19 abril 2024

Premios Ortega y Gasset y World Press Photo 2024

 

Hospital Nasser (Gaza) 17 de octubre de 2023. Mohammed Salem

 

 

10 abril 2024

Odio a los indiferentes

Antonio Gramsci (1891-1937)

Traducción y preámbulo de Julio Sánchez Mingo

Gramsci, hombre de origen humilde, con problemas de crecimiento y salud desde la niñez seguramente afectado por una tuberculosis osteoarticular, se involucró desde muy joven en política. Pensador, escritor y periodista, fue uno de los intelectuales italianos más destacados del siglo XX. Fundó el Partido Comunista de Italia junto con Amadeo Bordiga. Diputado en 1924, fue confinado y encarcelado por Mussolini en 1926. Por razones de enfermedad, a partir de 1933 fue recluido sucesivamente en distintas clínicas. Primero bajo severo aislamiento y, desde octubre de 1934, en libertad condicional. En abril de 1937 es perdonado pero fallece pocos días después en la clínica Quisisana de Roma, sin haber llegado a disfrutar de la libertad plena.

Es un ejemplo de dignidad y compromiso público, de entrega desinteresada y de oposición a la dictadura fascista, de capacidad de superación y fuerza frente a la adversidad y autor de una extensa bibliografía sobre teoría política, sociología, antropología y lingüística.

 



Odio a los indiferentes. Creo que vivir significa tomar partido. Cualquiera que viva de verdad no puede dejar de ser ciudadano y tomar partido. La indiferencia es apatía, es parasitismo, es cobardía, no es vida. Por ello odio a los indiferentes.

La indiferencia es el peso muerto de la historia. La indiferencia actúa poderosamente en la historia. Opera pasivamente, pero opera. Es la fatalidad; es con lo que no se puede contar; es lo que altera los programas, lo que desmonta los planes mejor trazados; es la materia bruta que anula la inteligencia. Lo que sucede, el mal que se cierne sobre todos, es posible porque la gran mayoría de los hombres abdica de su voluntad, permite que se promulguen leyes que sólo unas revueltas podrían derogar, permite que lleguen al poder personas que sólo un motín podría derrocar. Entre el absentismo y la indiferencia, unas pocas manos, no supervisadas por control alguno, tejen la red de la vida colectiva. Las masas lo ignoran, porque les da igual. Y parece ser el destino el que arrasa con todo y con todos, como si la historia no fuera otra cosa que un enorme fenómeno natural, una erupción, un terremoto del que todos somos víctimas, tanto los que lo desearon como los que no, los que sabían y los que desconocían, quienes habían sido activos y quienes habían sido indiferentes. Ante los hechos, unos se lamentan lastimosamente y otros protestan con dureza, pero nadie, o muy pocos, se preguntan: si yo hubiera cumplido con mi obligación, si hubiera intentado hacer valer mis deseos, ¿habría sucedido lo que aconteció?

Odio a los indiferentes también porque me molestan sus continuas lamentaciones de eternos inocentes. A cada uno de ellos pediría cuentas de cómo realizan la tarea que la vida les ha impuesto y les impone cada día, de lo que hacen y, especialmente, de lo que dejan de hacer. Y creo que puedo ser inexorable, que no tengo que malgastar mi compasión, que no tengo que compartir mis lágrimas con ellos. Me involucro, vivo, siento en las conciencias que me son cercanas la actividad de la ciudad futura que estamos edificando. Y en ella la carga social no reposa sobre unos pocos, todo lo que sucede no es fruto del azar, de la fatalidad, sino que es obra inteligente de los ciudadanos. No hay nadie allí que permanezca en la ventana mirando mientras unos pocos se sacrifican y se desangran. Vivo, me comprometo. Por eso odio a los que no toman partido, odio a los indiferentes.

11 de febrero de 1917

Nota del traductor. Partidista, de partidismo, tiene una connotación negativa en español. Por ello prefiero utilizar el que toma partido, el que se involucra, es decir, en lenguaje coloquial, el que se moja.

04 abril 2024

“Se ha parado la máquina”

Julio Sánchez Migo

 

A Aitor

 

Reuters


Eran ocho y a seis de ellos los engulleron las gélidas aguas —a 8 °C de temperatura, que permiten sobrevivir muy poco tiempo antes de producirse la muerte por hipotermia— de la desembocadura del río Patapsco, que significa remanso en la lengua de los aborígenes, a los que a su vez se tragó, hace ya cientos de años, la codicia colonialista. Ahora ha sido la pulsión clasista y racista la que ha terminado con seis inmigrantes centro y norteamericanos —de Guatemala, Honduras, El Salvador y México—. Trabajaban en condiciones lastimosas, de madrugada, a -1 °C de temperatura ambiente, parcheando los baches de la calzada del ya famoso puente de Baltimore. Una tarea dura, ingrata, inhumana, que los locales nunca aceptarían. Pero la necesidad, la pobreza, la violencia en sus lugares de origen, la búsqueda de un porvenir mas halagüeño para sus hijos, el hacer realidad el sueño gringo, les llevó a estar esa funesta noche sobre esa bella —paradojas de la vida— estructura metálica, en un país que no los quiere, que los rechaza, que los explota, que se aprovecha de ellos. Una mayoría de cuyos ciudadanos aplauden las inhumanas políticas antiinmigración de un individuo que ha demostrado, por activa y por pasiva, ser un delincuente, un peligro para la convivencia entre las personas y la supervivencia del planeta, una amenaza para la paz mundial, que adora el dinero por encima de todas las cosas. A las 01:28:45, hora local del martes 26 de marzo, el portacontenedores Dali, de casi 300 metros de eslora, con problemas intermitentes de propulsión —la máquina se paró dos veces—, sin gobierno, impactó contra uno de los pilares del puente, que colapsó y cuyas secciones centrales se desplomaron cuatro segundos después sobre las aguas y sobre el propio buque y su carga de contenedores.

 

NTSB. Reuters.


Este accidente me trae a la mente algún recuerdo y me suscita varias preguntas.

En el verano de 1978, para aprender lo qué es un barco desde el punto de vista práctico y ganarme unas perrillas, me embarqué en el Durango de Naviera Vizcaína, un petrolero de 19.440 toneladas de peso muerto, 172,16 metros de eslora total, propulsado por un motor Götaverken 760/1300VG8U, con una potencia de 7.250 caballos a un sólo eje, que le permitía mantener una velocidad de 14 nudos. Construido en Bazán Ferrol, entregado en 1958 y vendido a los armadores noruegos Grundstadts Rederi a finales de 1978, se perdió en las costas de Mozambique, en junio de 1982, a causa de una vía de agua. Yo estaba enrolado como alumno de Máquinas, aunque estudiaba Arquitectura Naval, y hacía mis guardias diarias de dos turnos de cuatro horas cada uno. Un día que estaba zascandileando por el puente, de improviso, cesaron el tenue ruido de fondo y la vibración, omnipresentes en cualquier barco. Alguien dijo: “Se ha parado la máquina”. Demudó el semblante de todos y, sin esperar órdenes o instrucciones, cada cual se dirigió a su puesto, incluso los que sesteaban en su correspondiente camarote, libres de servicio. Yo corrí, escaleras abajo, hasta la sala de máquinas. El primer oficial emitió su diagnóstico: ”Ha entrado agua en los cilindros en lugar de combustible. Hay que purgarlos. En Santander habrá habido una filtración en alguno de los depósitos de fuel que nos abastecen”. Y así se hizo. La situación era delicada y preocupante, pues estábamos sin propulsión, y por tanto sin gobierno, a la vista del Cabo de San Vicente, a su Poniente, expuestos a las corrientes que desde el Atlántico desaguan al Mediterráneo por el sumidero del Estrecho de Gibraltar. El momento de arrancar el motor fue de la máxima tensión. El estampido del impacto del aire comprimido contra la cabeza de los pistones es ensordecedor, la sensación es de que se perforan los tímpanos. Entonces no se usaban protectores auditivos. Pistones, bielas, cigüeñal y línea de ejes comenzaron a moverse y, afortunadamente, a la primera inyección de combustible, el motor se puso en marcha y una sonrisa de alivio se dibujó en todos los rostros. Unos magníficos profesionales —casi todos gallegos y vascos, con algún cartagenero incrustado —nos acababan de sacar del atolladero.

 

B/T Durango.


¿Es baja la tasa de accidentes en el tráfico marítimo mundial de mercancías, y en particular en el de contenedores, con buques de máquina desatendida, tripulaciones sobreexplotadas con muy baja cualificación, en su mayor parte originarias de poblaciones muy pobres de países como Bangladesh, Filipinas o Indonesia? ¿Tienen esas tripulaciones capacidad de reacción suficiente para hacer frente a un imprevisto y que no se produzca un accidente que termine en una tragedia humana o medioambiental? Es raro el día en que los noticiarios no nos informan de percances, no tan mediáticos como el de Baltimore o el del Ever Given en 2021 en el Canal de Suez, producidos por la pérdida de propulsión o de gobierno de un buque. Hay que tener en cuenta que la mayor parte de la flota mundial está compuesta por navíos de una sola línea de ejes y un único timón. Cuando su eslora es de 300 metros, ¿no es demasiado forzado el recorrido que efectúan en el remanso del Patapsco los mercantes que, como el Dali, zarpan del terminal Seagirt con rumbo NO, siguen una trayectoria semicircular hasta enfilar hacia el puente Francis Scott Key, para rebasarlo por un angosto canal de navegación de 130 metros de anchura? ¿No deberían hacerlo remolcados hasta el punto en el que ahora desembarcan los prácticos del puerto que dirigen la maniobra, un poco más allá de la estructura desplomada? Obviamente, esta solución es muy segura pero reduce los márgenes de explotación.

 

WJLA TV.


En ocasiones, la calidad de los combustibles deja mucho que desear. ¿Sigue dándose en mayor o menor medida la comercialización fraudulenta de fuel adulterado, que provoca mal funcionamiento de los motores, paradas de máquinas y, a medio plazo, averías?

Muy dura es la vida a bordo. La globalización ha hecho trizas el sector naviero español y nuestras importaciones y exportaciones corren a cargo de buques extranjeros con tripulaciones malpagadas y maltratadas. Queremos mantener nuestro estilo de vida, nuestro consumismo, pero sin pagar gran cosa por él, atesorando productos, y grandes cantidades de ellos, casi sin necesidad, sin sentido alguno. Si es preciso, traemos desde el Lejano Oriente una camisa a ocho euros mejor que a diez, en uno de esos gigantescos portacontenedores que yo llamo de la miseria, pues están alimentados por los últimos eslabones de la cadena fabril y de suministro: cosedoras bangladesíes de finos dedos y marineros tagalos. Todos ellos perciben sueldos de miseria.

29 marzo 2024

Reseña

Cáncer de alma

María Jesús Solán Amorós

 



Tras resultar finalista en el VII Concurso de Escritura Breve de Diario de Madrid, Alberto Lozano Luque se adentra en el territorio de la novela con Cáncer de alma.

Gran parte de la trama de esta ópera prima tiene lugar en el Condado de Treviño, un espacio singular, un pequeño enclave de Castilla y León secuestrado geográficamente en el País Vasco, en Álava, una especie de zulo metafórico de ese otro zulo, el que mantiene encerrado a Víctor Argote, el protagonista, durante más de 600 días. Una vez liberado, Víctor se enfrentará a dificultades sin fin para encontrar algo que perdió durante su secuestro.

Si bien la acción tiene lugar en las postrimerías de la banda terrorista ETA, la novela no es una novela sobre terrorismo, al menos no es solo una novela de terrorismo; Alberto se sirve del terrorismo como excusa para pasearnos por ámbitos diversos: psicología, literatura, amor, desamor, venganza, traición, crisis económica, cine… Víctor transita estos ámbitos en un viaje incierto, sin saber muy bien dónde terminan sus pesadillas y donde empieza la realidad, pero con una clara determinación que le hace seguir adelante a pesar de la magnitud de las fuerzas a las que se enfrenta. Un viaje que le transformará radicalmente y del que saldrá mucho más sabio y ligero de equipaje.

Cáncer de alma, con algo más de trescientas páginas, ha sido editada recientemente en tapa blanda por Distrito 93, dentro de su colección Línea negra.

22 marzo 2024

La dignidad ante la muerte

Julio Sánchez Mingo



Antonio, un napolitano de cincuenta años, un hombre guapo, moreno y atractivo, ingresa en el quirófano para ser intervenido de un cáncer con metástasis múltiples. A la vista de su situación, en un estadio previo a la agonía, con los ojos amarillos tirando a marrones por la ictericia, el cirujano consulta con el anestesiólogo si cree oportuno operarle, dado que no le considera ni en condiciones de afrontar semejante agresión física, ni viable clínicamente. El facultativo especialista en narcóticos, sedantes, adormecedores y reanimación, se ofrece a hablar con Nataliya, la esposa del paciente. Es una bella ucraniana, de unos cuarenta años. Se la ve muy enamorada del marido. No tienen hijos. Enseguida ella comprende la triste e implacable tesitura. Acepta con dignidad y temple que el enfermo ya no tiene futuro y consiente que no sea intervenido y se apresta a comunicarle la dura y cruda realidad, que él también asume de inmediato. Dirigiéndose a su mujer, dice: "Anda, vámonos a casa".

A pesar de sus cuarenta y tres años de experiencia profesional como médico anestesista, nuestro galeno abandona el hospital al final de su jornada que se ha visto lamentablemente muy acortada muy conmovido.

PD. Salvo el nombre de los dos protagonistas, ésta es una historia real, de esta misma semana.


 

16 marzo 2024

Dos o tres y otros presuntos poemas

Roberto Omar Román

 



Dos o tres

Dos o tres no es mucho,

en verdad

Nunca necesité mucho,

en verdad

No más de dos amigos para el póquer

nunca más de tres sillas en el comedor

no más de dos botellas de tequila para emborrachar

nunca más de tres gritos para intimidar

no más de dos trampas para ganar

¿Se necesitan más de tres palabras para decir no te amo?

¿Más de tres arrugas no denotan vejez?

En verdad

cuatro alfileres pesan una tonelada

cuatro perros constituyen una jauría

cuatro libros conforman una biblioteca

Dos o tres no es mucho,

en verdad

y yo soy un cuádruple abusivo:

escribí estas veintidós líneas,

sin saber si logré un poema,

o al menos que a dos o tres gusten

en verdad.

 

Así

A veces, cuando pienso

pienso que no soy yo; así, en presente, así, en primera persona

pienso que fui él; así, en pasado, así, en tercera persona

También creo, cuando creo

que nadie creerá en mí ni en él; así, en futuro, así, en indefinida persona

Entonces, así o así no

prefiero estar; así, cuando estar prefiero

pensando pensar y creyendo creer

ser un poema que poema este poema.


Juego

En el parque está la tarde, está el columpio, está el silencio

El juego no está, el niño no está, la mamá del niño no está

Como el parque no soporta la quietud

el aire se columpia, y lleva

un beso a la mamá del niño

y un juguete al niño, dormido entre nubes.

En la semana del XX aniversario

Agli eroi dell'11 marzo a Madrid

Julio Sánchez Mingo

A Martín Carrión Bellido, con affetto

Alzatevi fratelli e sciogliete le catene che li legano all'odio, l'egoismo, l'aporofobia, la bugia, l'ignoranza, il fanatismo, il terrore, la menzogna, l'intossicazione, gli interessi spuri, la xenofobia, affinché il sacrificio loro non sia stato vano.

E perdonate, fratelli, coloro che sono ancora più disgraziati e poveri di voi, vittime del sistema, sebbene il vostro infinito dolore vi annebbi ogni ragione.

Quando tutti, sulla montagna bianca e splendente, ci ritroveremo, la giustizia e l'amore trionferanno.

08 marzo 2024

Atleti-Madrid, un derby copero en el Metropolitano

Julio Sánchez Mingo


A mis queridos Carlos Aguado y Alvarito Sacristán, atléticos de pro



A mediados de enero pasado, un familiar mío muy estrecho, que vive y trabaja en México en una gran entidad española, estuvo de viaje de negocios en Roma y Madrid con un compañero de trabajo y un empresario mexicano de campanillas, un multimillonario con acceso directo a los círculos de poder de aquel país. Éste tenía ganas de asistir en España a algún partido de fútbol de alto nivel.

Y se presentó la ocasión que ni pintada, pues el jueves 18 de ese mes jugaban el Atleti y el Madrid en el Metropolitano, en octavos de final de Copa. Antes de viajar a Europa sacaron entradas por Internet para los tres. Como querían disfrutar del ambiente, adquirieron unas localidades bien situadas entre el público general, que les costaron una millonada. Nada de butacas o palcos VIP, por los que se paga un riñón, la visibilidad suele ser peor y el único valor añadido son los refrescos y canapés que sirven unas azafatas, que son única y exclusivamente mujeres jóvenes ¿Por qué será?

La tarde del partido cada uno de ellos acudió por sus propios medios. Mi allegado, muy señoritingo él, tomó un taxi para acercarse al estadio que tiene boca de metro—. Pero a un kilómetro de su destino, a la vista del atasco que había, lo dejó y echó a andar. Quedó asombrado al ver que las inmediaciones del recinto deportivo estaban ocupadas por un multitudinario botellón colectivo. Templadito tendría que estar después el clima en la grada.

Cuando arrancó el juego, los seguidores de los colchoneros —el equipo local—, mayoritarios en las tribunas, chillaban y pitaban a los jugadores rivales cada vez que tocaban la pelota, algo normal que forma parte de la diversión. Pero su pasmo fue a más cuando observó que si un aficionado cualquiera tímidamente aplaudía o intentaba animar a los merengues, era silenciado, increpado, insultado, abucheado y objeto de una violencia gestual inadmisible. Era acosado y casi se llegaba a la agresión física, creándose un auténtico estado de terror. Ellos pasaron miedo. Estos hechos son conocidos por los dirigentes futbolísticos, que los toleran y, casi me atrevería a decir, que los fomentan.

En el descanso tocaba visitar al señor Roca. Y ahí fue el acabose. Un mar de orines inundaba el suelo de los servicios. ¿A qué sería debida tan poca puntería? ¿A la emoción y la euforia por asistir al derby copero? ¿A la lógica tensión producida por los lances del juego? ¿A la ingesta previa de bebidas alcohólicas? ¿O es que en esta bendita Madrid somos unos cerdos?

Así me lo contaron.


PD. Añade el escritor Roberto O. R. desde Toluca de Lerdo: “No conocía el coloquialismo visitar al señor Roca, que es el inicuo y saludable acto de ir a descargar la vejiga. Sin embargo, en los estadios de fútbol en México hay una práctica aún más pestilente y troglodita ejercida por algunos barbajanes, seudoaficionados y mediocres, quienes, ubicados en las gradas superiores, de tercera clase, mean en los vasos donde han bebido cerveza y los arrojan a diestra y siniestra a los espectadores de las gradas de abajo, generalmente con muy buena puntería”. Y corrobora Eugenio B. desde Ciudad de México: “Se suele avisar con el grito de: ¡Ahí va el agua de riñón!". Me contaba mi padre que en su barrio, en el cine de la Flor, en los bulevares, en Alberto Aguilera 4, los chavales miccionaban desde sus localidades de entresuelo sobre los espectadores del patio de butacas. Como he leído a algún cronista de la ciudad, era un local infecto con permanente olor a urinarios. Fue construido en 1928 con diseño de Luis Gutiérrez Soto y reformado integralmente en 1961, cuando cambió su nombre a cine Conde Duque.

 

El cine de la Flor desde la glorieta de San Bernardo, ahora de Ruiz Giménez, al poco de ser inaugurado en 1928.




Multicines Verdi Conde Duque Alberto Aguilera, en la actualidad.

 

 

01 marzo 2024


Tristeza, dolor e impotencia 

Julio Sánchez Mingo

 

David Gallie: Hospital abandonado.
 

El otro día llamé a mi buen amigo Ugo para consultarle cual le parecía el mejor título de tres para un artículo cuyo texto yo acababa de terminar.

Era la hora de la cena. Me dijo que estaba bastante cansado. Había tenido una jornada laboral larga y extenuante, incluida la operación practicada a una señora de ochenta y cuatro años para extirparle un cáncer de páncreas, que se había prolongado ocho horas. Me contó que tras la intervención le asaltaron tribulaciones morales sobre lo injusto que podía ser invertir tantos recursos de todo tipo en una persona que ya ha vivido mucho, cuyo futuro clínico es incierto dado el pronóstico médico, a pesar del éxito de la cirugía, mientras se bombardea a los niños de Gaza, a los que se ha negado un futuro. Y mueren miles de ellos, algunos ya por inanición, que son los que tendrían que recibir nuestras inyecciones de ayuda económica. De nosotros solo reciben conmiseración.

Ugo, no sufras por ello, infinitamente más frívolo es quemar dinero en diversiones que no suelen crear mucha riqueza. Los bares y restaurantes de Madrid están llenos y, cuanto más caros son, más éxito tienen. Tu esfuerzo, dedicación y continuo aprendizaje, así como la utilización de últimas tecnologías, os permitirán a tus compañeros y a ti salvar la vida pasado mañana a un chaval con toda la vida por delante. Hasta, azares del destino, podrá ser una criatura palestina evacuada.

Siempre me pregunto de qué pasta están hechos los Putin, Netanyahu, Biden y tantos otros que no tienen escrúpulos en enviar la muerte, la desolación, la ruina, el sufrimiento contra pobre gente cuya vida es el trabajo y la familia. Tras ver las imágenes de las morgues palestinas llenas de cadáveres de críos, ¿dormirán por la noche? ¿En qué pensarán? ¿No les remuerde la conciencia, si es que la tienen? Se hiela el alma al ver el documental Los soldados del tanque 27 (1). Y meditas y tratas de comprender qué mueve a esos gerifaltes a exportar tanto dolor y desperdiciar el dinero de sus súbditos —sí súbditos— en el desarrollo, producción y uso de armas: ¿La soberbia, el poder, las riquezas, los intereses económicos de negociantes e industriales para los que en el fondo es lo mismo vender un misil que un fármaco contra la leucemia, ya que su único objetivo es el dividendo?

Esos mismos mandamases se entretienen en ir lavando el cerebro con mensajes populistas y demagógicos a mucha gente, de poco criterio, primaria, mucha de ella muy ignorante, que les termina apoyando. Incluso los más exaltados se alistan para ir a matar. Esos manipuladores son capaces de extraer lo peor del alma y de la condición humana. Como la de esos soldados israelíes que disfrutan haciendo el mal, e incluso brindan por ello, como se puede comprobar en los vídeos difundidos por The New York Times en un artículo publicado recientemente, Lo que revelan los videos de soldados israelíes: burlas y destrucción, que ofrezco en español.

Para más inri, el veneno del nacionalismo, de la pertenencia al grupo, ya sea étnico, lingüístico, religioso, de cualquier tipo, que tanto fomentan esos dirigentes, como han hecho otros muchos a lo largo de la historia, todo lo emponzoña.

De lo que no tenemos imágenes es de un joven que en Burgos el pasado fin de semana mató de un puñetazo a otro porque era de Valladolid. Ya sea Oriente Medio, las estepas eslavas o la meseta castellana, es siempre lo mismo.

(1) Se pueden activar los subtítulos, que pueden ser en español o ucraniano. Tiene una duración de 41 minutos.

23 febrero 2024

Lea Ypi. De la inocencia, y el cataclismo de su entorno, a la búsqueda de la libertad

Julio Sánchez Mingo



No se trata de una novela, ni de un ensayo. Estamos ante un texto, inundado de ternura, con fogonazos de dolor, que recoge las memorias autobiográficas de niña y adolescente de Lea Ypy, una profesora de Filosofía Política de la London School of Economics (LSE), que aporta mucho más que tantos sesudos escritos de política, sociología, psicología o historia. Derrocha un fino sentido del humor y se narran escenas de gran comicidad y otras desgarradoras. Los diálogos que muestra, mantenidos en familia o en el colegio, con profesores y compañeros, son una delicia, al igual que las reflexiones que se hace la protagonista en cada etapa de su evolución personal. Figura central de este relato es su abuela paterna Mimí, mujer de vasta cultura y larga experiencia, siempre pegada a la realidad, que representa el contrapunto racional en las dialécticas familiares entre sus padres. Dos mundos alejados a raiz de la Segunda Guerra Mundial, entran de nuevo en contacto a finales de los 80, hace poco más de escasos 30 años, a consecuencia de la caída del Telón de Acero.

La autora nos recrea su vida familiar de esos años, primero de niña, después de adolescente, y su brusca inmersión en una nueva sociedad capitalista de consumo que se adueña de un país pobre, sin casi recursos. Una existencia condicionada por unos orígenes familiares altoburgueses, que se desarrolla en el entorno del régimen estalinista de Albania, donde una lata de Coca-Cola vacía el producto del enemigo, prohibido e inaccesible, deseado e idolatrado en privado, que casi nadie ha probadoes el preciado adorno que corona el obsoleto televisor de su casa que sólo permite sintonizar la cadena estatal y, a duras penas, la televisión yugoslava, en la que su padre se afana en ver los partidos de la potente selección balcánica de baloncesto, que en breve desaparecerá para dar paso a los seis combinados nacionales actuales. Educada en la escuela pública, la única existente, acepta y asume los postulados oficiales inocentemente, sin que sus progenitores y su abuela, realmente contrarios al sistema, traten de desengañarla. Tanto es así que una estancia en la cárcel como en el caso de su abuelo, un socialista que había sido compañero de estudios en París del tirano comunista Enver Hoxsa la describen como un largo viaje de estudios en una lejana universidad.

El partido es omnipresente y omnipotente. No es posible para cualquiera acceder a sus cuadros de mando, ni siquiera a su simple militancia. Hay que ser invitado a ingresar para llegar a pertenecer a ese círculo de poder y privilegios. Ese ambiente de todopoderosos prebostes corruptos a modo de capos mafiosos—, doctrina oficial excluyente, mentira constante, y lavado de cerebro de los ciudadanos que nos refiere Ypi, me recuerda a los tiempos de la autarquía franquista, anteriores a la firma de la cesión de las bases militares a los EUA en el contexto de la guerra fría. Las reacciones populares a la muerte de Hoxha, en 1985, y sus funerales parecen calcados del clima existente y de las ceremonias celebradas en 1975 a la desaparición del dictador español.

En la Albania anterior a 1990, el machismo, oficialmente, no existe. Las mujeres comparten todos los aspectos de la vida pública y acceden en paridad a los mismos empleos que los hombres, incluso a los más duros, como picadoras en una mina. La prostitución, caso de darse, no es visible y las niñas y jóvenes corretean libremente por todas partes. Aparentemente no hay delincuencia. Pero, herencia cultural del Imperio Otomano, los varones en casa no hacen nada, no ayudan en ninguna labor, ni siquiera se ocupan de los hijos. Leen el periódico, ven la paupérrima televisión y exigen sus ratos de sexo, a lo que se tienen que plegar sus agotadas consortes. Como siempre, el ideario oficial va por un lado y la gente corriente por otro. Basta considerar que el 80% de los albaneses son musulmanes que simulan ser ateos. La triste realidad es que hay que hacer uso de las cartillas de racionamiento y soportar largas colas para adquirir cualquier producto, rezando para que lo más perentorio no se agote. Los cortes de los suministros de agua y electricidad son muy frecuentes. El país es una jaula, no precisamente de oro, de la que es imposible salir.

Pero se produce la caída del comunismo y con ello un brutal cambio de ciclo político y económico y se pasa de una economía dirigida y planificada, con todas sus penurias y gravísimas carencias, a un capitalismo salvaje, origen de tantas y profundas desigualdades y motivo de la pérdida de empleo de gran parte de la población. Muchos se ven empujados a la emigración, muchas mujeres a la prostitución. El padre de Ypi, un ingeniero forestal, nieto de un antiguo primer ministro de los años 20, que trabaja en una empresa estatal de gestión de los bosques, es despedido. Total, la conservación de la naturaleza no da dinero. Sin controles de ningún tipo, ante un invierno muy crudo, se arrasan los montes para obtener leña para calentarse y Albania sufre una deforestación atroz. La madre, profesora de instituto, descendiente de una familia de millonarios terratenientes nuevos ricos, a los que el régimen estalinista había confiscado sus bienes, es prejubilada a los 46 años.

En esa época, el anhelo de libertad lo invade todo. Y ¿se alcanza la libertad? Pero, ¿qué es la libertad? Para su madre la libertad es la lucha contra la corrupción, el desarrollo de la libre empresa, el respeto a la propiedad privada y la promoción de la iniciativa individual. La autora reflexiona sobre la influencia que ejerce en la ideología de cada cual su temperamento, su forma de ser, y cita el caso concreto de su progenitora, una thatcheriana ultraliberal. Para ésta el mundo es un lugar en el que la lucha natural por la supervivencia solo se puede resolver defendiendo la propiedad privada. Considera que todas las personas son intrínsecamente malvadas, que no se puede cambiar la naturaleza humana y de lo que se trata es de contener los daños, encauzando la maldad existente. Por todo ello considera que el socialismo es inviable. Esa visión negativa de los demás, empuja a adoptar una actitud egoísta y a luchar contra ellos. La solidaridad y la igualdad son conceptos que no han lugar y la sociedad civil debe sustituir al estado. El pensamiento de su padre es radicalmente opuesto. Para él, el capitalismo solo emancipa a unos pocos, las personas se convierten en objetos económicos susceptibles de ser explotados, pierden su identidad frente a los poderosos, y las relaciones humanas se reducen a relaciones económicas. Tanto tienes, tanto vales. Así, al ser nombrado director del puerto de Durrës —el mayor del país—intenta aprenderse el nombre de todos los trabajadores de la instalación. Desde el gobierno le exigen la consabida reestructuración y que reduzca el número de operarios. Lucha para no despedir a nadie. Y piensa que, si olvida sus nombres, dejarán de ser personas para convertirse en números y olvidará su existencia. Se ha convertido en un esclavo de la situación tras haber sido un esclavo del partido. ¿Ha logrado la libertad?

Nunca he leído un relato que diseccione de forma tan certera el fenómeno de la migración en toda su extensión. Lo hace desde dentro, desde el origen del flujo humano, y describe de forma sencilla y meridiana las razones que impulsan a la gente a abandonar su hogar y la impotencia de los que quedan por saber de los que han marchado. También acusa amargamente a los países receptores de su egoísmo que, dependiendo de cómo soplen la política y la economía, fomentan o rechazan la llegada de extranjeros, pasándolos, además, por el tamiz de su capacitación profesional. Una mañana, en lugar de acudir a clase, su amiga y compañera del colegio Elona, con trece años, se embarca con su noviete en uno de esos barcos repletos de cientos de desesperados sin futuro con destino a Italia. En Milán es estuprada por él y termina dedicándose a la prostitución. En un orfanato de su ciudad queda su hermana pequeña, internada por su padre —un humilde conductor de autobuses— al producirse el fallecimiento de la madre de ambas niñas. La descripción de las condiciones del hospicio, que va a peor tras la caída del sistema marxista, hiela las venas, máxime si consideramos que se está hablando de la Europa del año 95, a poco más de dos horas de distancia de Madrid.

Llegamos a 1997. Con la guerra civil, quiebra el estado y desaparece. Todo queda en manos de clanes mafiosos y asociaciones de traficantes y malhechores, sumiéndose Albania en la anarquía. Esa delincuecia organizada se expande por toda Europa, España incluida. Tanto es así, que un mando policial declaraba en Madrid hace pocas semanas que los grupos albaneses y el cártel de los Balcanes están muy fuertes, mucho más de lo que creemos.

El eje central de esta obra es la eterna polémica sobre qué entendemos por libertad, su falta, su tergiversación, su pérdida, su búsqueda, su calidad, las desilusiones que acarrea y las esperanzas truncadas cuando no satisface las expectativas creadas. También sobre la libertad traicionada y cuánto puede tener de estafa y sobre la libertad verdadera y la nominal, sobre la libertad como libre mercado.

En la campaña de promoción del libro, Ypi manifestó que la libertad no solo debe considerarse en lo relativo a las personas sino también a los países, cuando unos son sojuzgados o explotados por otros o sus multinacionales, que siempre son los poderosos los que deciden, ya sean naciones o individuos, que unos pocos ganan mucho y la desigualdad avanza imparable, que el mito del triunfador hecho a sí mismo es irreal, que todo avance solitario es en realidad solidario e hizo énfasis en la necesidad universal de pertenecer a un colectivo. En un coloquio mantenido en la Feria del Libro de Turín, nuestra autora afirmó que una persona tan poco sospechosa de comunismo como el papa Wojtyla, había afirmado en una ocasión que subsistían los motivos que habían impulsado esa ideología.

En el epílogo de su libro nos dice: “… La libertad no se sacrifica solo cuando los demás nos imponen qué decir, donde ir, cómo comportarnos. También las sociedades que pretenden ayudar a los individuos a desarrollar su pleno potencial, pero rechazan cambiar las estructuras que lo hacen imposible, son opresivas. Sin embargo, a pesar de todas las constricciones externas, nunca perdemos nuestra libertad interior: la libertad de hacer lo que consideramos adecuado”.

También añade: “… Cuando sus aspiraciones se hicieron realidad, aquellos sueños se convirtieron en mi desencanto. Vivíamos en el mismo lugar, pero en mundos distintos. Al entrar esos mundos en contacto, apreciamos los resultados con ojos diferentes. Identificaban el socialismo con la negación. La negación de aquello que hubieran querido ser, de su derecho a equivocarse y de aprender de sus propios errores, de explorar el mundo a su manera. Yo asociaba el liberalismo a las promesas incumplidas, a la destrucción de la solidaridad, al derecho a heredar los privilegios, a cerrar los ojos ante la injusticia… “. Y lo termina así: “… Mi mundo está tan lejos de la libertad como aquel del que mis padres intentaron escapar. Ambos distan mucho de ese ideal. Pero sus fracasos adoptaron formas muy diferentes y, si no hacemos un esfuerzo por entenderlos, continuaremos divididos para siempre. He escrito mi historia para explicar, para reconciliar y para continuar la lucha”.

Lea Ypi no ha vuelto a Albania.


Lea Ypi: Libera. Feltrinelli, 2022 (en italiano)

Existe traducción al español: Libre. Anagrama, 2023

16 febrero 2024

 

Entre acordes e ideologías, de José Luis Conde

Análisis del impacto de las ideologías totalitarias en la música

Alessandro Pierozzi

 


La editorial 1/2 TONO, dedicada a la divulgación musical, se presenta con su primer lanzamiento: Entre acordes e ideologías: música, naciones y totalitarismos, del profesor argentino José Luis Conde.

El inconmensurable tema de lo ideológico en la música puede abordarse desde tres perspectivas: como reflejo del espíritu de época, como toma de posición ideológica del autor y como fruto de una estética oficial de un régimen totalitario”, señala Conde.

¿Posee entonces la música capacidad para vehicular una determinada ideología e incidir en el sistema de pensamiento? El autor piensa que “basta un somero vistazo por la historia del poder para responder afirmativamente a este interrogante. La utilización de la música y del arte en general con fines políticos ha sido moneda corriente a lo largo de la historia”. La música constituye un formidable instrumento de influencia social hasta el punto de que “puede llegar a usarse como una de las tantas estrategias de un régimen para legitimar un orden social. En combinación con otras manifestaciones propagandísticas como eslóganes, emblemas y diversas maneras de exteriorizar el sentido de pertenencia a una facción política o a una causa, puede llegar a ser una herramienta muy eficaz”.

¿Cómo influyeron las ideologías totalitarias en la música? ¿Hay músicas de izquierda y músicas de derecha? ¿Puede la música ser totalitaria, monárquica, republicana o aristocrática de por sí? A estas cuestiones responde el autor que “la música en tanto que arte de estructuras (rítmicas, melódicas, armónicas, formales,etc.) no sería ni de derechas ni de izquierdas, ni monárquica ni republicana, por sí misma; sin embargo, se puede decir que sí es portadora de una ideología cuando intervienen en ella símbolos sonoros que remiten a un determinado pensamiento político o, más rotundamente aún, cuando se combina con un texto que expresa claramente consignas o conceptos doctrinarios”. Con prólogo de Luis Antonio Muñoz, el profesor Conde se pregunta si el estalinismo, el nazismo o el franquismo utilizaron la música para difundir sus postulados ideológicos y si estos incidieron en la calidad de las obras de los compositores, es decir, si hubo una estética marcada desde el poder Conde adorna e ilumina un viaje por veredas musicales que van desde los nacionalismos del siglo XIX a los totalitarismos del siglo XX. De los nacionalismos periféricos, como los denomina, surgieron músicos que volcaron el folclore vernáculo a los moldes y normas artísticas impuestas hasta el momento.

Yendo a la base ideológica en la música y en los compositores, desde la época de los llamados nacionalismos centralistas y periféricos del siglo XIX en adelante, la respuesta de los compositores al intento de instrumentación política fue variada. Las veces en que se dio un claro vínculo entre poder y creación artística las secuelas fueron evidentes. En opinión de Conde, el alineamiento de algunos autores con las directrices oficiales, en general, mermó la calidad de sus obras: “Sabemos que cuando la obediencia de los compositores fue absoluta, los rígidos alineamientos estéticos impuestos desde el poder, generaron músicas de valor relativo cuando no mediocres”. Muchos autores fueron marginados o depurados, pero otros simpatizaron con los totalitarismos, aunque se negaran a vincularse política y estéticamente con el nazismo, el estalinismo o el franquismo. Esa negativa tuvo con frecuencia efectos muy positivos en la calidad de sus composiciones. El autor cita los casos de Prokofiev para quien “la mejor música soviética es aquella que nace de las tensiones entre la subjetividad del compositor y la estética oficial" o Shostakovich, quien se quedó en el país padeciendo el inflexible control de las autoridades sobre su obra. En el caso de la España franquista, José Luis Conde se plantea si puede hablarse de una estética musical franquista y se pregunta: “¿Se dieron directrices claras en cuestiones artísticas en general y musicales en particular?”. Según el autor, “resulta lógico deducir que, si hubo una política musical durante la dictadura de Franco, tuvo que estar por fuerza alineada con las otras seguidas en el orden nacional y ser afín a la ideología imperante”. ¿Quién podría poner en tela de juicio el influjo que los regímenes totalitarios han ejercido en la música del siglo XX?”, se plantea el autor de Entre acordes e ideologías. Un buen ejemplo en nuestro país lo representa la sinfonía Amanecer en los jardines de España (1937), con la que Ernesto Halffter contribuyó a la causa del bando sublevado en la Guerra Civil. La obra, apunta el autor, “pretendía significar que la oscura noche republicana había llegado a su fin y amanecía para los españoles una nueva era luminosa de la mano del Generalísimo”. Pau Casals, contrario a los postulados de la dictadura y los movimientos nacionalistas, o el mismo Ernesto Halffter y Federico Mompou, más cercanos a las directrices del dictador, son parte de los ejemplos analizados. Por otra parte, según José Luis Conde, “la realidad nos demuestra siempre, que muchas personas no se identifican plenamente con ninguno de los bandos en pugna. Todo parece indicar que Falla era una de ellas y que ninguna de las dos Españas se ajustaba del todo a su pensamiento y sentir”.

Eva Sandoval, musicóloga y divulgadora, señala que “el libro de José Luis Conde, ya desde su magnífica y evocadora cubierta, nos recuerda, con su discurso reflexivo y cuestionador, que la política y la ideología impregnan todos los rincones de nuestra vida, incluso el artístico, como se ha puesto de manifiesto, sin ir más lejos, en los actuales conflictos internacionales. Incluye, de manera sucinta, el complejo caso de la España franquista. Y todo ello con una visión no europea, ya que Conde procede de Argentina y ha desarrollado allí la mayor parte de su carrera, lo que ofrece una nueva perspectiva, ya que puede acercarse al objeto de estudio con una relativa lejanía”. “Es un libro ameno y enriquecedor en el que confluyen música e historia que nos hace comprender cómo una de las manifestaciones artísticas más eminentes del ser humano, el arte musical, se configura socialmente” destaca Carlos Javier González Serrano, profesor de filosofía y psicología.

Si nos ceñimos a la relación entre el nazismo y Wagner, el propio Adolf Hitler aseveraba que “quien quiera comprender a la Alemania Nacionalsocialista debe conocer a Wagner”, señala José Luis Conde. En consecuencia, el nazismo usó las obras de Wagner profusamente. “No debemos olvidar que la obertura de Tannhäuser o el preludio de Los maestros cantores... fueron realmente escuchadas por las propias víctimas a través de los altavoces del correspondiente campo de concentración, mientras eran conducidas a las cámaras de gas”, apunta el autor. Por lo que se refiere a la militancia antinazi y antifascista de Bartók, Entre acordes e ideologías recoge la decisión de la Cámara Musical del Reich Alemán de obligar a todo compositor que estrenase obras en Alemania a dar pruebas de su ascendencia aria. “Bartók obviamente se negó a cumplir con la exigencia de cumplimentar el cuestionario, y exigió expresamente que su música no fuera ejecutada o transmitida por radio ni en la Alemania nazi ni en la Italia fascista”.

¿Puede un criminal ser sensible? En uno de los capítulos de la obra el autor se plantea algunas preguntas inquietantes. “¿Pudo el régimen más criminal, atroz y genocida que la humanidad ha conocido, promover un arte capaz de generar en cada uno de nosotros una conciencia de lo bello que impacte de un modo auténtico en nuestro mundo emocional? ¿Supo vibrar ante la experiencia estética, del mismo modo que lo hacen los hombres sanos de espíritu, esa banda de energúmenos carniceros capaz de emprender una feroz cruzada contra el alma humana?”. La respuesta de José Luis Conde es concluyente: “Aunque nos cueste aceptarlo, la respuesta a todas estas preguntas es afirmativa. No se requiere ningún análisis para advertir que lo sublime y lo abominable pueden convivir perfectamente”.

Por lo que se refiere a la obsesión por controlar la vida social y cultural: “Si en algo pueden parangonarse los regímenes totalitarios, ya sean de izquierda o de derecha, es por su afán por controlar cada aspecto de la vida social y cultural”. Mussolini constituye un ejemplo de esa obsesión en el terreno específico de la música, según se recoge: “En 1931 impartió directivas para que en los grandes teatros italianos se le diera prioridad a la música sinfónica o sinfónico coral sobre la de cámara o con solistas”. Mussolini utilizó la táctica de enfrentar a los creadores. Alfredo Conde destaca en su obra que la política cultural del fascismo en el terreno de la música parece contradictoria porque toleraba tendencias modernistas al mismo tiempo que llamaba a los compositores a no apartarse del lenguaje decimonónico. “En realidad esta contradicción era aparente y obedecía a una táctica especialmente perversa. Lo que al Gobierno le interesaba primordialmente era que los intelectuales compitieran entre sí por el patrocinio estatal, y por eso fomentaba el disenso entre ellos por razones estéticas”, señala el autor. En lo relativo a los enemigos de la revolución, el profesor Conde incide en el férreo control que estableció el estalinismo sobre los compositores, hasta el punto de que “cualquier creador que osara ser consecuente con las tendencias vanguardistas, sería acusado de formalista y de enemigo de la revolución”. Para conseguir sus objetivos “fue entonces necesario obligar a los artistas a que cooperasen. En el campo de la música se formó en 1932, la Unión de Compositores Soviéticos, que velaba por el cumplimiento a rajatabla de esa doctrina nefasta que atentaba abierta e impunemente contra la libertad de creación”. Así, muchos fueron purgados por el poder. Entre acordes e ideologías recoge las consecuencias que acarreó a algunos compositores no alinearse con el régimen establecido. El autor muestra el caso de Mosólov que en 1937 fue acusado de realizar propaganda antisoviética: “Fue condenado a siete años de trabajos forzados, pero gracias a la mediación de algunos colegas influyentes fue puesto en libertad poco después, aunque, mientras vivió, su nombre jamás fue rehabilitado completamente por las autoridades”.

El casticismo no era franquista. En ocasiones se tiende a identificar una tendencia artística con un régimen, como le ocurrió al casticismo. José Luis Conde aclara al respecto que “es cierto que el neocasticismo de Rodrigo era afín a la estética propiciada por el franquismo, pero no hay que perder de vista que lo castizo en la música académica española ha estado presente tanto en tiempos monárquicos como en tiempos republicanos y dictatoriales”.


José Luis Conde (Buenos Aires, 1961), es profesor de Historia de la Música, Crítica musical, Estética, Lenguaje musical y Guitarra en el Instituto Superior de Música de la Universidad Nacional de Tucumán. Su labor es prolífica en el campo de la interpretación y de la divulgación musical. Ha dirigido programas en Radio Nacional Clásica de Buenos Aires, Radio Universidad Tucumán o Radio Clásica Mar del Plata, por los que ha sido galardonado en cinco ocasiones con el premio Martín Fierro de la Asociación de Periodistas de la Televisión y la Radiofonía Argentinas (APTRA).

La editorial ½ TONO inicia su andadura con un objetivo claro: dedicarse a la divulgación musical con el rigor necesario, aunque con un lenguaje natural y cercano, accesible para todo tipo de público y gustos.

Ha comenzado su distribución y comercialización a través de su propia web, www.mediotonoeditorial.com, en librerías especializadas y Amazon.

Se puede seguir toda su actualidad en redes sociales, @MediotonoE (X) y @mediotonoeditorial (Instagram).

 

Entrevista efectuada a José Luis Conde por Carlos Santos en el programa Entre dos luces de Radio Clásica de RNE: 

https://www.rtve.es/play/audios/entre-dos-luces/acordes-ideologias-15-02-24/15970610/