas. Ha sido imposible. Los tres bares cercanos estaban cerrados. También el del hotel próximo, que solo ofrece desayunos a esas horas en el comedor a los pasajeros alojados. A las puertas del establecimiento, vidrios rotos y serpentinas reciben el año nuevo.

A ver si la mañana de Reyes tenemos más suerte y tomamos juntos una bebida caliente.

Mis mejores deseos a todos para 2025.