07 mayo 2016


De Monarchia

Julio Sánchez Mingo
Mayo 2016

Por más vueltas que le doy a la cabeza, no consigo encontrar un solo argumento racional que justifique la existencia en España de la jefatura del Estado bajo forma de monarquía hereditaria.
¿Aporta algo al ciudadano español? Nada. Sólo un gasto desmedido, sin sentido para un país mediano como éste, un rancio glamour y páginas de papel cuché.
Ese gasto no sólo se carga al presupuesto de la Casa Real sino también a los presupuestos de los ministerios de Asuntos Exteriores, Defensa, Interior, Patrimonio Nacional y el CNI, que dedican importantes recursos a las actividades del monarca y su familia. Un dislate económico.
Hay quien dice que aporta estabilidad. La estabilidad se tiene cuando las Instituciones del Estado funcionan correctamente. Con la crisis provocada por el movimiento independentista catalán, se ha visto claramente que la monarquía española no aporta estabilidad y tampoco es un seguro de unidad para el país. Tampoco ha sido nada brillante su actuación a raíz de las últimas elecciones y la imposibilidad de que se formara gobierno. Recordemos como se solucionó una crisis similar en Italia cuando el presidente Napolitano propuso la investidura de Mario Monti.
Ejemplo de estabilidad institucional la dieron los estadounidenses cuando expulsaron a Nixon de la presidencia de la República por conducta delictiva en el ejercicio de sus funciones. Aquí el rey es inimputable.
La monarquía hereditaria es una reliquia del pasado. Pasado negativo y, en ocasiones, también bochornoso. Durante siglos impidió que los españoles dejaran de ser súbditos para convertirse en ciudadanos, en pueblo soberano, primando sus intereses frente a los intereses de la población.
La democracia española, para ser plena, necesita que el jefe del Estado sea elegido democráticamente, a ser posible de forma directa por los ciudadanos, y que la duración de su mandato sea limitada en el tiempo. Y si se unen jefatura del Estado y presidencia del Gobierno en una sola institución y una sola persona, como en toda América, mejor que mejor. Menos gasto.

Las Navidades pasadas me pareció lamentable y vergonzoso que se utilizara la imagen de dos niñas, dos menores de edad, para una felicitación pública de la jefatura del Estado, ¡de una institución del Estado! ¿No fue más bien un reclamo para hacer proselitismo monárquico, para despertar simpatía y sentimiento de cercanía entre la población?

Jordi Évole ha contado que, durante el último discurso navideño del jefe del Estado, su hijo le preguntó:
-¿Quién es ese señor?
A lo que él contestó:
-El rey.
Y el niño replicó:
-¿Rey? ¿Pero con tener presidente no es bastante?

3 comentarios:

  1. Casi totalmente de acuerdo contigo, Julio. Yo daría como argumento previo el hecho de que la monarquía fue restaurada por un dictador aunque, desgraciadamente, refrendada por los que votaron SÍ - yo me abstuve -a la Constitución de 1978. Y comprendo que en la situación en la que se encontraba nuestro país, había que romper con el régimen anterior, pero creo que las fuerzas progresistas fueron demasiado generosas a la hora de redactar la Carta Magna.
    Digo que estoy casi totalmente de acuerdo excepto en el apartado concerniente a la Jefatura del Estado. Tras vivir 26 años en los EEUU, he sido testigo y víctima de Ronald Reagan, George Bush I, Bill Clinton, George Bush II y Barak Obama. El sistema estadounidense les otorga demasiados poderes, incluso a los que como Bush II, debido al también injusto sistema electoral norteamericano, recibieran menos votos totales que su oponente, Al Gore, en las elecciones de 2000. Además, el hecho de que el Congreso o el Senado puedan bloquear al presidente sus iniciativas legislativas, lo convierten en una figura bastante frágil.
    Estoy menos familiarizado con el sistema presidencialista francés, aunque sé que tampoco es exactamente el más perfecto y además tiene la duplicidad de un Presidente y un Primer Ministro al mismo tiempo...Yo creo que deberíamos votar por equipos de gobierno, con un coordinador que nos representara en foros internacionales. Sería un puesto, el de coordinador, rotatorio.
    Volviendo al tema principal, yo también estoy esperando a que alguien me convenza de la existencia, en 2016, de un Rey-Jefe del Estado. Ni siquiera de que haya un Rey. Punto.

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    1. El Derecho Constitucional Comparado ofrece muchas variantes de sistemas en los que jefatura del Estado y jefatura del Gobierno coinciden en la misma figura. Para mí el factor clave es si el presidente debe ser elegido directamente por los ciudadanos o por las cámaras de representación, lo que influye mucho en el equilibrio entre poder ejecutivo y poder legislativo. Estados Unidos es un ejemplo más de las muchas opciones existentes.

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  2. La democracia Real es imaginaria.

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