11 diciembre 2016

México y USA

Julio Sánchez Mingo

Diciembre 2016

México es la cloaca de los Estados Unidos. Es duro expresarlo con una afirmación tan tajante y cruda pero la nación de los charros absorbe las aguas residuales, fecales, de la economía y la sociedad norteamericanas. Mal llamadas así, pues el país azteca también es americano, y norteamericano, para más inri.
Dice muy acertadamente Almudena Grandes en su artículo El muro, cuya lectura recomiendo, publicado en El País del pasado 14 de noviembre: “... Mientras tanto, los habitantes de San Diego pasan la frontera a diario en sus coches, para comprar en Tijuana sexo, drogas, alcohol o viagra, y volver de madrugada, saltándose las agotadoras colas que sus criados, sus empleados, soportan a diario en la aduana para ir a trabajar ...” (1).
Tampoco las multinacionales de capital estadounidense han tenido empacho en abandonar a la fuerza laboral de su propio país para instalar sus fábricas a lo largo de la frontera al sur de río Bravo, río Grande para ellos, y utilizar mano de obra muy barata, pagando sueldos de miseria, para ser más competitivas e inundar el paraíso del consumo yanqui con sus productos. Así ha sucedido, por ejemplo, que Detroit, la meca del automóvil, sea hoy una ciudad abandonada, deshabitada, en ruinas, con la municipalidad en bancarrota.
Esos ciudadanos desengañados, que se sienten abandonados por las élites de Washington, han aupado a la presidencia al patoso, al pato Donald. Sus votantes son aquellos que eligen sus verdades no en función de los hechos sino de sus creencias y, sobretodo, sus prejuicios, como los votantes de Rajoy en España. No sé si Trump podrá cumplir sus promesas autárquicas dado el gran atolladero en el que se metería, cuando la economía mundial camina, cada vez más, por la senda de la globalización y el libre comercio.
Otro día me gustaría hablar, precisamente, de globalización, proteccionismo, libre comercio, populismo, demagogia, migración y xenofobia.

Un chaval de 30 años, padre de dos hijos según me confesó, con aspecto de pobre diablo, de vivir a salto de mata, pegó la hebra conmigo, hace un par de semanas, en el metro de Ciudad de México. Me preguntó si era gringo. Le respondí que no, que soy de Madrid, de España, y que no me gusta que me confundan con un estadounidense. Nunca había oído hablar de esos lugares. Me reconoció que en la escuela no había pasado de Primaria, que su aprovechamiento había sido muy bajo. Sin embargo presumió de haber estado en USA y me dijo que le gustaría volver, a instalarse allí, a cumplir lo que los vecinos norteños llaman el sueño americano.

Muro entre USA y México. Lado mexicano
Igualmente, ante mi pregunta, admitió que tampoco a él le gustaría ser confundido con un yanqui. Es natural que se quiera huir de la desigualdad y el clasismo, tan acusados, de la sociedad mexicana. Aunque el futuro, para una persona de sus características, sea bastante oscuro en el norte. Posiblemente para terminar siendo carnaza del narcotráfico, el fenómeno que tanto emponzoña México desde la sociedad americana, junto con la autóctona corrupción.

¿Será algún día la relación entre estos dos países una relación entre iguales?

(1) Almudena Grandes: El muro. El País, 14 de noviembre http://elpais.com/elpais/2016/11/11/opinion/1478882934_642377.html

Muro entre USA y México. Lado mexicano. Ver artículo de Almudena Grandes
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Es loable como México resiste los embates de la cultura americana, reafirmando su identidad, de orígenes hispánicos y precolombinos. Así, al día de rebajas denominado black friday en mi paleto y papanatas país, los mexicanos lo llaman el buen fin, que deriva de el buen fin de semana de rebajas. Igualmente, Halloweeen no existe para ellos y, sin embargo, ha logrado una gran penetración entre nosotros. Ellos, naturalmente, conservan su Día de Muertos. ¿Acaso no es más divertido disfrazarse de calavera o de Catrina (1) que de calabaza? Y no digamos de espadachín, a lo don Juan Tenorio. Desde luego, hay que saber inglés, pero usarlo cuando corresponde.

(1) Dama, elegantemente ataviada, con cara de calavera. Representa a la muerte. La iconografía fue creada por el artista mexicano José Guadalupe Posada y bautizada así por Diego Rivera.


Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, de Diego Rivera. Personajes, de izquierda a derecha: Diego Rivera, de niño, Frida Kahlo, la Catrina y José Guadalupe Posada

08 diciembre 2016

El Solitario y nosotros. Acoso en las aulas

Julio Sánchez Mingo

Diciembre de 2016

A Mario, Diego y Alba, que están en edad escolar

Jaime Giménez Arbe, El Solitario, fue alumno de mi colegio. Sus compañeros de clase le llamaban El Ruso. Fue el mayor y más peligroso acosador que yo conocí en mis años de bachiller. Un individuo amoral, más bien bobalicón, histriónico, mentiroso y cínico, mitómano, zalamero, mañoso, nada inteligente, sin capacidad para analizar y calibrar las consecuencias de sus actos, con la astucia propia del delincuente.
El escritor Lorenzo Silva dice de él en un artículo publicado en el diario El Mundo el 29 de julio de 2007, pocos días después de su detención en Figueira da Foz: “... Ahora sabemos que ni siquiera hizo la mili, al diagnosticársele una enfermedad mental que lo incapacitaba para el servicio. Se ha hablado de esquizofrenia, paranoia o más vagamente de psicopatía. Sin pretender afinar un diagnóstico que seguramente requiere de un análisis más riguroso, algún experto apunta más bien hacia un trastorno de la personalidad de tipo paranoide, que reforzaría los rasgos obsesivos, la desconfianza, la meticulosidad en sus acciones, pero permitiéndole mantener el control de sus actos, algo que ha demostrado a lo largo de una larga ejecutoria criminal...” (1).

Durante el año académico 69-70 se dedicó a atosigar y mortificar a un compañero de su curso, hermano cuatro años menor de uno de mis más queridos amigos, entrañable camarada de clase y de correrías. El asunto fue aumentando de intensidad y llegó a las amenazas de muerte. La victima hizo lo mejor que podía hacer, recabar la ayuda de su hermano mayor. A éste le faltó tiempo para pedirnos a sus íntimos que les arropáramos cuando fuere necesario.
Tras un incidente a la salida del colegio, yo estuve presente, no me lo han contado, a la que Giménez acudió acompañado de tres o cuatro pandillleros de barrio, el director, il preside, un personaje autoritario, que se declaraba mussoliniano ardente, y que no se andaba con remilgos, procedió a su expulsión, fulminante y definitiva. Problema solucionado y concluido.
Lamentablemente los padres del interfecto no debieron tomar las medidas adecuadas, considerando en qué se convertiría el angelito con el transcurso de los años.

Aquellos, y otros lejanos sucesos como la historia de Lo stronzo (2), me han hecho pensar toda la vida sobre el acoso escolar, un problema candente, de actualidad, que puede conducir, incluso, al suicidio del acosado.
Ante estos episodios de hostigamiento creo que la mejor solución es que la victima haga de tripas corazón y exponga la tesitura que está viviendo a los compañeros más allegados, sería rarísimo no tener alguno cercano. Además, debería buscar el apoyo, el cobijo, de los líderes naturales de la clase, que nunca son acosadores. Es muy difícil, hay que vencer timideces, complejos, pero se debe hacer así. Y, desde luego, contárselo a los padres y al profesor tutor. Creo que todo ello es la mejor forma de evitar sufrimientos, angustias y, eventualmente, males mayores.
También se cortarían de raíz muchos casos de acoso escolar si los testigos de este tipo de hechos, habitualmente mudos para no complicarse la vida y evitar que se vuelvan contra ellos, los denunciaran.
En ocasiones la situación no es necesariamente la de acoso propiamente dicho pero el perjudicado la percibe como tal y el contraste de opiniones con familiares y amigos puede sacar a alguien del pozo.

Un centro educativo no se debe convertir en un infierno para muchos chavales sino en el lugar donde se aprende, se socializa y se disfruta. Yo fui muy feliz en mi colegio, pero ha habido compañeros que me han confesado, ya adultos, que para ellos fue un horror.

Desconozco si actualmente en los colegios españoles se hacen ejercicios de redacción dentro de la enseñanza de Lengua y Literatura. Lo mal que escribe y se expresa la gente joven me hace pensar que no.
Si yo fuera profesor de esa disciplina propondría a mis alumnos un trabajo, anónimo, escrito e impreso con el ordenador. El tema debería tratar las siguientes cuestiones:

  • ¿Eres o te sientes acosado? ¿A qué crees que es debido? ¿Qué medidas has tomado o vas a tomar para solucionar el problema?
  • ¿Eres acosador? ¿Por qué?
  • Si no eres ni acosado ni acosador, cuando has percibido un episodio de acoso entre tus compañeros ¿cómo has reaccionado?

Y leería en clase las composiciones con las respuestas.

Todos los padres deberían analizar y contemplar la posibilidad de que su hijo sea un acosador, no autoengañarse y tomar medidas a tiempo. Seguramente le harían un favor a su retoño y evitarían que se convirtiera en un delincuente como El Solitario.
Giménez Arbe cumple actualmente, entre otras, una condena de prisión de 47 años por el asesinato de dos guardias civiles.


Campaña contra el acoso escolar de la Comunidad de Madrid. Otoño 2016